Introducción
El Perú muestra gran vulnerabilidad ante variaciones climáticas, tales como episodios extremos de lluvia y altas temperaturas asociadas al fenómeno “El Niño”. Evidencia de ello son las pérdidas económicas que implicaron eventos como “El Niño 1982”, El Niño 1997 y El Niño 1998”, causando pérdidas equivalentes a 11,6 % y 6,2 % del Producto Interno Bruto (PBI) anual de 1983 y 1998, respectivamente.1,2
Estos eventos, asociados a la variabilidad climática, no solo afectan la economía de los países, sino que traen una secuela de impactos en su estructura social e incluso política. En el ámbito social se incrementa la vulnerabilidad de la población por el riesgo de enfermar al quedar aisladas.
Según el Sistema de Información Nacional para la Respuesta y Rehabilitación se reportaron 169 333 personas damnificadas, 998 522 afectadas, 218 866 viviendas colapsadas y 106 fallecidos.3
En el estudio, la vulnerabilidad social se refiere a la capacidad de recuperación de las comunidades cuando enfrentan tensiones externas en la salud humana, como desastres naturales o provocados por los humanos o brotes de enfermedades. La reducción de la vulnerabilidad social puede disminuir tanto el sufrimiento humano como las pérdidas económicas.4
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, sostiene que las políticas de protección social frente al riesgo de desastres pueden prevenir los reveses económicos, como se evidenció durante la pandemia, al satisfacer las necesidades básicas y sostener el consumo de los hogares que no pueden generar ingresos. También facilitan la implementación de las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático, resguardan el bienestar de las personas, en especial aquellas más vulnerables o en situaciones más precarias.5
Por otro lado, concordante con los fines del estudio, los investigadores afirman que el impacto humano de los desastres se incrementa afectando a la familia, como se evidencia en el estudio de revisión sobre familia y post desastre de Fernandes7 en la que fueron seleccionadas 29 publicaciones centradas en la unidad familiar, destacando la importancia del contexto sociocultural de las familias en la recuperación post desastre, los cambios en las rutinas, el apoyo social y familiar y la asistencia requerida; además, las reacciones posteriores a los desastres, las implicaciones para el desarrollo de los niños y adolescentes y la preparación de las familias en los desastres.
La gran mayoría de las investigaciones y planificaciones para reducir el riesgo se enfocan en la naturaleza, la ciencia e ingeniería, sin dedicar tanto esfuerzo a estudiar las condiciones sociales y de vulnerabilidad humana de la población, y menos en la geografía humana del riesgo, desigualdad, pobreza y el impacto que tienen sobre la vida de las personas.6
Entonces, no solo es importante cuantificar los daños, sino también explorar desde lo cualitativo la manera cómo las familias experimentan y afrontan los impactos de los desastres naturales en su cotidiano de vida, se entiende el cotidiano como “la manera de vivir de los seres humanos, que se muestra a diario, expresado por sus interacciones, creencias, valores, símbolos, significados, imágenes e imaginarios que delinean su proceso de vivir, en un movimiento de ser saludable y enfermar en su ciclo vital”.8
El objetivo del estudio fue comprender la vulnerabilidad y el impacto social de los desastres naturales producidos por el “Fenómeno del Niño Costero” en el cotidiano de las familias.
Métodos
Se trata de un estudio interpretativo de abordaje cualitativo, en base al referencial teórico de la Sociología Comprensiva y del Cotidiano de Maffesoli,9,10 se consideró la fuerza de este referencial para la comprensión del sentido de las relaciones sociales.
