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Pastos y Forrajes

versión impresa ISSN 0864-0394

Pastos y Forrajes vol.34 no.3 Matanzas jul.-sep. 2011

 

ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN

 

 

 

Diseños agrosilvopastoriles en el contexto de desarrollo de una ganadería sustentable. Apuntes para el conocimiento

 

Agrosilvopastoral designs in the context of developing a sustainable livestock production. Notes for knowledge

 

 

 

J. M. Iglesias, F. Funes-Monzote, Odalys C. Toral, L. Simón y Milagros Milera
Estación Experimental de Pastos y Forrajes "Indio Hatuey". Central España Republicana, CP 44280, Matanzas, Cuba
E-mail: jesus.iglesias@indio.atenas.inf.cu

 

 

 


RESUMEN

El trabajo tiene como objetivo reseñar la utilización de los sistemas agrosilvopastoriles en diferentes regiones subtropicales, con énfasis en las condiciones de Cuba. En él se describen los conceptos principales de estos sistemas agroforestales, así como las ventajas y desventajas de su aplicación. Se analizan las principales salidas y diseños de diferentes sistemas agrosilvopastoriles estudiados en Cuba, Brasil y Colombia, donde se demuestra la posibilidad de su implementación en condiciones de alta fragilidad y limitaciones productivas, sin alterar la estabilidad ecológica y con aceptables resultados en la gestión económica. Una parte importante del trabajo lo constituye la descripción de las características de los huertos caseros en Cuba, los que son muy diversos en cantidad de especies y variedades, y bien complejos y variados en estructura y asociaciones. Se recomienda incrementar el uso de los sistemas agrosilvopastoriles en el contexto en que se desarrollan los sistemas agropecuarios actuales, por sus resultados económico-productivos y su contribución al equilibrio de los agroecosistemas.

Palabras clave: Diseños agrosilvopastoriles, huertos familiares.


ABSTRACT

The objective of this work was to review the utilization of agrosilvopastoral systems in different subtropical regions, with emphasis on Cuban conditions. In it the main concepts of these agroforestry systems are described, as well as the advantages and disadvantages of their application. The principal outputs and designs of different agrosilvopastoral systems studied in Cuba, Brazil and Colombia are analyzed, showing the possibility of their implementation under conditions of high fragility and productive limitations, without altering the ecological stability and with acceptable economic results. An important part of the work is the description of the characteristics of home gardens in Cuba, which are highly diverse regarding the quantity of species and varieties, and very complex and varied in structure and associations. To increase the use of agrosilvopastoral systems in the context in which current livestock production systems are developed is recommended, due to their economic-productive results and their contribution to the balance of agroecosystems.

Key words: Agrosilvopastoral designs, mixed home gardens.


 

 

INTRODUCCIÓN

Las graves afectaciones de los recursos naturales y la actual crisis económica y social que atraviesan diversos países, han revitalizado el interés por lograr un desarrollo acelerado y sostenido de la agricultura, el cual solo se conseguirá en la medida en que las estrategias de producción sean congruentes con el uso racional del ecosistema. En este contexto, visualizar la actividad agropecuaria en los sistemas agroforestales constituye un enfoque válido, necesario y actual en la investigación y la capacitación para el desarrollo pecuario de los trópicos.

Con la aplicación de las técnicas agroforestales, las actividades agrícolas y ganaderas adquieren un carácter permanente; su desarrollo no requiere de altos insumos, ya que el uso de la maquinaria es mínimo, ni tampoco se precisa de altas dosis de fertilizantes ni pesticidas para mantener el sistema de producción de forma sostenible. En este sentido, los sistemas agroforestales se presentan como un reto para la esfera agropecuaria, por ser una solución económicamente viable, socialmente aceptada y que no produce daños ambientales.

Bajo el nombre de sistemas agrosilvopastoriles (SASP) se agrupa un conjunto de técnicas de uso de la tierra que implica la combinación o asociación deliberada de un componente leñoso (forestal o frutal) con ganadería y/o cultivos en el mismo terreno (Nair, 1985; Nair, 1989), con interacciones significativas ecológicas y/o económicas (Kapp, 1989), o solo necesariamente biológicas (Somarriba, 1998), entre los componentes.

