INTRODUCCIÓN
Si se analizan objetiva y críticamente los retos que debe afrontar la Revolución cubana para mantenerse vigorosa y digna en el contexto global contemporáneo, se advierten como aspectos fundamentales los siguientes: la agresividad permanente y progresiva por parte de sus enemigos internos y externos; el impacto del recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero; y, más recientemente, las 243 medidas de asfixia puestas en práctica por los gobiernos de Trump y Biden en los Estados Unidos.
Esta compleja realidad genera vulnerabilidades en lo relativo a la equidad y a los modos de actuación basados en valores, lo que influye directamente en la disciplina social, en la motivación laboral y política, y en la realización de los proyectos individuales. Tal regularidad sociohistórica conlleva afectaciones en lo sociocultural, lo psicológico y el sistema social de creencias.
Los fenómenos de referencia demandan un enfrentamiento multidisciplinario, teóricamente sustentable y metodológicamente preciso, garante de la formación integral de la sociedad y su sistema institucional, con énfasis en la consolidación de la perspectiva axiológica, en la educación de las nuevas generaciones de cubanos.
Sobre esta base, el artículo que se pone a consideración pretende evidenciar el requerimiento de consolidación del trabajo político ideológico en la universidad, propendido hacia la formación de los valores fundamentales de la nación cubana, a tono con las regularidades del complejo panorama histórico social del país.
El trabajo revela algunas de las principales limitaciones del proceso de educación en valores en la realidad cubana actual, como antesala para la definición del sistema de valores revolucionarios cubanos, y el diseño de acciones generales, basadas en la participación de la comunidad universitaria para hacer más eficiente el trabajo político ideológico, y que este se refleje en el fortalecimiento de esos valores que defendemos y necesitamos.
METODOLOGÍA Y MÉTODOS
Se sigue el enfoque de la dialéctica materialista, con prevalencia de elementos cualitativos. Entre los métodos empleados destacan el histórico-lógico, analítico-sintético e inductivo-deductivo para el procesamiento de la información.
Se recurre procedimentalmente al proceso de reflexión-acción-reflexión, que se afinca al balance sociocrítico de la ya declarada esencia cualitativa.
EL TRABAJO POLÍTICO IDEOLÓGICO Y LA EDUCACIÓN EN VALORES EN LA UNIVERSIDAD CUBANA
No se puede obviar el impacto de la pandemia en la desaceleración del proceso de perfeccionamiento de nuestro modelo económico y social. Así lo resumió nuestro presidente en la clausura del VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC).
Continúan las campañas de subversión e intoxicación ideológica promovidas por agencias y entidades de los Estados Unidos, dirigidas a desprestigiar a Cuba, a calumniar la Revolución, a tratar de confundir al pueblo, a fomentar el desánimo, la desidia y la inconformidad, exacerbando las contradicciones internas. Están concebidas para aprovecharse de la escasez material incuestionable, de las dificultades que enfrenta nuestra población, como consecuencia del efecto combinado de la crisis económica global, la pandemia de la COVID-19 y del reforzamiento del bloqueo económico (Díaz-Canel, 2021)
La Revolución cubana hace frente a relaciones de poder dominantes en el mundo, en los terrenos económico, social, político, ideológico, cultural y militar; a lógicas de dominación (machismo, racismo, xenofobia, discriminación, exclusión, consumismo y despilfarro de los recursos), para no reproducirlas consciente o inconscientemente en la vida cotidiana laboral, política, barrial y familiar.
A partir del debilitamiento o deterioro de los valores, el Partido consideró necesario que el sistema de trabajo a emplear debe tener un enfoque diferenciado y desarrollador, por ello es importante recurrir a los principales agentes y agencias socializadoras para convertir a Cuba en una gigantesca escuela formadora en valores.
Orientar el trabajo político ideológico a partir de las condiciones de vida concretas de cada territorio, implica la comprensión y asunción de las particularidades y los rasgos sociales y psicológicos de cada grupo social, sector, colectivo laboral, generación, persona y zona geográfica; y estructurar la labor de manera que satisfaga las demandas ideológicas y espirituales de cada uno.
