El mundo está en medio de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19). El 31 de diciembre de 2019, China informó un grupo de casos de neumonía de causa desconocida que luego se identificarían como síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2).1,2,3,4)
El 11 de marzo del 2020 la Organización Mundial de la Salud reconoció la transmisión mundial generalizada de la COVID-19 y la declaró como pandemia.5 Ese mismo día se confirmaban en la provincia de Sancti Spíritus los primeros casos de la COVID-19 en Cuba, correspondientes a tres turistas italianos.6)
El impacto económico global del SARS, que afectó al mundo con anterioridad, se estimó en alrededor de los 30-100 billones de dólares, especialmente por su efecto en el turismo y las industrias asociadas.7 La pandemia en curso ha tenido un impacto económico negativo de gran magnitud, superior a la provocada por el SARS.
Para el profesional de salud en Cuba el desafío es aún mayor. La mayor de las Antillas, aun sometida a un bloqueo económico, comercial y financiero, no tuvo reparo en declarar medidas drásticas en beneficio de la defensa y salvación de vidas humanas.8 En medio de la llamada emergencia sanitaria mundial, Cuba ha logrado sostener el sistema de salud pública universal, gratuito y con profesionales reconocidos universalmente.
El enfrentamiento a la COVID-19 impone importantes desafíos a los profesionales de la salud, pues la gravedad está estrechamente relacionada con el pronóstico, por ello se deben gestionar estrategias básicas y esenciales para la detección temprana de pacientes con alto riesgo y tener una respuesta médica temprana.
Durante una pandemia, los sistemas de salud tienen el deber de administrar los escasos recursos con que cuentan.9) La directora de la OPS, Carissa Etienne, afirmó en la rueda de prensa del 12 de mayo de 2020 que “la COVID-19 nos recuerda que cuando invertimos en sistemas de salud mantenemos a nuestra gente segura y nuestras economías fuertes. Cuando garantizamos el acceso a los servicios de salud para todos, reducimos la desigualdad y construimos sociedades más resistentes”10. La experiencia ha demostrado que países con voluntad política, integración de sectores, organismos e instituciones, tienen más éxitos que países que no tienen esos atributos y donde predominan intereses mercantilistas en el enfrentamiento a la epidemia.10
Los factores políticos, económicos, sociales, tecnológicos, legales y ambientales son determinantes clave de la sociedad, de los cuales la atención médica es una parte integral.12)
El plan de medidas del gobierno, que ha estado permanentemente perfeccionándose, ha demostrado un trabajo en armonía, bajo la dirección del Ministerio de Salud Pública. Además, se han establecido casi todas las políticas públicas efectivas, para contener la epidemia de la COVID-19: aislamiento, cuarentenas, distanciamiento social, reordenamiento del comercio, reordenamiento laboral, restricciones de viajes, participación comunitaria, entre otras.
Cuba dispone, de más de 84 000 profesionales de las ciencias médicas. La ciencia cubana sigue desempeñando un papel protagónico en el enfrentamiento a la pandemia. Se trabaja incansablemente en más de 70 investigaciones para enfrentar la COVID-19, en el desarrollo de modelos físico-matemáticos, modelos de geolocalización, investigaciones clínicas y epidemiológicas.
En días reciente ha comenzado un estudio poblacional para la búsqueda de prevalencia, a través de la realización de una pesquisa nacional. La investigación cuenta con un diseño metodológico robusto e incluye 70 municipios, 260 policlínicos, 1300 viviendas y 3975 personas. Esto es posible solo en un sistema de salud que se caracteriza por defender la gratuidad de los servicios médicos, el internacionalismo, la solidaridad y la integración.
Muestra de ese internacionalismo son las 25 brigadas médicas cubanas que combaten la COVID-19 en 23 países. Hasta mediados de mayo de 2020 la participación médica cubana en la lucha contra la pandemia incrementó con 2041 (8 %) colaboradores a nuestro personal de la salud en misiones el mundo.13
Esta pandemia destaca la necesidad urgente de que todos los países inviertan en sistemas de salud sólidos y en sistemas de atención primaria de salud, como la mejor defensa contra nuevos brotes de COVID-19.
Los desafíos para los profesionales de salud cubanos en el enfrentamiento a la COVID-19 es un contundente recordatorio de que nos debemos los unos de los otros. Nuestra respuesta es aunar voluntades y esfuerzos, médicos, enfermeros, otros trabajadores del sistema de salud y de múltiples áreas del conocimiento que se encuentran de frente al combate, ya sea desde un laboratorio, en el diseño de un modelo de predicción científica o directamente con el paciente. Una respuesta efectiva ante una pandemia requiere no solo rapidez y claridad, sino también la voluntad de sus decisores y el compromiso con la cooperación internacional.
También constituye un desafío porque ha demostrado que en condiciones adversas y nuevas en el escenario mundial se enfrenta la pandemia y se tensan todos los resortes del país para volcarlos hacia una integración intersectorial, donde todos los organismos estatales, empresas no relacionadas directamente con los servicios de salud, las organizaciones políticas y de masas y todo el pueblo han hecho posible que Cuba
Somos el ejército de batas blancas creado por esta Revolución para combatir sin miedo bajo el concepto de salvar no solo una vida, sino a la humanidad. Nada supera ese actuar, nada supera esa consagración y a esos valores,14) el empeño de todos será decisivo. Necesitamos hasta la última gota de solidaridad para enfrentar juntos este nuevo desafío. Mirando hacia el futuro, debemos ampliar nuestra concepción en las decisiones futuras, necesitamos hacer un balance y aprender las lecciones que nos deja esta terrible enfermedad. La crisis puede ser un momento para aprender y crecer.