Según Pardini (2007) estos son sistemas complejos, que integran pastos, cultivos forrajeros, cultivos varios, animales y diferentes recursos, incluyendo la forestería y la agricultura. La integración puede ser dentro del recurso (por ejemplo, pasto asociado con árboles), dentro de la finca (ganado que pastorea rastrojos de cereales y en el bosque), o dentro de un territorio extenso (ejemplos asociados al nomadismo y la trashumancia).

Este trabajo tiene como objetivo reseñar la utilización de los sistemas agrosilvopastoriles en diferentes regiones subtropicales, con énfasis en las condiciones de Cuba.

 

Ventajas y desventajas del uso de los sistemas agrosilvopastoriles

Varios autores han analizado las ventajas y desventajas de los SASP. De acuerdo con Ruiz (1983) algunos de los factores que favorecen la presencia de la ganadería en los SASP son:

  • Los pequeños productores, con limitaciones de área, pueden llegar a producir en los bosques alimentos de origen animal (leche, carne) sin sacrificar el área dedicada a cultivos. Se logra así una diversificación de insumos de mano de obra y la naturaleza de los productos del sistema de finca.
  • Además de las ventajas directas, los productores pueden obtener beneficios económicos resultantes de la leña, postes, madera y forraje. Los tres últimos son de uso eventual para beneficio del componente ganadero.
  • La ganadería permite la utilización y el control de los pastos y las malezas que compiten con el desarrollo de los árboles juveniles. En el caso de los árboles frutales o las palmas, la labor de limpieza que hace el ganado sobre el pastizal facilita la cosecha de los frutos.
  • El pastoreo de la vegetación de cobertura reduce el riesgo de incendios.
  • En el caso de asociaciones de ganadería con cultivos, la principal ventaja radica en que entre el 60 y 70% de la biomasa vegetal puede usarse en la alimentación del ganado sin causar competencia con la alimentación humana.
  • En el caso particular de ganadería asociada con árboles fijadores de nitrógeno (AFN), es lógico que estos contribuyan a la fertilidad del suelo, además de ser un suplemento proteínico cuando sus hojas y ramas comestibles son utilizadas como forraje.

Por otro lado, también es importante reconocer que hay desventajas. Las más importantes son:

  • El efecto de compactación que ejerce el pisoteo del ganado sobre el suelo.
  • La cosecha mecanizada de cultivos, la henificación o el ensilado son dificultadas por la interferencia de los árboles, a menos que la plantación de estos se planifique con esos fines, ya sea usando líneas simples o franjas.
  • En repetidas oportunidades algunos SASP se han considerado como prácticas de subsistencia, y como este término está cargado de connotaciones negativas, los SASP podrían no ser aceptados en un ámbito más amplio.
  • El grado de desconocimiento de las técnicas agrosilvopastoriles y la falta de personal entrenado, hacen que el avance previsto disminuya por la escasez de recursos y por la complejidad del tema.
  • La experimentación formal de estas combinaciones es compleja no solo desde el punto de vista práctico, sino también biométrico, y requiere de un compromiso a largo plazo que pocas instituciones están dispuestas a asumir.

 

Implementación de arreglos agrosilvopastoriles en áreas silvícolas y frutales establecidas

La actual coyuntura económica que atraviesan los países en vías de desarrollo del área del subtrópico americano ha obligado a reorientar los sistemas productivos, por lo que se ha ido al rescate de estas tecnologías agrosilvopastoriles, encaminadas principalmente a permitir actividades agropecuarias en condiciones de alta fragilidad y limitaciones productivas, donde se intenta lograr una gestión económica más eficiente, alterando al mínimo la estabilidad ecológica; ello contribuye a alcanzar la sostenibilidad de los sistemas de producción y, como consecuencia, mejorar el nivel de vida de la población rural (Renda et al., 1997).

