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Revista Cubana de Medicina General Integral

versión On-line ISSN 1561-3038

Rev Cubana Med Gen Integr v.17 n.6 Ciudad de La Habana nov.-dic. 2001

 

El bienestar subjetivo. Actualidad y perspectivas

Guillermo Díaz Llanes1

Resumen

Se realizó una revisión de los trabajos sobre bienestar subjetivo publicados en el mundo en los últimos años y se analizaron críticamente los resultados obtenidos tomando en consideración algunos de los fundamentos epistemológicos que les sirvieron de sustento. La enorme vigencia de los estudios sobre bienestar subjetivo en la actualidad pone de manifiesto la creciente conciencia de los investigadores acerca de la importancia del estudio de los factores que tributan a la salud desde una perspectiva positiva. La comprensión de la compleja madeja de interacciones que determinan el bienestar subjetivo en los niveles macrosocial, microsocial e individual, resulta requisito indispensable para la instrumentación de intervenciones en el nivel primario de atención y así elevar dicho indicador, tan ligado a la salud.

DeCS: BIENESTAR DE LA POBLACION; BIENESTAR FAMILIAR; EMOCIONES; SATISFACCION PERSONAL; FELICIDAD; CALIDAD DE VIDA; TEORIA GENERAL DE SISTEMAS.

La concepción según la cual, la responsabilidad por las mejorías en la salud de las poblaciones, descansa en la utilización de potentes fármacos e intervenciones quirúrgicas novedosas, realizadas por el personal altamente calificado, ha cedido espacio en los últimos años a los abordajes centrados en el logro de una salud integral, que hace énfasis en el refuerzo de evaluaciones positivas del entorno por parte del sujeto, que le permitan una activa participación con una alta cuota de bienestar subjetivo. Esta tarea tiene en el nivel primario de atención, un marco idóneo para su consecución.

La idea del bienestar subjetivo o felicidad ha intrigado a los pensadores a través de milenios, sin embargo, su investigación sistemática, data solo de unas 3 décadas. Puede definirse como la evaluación que las personas hacen de sus vidas, e incluye una dimensión cognitiva (que se refiere a la satisfacción con la vida en su totalidad o por áreas específicas como la matrimonial, laboral, etc.), y otra afectiva (relacionada con la frecuencia e intensidad de emociones positivas y negativas),1 que mediante una compleja interacción generan en el individuo percepciones que abarcan un espectro de vivencias que transita desde la agonía hasta el éxtasis.

Se dice que un sujeto posee un alto bienestar subjetivo si expresa satisfacción con su vida y frecuentes emociones positivas, y sólo infrecuentemente, emociones negativas. Si por el contrario, el individuo expresa insatisfacción con su vida y experimenta pocas emociones positivas y frecuentes negativas, su bienestar subjetivo se considera bajo.

El estudio del bienestar subjetivo ha sido objeto de creciente interés en los medios académicos e investigativos. Su enorme vigencia no puede ser pensada como un resultado del azar, más bien es la consecuencia de la continua ampliación que ha venido experimentando el concepto de calidad de vida, expresada en 2 vertientes fundamentales.

La primera se refiere a la conciencia adquirida de la responsabilidad común ante los hechos ambientales y ecológicos, que de alguna manera se conecta con una concepción del hombre como elemento indisolublemente ligado en una red de interdependencias con dichas instancias; aspecto que le confiere al concepto su valor planetario, social, comunitario y colectivo.

La segunda, en cambio, surge de la preocupación por los aspectos cualitativos y cotidianos de la vida, que el desarrollo económico y tecnológico sin más no puede garantizar, y que guarda relación con un creciente sentimiento de frustración derivado, principalmente en el mundo desarrollado, del sometimiento del hombre por la tecnología y el mercado. Ello le otorga al concepto un rostro más humano, atento a los pequeños detalles y a los aspectos más individuales de la existencia, como son el dolor y la felicidad.

Por tal motivo el concepto de calidad de vida, que en un primer momento estuvo circunscrito al desarrollo a niveles macro, con un carácter meramente económico, posteriormente privilegió la implementación de programas sociales, y con ello la necesidad de trabajar con indicadores de esta naturaleza.2 Sin embargo, los indicadores macroeconómicos como el producto nacional bruto y los indicadores sociales como la esperanza de vida al nacer, la escolarización y la tasa de mortalidad infantil entre otros muchos, expresan unos datos y unos hechos vinculados al bienestar social de una población, pero no reflejan necesariamente el grado de satisfacción y felicidad de que dicha población puede gozar.

