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Revista Cubana de Medicina General Integral
versión On-line ISSN 1561-3038
Rev Cubana Med Gen Integr v.16 n.4 Ciudad de La Habana jul.-ago. 2000
Familia e independencia de los hijos
Clara Pérez Cárdenas1 y María Teresa López Mejías2
RESUMEN
Se realizó un estudio descriptivo de algunas manifestaciones de crisis familiares producidas ante la independencia de los hijos, recogiéndose la información a través de encuestas aplicadas a 40 grupos familiares pertenecientes a 2 consultorios médicos de nuestra área de salud que cumplían con los requisitos de tener hijos adultos jóvenes mayores de 20 años (para garantizar el término de la adolescencia) y estos haber roto con los controles de los padres. La encuesta aplicada explora en estas parejas de padres, las creencias, los sentimientos, la forma en que reestructuran sus vidas cotidianas, las crisis familiares no transitorias que entorpecen este período, la red de apoyo social que utilizan y los vínculos afectivos que refieren entre ellos en esta etapa del desarrollo familiar. Entre las conclusiones fundamentales encontramos el hecho de que existe una contradicción entre la idea de los padres de tener aún control sobre sus hijos, y el considerarlos capaces de afrontar la vida solos. Se refieren a una educación donde se cultivó la posibilidad de libre expresión de criterios, no hay una reestructuración de la vida de los padres, quienes no modifican su rol e insisten en mantenerse orientado y dirigiendo a su descendencia. Tanto padres como madres, buscan apoyo y comprensión de sus conflictos en la propia familia creada.
Descriptores DeCS: FAMILIA; ESTILO DE VIDA; RELACIONES PADRES-HIJO.
En la búsqueda bibliográfica realizada, encontramos un amplio bosquejo histórico de la familia como grupo social.1 Ella constituye un grupo primario de particular importancia para nuestra sociedad, dándosele diferentes definiciones. La mayoría de los autores coinciden en 3 elementos definitorios del concepto: el consanguíneo, el cohabitacional (sobre todo si nos referimos a ella como unidad de acciones de salud en la atención primaria y no en el sentido genérico del término) y el afectivo; de hecho, el más importante.2,3
No ha sido un grupo social estático y tiene estructura y funciones que regulan las necesidades de sus propios miembros, tanto sociales como personales en general y ha ido modificándose, en la medida en que la sociedad como un todo, lo ha hecho.4
En la evolución de estos grupos se hacen evidentes, con características muy particulares, diferentes etapas,5 cada una con tareas socialmente determinadas que permiten caracterizar con cierta jerarquía las funciones de la familia.6 En cada una de ellas, sus miembros van a experimentar una serie de cambios y transformaciones, a las cuales tienen que adaptarse, pudiendo tener una connotación negativa o positiva para la dinámica familiar. A estos dese-quilibrios de la dinámica familiar que se producen ante el afrontamiento de determinados eventos, se les denomina crisis familiares (Pérez C. Recopilación de artículos sobre la familia y sus crisis transitorias. Ciudad de La Habana. Facultad "Calixto García", 1994), vistas por algunos autores como situaciones que implican desestructuración y reestructuración de todo el sistema familiar.7
Un evento ineludible, que genera crisis en una familia, es el abandono de los hijos del hogar, en términos de independencia y no necesariamente, al menos en nuestro medio, porque salga, geográficamente hablando, de los límites de la casa de los padres. En esta etapa de la vida de la familia, los progenitores deben retomar algunas costumbres que por estar enfrascados en el desempeño de este rol, han dejado a un lado. Debe haber un reencuentro cara a cara entre los cónyuges, quienes deben volver a tenerse en cuenta a ellos 2 como pareja y no solo como padres de determinada prole.
Este período es reconocido por muchos como la etapa de contracción familiar. Realmente la familia se contrae; ya emergió, como individuo capaz de asumir la vida, como individuo independiente, 1 de sus hijos, siendo este el evento que define el inicio de esta etapa familiar que se extiende hasta el fallecimiento del primero de los cónyuges que le dio origen al grupo. Nosotros consideramos necesario conocer las características del período evolutivo al que nos referimos para que nuestro trabajo asistencial sea cada vez más integral y favorezca el desarrollo lo más armónico posible de las familias en esta etapa evolutiva, e incluso, podamos realizar labor preventiva con aquellas familias próximas al arribo de este difícil momento.