En el II Pleno del Comité Central del PCC se aprobó el Programa para la transformación del trabajo político-ideológico, el cual busca dotar el trabajo «de la efectividad y creatividad que demanda la complejidad del escenario, dirigiéndolo a potenciar las esencias y valores de la Revolución para el éxito y sostenibilidad de la construcción del socialismo en Cuba» (PCC, 2021) y para lograr esta transformación es necesario fortalecer la cultura política y antimperialista de los cuadros, los militantes del Partido y el pueblo en general para estar a la altura de las exigencias de la labor ideológica en el escenario actual y así forjar una cultura emancipadora contra toda forma de prejuicio y discriminación, en favor de la unidad nacional.
Por ende, el trabajo político ideológico, como componente importante del sistema de influencias educativas, se enfoca a la formación de una conciencia política que «contribuya a garantizar el sistema socioeconómico vigente y el poder de la clase dominante, que es el problema principal de la política, y uno de los aportes que hace la educación al sistema político de la sociedad» (González y Torres, 2021).
La esencia del trabajo político ideológico en la universidad se encamina a la educación y formación en los individuos de principios, juicios de valor, criterios, puntos de vistas, motivaciones, normas morales, convicciones, modos de actuar conscientes en la sociedad cubana; se trata de que el sujeto se apropie de una concepción del mundo coherente con las influencias que recibe a través de la participación política en las diversas actividades sociales en que se inserta.
El trabajo político- ideológico es capaz de ejercer influencia sobre el ánimo político y la opinión pública. Establece ajustes positivos en la actitud de las personas hacia el contenido, formas, tareas y actividad del Partido y el Estado. Forma ajustes y actitudes negativas hacia el enemigo político. Su tarea es también la de formar una opinión pública positiva con relación a los hechos concretos e intenciones del Partido y del Estado, la creación de lo indispensable para la realización de la política y la orientación de la voluntad de los individuos estimulándolos a la acción para ejecutarla. (Pozo, 2017, p. 12).
El objeto del trabajo político ideológico son precisamente los valores, pero los valores que forman ese sistema de valores de la Revolución, los cuales sintetizan la ética martiana y fidelista, y resumen el sentido histórico y los anhelos de todos los cubanos dignos. El proceso de educación en valores en la universidad no es algo nuevo ni añadido: la universidad siempre ha formado valores de manera implícita en los contenidos de las diferentes disciplinas, en la formación sociohumanista de manera explícita, y desde que se implantó el Plan C, se definieron los valores que se requiere formar en el modelo del profesional, pues «en la actualidad no se concibe un proceso educativo centrado únicamente en la adquisición de conocimientos, es creciente el interés en todos los niveles de enseñanza por contribuir a la formación de ciudadanos con valores, que les permitan no solamente convivir en el mundo actual, sino comprometerse con su trasformación, a partir de su crecimiento como seres humanos» (Ojalvo y Viña, 2006, p. 5).
En el caso de la formación universitaria, la motivación que en general se desarrolla en la formación profesional y la que de hecho poseen los estudiantes, posibilita que la educación en valores a través de lo profesional incida en las aspiraciones, intereses, y sentido de la vida de estos y, consecuentemente vaya desarrollando la personalidad del profesional (Batista, 2001, p. 56).
Desde hace más de dos décadas la investigación pedagógica en el tema de la educación en valores pasó a ser una de las prioridades; se desarrollaron investigaciones multidisciplinarias sobre el proceso de educación en valores liderados por prestigiosos investigadores (Baxter, 2003; Chacón, 2002; Batista, 2001, Ojalvo, 2002, entre otros) cuyos aportes teóricos y prácticos fueron de gran relevancia. Los valores fueron incluidos de manera explícita en los currículos de todos los niveles de enseñanza como uno de los objetivos fundamentales dentro de la estrategia de preparación política e ideológica para estudiantes y profesores. Su materialización requirió del esfuerzo de los educadores a todos los niveles, y su respuesta no se hizo esperar, razón por la que se afirma que «nuestra educación está llevando a cabo, con ritmo creciente, lo que hemos calificado como la más grande revolución de la educación en todo el período de la Revolución» (Castro, 2001, p. 3).