En este sentido, Merlán et al. (2005) demostraron la factibilidad económica de la implementación de un sistema agrosilvopastoril con relación al sistema forestal tradicional, a partir de la determinación de los gastos incurridos y los ingresos generados por cada actividad, y de la relación costo-beneficio del nuevo sistema implementado.

La inclusión de ganado ovino para pastoreo en las plantaciones silvícolas y el desarrollo de la apicultura en esa área forestal, propiciaron la diversificación de la producción y el aumento de los ingresos al finquero y al sistema, con valores por encima de los 40 000 pesos, comparado con solo 1 711 pesos en el sistema extractivo tradicional. De esta manera, se lograron mayores beneficios netos (12 491,26 pesos) y la relación beneficio-costo fue mayor que uno (2,87), lo que implicó la obtención de ganancias.

Por su parte, Mosquera et al. (2005) transformaron áreas forestales de Albizia saman (algarrobo del país) y Enterolobium cyclocarpum (oreja de negro), y de los frutales Pauteria mammosa (mamey) y Mangifera indica (mango) en sistemas integrados con pastoreo de animales, donde incluyeron ganado vacuno y ovino como una fuente adicional de ingresos en la finca.

Como resultado de este diseño agrosilvopastoril se mejoró notablemente la composición florística del pasto acompañante, disminuyéndose los gastos de mantenimiento y desmalezado de las plantaciones. Se lograron producciones de carne ovina de 61 g/animal/día y 0,54 t de carne/año; mientras que la producción de leche promedio anual fue de 4,0 kg/vaca, con una producción total de 1 423 kg, así como un incremento en la producción de vainas y frutos de las especies arbóreas (0,63 y 0,86 t/ha para algarrobo y oreja de negro y 9,2 y 10,1 t/ha en mango y mamey, respectivamente).

Calzadilla (citado por Renda et al., 1997) obtuvo similares resultados en cuanto a la producción animal, al introducir animales de la raza ovina Pelibuey bajo una plantación de cuatro años, constituida por Khaya nyasica, Khaya senegalensis y Swietenia macrophylla, con el objetivo de aprovechar la disponibilidad de biomasa de pasto existente (Panicum maximum) bajo el dosel de los árboles. Con una carga de 11 animales/ha, en la categoría de hembras en desarrollo se obtuvieron 66 g diarios de ganancia, mientras que en la ceba fue de 57,5 g/animal/día.

El rendimiento de los frutales se corresponde con lo obtenido por Muñoz et al. (2001), quienes lograron aumentos en el número de productos cosechados, en la producción total y en el rendimiento de los frutos desde 0,5 hasta 6,0 t/ha, en un sistema integrado agrícola/pecuario bajo frutales. También Ramos et al. (2001) obtuvieron un aumento en el número de productos cosechados (desde uno hasta más de 15) y en el rendimiento (0,9-5,6 t/ha), en una finca basada en la integración ganadería/agricultura.

 

Uso del componente agrícola en el establecimiento de sistemas de pastoreo-ramoneo

En el establecimiento integrado de árboles, pasturas y ganadería se resaltan diversas preocupaciones de los productores, y entre las más frecuentes se encuentran: la falta de ingreso debido al relativo bajo índice de crecimiento de las arbóreas, la ubicación óptima espacial y temporal de las especies que intervienen, y la selección de estas.

En este sentido se han realizado varios trabajos con el objetivo de contribuir con la orientación adecuada sobre el establecimiento de arreglos agrosilvopastoriles ajustados a las realidades biológicas, tecnológicas, sociales y económicas de diferentes regiones del subtrópico americano, donde la inclusión del componente agrícola ha tenido como finalidad hacer un mejor uso del suelo y obtener producciones e ingresos adicionales a corto plazo, mientras la arbórea alcanzaba el crecimiento adecuado para la introducción de los animales.