El enfoque cualitativo aborda la vida de la gente, las experiencias vividas, comportamientos, emociones y sentimientos, así como el funcionamiento organizacional, movimientos sociales, fenómenos culturales, la interacción entre las naciones y realidades intersubjetivas, buscando comprender a los actores sociales desde su interioridad, sus propias lógicas y sus esquemas de pensamiento que orientan y dan sentido a la acción social.11,12
El paradigma interpretativo emerge como: “…alternativa al paradigma racionalista, puesto que en las disciplinas de ámbito social existen diferentes problemáticas, cuestiones y restricciones que no se pueden explicar ni comprender en toda su extensión desde la metodología cuantitativa. Varias perspectivas y corrientes han contribuido al desarrollo de esta nueva era, cuyos presupuestos coinciden en lo que se ha llamado paradigma hermenéutico, interpretativo -simbólico o fenomenológico.”13
La población estuvo constituida por 36 familias, que habitan cerca de la ribera del río Huaycoloro, que dentro de sus viviendas desarrollan un pequeño negocio de crianza de cerdos para comercializarlos, lo que le genera ingresos económicos para satisfacer sus necesidades. Participaron en el estudio siete familias.
Criterios de inclusión: Las familias que vivenciaron el “Niño Costero”, residentes en el “Ayllu”.
Criterios de exclusión: Las familias que vivenciaron el “Niño Costero” y que presentaron algún tipo de agravio que pueda comprometer la función cognitiva.
La recolección de datos fue realizada entre los meses de abril y mayo del 2018 en la comunidad “El Ayllu” de Cajamarquilla, en las viviendas donde estaban alojadas las familias.
Se utilizaron técnicas de observación participante y entrevistas semiestructuradas, los entrevistados fueron identificados con la utilización de una abreviatura de P = padre o M = madre y un número, la información se registró en el diario de campo, se utilizó una guía de observación y la guía de preguntas orientadoras para abordar lo vivido durante el desastre. Cuando la información resultaba repetitiva se suspendió la inclusión de nuevos participantes en el estudio.
Las entrevistas fueron grabadas para su posterior transcripción y análisis. Las notas de campo del investigador, en especial los comentarios durante las reuniones familiares, sirvieron para aclarar la información contextual.
Se aplicó la técnica de análisis de contenido, que según Bardin14 se define como el conjunto de técnicas de análisis de las comunicaciones, para obtener resultados mediante procedimientos sistemáticos y objetivos de descripción del contenido de los mensajes indicadores (cuantitativos o no), la inferencia de conocimientos relativos a las condiciones de producción/recepción (variables inferidas) de esos mensajes. Las fases o etapas fueron preanálisis, exploración del material y tratamiento de los resultados, inferencia e interpretación.
Los testimonios fueron sometidos a un proceso de reducción y categorización, mediante la elaboración de resúmenes, codificaciones, relación de temas y clasificaciones.
Previa información sobre el estudio, las familias fueron invitadas a participar de forma voluntaria, para lo cual se obtuvo la firma del Término de Consentimiento Libre y Esclarecido (TCLE). En todo momento se tuvo en cuenta los principios éticos que orientan la investigación con seres humanos establecido en los códigos internacionales.
El estudio fue aprobado y financiado por el Vicerrectorado de Investigación y Posgrado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y aprobado por el Comité de Ética e Investigación, conforme Resolución 466/12 del Consejo Nacional de salud y la Declaración universal sobre bioética y derechos humanos.15
Resultados
La comprensión de la vivencia de la vulnerabilidad e impacto social de los desastres naturales producidos por el “Fenómeno del Niño Costero”, en el cotidiano de las familias, evidenció las categorías:
Motivaciones familiares que influyen en el desplazamiento de las familias.
Desesperación e impotencia durante el desastre.
Las categorías y subcategorías que emergieron se presentan a continuación.
Categoría 1: Motivaciones que influyen en el desplazamiento de las familias
Esta categoría se refiere a los motivos que tuvieron las familias para su desplazarse hacia la capital, en un territorio cercano al río, sin percatarse del riesgo de inundaciones, y por otro lado evalúan la posibilidad de mudarse a otro lugar.
Se presentan las subcategorías:
Desplazamiento de las familias motivado por el apoyo familiar
Se refiere al origen de las familias, su lugar de procedencia, espacio cultural y motivos que los alejan del lugar de origen donde residían, la decisión de migrar y vivir en una zona de riesgo latente.
Las familias son migrantes que, con mucho esfuerzo, llegaron a la capital hace nueve años; algunos compraron un terreno en una zona de aparente tranquilidad, otros recibieron apoyo de familiares que los albergaron.
