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Revista Cubana de Enfermería

versión On-line ISSN 1561-2961

Rev Cubana Enfermer v.18 n.2 Ciudad de la Habana abr.-jun. 2002

 

Colaboración extranjera

Una visita a la bruja

Jesús F. Encarnación, RN1

Resumen

Este recuento está basado en un artículo que escribiera Laurie Thomas (1974) en la revista Nursing Outlook. Este artículo fue publicado en el mes de enero con el título Cómo convertirse en bruja: o todo lo que usted siempre quiso saber acerca de la administración de servicios de enfermería, pero sentía temor por preguntar.En forma jocosa, la autora expone el comportamiento afirmativo que necesita el administrador de servicios de enfermería para defender su territorio. Por medio de situaciones la autora describe la forma de cómo un administrador de servicios de enfermería defiende sus ideas, aunque en el proceso de hacerlo adquiera el mote de bruja. Habiéndose ya cumplido casi 30 años de publicado, este artículo mantiene su vigencia y merece que vuelva a leerse tan solo por reafirmar el rol del gerente de servicios de enfermería. Todo enfermero debe hacer esta lectura, especialmente los pinos nuevos en la profesión.

DeCS: SUPERVISION DE ENFERMERIA; ENFERMERAS ADMINISTRADORAS. Subject headings: NURSING, SUPERVISORY; NURSE ADMINISTRATORS.

Dice Thomas (1974), que para convertirse en una bruja no se necesita ni escoba ni sombrero de pico. Solo se necesita cumplir con 2 requisitos: primero, ser director de servicios de enfermería y segundo, es el desarrollar la habilidad de decir la palabra No.

Decir No de forma enfática, tanto en lo alto como en lo llano, decirlo cuando haga sol o cuando esté nublado, decirlo en domingo o en día de fiesta, al igual que cada otro jueves o cualquier día de la semana; decirlo manteniendo siempre el mismo aplomo que ese No conlleva.

Al principio, como todo administrador joven, usted será un bonachón, un director tipo vegetal que pasea su oficina atisbando papeles y asistiendo a reuniones de comités. También al principio, apoyará todo lo que digan y requieran de usted los médicos, el administrador, los técnicos del laboratorio, los mensajeros y hasta el conserje. Durante ese tiempo usted oirá que se dirán cosas bonitas de su persona; un amor, tan amable y cooperadora, una dama... y cosas similares.

¡Cuidado! Eso es una trampa que le ha de impedir emprender el camino a convertirse en bruja. Usted debe adquirir toda la fortaleza necesaria para evitar el sucumbir ante tanta adulación. Así es, que con ojos bien abiertos comience su marcha.Un esplendoroso día de primavera usted entra al quirófano y se encuentra con un grupo de jóvenes enfermeras quienes en forma entusiasta sostienen un afectuoso jugueteo de manos con unos cirujanos, mientras el paciente asombrado ante tal relajo esperaba su turno para entrar a la sala. Con un susurro flemático usted les sugiere a estos siervos de la humanidad que busquen otras formas de canalizar sus energías. Luego, sin escuchar excusa alguna, resistiendo las miradas de indignación, mantenga su actitud con aplomo e insista que tanto cirujanos como enfermeras desistan en manifestar estas actividades extracurriculares y procedan con hacer el trabajo por el cual se les está pagando.

En el transcurso de otro de esos días primaverales se le acerca la directora del departamento de dietas, quien le presenta un documento de 50 páginas en triplicado el cual ella misma ha elaborado. En el documento se describen los deberes que se le adjudican al departamento de dietas y en forma detallada se establecen los deberes de las enfermeras como sus colaboradoras. Seguro que a usted se le ha de congelar el tuétano de sus huesos cuando ella le informa que comenzando mañana a la hora del desayuno todas las bandejas de las dietas de los pacientes serán recogidas en la cocina, servidas y devueltas a la cocina por las enfermeras. Al usted cuestionarle el propósito de esta acción le oye con frío asombro decir, que tiene la intención de disminuir la campaña de reclutamiento de empleados de la cocina y así hacer economías en su presupuesto; después de todo para ella le es muy difícil reclutar personal.

De inmediato usted ha de vetar su plan y hará oídos sordos a todas sus acusaciones de ser una persona desalmada y probablemente no es en realidad una buena enfermera, a quien no le importa los problemas de los demás. No le escuche y acompáñela hasta la puerta y cortésmente antes de cerrar, dele usted los buenos días.