En este sentido, Roncallo et al. (2009) sembraron cultivos de frijol (Phaseolus vulgaris) y maíz (Zea mays) simultáneamente con leucaena en los espacios entre surcos de esta leñosa. Se evaluaron arreglos con la inclusión posterior de gramíneas forrajeras (Botriochloa pertusa y P. maximum) y ganadería de doble propósito, mediante los siguientes tratamientos: A) monocultivo de B. pertusa; B) leucaena asociada con B. pertusa, y C) leucaena asociada con P. maximum cv. Tanzania.

Si se estiman los costos de producción por hectárea en 1 507 pesos y basado en un rendimiento promedio de 1 194 kg de frijol/ha, el sistema generó un ingreso adicional de 403 400 pesos/ha; mientras que la siembra de frijol pudo realizarse en ambos semestres durante el primer año de establecida la arbórea.

En cuanto al crecimiento de la leucaena se registraron incrementos en altura, superiores a 20,5 y 29,0 cm en las plantas asociadas con frijol y maíz, respectivamente, en relación con las no asociadas, lo que puede atribuirse al control de malezas realizado adicionalmente a los cultivos.

Los análisis de composición láctea registraron mejores indicadores en los sistemas agrosilvopastoriles, comparados con el monocultivo de B. pertusa. La leche en los arreglos leucaena con P. maximum y leucaena con B. pertusa presentó contenidos de sólidos totales superiores a 1,23 y 1,09%; así mismo, los contenidos de grasa fueron superiores en 0,68 y 0,71%, respectivamente; este efecto puede atribuirse al mayor suministro de nutrientes aportados por los arreglos agrosilvopastoriles.

Roncallo, B. (datos sin publicar) evaluó un arreglo agrosilvopastoril conformado por ceiba roja (Pachira quinata), acacia forrajera (Leucaena leucocephala), guinea(P. maximum) cv. Tanzania, conchita azul (Clitoria ternatea) y yuca (Manihot esculenta), donde la ceiba se sembró a 7 m entre surcos y 3 m entre plantas y la acacia en la mitad de los surcos (3,5 m) de los árboles de ceiba, con una separación de un metro entre plantas. En la primera fase del establecimiento, en los espacios libres de los surcos entre la ceiba y la acacia se sembró la yuca, con una distancia de siembra de 1 x 1 m. Una vez cosechada la yuca, el área ocupada por esta se estableció con guinea y conchita, utilizando en ambas especies una densidad de siembra de 6 kg de semilla/ha.

Se obtuvieron aceptables rendimientos de yuca/planta (5 688 kg), lo que equivale a una producción por hectárea estimada de 32,5 t, y al 58% de lo que se obtiene en monocultivo. Esta diferencia está asociada a la mayor población que se estableció en el monocultivo (10 000 plantas/ha vs 5 714 plantas/ha en el diseño agrosilvopastoril).

No se presentó efecto de los animales sobre la ceiba en el período de evaluación (120 días); por el contrario, a los 36 meses después del trasplante al sitio definitivo y teniendo en cuenta la densidad de siembra de 467 árboles/ha, produjo 13,4 m3 de madera/ha y 0,028 m3/árbol.

Desde el punto de vista económico, el indicador tasa interna de retorno (TIR) demostró que es viable la propuesta tecnológica, con una rentabilidad de 76% y un valor actual neto del flujo de caja económico de 24 406 873,82 pesos. De la misma manera, el factor de retorno de la inversión en el tiempo para el sistema ocurrió en el segundo año, debido a la producción y venta de la yuca.

Las bondades económicas encontradas en este sistema agrosilvopastoril corroboran las conclusiones de Roncallo et al. (2009), quienes plantearon la necesidad de alternativas tecnológicas diferentes para los sistemas tradicionales de carne y ceba de novillos de la microrregión Valle del Cesar, los que presentan baja rentabilidad y poca competitividad.

En Brasil, la Compañía Minera de Metais para la producción de zinc, en el estado de Minas Gerais, desarrolló a partir de 1993 una tecnología propia de reforestación con clones híbridos de eucalipto (Eucalyptus camaldulensis x Eucalyptus grandis, Eucalyptus camaldulensis x Eucalyptus urophylla y Eucalyptus camaldulensis x Eucalyptus tereticornis) bien adaptados a las condiciones edafoclimáticas locales, productivos y que presentaban madera de calidad superior para la obtención de multiproductos (Dubè et al., 2001).