Fue precisamente la constatación de la relativa independencia entre las percepciones de bienestar, con relación a las condiciones objetivas de vida,3 la que condujo a pensar que los indicadores materiales y objetivos pueden ser elementos necesarios, pero no suficientes, para dar cuenta del bienestar subjetivo de los pueblos y los individuos. De ahí que la calidad de vida objetiva deba pasar necesariamente por el espacio vital de las aspiraciones, de las expectativas, de las referencias vividas y conocidas, de las necesidades, y en último término, de los valores de los sujetos para, sólo a través de dicho espacio, convertirse en bienestar subjetivo.

Basados en el paradigma cognitivista de que más que a la realidad objetiva, el hombre reacciona a la percepción que de ella tiene, comienzan a proliferar estudios que inquieren directamente en el sujeto acerca de su bienestar, y toman en consideración las expectativas, las necesidades, los reclamos de los seres humanos en sus experiencias personales y su actividad cotidiana como elementos fundamentales que intervienen en la dinámica de los contextos en que interactúan. No obstante la aceptación de estos presupuestos, las ciencias sociales, impregnadas de una fuerte influencia positivista, han venido estudiando este complejo constructo, mediante métodos y técnicas que fueron diseñados para la investigación de objetos con un menor grado de complejidad, como es el caso de algunos procesos en las ciencias naturales.

El grado creciente de complejidad que suponen en el estudio del bienestar subjetivo los procesos conscientes, los de intencionalidad, elección y autodeterminación, los procesos creadores, los de autorrealización, además de toda la gama de las actividades y los sentimientos humanos, hacen inoperantes las técnicas diseñadas para revelar relaciones lineales entre las variables en estudio.

El hecho de que el bienestar subjetivo es un resultado que emana de relaciones sistémicas, requiere del uso de un pensamiento dialéctico, debido a que la compleja interacción dinámica entre todos sus elementos, da lugar a una nueva realidad que no puede ser reducida a la aditividad de sus partes componentes ni se puede deducir de las premisas anteriores, propiedad inherente a todo sistema.4

De ello se desprende que la ortodoxa relación causa-efecto en una sola dirección, da paso a interacciones de un grado tal de complejidad, que la actividad de una parte es a la vez causa y efecto de posición, estructura y función de cada uno de los otros constituyentes.5 Sin embargo, estas técnicas capaces de brindar soluciones en campos en que los procesos transcurren mediante relaciones lineales unidireccionales, pueden ser útiles en la identificación de los componentes del bienestar subjetivo en un primer momento, siempre que sus resultados sean entendidos sólo como un punto de partida para el abordaje cualitativo de sus interacciones. Tampoco deben generalizarse dichos resultados a contextos en los que la dinámica de las relaciones sea diferente.

El presente trabajo persigue el análisis crítico de algunos de los más recientes resultados de las investigaciones sobre el tema, basadas fundamentalmente en diseños cuantitativos que, al haber sido construidos para el abordaje de objetos pertenecientes a las ciencias naturales, pierden efectividad al utilizarse en objetos de mucho mayor nivel de complejidad, como resulta ser el caso precisamente del bienestar subjetivo.

La determinación macrosocial del bienestar subjetivo

El tratamiento científico de cualquier hecho social no puede prescindir del estudio del factor económico, dada su condición de determinante, en última instancia, en cualquier formación económico social.6 Un indicador que se deriva directamente del desarrollo económico es, por ejemplo, el de los ingresos y, en lo que a este se refiere, las investigaciones realizadas hasta ahora muestran resultados poco esperados.

En primer lugar, los reportes del bienestar subjetivo son más altos en los países ricos, mientras que los cambios en los ingresos, ya sea al nivel individual, como en el macrosocial, tanto en sentido negativo como positivo, parecen tener poca influencia en dichos reportes.7 Estudios realizados en Japón, Estados unidos y Francia revelan que a pesar del incremento en el ingreso experimentado por dichos países en los últimos 20 años, los reportes de bienestar subjetivo se han mantenido inalterables. Por otra parte, en la población norteamericana dichos reportes fueron estables en personas que habían incrementado sus ingresos y en personas que por el contrario, los habían disminuido.7 En tal sentido, las investigaciones realizadas en ganadores de la lotería, al mostrar solo un incremento temporal de bienestar subjetivo relativamente corto (aproximadamente 3 semanas), brinda un importante soporte, según sus autores, a la hipótesis acerca de la poca correlación entre los ingresos y el bienestar subjetivo de las personas.8