DESARROLLO
Investigamos familias en las que estuvieran presentes madre y padre, que hubieran asumido la educación de los hijos juntos, hasta el momento que se analizaba. El primer elemento que llamó nuestra atención fue, que se trata de padres que tuvieron a sus hijos en la tercera década de sus vidas o cerca de esta y que en el momento actual, se encuentran muy distantes de las edades de sus hijos.
Es curioso ver cómo al explorar la sensación de control que tienen ambos padres sobre la vida de sus hijos, nieguen en porcentajes importantes dentro del grupo estudiado, que sus muchachos "se les hayan ido de las manos". Realmente se observa la tendencia a tenerlos chequeados o controlados, a pesar de tener ellos como mínimo 20 años, y resulta contradictorio que en más del 75 % de los casos tanto los padres como las madres consideran que sus descendientes son capaces de vivir de manera independiente. La explicación a nuestro modo de ver, está en el hecho de que, decir que sus hijos no son independientes es reconocer su propia incapacidad como padres para haberlos formado, aunque también pudiera estar implícito un concepto de independencia relacionado con la parte cuantificable de la misma, es decir, los hijos tienen fuerza física e intelectual para acometer algo, sin reconocer la arista emocional del asunto, de ahí que frecuentemente intervengan en la toma de decisiones de los muchachos creando en estos malestar y sensación de mutilación de sus posibilidades reales.
En la literatura científica sobre el tema se explica este hecho por la tradicional actitud maternalista y sobreprotectora que se da en las familias desde edades tempranas de la descendencia, que obstaculiza la necesaria separación paulatina de las redes familiares (Pérez C. La familia y sus etapas evolutivas. Trabajo de Terminación de la Especialidad en Psicología de la Salud. Ciudad de La Habana. Facultad "Calixto García", 1997). La familia se ha adaptado a la crianza de los hijos, por eso, al llegar la etapa de su independencia, a los padres les es difícil el nuevo matiz de su rol; piensan que pueden seguir interviniendo, lo que da lugar a conflictos intergeneracionales, sobre todo si se mantiene la convivencia.
Desde la óptica de la mayoría de los padres se considera que siempre permitieron la libre expresión de sus hijos: ellos podían decir lo que pensaban de cualquier tema sin temor a regaños o críticas, sin embargo aparece el 57 % de las madres y el 62 % de los padres que reconocen una educación sobre la base de una mezcla entre esta característica y una obediencia ciega de los hijos en ocasiones, no dando cobertura alguna al intercambio expresado por el primer grupo.
En general, los padres se sienten felices de tener ya hijos que hayan alcanzado la independencia, mientras que las referencias de las madres con relación a este mismo hecho apuntan a realización personal. Esto lo atribuimos a patrones de enseñanza que sitúan a la mujer como ser, que desde la infancia, se le estimula el sentido de verdadera realización como mujer cuando puede concebir un hijo, educarlo y en su criterio, prepararlo para la vida. No obstante, un grupo importante de padres respondieron que experimentan sentimientos de tristeza e irritabilidad porque no aceptan racionalmente que sus hijos deben romper los lazos de dependencia que los une a ellos.
Es representativa la expresión metafórica utilizada para describir esta etapa como el destete de los padres, que tiene implícita la principal tarea de estos en este período; los padres deberán no sólo aceptar, sino también facilitar el difícil proceso de desvinculación psicológica y material de sus hijos, aun sabiendo que la solución adecuada de este reto les llevará a encontrarse de nuevo solos.7
En cuanto a la reestructuración de la vida de estos padres con hijos adultos jóvenes, vimos que esta no se logra. En la mayoría de los casos se insiste en comunicación con los hijos que tiene implícita la orientación de la conducta de ellos, según sus propios puntos de vista más experimentados, y reconocen continuar haciendo lo habitual en sus vidas aunque un tanto más peleonas e irritables y molestándose con frecuencia porque sus hijos ya no los escuchan y no logran mantener con ellos la comunicación que quisieran. Muy pocos logran incorporar nuevas actividades; por ejemplo, excursiones, cursos, práctica de deportes, tratando así de dar colorido a sus vidas y rebasar de una manera más sana y feliz esta etapa familiar.