“Cuando tuve mi pareja de ahí me mudé para acá, éste era el terreno de mi esposo y como era un espacio grande ya nos vinimos a vivir acá. Esto era bonito cuando había agua, había árboles. Todo esto era distinto, ¡hermoso! Pues ahora ya no hay agua, el aguatero es carísimo.” (M 02).
“Vivía anteriormente en una invasión, sin documentos del lugar; con esfuerzo compramos un terreno en el Ayllu al creer que no había peligro, en una zona que creía tranquila” (M 01).
Se evidencian como motivaciones la búsqueda de mejores condiciones donde vivir, que asegure un futuro mejor, educación para sus hijos, trabajo y calidad de vida, contaron con el apoyo familiar para lograrlo.
Se evalúa la salida de la zona del desastre
Esta subcategoría se refiere a la posibilidad de cambio del lugar de residencia por la incertidumbre de estar en una zona de desastre. Se presentan los testimonios:
“Estoy pensando ya no vivir acá, pero teniendo en cuenta mi economía no me resulta, la mayoría acá ha hecho su casa y cría chanchos, pero ¿qué nos queda?”. (M 02)
“Estamos preocupados, pero comprar un terreno no es fácil, ¿a dónde me voy?, pensar en alquilar me sale más caro y en un solo cuartito no alcanzamos, somos 6 no tenemos otro lugar donde vivir me pagan 150 soles semanales, con eso compramos la comida” (M01)
Categoría 2: Desesperación durante el desastre
Esta categoría se refiere a las vivencias de las familias, durante el desastre, las pérdidas ocasionadas, la desesperación por haber vivido el “huaico” más horrible, la tristeza y sufrimiento. Se presentan las siguientes subcategorías:
Perderlo todo
Surge la evidencia del daño mayor sufrido por las personas durante el huaico, perdiéndolo todo, se refirieren a sus bienes básicos de supervivencia: casa, animales, equipos y materiales de trabajo. Esto se evidencia en los siguientes testimonios:
“No tenemos nada, en un ratito desparecieron las cosas y no sé cómo hemos quedado. A las 6 de la mañana miramos, que estaba como un pantano con lodo, mi casita estaba allí, ahora no hay nada, desapareció (señalando el lugar). ¿Qué vamos a hacer?” (llanto y silencio) (M 03) “teníamos 300 a 600 chanchos (cerdos) para la venta, todo el espacio está vacío, “el huayco” se llevó cantidad de chanchos” (P 04) “Todas mis cosas están abajo (enterradas dos metros) (llanto y silencio), acá hemos quedado sin nada (…) los negocios de codornices, todo se ha perdido (…). Se están levantando con préstamos,” (M 02)
Durante esta experiencia emergen sentimientos de pérdida; todo cambió, ya no hay nada. Emergen emociones de tristeza, compasión y valores como la solidaridad y deseo de levantarse de la nada.
Desesperación por haber vivido el “huaico” más horrible
El afrontar la vivencia del “huaico”, descrito como horrible, provocó reacciones y expresiones de desesperación al ver peligrar la vida de sus seres queridos, mostrar acciones solidarias para salvar la vida:
“Vino mi hijo mayor corriendo, me dijo: mamá escápate rápido el huaico ya entró, mi hijito menor seguía durmiendo, lo despierto, agarre la frazada y lo he sacado. He corrido para abajo porque imagínate me quedaba aislada”. (Expresión de angustia) (M04) “entre los cuatro hermanos abrazados decíamos: ya lo perdimos todo, pero estamos vivos” (expresión de angustia) (M05). “Tuvimos que hacer cadenas entre nosotros y jalar con palos para que puedan subir a la parte de arriba” (expresión de angustia) (M06). “Cuando el huayco ya quería llevarse a mi hijo Nilton, mis vecinos trajeron una soga y le lanzaron de allá hasta acá y lo sacaron. También a mi esposo y a mis hijos; por salvar las cosas (…) mis vecinas me agarraron. Nosotros no hemos perdido la vida, las cosas se recuperan” (expresión de angustia) (Entrevistada M03)
Resalta el valor de la vida, la angustia y desesperación por salir del lugar buscar ayuda para salvar la vida de sí mismo y la de sus seres queridos, brindándose apoyo mutuo y solidario para sobrevivir y todos en cadena para salir del peligro.
