Introducción
La procrastinación académica constituye una conducta de postergación deliberada e innecesaria prevista por el estudiante, y que puede afectarlo tanto en su esfera emocional, como en su rendimiento académico.1) Su importancia es tal que se han desarrollado abordajes múltiples para comprender mejor esta conducta dilatoria. Así, para la neurociencia se trataría de un problema relacionado con la amígdala cerebral y su estrecha conexión con la corteza del cíngulo anterior del cerebro, vinculadas a la emoción de asumir riesgos arbitrarios, conducta observada sobre todo en jóvenes.2 La psicología comportamental, por su lado, la asocia a una falta de control o manejo inadecuado de las emociones por parte del sujeto, lo que lo induciría a postergar actividades importantes para el último momento.3 Este comportamiento se presenta con mayor frecuencia en universitarios, lo que afecta a un 50 % de esta población, mientras que se ha reportado que a la población adulta le afecta en un 20 %.4 El impacto de la procrastinación se torna grave en los estudiantes del nivel superior, porque este aplazamiento de actividades académicas aumenta la probabilidad de fracaso y deserción universitaria.5
Se han descrito dos tipos principales de procrastinación académica: la esporádica, que se refiere a una conducta puntual relacionada con el incumplimiento de actividades académicas concretas, debido a una mala gestión del tiempo; y la procrastinación crónica, que constituye un hábito generalizado de postergar la dedicación al estudio, sustituida con frecuencia por otra actividad distractora o de mayor interés.6 Otras clasificaciones incluyen: el tipo arousal o excitatorio, caracterizado por aplazar las tareas para experimentar emociones bajo el supuesto de que es mejor trabajar bajo presión;7 y el tipo evitativo, descrito como la demora de las tareas para no enfrentarse a las propias limitaciones y evitar el fracaso, debido a la desconfianza en sí mismo.8
Diversos estudios han relacionado la procrastinación académica con variables personales como la adicción al uso de smartphones,9 la utilización excesiva de redes sociales,10) el déficit en la autoeficacia11 o la baja autoestima,12 todas ellas características potenciadoras de este hábito negativo. Sin embargo, no se ha asociado a un hábito positivo como el de la lectura, puesto que para su desarrollo se requiere motivación, esfuerzo, continuidad y atención. Para entender la relación entre hábitos de lectura y procrastinación, es importante considerar que para desarrollar este hábito se requiere de un esfuerzo continuado para generar una remodelación de la región occipito-temporal izquierda, especializada en el reconocimiento de palabras escritas, denominada área visual de formación de palabras o “caja de letras del cerebro”.13
Los hábitos de lectura, a diferencia de la procrastinación, exigen disciplina, orden, constancia y práctica, por esta razón es probable que sea mucho más frecuente encontrar universitarios procrastinadores que lectores, debido a que la concentración implica un mayor gasto de energía,14 mientras que procrastinar no cuesta nada. De hecho, según el Banco Mundial, en América Latina, la mitad de los estudiantes que se matriculan en educación superior en más de 60 000 programas ofertados, no concluyen sus estudios y de los 20 millones de estudiantes que asisten a clases, la mitad o menos se gradúan.15 Por esta razón, constituye un reto para las universidades tomar medidas eficaces para optimizar el desempeño académico, reducir la procrastinación y evitar el fracaso.
Por todas estas consideraciones, para la presente investigación se planteó como objetivo determinar la influencia de los hábitos de lectura en la procrastinación académica en estudiantes de enfermería de una universidad pública peruana.
Métodos
El estudio fue de tipo descriptivo, con diseño correlacional causal.16 El universo estuvo conformado por 386 estudiantes de la Facultad de Enfermería de la UNSA. La muestra fue de 271 unidades de observación, calculada mediante fórmula para poblaciones finitas, con un error de 0,0325.
Criterios de inclusión: matrícula regular en el segundo semestre del año académico 2020, asistencia continua a clases virtuales y no tener conflictos de interés.
Criterios de exclusión: ser estudiante irregular, haberse retirado de alguna asignatura, estudiar otra carrera de forma paralela y/o no otorgar su consentimiento.
La recolección de datos fue por vía electrónica, anónima, previo consentimiento informado, durante el último trimestre del año 2020. La muestra se caracterizó según edad, sexo y año de estudios. Los hábitos de lectura se midieron con el Inventario de Marco Muñoz,17 que consta de 13 ítems, con un alfa de Cronbach de 0,826. Los resultados se categorizaron en tres niveles: bajo, medio y alto. Para la procrastinación, se usó la escala de Deborah Ann Busko, adaptada para el Perú por Domínguez,18 conformada por 15 ítems, con un alfa de Cronbach de 0,780. Los resultados se categorizaron en cuatro niveles: nulo, bajo, medio y alto.