Esta aparente contradicción puede ser el resultado de un error metodológico muy común en la investigación de corte positivista, que resulta de la descontextualización de una variable, que solo adquiere sentido en el sistema de relaciones en que se encuentra imbricada, para estudiarla aisladamente o en un sistema de relaciones artificial, en donde se controlan una serie de variables, que a juicio del investigador, son confusas, pero que en la realidad juegan su papel en el fenómeno investigado. De manera que si los ingresos, tanto al nivel estatal, comunitario o individual son abstraídos para establecer su relación con los reportes de bienestar subjetivo, los resultados no pueden reflejar su verdadera participación en este último.

Los resultados de carácter más holístico en cuanto a bienestar subjetivo provienen de recientes estudios trans-culturales,7 que muestran diferencias significativas en cuanto a los reportes ofrecidos en las diversas culturas. Según estos autores, las mayores diferencias emanan de lo que llaman culturas individualistas y colectivistas. Las primeras son aquellas que enfatizan el papel de lo individual como elemento decisivo para el éxito, ellas refuerzan la autonomía y los motivos individuales; por el contrario, en las colectivistas, el grupo es considerado más importante que la individualidad, por lo que privilegian la armonía y el funcionamiento grupal en detrimento de las emociones y motivos individuales. De acuerdo con Diener, las naciones individualistas ofrecen muy altos reportes de bienestar subjetivo en general. También sus tasas de divorcio y suicidio resultan particularmente altas.7

Parece ser, según estos autores, que en dichas naciones, las atribuciones acerca de los eventos que le ocurren a los individuos, tienen un carácter interno, es decir, atribuyen a sí mismos los resultados de sus acciones, de manera que los efectos de los acontecimientos se amplifican, tanto si son negativos como positivos. Este resultado podría ser explicado además por el insuficiente apoyo social que durante los períodos difíciles se aprecia en este tipo de cultura. En resumen, según estos hallazgos, en los países individualistas, el mayor número de los sujetos reporta niveles más cercanos a ambos extremos de la curva.

Por su parte, en los países colectivistas, al darle prioridad al grupo, generalmente existe una estructura social más segura que probablemente produzca, tanto, una menor cantidad de personas muy felices, como menos sentimientos de depresión y soledad; luego, los valores tenderán a agruparse hacia el centro de la curva.

Mediante estos razonamientos los autores pretenden explicar la coexistencia de tasas que expresan aparente contradicción. Sin embargo, a pesar de que estos factores pueden tener cierto peso en la explicación, queda claro que no pasan de ser especulaciones a partir de los resultados encontrados. Mucho más convincentes podrían resultar otros diseños que permitiesen la identificación de todas las variables que intervienen, así como la explicación dinámica de su entramado de relaciones.

Otras investigaciones mostraron diferencias significativas entre las naciones en términos de cómo las normas vigentes de las distintas culturas, manejan la experiencia emocional.8 Por ejemplo, se encontró que en los países en que se valida socialmente el experimentar emociones positivas, los reportes de este tipo de vivencias fueron significativamente superiores; sin embargo, el no encontrar relaciones con un adecuado nivel de significación para las emociones negativas, llama a la cautela en cuanto a la interpretación de dichos datos (Suh E, Diener E. Subjetive well-being: Issues for cross-cultural research. En: Zoh MH. Proceedings of the Korean Psychologic Association Symposium on Quality of Life. Seval, Korea, pags 22-49, 1995.).

La determinación microsocial del bienestar subjetivo

Los conocimientos que en la actualidad se tienen con relación al papel del micromedio en la determinación del bienestar subjetivo se limitan al reconocimiento de una serie de variables que inhiben relaciones de significación estadística con dicho constructo. Una de las variables que con más consistencia predicen el bienestar subjetivo en este nivel, según dichos estudios, es el status marital. Las personas casadas o unidas consensualmente de ambos sexos reportan mayores niveles de felicidad que aquellas que nunca han estado casadas o unidas, las divorciadas, las viudas o las separadas.9 Resulta obvio que la vida en pareja, cuando está provista de una adecuada comunicación, provee a los miembros de interacciones sociales significativas y de un nivel de apoyo material, emocional, económico, instrumental o de información, que generalmente modula positivamente su relación con el medio.10