Separación de la familia ocasiona tristeza y sufrimiento
Se encontró en esta categoría eventos sucedidos en algunas familias lo que ocasionó angustia al no saber nada de sus hijos. Ante la incertidumbre, imaginan que ocurrió una desgracia. Se puede evidenciar, en las declaraciones de una madre, la angustia y la desesperación:
“Llamé al colegio, señorita, le digo, ¿dónde está mi hijo? Me contesta han salido los chicos, pero mi hijo no llega, ¿dónde está? me volvía loca ya me moría, dije., les ha arrastrado el huaico, yo decía: ¡Dios mío, que se lleve todo lo que quiera el huaico! Pero que me devuelva a mi hijo.” (Expresión de angustia) (M07)
El riesgo constante de pérdida de los familiares, su desaparición durante el desastre, ocasiona sufrimiento y moviliza acciones de solidaridad comunitaria y de lucha para salvar la vida de las personas, lo que conlleva a un desmedro en su calidad de vida al no contar con los medios para supervivir.
Discusión
La vulnerabilidad y el impacto social del desastre natural producido por el Fenómeno del Niño Costero se mostró en la vida cotidiana de las familias alterando su proceso de vivir, la vida y la salud de las personas, el deseo de querer vivir una vida digna, cumplir sueños expectativas y esperanzas de una vida mejor en armonía con la naturaleza, en un continuo proceso de cuidado mutuo y simultáneo de sí mismo y de los otros. Aun en medio de la adversidad, el proceso de vivir de las familias es expresado por motivaciones caracterizadas por la búsqueda de mejores condiciones de vida, un lugar seguro para vivir y el apoyo de familiares, que influyeron en el desplazamiento a la periferia de Lima, se asientan en lugares inseguros sin percatarse del peligro.
Después del desastre natural provocado por el “huayco”, las familias perciben el riesgo de inundaciones que amenaza sus vidas y consideran la posibilidad de salir hacia un lugar seguro, pero al mismo tiempo expresan resignación por no tener otro lugar a donde mudarse debido a la falta de recursos económicos.
Este hallazgo es coincidente con estudios realizados en Brasil y Colombia sobre la percepción del riesgo y el apego al lugar en población expuesta a inundaciones, que se encontró una alta percepción de riesgo de inundación en los grupos estudiados y un alto nivel de apego al lugar, la exposición y experiencia frente a la amenaza de inundación pueden pensarse como predictores de percepción de este riesgo.1,12) Se demostró que la población no comparte las mismas acepciones y percepciones sobre el riesgo en que se encuentra ni las causas de las que se deriva.
En este sentido, se afirma que las percepciones del riesgo hacia amenazas específicas no son un simple agregado de las creencias ambientales generales al existir diferencias para tomar acciones voluntarias de acuerdo con ciertas características de la población: género, edad, educación, etcétera.16 Es importante considerar que las percepciones de riesgo están influenciadas a partir de la forma en la que diferentes actores y visiones interactúan en tensión y terminan por moldear acciones de respuesta, tanto en el campo de la reparación de los daños sufridos por el desastre, como en la prevención del riesgo.17
Se evidencia una respuesta colectiva de las familias estudiadas, las que se organizaron para pedir ayuda, que buscan en la incertidumbre una respuesta de parte de las autoridades y no son escuchados, recibiendo atención solo del Centro de Salud, así como carpas, y apoyo alimentario de personas caritativas.
“La población asume una determinada manera para responder al impacto, lo que resulta un determinante esencial la forma en que percibe su situación de riesgo, pues del grado de asimilación será el nivel de respuesta que puedan dar”.18
Además, la falta de preparación de la población para enfrentar el desastre provoca poca capacidad de respuesta, incrementa la angustia y el sentimiento de abandono por falta de apoyo a los damnificados.