En el momento del establecimiento del sistema agrosilvopastoril rotativo se utilizaron estos clones de eucalipto, plantados a una distancia de 10 m entre líneas y 4 m entre árboles para permitir entre líneas plantaciones de arroz (Oryza sativa var. Guaraní) en el primer año, soya (Glycine max var. Doko, Conquista y Vitória) en el segundo año, y pastura (Brachiaria brizantha) a partir del tercer año, con una capacidad de soporte estimada en 1,0 UA (unidad animal)/ha en el invierno y 2,0 UA/ha en el verano. En el período de 90 días posterior a la implantación de las pasturas se inició la ceba del ganado.

A partir de este diseño, los terneros son adquiridos bianualmente y se considera un plazo necesario de dos años para el engorde. Así, cada dos años los toros cebados son vendidos y sustituidos por terneros para comenzar un nuevo ciclo de engorde.

Los terneros Cebú (Bos indicus) de un año de edad y con un peso medio de 75 kg, después de dos años son vendidos con un peso vivo de 225 kg, listos para la matanza. En la matanza el rendimiento alcanza una media de 75 kg de carne por hectárea y por año. De esta manera, la empresa mata 1 500 toros/año.

Para delimitar las áreas reforestadas y mantener bajo control el sotobosque, a partir de los 11 años de edad los árboles son utilizados como postes vivos, formando la llamada eucacerca. En esta se pasa un alambre galvanizado a través de perforaciones en los árboles, como si se tratara de postes normales. Con el transcurso del tiempo los árboles van cerrando las perforaciones y trabando el alambre en la madera, lo que forma una cerca de alta resistencia. La eucacerca cuesta aproximadamente $300 USD por kilómetro construido, mientras que el cerco convencional cuesta $1 200 USD (Anónimo, 1998). Así, un cerco vivo permite reducir los gastos de material y mano de obra, y se mantiene sólo el gasto del alambre galvanizado.

Los ingresos se obtienen por la venta de los siguientes productos: arroz, soya, ganado cebado, y madera para el aserradero y para la energía. La producción de cada uno es multiplicada por el precio de venta correspondiente para obtener el valor de ingreso por producto. Se considera que la productividad es de 23,33 m3/ha/año y que el 60% de la madera producida es para la energía y el 40% para el aserradero. Se corta el eucalipto con 11 años de edad y se obtiene una producción de 257 m3/ha, de los cuales 154 m3 (60% de 257 m3) son para la energía y 103 m3 (40% de 257 m3) para el aserradero.

En los últimos 15 años se ha difundido esta práctica en Cuba, con especial atención en el cultivo de granos de ciclo corto y cucurbitáceas durante el establecimiento de los sistemas silvopastoriles (Iglesias y Hernández, 2005; Simón, 2005). Esta modalidad de «taungya cubano» consiste en la siembra de maíz, frijoles, calabaza, melón, pepino y otros cultivos, simultáneamente con leucaena y otras arbóreas forrajeras, en las fincas lecheras y unidades de desarrollo seleccionadas para la implementación del silvopastoreo a gran escala. Una vez realizada la cosecha de los cultivos de ciclo corto, el terreno queda listo para la siembra de los pastos del sistema, los cuales no deben interferir en el crecimiento de los árboles, ya que estos alcanzan para esa etapa una altura adecuada y desarrollan un sistema radical fuerte que les permite su posterior crecimiento y explotación.

La diferencia entre esta modalidad de taungya y el sistema tradicional consiste en que el futuro de los árboles no es la producción de madera, sino el ramoneo de los animales, por lo que la siembra de cultivos se realiza sólo una vez y son sustituidos inmediatamente por pastizales.