Para la asociación de las variables con las características sociodemográficas, se usó el estadístico chi cuadrado (X2) de independencia. Para la elección de la prueba de correlación de las variables, se realizó el test de normalidad con prueba de Kolmogórov-Smirnov de bondad de ajuste con corrección de Lilliefors (p-valor = 0,200) (Fig. 1). Se empleó el coeficiente r de Pearson y la prueba t independiente y ANOVA de una vía; para la identificación de predictores se utilizó el análisis de regresión lineal simple y la ecuación de la recta.
Durante el estudio, los investigadores estuvieron sujetos a lo dispuesto por el Código de Ética de Investigación de la UNSA.19 Estas consideraciones son coherentes con los principios éticos contenidos en las recomendaciones de la Association of Internet Researchers.20
Resultados
Las estudiantes de enfermería de la UNSA tenían edades entre 16 y 25 años y eran del sexo femenino en su mayor parte (92,98 %). Sus hábitos de lectura fueron de nivel medio en más de la mitad de los casos (66,79 %) y alto solo en una tercera parte (30,99 %). Se encontró asociación significativa (p-valor = 0,011) entre los hábitos de lectura y la edad.
No se encontró asociación entre hábitos de lectura y sexo (p-valor = 0,637), ni con los años de estudio (p-valor = 0,052). Se aprecia, no obstante, que las frecuencias de hábitos de lectura según año de estudio disminuyeron conforme se avanzaba en la carrera universitaria. Se observó que los niveles altos en el primer año (12,54 %) tendían a disminuir en segundo (6,63 %), tercero (3,32 %), con un ligero incremento en cuarto (4,43 %) y quinto año (4,07 %), mientras que los niveles medios aumentaban (Tabla 1). Estos datos reflejan un déficit progresivo en los hábitos de lectura de la población de estudio.
En cuanto a la procrastinación, se encontró que 2,95 % de estudiantes no tenía ningún nivel, es decir que 97,05 % procrastina en alguno de los niveles estudiados, así se tiene que 41,33 % se encontraba en un nivel medio, mientras que 2,58 %, en el nivel alto. La procrastinación académica no se asoció con la edad (p-valor = 0,239) ni con el sexo (p-valor = 0,190); en cambio, sí se asoció con los años de estudio (p-valor = 0,011). Se apreciaron incrementos en los niveles de procrastinación en los años superiores, con aumento del nivel medio y alto y una disminución del nivel nulo en cuarto y quinto año (Tabla 2).
La prueba r de Pearson demostró que existe correlación significativa (p-valor = 0,000), inversa y de intensidad media (r = -0,553) entre los hábitos de lectura y la procrastinación; es decir, que mientras más altos son los puntajes de hábitos de lectura, menores son los de procrastinación. El análisis de regresión lineal simple arrojó un R2 = 0,306, por lo tanto, los hábitos de lectura predicen una disminución de la procrastinación académica en un 30,6 % (Tabla 3) (Fig. 2).
a. Predictores: (Constante), Hábitos de lectura
b. Variable dependiente: Procrastinación académica
c. La correlación es significativa en el nivel 0,01 (2 colas).
Discusión
La lectura es un proceso transformador que promueve el crecimiento intelectual, el pensamiento crítico y el desarrollo emocional. En enfermería, la importancia de este proceso radica en su aplicación a la práctica.21 En este estudio, predominó el nivel medio de hábitos de lectura, que concuerda con lo hallado por Kohtz y otros22 en estudiantes de enfermería norteamericanas, lo que permite descartar factores culturales o económicos atribuidos a países en vías de desarrollo como el Perú. Se han mencionado otras barreras para la lectura como el idioma extranjero, la falta de tiempo y el lenguaje técnico.23
Los hábitos de lectura se asocian a la edad, con una tendencia a su disminución con el paso de los años, situación que difiere con lo encontrado por Fatiloro y otros24 en estudiantes universitarios nigerianos. No se halló asociación significativa entre hábitos de lectura y sexo, con esto se excluye la intervención del sexo en la formación del hábito de lectura, a pesar de que en Arabia Saudita se ha encontrado que las mujeres leen más libros que los hombres.25
Tampoco se encontró que los hábitos lectores se asocian a los años de estudio en estudiantes de enfermería, sin embargo, se vio una tendencia a la disminución de sus niveles lectores conforme avanzan en la carrera, debido con probabilidad a la sobrecarga académica. Al respecto, Ibrahim y otros26 encontraron que los estudiantes de medicina de último año leen menos, pero consideran que la lectura es más importante y la realizan según las exigencias de sus prácticas; mientras que, los estudiantes de años inferiores están sujetos a clases estructuradas y rígidas, con poca libertad para elegir los textos de su preferencia.