Por otra parte, los efectos deletéreos de las relaciones matrimoniales conflictivas no sólo se evidencian en los reportes de bienestar subjetivo de los miembros de la pareja, sino en los de los niños provenientes de dichos hogares. Algunos autores han hallado diferencias significativas en cuanto a los niveles de satisfacción con la vida reportados por personas que fueron educadas en hogares con conflictos y los que crecieron en familias con relaciones adecuadas.11

La constatación en diversas culturas de inferiores niveles de satisfacción con la vida en adultos que provienen de hogares problemáticos, comparados con los que muestran los que se educaron sin este tipo de dificultades, contribuyó al desarrollo de hipótesis concernientes a la posible relación entre el funcionamiento familiar y el bienestar subjetivo. Las posibilidades que ofrezca el micromedio para la satisfacción de las necesidades de las personas, es otra de las variables relevantes en su estudio.

Según Canton, los éxitos académicos y la intimidad constituyen poderosos satisfactores en estudiantes universitarios. La participación social, por su parte, resulta un fuerte predictor de bienestar entre las personas jubiladas, mientras que la satisfacción con el trabajo lo es entre los que se encuentran en edad laboral.12 En estos resultados se pone de manifiesto el importante papel que juegan en los reportes de bienestar de los sujetos, las instituciones que se enmarcan en el micromedio del individuo como puede ser la familia, la escuela, los centros laborales y aquellas que agrupan a algunos ciudadanos como las logias, los círculos de abuelos, por mencionar solo algunas.

La variable apoyo social adquiere su mayor relevancia en este nivel de determinación. El papel de la pareja, la familia, los grupos de referencia y pertenencia del sujeto, generalmente constituyen poderosas fuentes de apoyo emocional, informativo e instrumental para las personas.10 Investigaciones realizadas en la Facultad de Salud Pública dan cuenta de la importancia de esta variable en los reportes de satisfacción de los individuos en diversos municipios del país, al constituir su ausencia, un factor de riesgo de insatisfacción en el grupo de mujeres de edad mediana.13

El nivel de determinación individual del bienestar subjetivo

Los datos empíricos de que se dispone en la actualidad con relación a la poca capacidad explicativa que tienen las variables demográficas en los reportes de bienestar de los individuos, han conducido a que los científicos dedicados al estudio del bienestar subjetivo, centren su atención en los procesos de adaptación, y por ende, en los mecanismos personológicos encargados de su regulación. En apoyo a los estudios que relacionan la personalidad con el bienestar subjetivo están los resultados que muestran estabilidad en los reportes, con independencia de la cantidad y calidad de los eventos vitales experimentados.14

Los investigadores dedicados a investigar sobre el bienestar subjetivo parten de la premisa de la determinación biológica de los rasgos de personalidad, de ahí que una buena parte de los estudios se refieran al temperamento. Este, en su condición de componente de la personalidad con una mayor carga genética, tiene un poderoso efecto en el bienestar subjetivo. Estudios llevados a efecto en la adultez con gemelos monocigóticos separados al nacer, comparados con dicigóticos criados juntos, han revelado la fuerte base genética que poseen los afectos positivos y negativos. Posterior apoyo a estos datos se ha encontrado en estudios que obtuvieron medidas de reactividad emocional en niños de edad temprana, como fuertes predictoras de posteriores respuestas de miedo.15 Importantes diferencias en cuanto a la reactividad emocional han sido observadas en niños de 2 días de nacidos. Kagan y otros identificaron 2 grupos de niños, uno con estilos de evitación de eventos nuevos (niños inhibidos), y otro con un estilo dirigido al enfrentamiento a dichos eventos (niños desinhibidos).15 Esos datos han dado lugar a hipótesis que relacionan esos estilos emocionales con la diferencial excitabilidad de la amígdala y sus proyecciones en el sistema motor, el cíngulo, el córtex frontal, el hipotálamo y el sistema nervioso autónomo.16

Así, factores genéticos pueden conducir a diferencias en la reactividad de los centros emocionales del cerebro, los cuales predisponen a las personas a experimentar diferentes grados de emociones placenteras y displacenteras. Obviamente este enfoque imprime un carácter fatalista en cuanto a la determinación del bienestar subjetivo, al conceder una importancia de segundo orden al medio social en que se desenvuelve el sujeto. Ello podría ser el resultado de los sesgos metodológicos ya señalados.