Poco después de esta pequeña escaramuza y las aguas ya vueltas a su nivel, el jefe de patología le invita a su oficina para tomar un cafecito y conversar. Después que él le recibe con comentarios aduladores de lo bien que usted se ve, lozana y radiante, entonces le anuncia que por fin a resuelto el problema de la pobre actitud que demuestran sus empleados en el laboratorio de su departamento. Él le ha de explicar que los técnicos de su laboratorio odian llegar tan temprano tan solo para tomar muestras de sangre; cosa que denigra su intelecto. Así es que él ha pensado que sería maravilloso el relevar a su personal de esta tarea y dársela a un personal no-diestro, como lo son las enfermeras. Después de todo, ellas tienen que presentarse a trabajar mucho más temprano que el personal del laboratorio.

Mantenga su compostura al levantarse de su asiento y contenga su deseo de vaciarle por la cabeza el resto del café que ha quedado en la cafetera. No suba el tono de su voz tan siquiera un decibel y explíquele al patólogo que aunque lo que usted ahora va a decirle le parecerá chocante, las enfermeras son profesionales por su propio derecho y tienen otras labores más importantes que el de tomar muestras de rutina que su personal no quiere tomar.

El patólogo ha de comenzar a describirle la escena trágica a la cual ha de enfrentarse: su personal se mostrará resentido y puede que renuncien en cualquier momento si no le ayudan con su carga. No vaya usted a romper en llanto mientras le oye su triste historia. Su contestación ha de ser No, de hecho No.

Entonces ha de comenzar un tiempo crítico para usted. Hasta ahora usted le ha dicho no a un médico; olvídelo, ya que su causa es justa. Comenzará usted a notar cierto distanciamiento de aquellos que le adulaban y oirá comentarios de “esa mujer en la oficina de enfermería” y también oirá palabras como rígida, inflexible y poco cooperadora.

En una fría tarde de invierno y después que sus enfermeras de la sala de parto hubiesen establecido el record de todos los tiempos de traer niños al mundo, mientras hacían doble turno para cubrir por el personal ausente, enfermo por la epidemia de influenza que se desató, se le pide que comparezca de inmediato a la oficina del administrador del hospital. Al llegar a la oficina usted se encuentra al administrador, a una enfermera sollozando y a un airado médico obstetra a quien ordinariamente se le puede complacer con pocos instrumentos de la bandeja que el hoy ha reventado contra la pared; y después de tirarle las gasas sangrientas a los estudiantes de enfermería presentes, además de gritarle obscenidades a la supervisora de la sala quien catalogó su comportamiento como algo común, sigue exigiendo.

Sin preámbulo, el médico exige que se despida a esta enfermera estúpida e incompetente, que por su culpa casi le hace matar a una madre inocente y a su criatura. Usted hará sus averiguaciones y le ha de preocupar un poquito la salud y el estado cardíaco del médico quien con rostro púrpura de la ira destila su verborrea. El dirá que esta “norsa estúpida e incompetente” es culpable de negligencia criminal crasa. Como observador pasivo, del administrador sólo se ha de escuchar la emisión de sonidos murmurantes acompañados de miradas de asombro.

Una vez asentado el polvo a usted se le permitirá hablar. Con sus palabras usted podrá abrir el acceso hacia donde la verdad se oculta. No ha de asombrarle que esa “norsa estúpida e incompetente” sólo ha cometido el odioso crimen de pasarle al médico-obstetra la clase de sutura que él ha estado utilizando por casi 15 años en todos sus casos. Pero esta mañana él decidió, sin notificarle a nadie, que utilizaría una sutura diferente. Pero el médico insistirá que la “norsa estúpida” debió saber lo que él deseaba.

Después de acompañarle hasta la puerta de la oficina con palabras arrulladoras el administrador se disculpará con el médico y tratará calmarle a usted con palabritas que él siempre tiene preparadas para momentos como estos; palabras de gerente tan trilladas, que hablan sobre “lealtad”, “honestidad” y “servicio”. Finalmente, para esta ocasión el administrador le recordará lo abominable, “respeto al médico” y concluirá diciéndole con una triste sonrisa que para el bienestar de la institución y en favor de la paz y la armonía usted debe despedir a esa “norsa estúpida e incompetente”.