El hecho de que con toda intencionalidad política se expliciten los valores en el modelo del profesional, no significa que el proceso siempre logre los resultados y la calidad deseada. Esta labor encaminada a la educación en valores, ha sido y es uno de los mayores retos en el trabajo político ideológico que realizan las organizaciones políticas, de masas y sociales, así como los organismos organizaciones e instituciones de la sociedad, pues subyacen factores diversos que intervienen y en muchos casos frenan el proceso de educación en valores y los resultados del trabajo político ideológico que por esta vía se lleve, entre los que se encuentran.
Muchas veces no fluye de manera integrada y sistemática, pues no se tienen las herramientas metodológicas y teóricas para poder diseñar estrategias educativas en los diferentes ámbitos de la vida universitaria.
Se pretende educar en los valores imponiendo criterios o explicando hechos aislados y descontextualizados.
Muchos docentes no están claros de cómo enfrentar el escenarios en que se desenvuelven sus estudiantes, complejizado por la influencia cultural imperialista transgresora y globalizada, que pretende deslegitimar nuestra cultura; los propios errores cometidos en la construcción del socialismo, la intención de emigrar en los jóvenes y profesionales, el asedio constante y la incitación a la deserción y el robo de cerebros.
En no pocas ocasiones se valora con toda la fuerza que merecen los efectos de la guerra no convencional, que se nos hace a través de los medios de comunicación y de las redes sociales.
Se tiene la falsa concepción de que personalizar el proceso de enseñanza aprendizaje de los valores se logra sin el conocimiento de las necesidades, intereses de los estudiantes.
Muchas veces no se utiliza el poder movilizativo y de persuasión que tienen las organizaciones estudiantiles, y los docentes no participan junto a la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) en darle solución o al menos escuchar sus demandas e insatisfacciones.
La falta de cultura política, histórica, económica y jurídica de muchos docentes y directivos conlleva a no profundizar en los argumentos que están en el deber de defender en cada escenario educativo dentro y fuera de la universidad.
La unidad de acción entre el Partido, sindicato, FEU requiere estar fortalecida.
Subyace el mito de que el trabajo político ideológico y la educación en valores que este conlleva es responsabilidad solo de las disciplinas de ciencias sociales, perdiéndose así el principio de la unidad de lo instructivo y lo educativo.
Muchas veces no se aborda con efectividad y creatividad al escenario que vivimos, no se convence de la necesidad de preservar el proyecto social que defendemos, y priman el desaliento y las críticas.
En el VIII Congreso del PCC, se enfatizó en las ideas, conceptos y directrices para su labor educadora, determinando en la actividad ideológica que en el trabajo político-ideológico se precisa de una profunda transformación, dirigida a potenciar las esencias y los valores que emanan de la obra de la Revolución, ajustarnos con efectividad y creatividad al escenario que vivimos, potenciar el estudio de la historia del país, hacer llegar a cada cubano el mensaje de optimismo y la confianza en que juntos sabremos enfrentar y vencer cualquier obstáculo (Díaz-Canel, 2021).
¿Quiénes ejercen el trabajo político ideológico en las universidades?
Sus protagonistas principales son todos los miembros de la comunidad universitaria, fundamentalmente los docentes, los dirigentes administrativos y los cuadros de las organizaciones políticas, de masas, en su labor de argumentación, explicación, información, sugestión, persuasión, convencimiento, estimulación y en la búsqueda constante de soluciones a los problemas en beneficio del pueblo y la Revolución.
En los documentos del Partido Comunista de Cuba queda claro que el fin de la política educacional cubana es formar a las nuevas generaciones y a todo el pueblo en la concepción científica del mundo, desarrollar las capacidades intelectuales, físicas y espirituales del individuo y fomentar elevados sentimientos y gustos estéticos, convertir los principios ideopolíticos y morales en convicciones personales y hábitos de conducta diaria, es por ello que hay que:
Intencionar la educación en valores hacia el modelo ideal de formación. Desarrollar el vínculo con la realidad a través de lo socialmente significativo de esta, dando sentido a la formación sociohumanista.