Alrededor del 70 % de las madres y padres entrevistados reconocen la existencia de eventos no propios de la vida familiar que hacen más difícil esta etapa. Se hace mayormente referencia a la crisis no transitoria que se produce por la convivencia de sus propios hijos en primer lugar y la interferencia de criterios que se produce en la crianza de los nietos en caso de que existan. En nuestro trabajo no aparecen como generadores de crisis familiares no transitorias ni problemas de salud, ni situaciones judiciales, ni dificultades en la economía, pero sí en cierta escala (20 a 25 % de los encuestados) afloran conflictos en la esfera sexual. Entre el 85 y el 90 % de los padres desearían en esta etapa de sus vidas, ser apoyados por la propia familia que han creado y que ahora sienten que se desvanece, y como segunda fuente de apoyo, se señalan las familias de procedencia. Esto demuestra la importancia que tiene la familia para el ser humano e impresiona como una tendencia en nuestras familias actuales, pues resultados similares fueron encontrados en la bibliografía consultada (Pérez C. La familia y sus etapas evolutivas. Trabajo de Terminación de la Especialidad en Psicología de la Salud. Ciudad de La Habana, Facultad "Calixto García", 1997).
En lo que respecta a las vivencias de estos padres como pareja en el momento del estudio encontramos que la mayoría refiere sentirse más unidos, más compenetrados, sin embargo, para nuestro trabajo asistencial no podemos ignorar que existe un grupo de alrededor del 19 % de los encuestados que se perciben más distantes.
Generalmente este grupo refiere que no vive como pareja sino más bien como familiares consanguíneos o parientes. Este es un riesgo al que está expuesta la pareja cuando solo se centra en los cuidados de los hijos, por lo que justamente cuando estos no están, nada los une y es frecuente ver en este momento de sus vidas rupturas de matrimonios para el asombro de muchos.
En la práctica asistencial es frecuente encontrar que las personas con hijos en este momento del desarrollo individual perciben como conflicto la convivencia con los hijos, sin embargo se encargan de la atención de la descendencia de estos, perpetuando el rol de padres. Les cuesta mucho trabajo asumir su posición de abuelos, desocupándose de ellos como personas, y como vimos, no teniéndose en cuenta como pareja en un número no despreciable de casos.
CONCLUSIONES
Parece ser que arribar a esta etapa de la vida familiar, tiene implícito cierto grado de preocupaciones e insatisfacciones para los padres y un número indeterminado de condiciones problemas que se deben resolver, pero no desde posiciones inflexibles que traten de reproducir una y otra vez un rol de padres que no permita realmente la independencia emocional de los hijos. Es difícil lograr que se rompan los "hilos invisibles" que atan al adulto joven de su propia familia de origen.
SUMMARY
A descriptive study of some manifestations of family crises caused by the independence of children was conducted. Information was collected by surveys applied to 40 family groups from 2 family physician's offices in our health area that fulfilled the requisites of having young adult children over 20 (to guarantee the end of adolescence), who were not under their parents' control. This survey explores the believes and feelings of these parents, the way they reorganize their lives, the non-transitory family crises hampering this period, the network of social support they use and the affective links existing among them at this stage of family development.
Subject headings: FAMILY; LIFE STYLE; PARENT-CHILD RELATIONS.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- Engels F.Origen de la familia, la propiedad privada y el estado. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1975:54.
- I. Dahm A. Geissler; E. Kunzendorf; H. Kütter; I. Hüttner; P. Klemm; G. Miehlke. Sociología para médicos. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1990,92-116.
- Arés P. Mi familia es así. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 1990;1-36.
- Gutiérrez E. Mensaje a los padres. La Habana: Editorial Científico-Técnica, 1980:71-112.
- Florenzano V. Temas de Salud Mental y Atención Primaria de Salud. Chile. Facultad de Medicina, 1987:47-61.
- Ruiz G. La familia. Conceptos. Funciones. Estructura. Ciclo de vida familiar. Crisis de la familia. Ambiente familiar. Apgar familiar. Rev Cubana Med Gen Integr 1990;6(2):58-72.
- Haley J. Dinámica familiar. Ciclo vital. Sistema familiar. Rev fam y comun 1991;1(2):94-8.
Recibido: 11 de febrero del 2000. Aprobado: 29 de marzo del 2000.
Lic. Clara Pérez Cárdenas. Antonio Cobo # 214 e/ Dander y la Guardia, reparto D'Beche, municipio Guanabacoa, Ciudad de La Habana, Cuba.
1 Especialista en Psicología de la Salud. Máster en Psicología Clínica. Profesora Asistente de la Facultad "Calixto García".
2 Especialista de I Grado en Medicina General Integral.