Reyes et al. (2000), en una vaquería de la Empresa Pecuaria Genética Nazareno (La Habana) en condiciones de secano, estudiaron la factibilidad del intercalamiento del frijol negro (P. vulgaris) durante la fase de establecimiento de L. leucocephala en las áreas de potrero de esa unidad lechera.

La arbórea se sembró en franjas, con una preparación mínima del suelo, y se empleó un diseño de bloques al azar con tres repeticiones. Los tratamientos fueron: A) dos surcos de leucaena (control); B) dos surcos de leucaena más dos surcos de frijol; y C) dos surcos de leucaena más un surco de frijol. La siembra del frijol se realizó simultáneamente con la leucaena, a ambos lados de las líneas de esta.

No se encontraron diferencias significativas en los indicadores altura y número de ramas en la leucaena; mientras que la utilización de P. vulgaris permitió obtener de 0,9 a 1 t de grano adicional/ha, así como de 2 a 2,5 t de un residuo de cosecha para la alimentación de los rumiantes, lo que significó además un capital adicional de 9 000 pesos, si se considera el precio del frijol a 9 pesos/kg.

Estos resultados coinciden con lo indicado por Simón y Cruz (1998), quienes plantearon que la inversión en el fomento y desarrollo del silvopastoreo puede acortarse si la siembra de los árboles se acompaña con cultivos agrícolas de ciclo corto de producción.

Al comparar el sistema tradicional de labranza con el sistema en franjas, se halló una reducción del gasto de combustible de un 53,4%, si se considera un estimado de 94,38 y 43,93 L/ha para cada sistema. Estos resultados corroboran lo planteado por Simón et al. (1998), quienes al emplear franjas lograron reducir las labores de preparación de tierra en un 40-50%, cuyo costo varió entre los 24 y 30 pesos/ha.

La práctica de este sistema aporta ganancias importantes para los productores ganaderos involucrados en el establecimiento de árboles para la producción de leche y carne. Los costos para establecer una hectárea de silvopastoreo con leucaena varían entre 226,91 y 346,85 pesos, en dependencia de si el fomento se realiza sobre pastos establecidos (franjeo) o en áreas por sembrar (preparación convencional). Con la siembra de cultivos de ciclo corto durante el establecimiento de la plantación se obtienen entre 448,0 y 10 140,0 pesos/ha por concepto de venta de las cosechas, por lo que en la mayoría de los casos se paga la inversión inicial, aun sin estar en explotación el sistema pecuario (tabla 1).

Para recuperar la inversión de la siembra de las arbóreas según los precios vigentes, se necesitan desde 1,2 ha físicas de frijol para el método convencional hasta 11,0 ha físicas de yuca mediante el franjeo. La autosuficiencia se logra con la siembra de 1,6 ha de frijol (método convencional) ó 17,0 ha de yuca (franjeo); mientras que la calabaza y el boniato ocupan posiciones intermedias.

Por su parte Padilla et al. (2000), al evaluar el efecto del intercalamiento de Vigna unguiculata y Z. mays con L. leucocephala cv. Perú y P. maximum cv. Likoni, concluyeron que las plantas por metro cuadrado, la altura de las plantas, las ramas por planta y el rendimiento (t de materia seca/ha) de la leucaena no se afectaron por la siembra de guinea, maíz y frijol, y no existió competencia entre estas especies. La mejor opción fue el intercalamiento de tres surcos de frijol en el mes de mayo en el momento de la siembra de la leucaena, seguida de la siembra de tres surcos de guinea en julio, por hacer un aporte en cantidad y calidad de biomasa total producida. Los rendimientos de frijol fueron de 0,45 a 0,75 t de grano/ha.