Explicitar: connotar lo socialmente significativo de la realidad hacia el redimensionamiento humano. Precisar los contenidos de los sistemas de valores a formar y desarrollar según la aspiración social.
Particularizar: integrar las particularidades del desarrollo de los valores, con la evaluación de las características del entorno, las particularidades del sujeto y sus relaciones, así como evaluar las condiciones para llevar a cabo. Determinar estrategias que involucren a los sujetos del proceso en una actividad consciente, protagónica y comprometida.
La educación en valores no debe limitarse a lo ético, sino tener presente que en el proceso hay que desarrollar otros valores que son importantes como los valores estéticos, los políticos, los intelectuales, los que en su conjunto contribuyen al desarrollo de la personalidad. Por lo que la educación en valores es pluridimensional (Batista, 2001).
La esencia del trabajo político ideológico en las universidades se encamina a la educación y formación en los individuos de principios, juicios de valor, criterios, puntos de vistas, motivaciones, normas morales, convicciones, modos de actuar conscientes en la sociedad cubana, se trata de que el sujeto se apropie de una concepción del mundo coherente con las influencias que recibe a través de la participación política en las diversas actividades sociales en que se inserta, como parte del proceso de socialización que se produce al interactuar con el medio social y con otros individuos que comparten la misma afiliación política. «Una de las prioridades de la labor educativa en la Universidad es la labor político ideológica de los estudiantes, prestando especial atención al desarrollo de valores y actitudes, el aprendizaje autodirigido y autorregulado y el compromiso social con la sociedad que en Cuba se construye y con su universidad; el cumplimiento de sus deberes y la participación consciente en la vida universitaria y en la sociedad» (Rodríguez et al., 2019).
La labor política ideológica en la sociedad cubana contemporánea es heredera y continuadora de la obra de la Revolución, dedicada a la construcción socialista, en enfrentamiento directo con las fuerzas hostiles internas y externas, que se empeñan en desestabilizar y aniquilar el proceso revolucionario. Se ha orientado por los objetivos, valores, métodos, medios y estilos de trabajo promovidos por la Revolución cubana, y en las universidades tenemos que «¡Trabajar, movilizar, estimular y exigir que el talento y el esfuerzo de todos se transformen en resultados! ¡Insistir en la interminable tarea de arrancarles un pedazo a los problemas, cada día, es el compromiso! Lo vemos y lo sentimos constantemente: en la épica pelea de los trabajadores de las plantas eléctricas y en el heroísmo de nuestros médicos y nuestros científicos contra la COVID-19 y el dengue» (Díaz-Canel, 2022).
¿Qué valores debemos reforzar para poder garantizar la efectividad del trabajo político ideológico?
En el Programa Director para la educación en el sistema de valores de la Revolución cubana (Colectivo de autores, 2012) aparecen identificados estos valores y sus modos de actuación. Para lograr este objetivo se creó un grupo de trabajo, formado por especialistas de diferentes instituciones del país, que estudió las investigaciones realizadas sobre el tema, así como la sistematización del pensamiento de Fidel, de Martí y de otros grandes pensadores.
Es importante destacar que, para llegar a definir este sistema de valores de la Revolución cubana, se tomaron en cuenta los fundamentos que caracterizan a la nación cubana desde su fundación, en los identitarios, los que deben ser preservados para seguir como pueblo en la contribución al redimensionamiento humano. Se tuvo en cuenta el valor metodológico del concepto de Revolución aportado por Fidel Castro (2000) para la educación y la pedagogía, pues de cada de sus afirmaciones se derivan principios que encierran una profunda concepción revolucionaria y humanista del hombre como ser social, en su interacción activa y transformadora con el medio, las demás personas y consigo mismo, así como las ideas metodológicas que en su conjunción apuntan a un sistema de ideas que podemos entender como principios para una educación en valores en el contexto cubano actual.
Se identificaron como parte del sistema de valores de la Revolución, que se corresponden con las prioridades del trabajo político ideológico, los siguientes: patriotismo, antimperialismo, dignidad, responsabilidad, laboriosidad, solidaridad, humanismo (sensibilidad), honestidad, honradez y justicia, como los más representativos.