En cuanto a la procrastinación, se vio una tendencia a su incremento con la edad, sin embargo, no se encontró asociación significativa, es decir que la experiencia acumulada con los años no la afectaría. Otros autores, empero, señalan que la procrastinación disminuye conforme pasan los años,27,28 por la experiencia y madurez que adquiere el sujeto.29,28 Es probable que los resultados del presente estudio se deban a que el entorno en el cual se desempeñan las estudiantes no facilite la adquisición de buenos hábitos lectores, que podrían disminuir la procrastinación.
No se encontró asociación significativa entre procrastinación académica y sexo, excluyéndose esta variable interviniente. Por otro lado, existen estudios que señalan que sí existe relación entre las dos características mencionadas y que los hombres procrastinan más que las mujeres.28
Merece especial atención la asociación significativa encontrada entre la procrastinación y los años de estudio, se observó que la conducta dilatoria tuvo niveles bajos en los primeros años de formación, incrementándose en los años superiores. Este hallazgo concuerda con lo reportado por Burgos y Salas, quienes determinaron que los que procrastinan más eran los estudiantes universitarios de ciclos intermedios con respecto a los de los primeros ciclos.30) En efecto, al aplicar las pruebas estadísticas paramétricas antes señaladas, se encontró que existe correlación significativa, inversa y media entre los hábitos de lectura y la procrastinación. Asimismo, según la ecuación de la recta se determinó que los hábitos lectores predicen una reducción de la procrastinación en un 30,6 %.
Por lo tanto, se puede afirmar que un hábito positivo desplaza a uno negativo. Esto se explica porque al ser una actividad cultural de difícil adquisición y desarrollo, la lectura requiere de atención sostenida y cierto empeño,31 mientras que la procrastinación tiende a la distracción y no necesita mayor esfuerzo. De hecho, la lectura como actividad aprendida se adquiere en la infancia,32 pero requiere de particular dedicación e interés para alcanzar un perfeccionamiento intencional ulterior. La procrastinación, por el contrario, constituye una tendencia a la postergación de actividades académicas que no producen satisfacción inmediata y que tienen poco valor para el estudiante debido a un déficit en la autorregulación y a la capacidad organizativa del sujeto.4
El hábito de la lectura implica destinar el tiempo necesario para su práctica y, por lo tanto, de su buena gestión. Se ha señalado que uno de los primeros factores que estarían detrás de la procrastinación es la inadecuada gestión del tiempo4 debido a una falla en la autorregulación del sujeto;33 lo que significa que no depende del solo esfuerzo por querer desarrollar la actividad académica, sino de la creación de un hábito o rutina. Otros estudios señalan también que la procrastinación estaría asociada con la dificultad para regular las emociones.34 En cambio, el hábito de la lectura brinda relajación, paz y satisfacción a los jóvenes.35) Por último, la procrastinación afecta de forma negativa el rendimiento académico, mientras que, los hábitos lectores lo mejoran.36
Una de las fortalezas de esta investigación fue el tamaño de la muestra, mucho mayor de lo esperado, puesto que en la fórmula probabilística para su cálculo se redujo el error de 0,05 a 0,0325; esto garantiza un buen nivel de generalización de los resultados. De la misma manera, se contó con la participación efectiva de las unidades de estudio, convirtiéndose en un hecho motivador y de incentivo para la investigación científica. La situación de emergencia sanitaria dispuesta en el país fue una limitación para el estudio, dado que el recojo de los datos no pudo realizarse de manera presencial. Es menester señalar que, por tratarse de una universidad pública, las estudiantes tuvieron limitaciones económicas y de otra índole para acceder a la encuesta virtual, además de registrarse retiros de matrículas a causa de la pandemia.
En relación con el nivel de aplicabilidad de los resultados, se tiene que, dada la relación inversa entre hábitos de lectura y procrastinación, se sugiere implementar un plan de mejora de hábitos de lectura como asignatura extracurricular, con sostenibilidad en el tiempo, el mismo que garantice la disminución de la procrastinación en estudiantes de años superiores de enfermería.
En conclusión, los hábitos de lectura de las estudiantes de enfermería se asocian de forma significativa con la edad, pero no con el sexo, ni con los años de estudio. La procrastinación se asocia de manera significativa con los años de estudio, pero no con el sexo ni con la edad. Los hábitos de lectura se relacionan de forma inversa con la procrastinación y predicen su disminución en las estudiantes de enfermería de la UNSA.
Se sugiere optimizar los hábitos de lectura de las estudiantes de enfermería durante toda su formación universitaria, para reducir sus niveles de procrastinación y alcanzar a plenitud las competencias formativas.