En cuanto a los vínculos personalidad/bienestar subjetivo, los investigadores han examinado la relación de este constructo con 137 rasgos,17 entre los cuales, la mayor atención teórica se ha concedido a la extraversión y el neuroticismo. En general, los estudios han mostrado una relación de significación entre la extraversión y los afectos positivos; por otra parte, el neuroticismo se relaciona con los afectos negativos.

Muchos de los estudios que se han interesado por la relación personalidad-bienestar subjetivo, han asumido los supuestos teóricos de Eysenck, que considera que la personalidad puede ser resumida en 3 dimensiones fundamentales: extraversión, neuroticismo y psicoticismo.17

Los individuos que obtienen altos puntajes en extraversión se caracterizan por ser sociables, asertivos, vivaces y propensos a la búsqueda de sensaciones; los que poseen altos niveles de neuroticismo, son ansiosos, deprimidos, emocionales y con baja autoestima; mientras que los puntajes altos en psicoticismo evidencian agresividad, conducta antisocial, egocentrismo y creatividad.

Para Eysenck los rasgos de extraversión e introvesión tienen su base en las diferencias en cuanto a la excitación. Los extravertidos son individuos crónicamente subexcitados, mientras que los introvertidos se caracterizan por la constante sobreexcitación. El óptimo grado de excitación para ambos individuos es aproximadamente igual, y la conducta persigue la compensación, de modo que los extravertidos buscan situaciones excitantes para incrementar su excitación, mientras que los introvertidos las evitan para inhibirla.18

Sin embargo, la relación personalidad-bienestar subjetivo no puede ser examinada abstrayendo subsistemas de la primera, como es el caso de la extraversión y la introversión, para establecer sus relaciones con el constructo en estudio. Ello contradice los principios básicos de la Teoría General de Sistemas, que postula la comprensión del todo, y nunca el estudio de una variable o subsistema de forma aislada, por carecer de relevancia su papel fuera del sistema a que pertenece.5 Luego, el bienestar reportado por el sujeto no está solamente determinado por la posesión de determinado rasgo, sino por el resultado de las complejas relaciones que se dan al nivel personológico como un todo, en cuya base interactúa un considerable número de variables.

Conclusiones

Un examen pormenorizado de los diseños empleados para el estudio del bienestar subjetivo, muestra la orientación positivista que en los mismos subyace.

La tendencia a la descomposición del objeto, para establecer la asociación entre diversas variables (que a juicio del investigador son relevantes) y el constructo, ofrece, como en el caso que nos ocupa, una comprensión distorsionada de los verdaderos determinantes del bienestar subjetivo. Este es el resultado de la actividad sistémica de diversos objetos sinergéticos, como son el macromedio, con sus subsistemas económico, jurídico, sociodemográfico; también el micromedio, que comprende subsistemas tales como la familia, la institución escolar, laboral, de salud, de recreación, de cultura, los grupos de referencia y el individual, que regula a través de la personalidad, las influencias de la biología y los sistemas antes mencionados.

Estos problemas de índole teórico-metodológico, son en gran medida, los responsables de los resultados contradictorios apreciados a lo largo de este trabajo, y que se atribuyen a deficiencias particulares de cada estudio.

Summary

A review of the papers on subjective well-being published in the world during the last years was made. The results obtained were critically analyzed taking into account the epistemological foundations that served as a sustenance. The fact that the studies about subjective well-being are still in force shows the increasing awareness of the investigators about the importance of studying those factors influencing positively on health. The understanding of the complex skein of interactions determining the subjective well-being at the macrosocial, microsocial and individual levels is an indispensable requirement for the implementation of interventions at the primary health care level and for elevating this indicator so closely related to health.

Subject headings: POPULATION WELL-BEING; FAMILY WELL-BEING; EMOTIONS; PERSONAL SATISFACTION; HAPPINESS; QUALITY OF LIFE; SYSTEMS THEORY.

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Recibido: 24 de septiembre de 2001. Aprobado: 6 de julio de 2001.

Lic. Guillermo Díaz Llanes. Calle Línea esquina I, Vedado, municipio Plaza de la Revolución, Ciudad de La Habana, Cuba.

 

1 Máster en Psicología de la Salud. Profesor Asistente de la Escuela Nacional de la Salud Pública.

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