El sistema de valores de la Revolución cubana, se expresa en un todo caracterizado por una cualidad sistémica, que viene dada por el propio contenido de la dignidad, que es la actitud moral del individuo hacia sí mismo y de la sociedad hacia él; es el conjunto de actitudes de respeto a sí mismo, a la Patria, a la Revolución y a la humanidad; es un modo de comprender su deber y su responsabilidad ante la sociedad, y de regular el respeto y el reconocimiento de la sociedad a su personalidad; es una manifestación de ejemplaridad como persona y como cubano. Como se declara en la Constitución de República (Asamblea Nacional del Poder Popular, 2019) en su Artículo 40 «La dignidad humana es el valor supremo que sustenta el reconocimiento y ejercicio de los derechos y deberes consagrados en la Constitución, los tratados y las leyes» (p. 16).
A tenor de que los valores no se visualizan por sí solos, no se palpan, se manifiestan a través de los modos de actuación y de los desempeños, y al tener en cuenta además el carácter histórico concreto de los mismos, se asignó el contenido a cada valor y se determinaron sus principales manifestaciones.
Patriotismo: es la lealtad a la patria su historia y la Revolución socialista, y la disposición plena de defender sus principios para Cuba y para el mundo.
Antimperialismo: es el rechazo al hegemonismo de los grandes centros de poder mundial imperialista en cualquier lugar donde se manifieste.
Dignidad: es el respeto a sí mismo, a la patria y a la humanidad. Es la capacidad de crítica y autocrítica, la fortaleza de la identidad personal y grupal, así como el respeto por sí mismo y por los demás.
Responsabilidad: es el cumplimiento del compromiso contraído ante sí mismo, la familia, el colectivo y la sociedad.
Laboriosidad: se expresa en el máximo aprovechamiento y eficiencia de las actividades laborales y sociales que se realizan, a partir de la conciencia de que el trabajo es la única fuente de riqueza, un deber social y la vía para la realización de los objetivos sociales, familiares y personales.
Solidaridad: es comprometerse en idea y acción con el bienestar de los otros: en la familia, la escuela, los colectivos laborales, la nación y hacia otros pueblos.
Humanismo: es la consideración, sensibilidad y estima con el ser humano como el valor cimero de la sociedad, en el que se integran el talento, los sentimientos y la voluntad, para transformar la realidad con su trabajo y a sí mismo; que tiene potencialidades infinitas para crecer, crear y luchar por el mejoramiento humano, social y el medioambiente.
Honradez: se expresa en la rectitud e integridad en todos los ámbitos de la vida y en la acción de vivir de su propio trabajo y esfuerzo.
Honestidad: se expresa al actuar de manera sincera, sencilla y veraz, expresar el juicio crítico valorativo de frente a las personas, ser capaz de reconocer sus errores y tratar de erradicarlos. Es actuar con transparencia en todos los ámbitos de la vida, en el trabajo, el estudio, la familia, los amigos; lograr la armonía entre el pensamiento, el discurso y la acción.
Justicia: expresa la igualdad de las personas como seres humanos en la sociedad, a ser tratados con el respeto que merecen sus derechos y el cumplimiento de sus deberes sociales, así como las posibilidades y oportunidades reales para su desarrollo pleno, sin discriminación de ninguna índole, ni humillación.
Con la definición de este sistema de valores, queda claro cuáles valores necesitamos explicitar y, por supuesto, particularizar. Esto es válido no solo para el contexto universitario, sino para todos los organismos, instituciones y organizaciones políticas y de masas, que integrando fuerzas y acciones que respondan a las necesidades de cada contexto podemos contribuir a que el trabajo político ideológico expresado en el proceso de educación en estos valores fundamentales sea efectivo y que la universidad cubana continúe cumpliendo con el encargo social de formar profesionales comprometidos y que estén preparados científica, tecnológica y políticamente para crear, innovar, defender y preservar nuestras conquistas. «Lo mejor que tiene nuestra Revolución es que une dos tipos de valores: los valores patrióticos, los valores de la nación, los valores por la lucha por la independencia, los valores encerrados en el heroísmo y la abnegación de nuestro pueblo, en sus hechos, en sus virtudes, y los valores que nos aportó el socialismo, que nos aportó el marxismo-leninismo, que nos aportó el internacionalismo» (Castro, F. 1992, p. 14).