El estudio evidencia el sufrimiento de las familias ocasionado por la perdida de un lugar para vivir y la perdida de sus animales, que no solo representa su hogar sino también su lugar y medio de trabajo para la subsistencia familiar, pérdida material acompañada de lo afectivo, lo social, lo simbólico y lo que significa en sus vidas en un proceso de vivir la dignidad. Wisenfeld y Panza19) concluyen que “la perdida de la vivienda afecta a la familia por la disolución de las rutinas que son necesarias para la manutención de la estabilidad y la noción de ser de una familia”.
Sutherland y Glenddining20 sostienen que los desastres alteran la rutina familiar y exigen adaptaciones para minimizar los prejuicios y mantener las necesidades básicas.
El estudio señala que la vida de las familias puede calificarse como una vida de peligro, incertidumbre y desesperación, planteándose la pregunta: ¿qué calidad de vida es esta?, ¿esta calidad de vida permite promover la salud, estar sano y una vida digna?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la calidad de vida como la percepción que un individuo posee de sí mismo, dentro del contexto de su cultura y los sistemas de valores en los que viven en relación con sus metas, expectativas, normas y preocupaciones.21 Las familias al no ver satisfechas sus expectativas y realizaciones de vivir en un lugar seguro y haberlo perdido todo, generan una nueva forma de vivir que afecta la calidad de vida de las familias como un todo.
De acuerdo con Maffesoli, la casa, el hogar, expresan una proxemia8 o gestión de los espacios en interacción social, laboral y personal con otros individuos, constituye un ser en el mundo, junto con aquel con quien compartirá ese espacio físico, interaccional y simbólico, el cual, si es destruido de manera física, el existir también es amenazado. Al final, el lugar, la casa, el hogar significan todo y ¡ahora no hay nada!
Maffesoli habla de la nada como posibilidad de creación. “La nada es el elemento matricial de todas las cosas. Sin la manifestación original de la nada, no habría ningún ser personal, ninguna libertad, es ahí que reposa este misterio de vivir juntos.9
Si "el lugar hace el eslabón", vuelve los resultados del estudio y, relativiza de manera positiva, la respuesta también podría ser el lugar. Repensar la realidad que traen las familias en su vida diaria, en esta investigación, cuando su lugar, su casa es destruida, es paradójico, el eslabón se mantiene, posibilitando la construcción en otros lugares. De este modo, los vínculos y las relaciones de ayuda, expresadas por la solidaridad orgánica de estas familias del estudio, pueden ser consideradas como potencia9 o impulso, la fuerza que viene de dentro de cada uno para poder reconstruir el lugar.
Después de todo, no hay que olvidar que hay ganas de vivir incontenible que se expresan en la duplicidad, en la teatralidad cotidiana, en el sentimiento trágico de la existencia, en el fantástico vivido del cotidiano. En suma, al realizar un cuidado promotor de la salud, es preciso considerar lo vivido, en esa proxemia, con sus pactos emocionales, insignificantes y al mismo tiempo estructurantes. A pesar de la crisis, existe la preocupación antropológica arraigada de permanecer en el ser. Es esta tenacidad, de innegable coraje popular, que es necesaria para ver y comprender.10
Entonces, las familias afectadas se mantienen y se colocan como potencia, como fuerza que viene dentro de cada uno para hacer posible reconstruir el lugar y el propio existir, para vivir y convivir en armonía con el entorno. Se evidenció la resignación y el valor de la vida, la angustia y la desesperación por salir del lugar en busca de ayuda para salvar la vida de sí mismo y de sus seres queridos, dándose mutuo apoyo para salir del peligro.