Cuando usted se rehúse a tal requiebro simplemente ignore el estado de shock en que el administrador quedará. Usted erguida, con la ceja arqueada y con el puño apoyado en la cintura con voz firme dele su contestación. No, y No. Esto ha de marcar otro tiempo crítico en su carrera como bruja, le ha dicho la palabra mágica nada menos que a un administrador.

Ya casi usted se está acercando al pináculo del camino hacia donde usted ha estado ascendiendo. En otras ocasiones similares a usted se le habría otorgado un certificado, un diploma o una medalla. Pero para este logro presente, hay otra clase de honor, un honor especial que se le ha de conferir. Espere por ese momento.

Un buen día, muy parecido a los demás, una enfermerita muy agresiva irrumpirá en su oficina exigiendo una contestación de ¿Por qué a ella no pueden otorgarle los días del fin de semana libres? Después de todo, ella tiene un esposo y niños que atender. Además, sigue diciendo que si a usted le importara el bienestar de sus pobres enfermeras, le daría a todas esas que son madres los días del fin de semana libres; ¿Es que acaso a usted no le importa la maternidad?

Volvió la ocasión por enésima vez de tener que explicar el porqué no debe cerrarse el hospital para darle el fin de semana libre a todas aquellas enfermeras que son madres. Su contestación será siempre la misma, No. Después de esto usted puede asumir que ese episodio concluyó. Pero luego, cuando todo en su territorio está callado y en aparente calma usted pasa muy cerca de la biblioteca del hospital. Desde lejos usted puede reconocer las voces que con tono indignado llegan desde adentro; las voces de algún médico o tal vez dos, la de una enfermera que es madre, y quizás la del jefe de patología. Entonces lo oirá bien, “Esa directora de enfermería, esa vieja bruja que no quiere escuchar a nadie...”

Por fin has llegado. ¡Lo has logrado! Ahora eres ya una bruja; y te ha de tomar un gran esfuerzo el retener tu nuevo status. No debes dejar de ejercitarte en tus artimañas para mantener tu habilidad de decir la palabra mágica, ni olvidarte de tu astucia para secar lágrimas; aun cuando estas sean de cocodrilo. Siempre vendrá una crisis detrás de otra. Siempre alerta a las armas. Es ahora que tienes la oportunidad de reinar como bruja de todos los tiempos.

La expectativa de vida de una bruja es de casi seis años. Notarás pequeños cambios aquí y allá. Aquellas enfermeras de la sala de operaciones a quienes reprendiste por su juego afectuoso con los cirujanos se oirán enseñándole a las nuevas enfermeras la importancia de comportarse de forma profesional. Se verá a la directora del departamento de dietas vestir a su personal de colores atractivos para cuando sirvan la comida a los pacientes. Podrás ver la sorpresa de sorpresas cuando el jefe de patología te ponga atención cuando le pidas que haga un cultivo del drenaje purulento que satura la cama de un paciente.

Tus enfermeras en ocasiones, estarán de acuerdo en que es difícil concederle el fin de semana libre a toda enfermera que es madre. Aún a tu administrador se le oirá decir que de vez en cuando tu dices algo que tiene sentido.

Tus días de gloria cono bruja están casi llegando a su final. Ya puedes volver a asumir tu tipo bonachón, un director de tipo vegetal que pasea su oficina atisbando papeles y asistiendo a reuniones de comités.

Summary

This account is based on an article written by Laurie Thomas (1974) in the Nursing Outlook magazine. This article was published in January with the title “How to become a witch: or everything you always wanted to know about the administration of nursing services, but were afraid of asking”. In a funny way, the authoress explains the affirmative behavior the nursing service manageress should have to defend her territory. By showing different situations, the authoress describes the way a nursing service manageress comes to the defense of her ideas, although on doing so she be nicknamed witch. Almost 30 years after its first publication, this article is still valid and deserves to be read again just to reaffirm the role of the nursing service manageress. Every nurse should read it, specially the beginners in the profession.

Subject headings: NURSING, SUPERVISORY; NURSE ADMINISTRATORS.

Referencia bibliográfica

Thomas L. How to become a witch: ... or everything you always wanted to know about nursing service administration but were afraid to ask: Nursing Outlook 1974;22:40-2.

1 Catedrático, Ret. Universidad de Puerto Rico. Recinto Universitario de Mayagüez.

 

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