Requerimientos a tener en cuenta en las universidades al diseñar y planificar el trabajo político ideológico para la educación en el sistema de valores de la Revolución cubana
Concebirlo y organizarlo como un sistema integrado, coherente y flexible, para elevar la eficiencia en el cumplimiento de lo orientado por el Partido a esta labor, dirigido a garantizar la invulnerabilidad ideológica de la Revolución cubana.
Se trata de una labor conjunta, pero a la vez diferenciada, en torno a problemas y metas comunes, donde los sujetos desempeñan diferentes roles, donde unas veces el educador es educado y viceversa.
Como sistema, el trabajo político ideológico debe accionar sobre toda la comunidad y sobre todos los procesos universitarios, estableciendo prioridades en su ejecución, control y retroalimentación sobre su efectividad.
Debe estar enlazado a las tareas económicas, políticas, sociales, culturales y defensivas concretas, que se enfrentan por los diferentes colectivos. Esto tiene como fin propiciar la participación efectiva, protagónica y creativa, sobre la base de los intereses y motivaciones colectivas y particulares. La organización y puesta en marcha del trabajo político ideológico no puede desligarse de las necesidades, aspiraciones, intereses y valores concretos, porque ha de ser la conciencia y actitud de lucha de las personas, el fundamento ético y fuente de sensibilidad humanista de sus valoraciones y actuaciones, ante las cambiantes circunstancias sociales y personales internas y externas.
El amor hacia el estudio no debe constituir un fin en sí mismo, sino por encima de todo, el medio para desarrollar profesionales competentes en todas las ramas de la actividad laboral, como requisito para la construcción de la sociedad.
Requiere de una labor organizativa previa, que excluya la improvisación y la simplificación, al tiempo que distinga lo importante, lo estratégico y la dirección fundamental de cada clase, de cada preparación metodológica, de cada actividad cultural, que abarque todos los procesos universitarios.
Combinar los medios formales e informales, que permiten llegar a la persona, para incorporarla conscientemente a la transformación revolucionaria de la sociedad. Actuar de forma flexible, con mecanismos que puedan dar respuesta a situaciones cambiantes internas y externas.
Centrarse en las personas, tanto en los sujetos protagónicos como en los ejecutores de la labor de educación política ideológica. Debe desarrollarse fundamentalmente de persona a persona, con el activismo de los militantes del PCC y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), de los dirigentes políticos y administrativos, del Sindicato, de la FEU.
Basarse en el ejemplo personal y la austeridad en la actuación diaria de los dirigentes, cuadros y funcionarios partidistas, estatales y administrativos y los militantes del Partido y la UJC.
Replantear el trabajo político ideológico en la comunidad universitaria para que posibilite un despliegue real de la participación consciente, interesada y sostenida de todos sus miembros, a partir de la identificación de sus necesidades, la definición y formulación de políticas, la implementación y el control del desarrollo de las acciones planteadas.
Debe fomentar una actitud crítica, activa y comprometida frente a la realidad, a la obra realizada y sus métodos.
Al desarrollar el trabajo político ideológico, es relevante profundizar en el conocimiento de los cambios de la estructura socioclasista, de la relación individuo-grupo social. Para ello son útiles las ciencias sociales y sus aportes a fin de seleccionar los espacios y mecanismos más efectivos, ejercer una labor de formación de la cultura política y conformar consenso.
Desarrollar acciones para fomentar la cultura histórica, económica, política y jurídica en todos los miembros de la comunidad universitaria.
CONCLUSIONES
Todos estamos conscientes del papel que ha desempeñado y desempeña la universidad en nuestra sociedad, la calidad de la formación, la participación de los estudiantes y profesores en tareas de impacto y en el desarrollo científico y tecnológico alcanzado, pero sabemos que «mejor es posible». El trabajo político e ideológico y la educación en valores son procesos que duran toda la vida; procesos multifacéticos e interdisciplinarios, que, además, ayudan a lograr nuestros propósitos de prosperidad y sostenibilidad.