En Camagüey, Cuba, Soto et al. (2006) también intercalaron cultivos de ciclo corto durante el establecimiento de áreas de pastoreo con L. leucocephala cv. Perú, con el objetivo de determinar el comportamiento de la altura y el rendimiento de la leucaena, así como la incidencia de las malezas, las plagas y las enfermedades. Se utilizó un diseño de bloques al azar con cuatro réplicas por cada tratamiento: 1) leucaena más ajonjolí (Sesamum indicum); 2) leucaena más sorgo de grano cv. INIA Dorado (Sorghum vulgare); 3) leucaena más frijol carita negro (Vigna sinensis); y un control (leucaena). Los mejores resultados en el control de plagas y enfermedades, así como en la incidencia de malezas, se hallaron en los tratamientos con cultivos, y en particular en el caso del ajonjolí; también se apreció que en esos tratamientos donde se utilizó el cultivo acompañante, se logró reducir el tiempo para alcanzar la altura aproximada de 2 m como criterio de establecimiento (Ruiz y Febles, 1987; Iglesias, 2003). Por otra parte, la contribución que hacen los cultivos (ajonjolí, sorgo y vigna) a la reducción del tiempo de establecimiento de la leucaena, confirma lo planteado por Padilla et al. (2001) acerca de que los cultivos intercalados no afectan su establecimiento.

 

El uso de los huertos caseros mixtos

Otro arreglo agrosilvopastoril que ocupa un lugar sobresaliente en los sistemas agropecuarios del subtrópico americano para cubrir las necesidades básicas de las familias o las comunidades pequeñas, lo constituyen los huertos caseros mixtos, los cuales son muy diversos en cantidad de especies y variedades, y bien complejos y variados en estructuras y posibles asociaciones (Altieri, 1991; Lok, 1998). Se trata de un complejo de plantas perennes o semiperennes que se encuentran en los alrededores de las casas de los finqueros o agricultores, integrado a la producción agrícola (tubérculos, fibras, hortalizas, frutas, estimulantes), ganadera (animales menores, incluso abejas) y forestal (madera, leña, postes), e incluye generalmente plantas medicinales y ornamentales.

En las montañas noroccidentales del Valle del Cauca (Murgueitio, 2000) los denominan huertos para la seguridad alimentaria humana y animal, donde se combinan los bancos de proteína con otras plantas forrajeras y para la alimentación humana. En algunos lugares más de 20 especies comparten las parcelas forrajeras. Las plantas se organizan en surcos a través de la pendiente y se cultivan arbóreas con fines forrajeros (Trichanthera gigantea, Erythrina edulis, Morus sp., Urera), arbustivas (Boehmeria nivea, Malvaviscus sp., Tithonia diversifolia), herbáceas o suculentas (Musa sp., Alocasia macrorrhiza, Xanthosoma sp., Bidens pilosa, Impatiens sp., Symphytum peregrinum), trepadoras (Sechium edule) combinadas con plantas como maíz, frijol voluble, yuca, arracacha (Arracacia xanthorrhiza) y frutales andinos como lulo (Solanum quitoense), tomate de árbol (Cyphomandra betacea), mora (Rubus glaucus) y granadilla (Passiflora ligularis). El corte de los forrajes se hace al mismo tiempo que se cosecha maíz tierno, frijol verde y tubérculos para la alimentación humana. Las hojas y tallos del maíz, las vainas del frijol, las hojas de la yuca, los tubérculos más pequeños y los frutos y seudotallos del plátano se mezclan con los follajes, que a su vez sirven para alimentar bovinos, cerdos y aves criollas.

Actualmente existe un renovado interés por parte de los investigadores, agricultores y técnicos en los policultivos de varios estratos, sistemas similares a los mencionados antes, pero acompañados de uno o más estratos de otra vegetación para otros fines distintos a los forrajeros, en especial el cultivo de maderas (para muebles, construcciones, postes, leña) con árboles de rápido crecimiento (Cordia alliodora, L. leucocephala var. Salvador, Montanoa quadrangularis, Juglans neotropica, Quercus humboldtii) que son sometidos a podas frecuentes para permitir el paso de la luz. También se estudian especies de palmas (Roystonea regia, Bactris gasipaes, Ceroxylon alpinum, Attalea butyracea) para cosechar en el futuro los racimos para la alimentación animal. Otras plantas ornamentales pueden ocupar un estrato medio, como los platanillos (Heliconiaceae), o el piso del sistema, como los anturios (Anthurium spp.) que requieren poca luz.