En estas escenas del vivir y convivir, Maffesoli9 introduce a la dimensión de lo trágico que compone este vivir y convivir de estas familias. Lo trágico, propicia la unión familiar. Todas las acciones efectuadas para encarar las imposiciones físicas, emocionales y sociales que emergen de lo trágico y exhiben la teatralidad vivida de manera cotidiana, declaran la voluntad de cambio y el enfrentamiento de las imposiciones con el fin conducir la solidaridad orgánica.22
Así, se puede rescatar aquí el valor de la vida traído por Maffesoli, cuando lo coloca en el juego con el valor de la utilidad, con estas familias que en un mismo momento se encuentran con lo trágico, con tantas pérdidas, sobre todo materiales y de patrimonio, a veces construido por varias generaciones, que consiguen rescatar el valor de la vida, sobreponiéndolo al valor de la utilidad, tan imperiosa en la sociedad contemporánea, reafirmando la importancia de la existencia en su sentido pleno. “Hay continuidad, tenacidad de un querer vivir, individual y colectivo, que no fue erradicado en su totalidad, es la expresión de una irreprimible salud popular”.10
La muerte y el renacimiento son el destino de la especie humana. La dimensión positiva de una crisis es reconocer y adaptarse a la situación. Así es como las tribus posmodernas participan en un inconsciente colectivo que consiste en “nacer con”. En otras palabras, nacer con todos los que tienen la misma búsqueda, la sabiduría del hogar común, que expresa una “ecosofía”, que consiste en inventar el secreto de la vida. Una visión que se muestra en el amor y el dolor, con sus alegrías sus desafíos que, la fraternidad y la solidaridad, hacen soportable.23
Maffesoli advierte que se necesita estar atentos, lo que se vive no es el fin del mundo, sino el fin de un mundo.9 Parece que las familias en su sabiduría, tienen este conocimiento. Así, rescatan la fuerza que viene del interior de cada uno, de cada relación que los hace no solo sobrevivir, sino sobre todo vivir y, si es posible, ser feliz, construyendo y reconstruyendo su vivir y su convivir; otro mundo posible, y reencantado por la empatía y la potencia de cada persona, familia, comunidad.24
Se recomienda que las enfermeras y los equipos de salud familiar fortalezcan sus modelos de intervención y atiendan los problemas para el cuidado de la salud y de la vida cotidiana de las familias afectadas y promuevan mecanismos de resiliencia para afrontar la adversidad frente a eventos difíciles que cambian su vida y reconstruir nuevos valores que se cimentarán con el tiempo.
“La asistencia requerida está relacionada no solo con la reconstrucción del hogar y los recursos económicos de las familias, sino también con acciones sociales, políticas y educativas para promover la salud individual y familiar”.25
Las autoridades responsables deben brindar apoyo a las comunidades y familias afectadas por los fenómenos naturales, desde los diferentes niveles de gobierno.
El Plan Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (PLANAGERD) 2014-2021, considera que la reducción de la vulnerabilidad debe ser un propósito del desarrollo, entendido como desarrollo el mejoramiento no sólo de las condiciones de vida sino de la calidad de vida y el bienestar social, para lo cual se requiere abordar los determinantes sociales en salud compromiso político y trabajo intersectorial. La articulación de los diversos sectores de la sociedad permitirá resultados más efectivos en salud.26
En conclusión, la vivencia de la vulnerabilidad y el impacto social del desastre natural producido por el “Fenómeno del Niño Costero” en el cotidiano de las familias es percibida como una situación fatalista que provoca desesperación y angustia al haber vivido el “huaico” más horrible., la incertidumbre al haberlo perdido todo, el sufrimiento por la separación de la familia, no es solo un evento, sino un proceso que sigue y continúa en sus vidas, una crisis inesperada de la que deben salir adelante por su propio esfuerzo y apoyo mutuo.
La vulnerabilidad de las familias frente al impacto social producido por el “Fenómeno del Niño Costero” es una constante identificada y reconocida por algunas familias, ya que obliga al desplazamiento temporal hacia lugares más seguros, al tener que abandonar sus viviendas. Así, el impacto de los desastres naturales está relacionado a la condición de vulnerabilidad social de la población. Se demandan diferentes acciones, como la reevaluación de necesidades, replanteamiento de la agenda de prioridades y programas de desarrollo desde un enfoque de gestión del riesgo, a fin de preparar al país y a la población para los cambios climáticos, para reducir la vulnerabilidad a los desastres y promover la salud, contemplar la creación de ambientes favorables a la salud, involucrar y empoderar a las personas y comunidades, estimular la participación popular, contribuir así a repensar los servicios de salud, colaborar en última instancia de manera efectiva para las políticas públicas, que superen las vulnerabilidades y garanticen una convivencia y una convivencia más digna, segura y saludable.