En el caso de Cuba, la principal característica de los huertos caseros mixtos lo constituye la amplia variedad de especies agrícolas, forestales y frutales, además de los animales que los conforman, lo que los convierte en sistemas agrosilvopastoriles integrados. Entre las especies vegetales que más se utilizan en los huertos caseros mixtos se destacan: el ajo (Allium sativum), la piña (Ananas comosus), el ají (Capsicum sp.), la calabaza (Cucurbita pepo), la yuca M. esculenta), el plátano (Musa sp.) y el maíz (Z. mays).

Las especies frutales más preferidas por los campesinos son: el mango (M. indica), la naranja agria (Citrus aurantium), el limón (Citrus limon), el aguacate (Persea americana), el coco (Cocos nucifera), la guanábana (Annona muricata) y la guayaba (Psidium guajava).

Entre los árboles no frutales se destacan: el almácigo (Bursera simaruba), el matarratón (G. sepium), la majagua (Hibiscus elatus), la palma real (R. regia) y el cedro (Cedrela odorata). No se descartan en este tipo de sistema agroforestal las plantas medicinales, muy necesarias en zonas alejadas de las áreas urbanas y centros asistenciales de salud. Entre las más prominentes se encuentran: la caña santa (Costus spiralis), la salvia americana (Lippia alba), el anís (Foeniculum vulgare), la manzanilla (Chrysantellum americanum) y el toronjil de menta (Mentha citrasa).

La cría de animales puede ser diversa, en la que se destacan las gallinas criollas, los cerdos, los carneros y chivos, y en ocasiones se encuentran bovinos de leche y equinos.

Funes Monzote (2000) desarrolló un sistema donde el 50% del área de la finca o huerto lo constituye la ganadería para leche, basada en las asociaciones de pastos con leguminosas, cercas vivas y árboles de sombra; mientras que el resto del área se divide en varios subsistemas agrícolas, dedicados a los cultivos de ciclo corto en policultivos (frijol con maíz; yuca con maíz; calabaza con maíz; maíz con yuca y maní), las hortalizas varias, los condimentos y plantas medicinales y los árboles frutales (fig. 1).

En este tipo de sistema todo está delimitado con cercas vivas de leguminosas multipropósitos (G. sepium, L. leucocephala) y otras leñosas.

En sentido general, se puede afirmar que los huertos caseros mixtos tradicionales son una contribución a la serenidad y la felicidad del campesino, por su valor estético y recreativo, por ser una extensión de la casa, por constituir su taller de trabajo, el lugar donde se crían los hijos, una gran fuente de frutas, verduras y tubérculos, un medio de amortiguamiento en tiempos de escasez, una farmacia en vivo y además una fuente de recursos para la generación de ingresos a partir de los excedentes.

A modo de conclusión, se debe resaltar que los sistemas agrosilvopastoriles descritos son complejos, debido a la combinación de los animales con los árboles multipropósitos, maderables, frutales, forrajeros, arbustos y diversas leguminosas, así como gramíneas para pasto, los que aseguran no solo una producción diversificada y estable, sino también el equilibrio del agroecosistema. También se pueden inferir los beneficios económicos múltiples si se comparan con actividades económicas aisladas, debido a la diversidad de recursos y prácticas agrícolas que se implementen, las cuales equilibran las fluctuaciones del clima y los mercados. Mantienen la fertilidad del suelo y la productividad de la vegetación y el componente animal por largos períodos de tiempo, por lo que se recomienda incrementar su uso en el contexto en que se desarrollan los sistemas agropecuarios actuales.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Altieri, M. A. Traditional farming in Latin America. The Ecologist. 21:93. 1991

2. Anónimo. O boina floresta. Gado Simental. 17:46. 1998

3. Dubè, F. et al. Aspectos económicos de los sistemas agrosilvopastoriles con Eucalyptus sp. en el sudeste de Brasil. Pastos y Forrajes. 24 (2):167. 2001

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Recibido el 13 de diciembre del 2010
Aceptado el 16 de junio del 2011