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Revista Cubana de Medicina General Integral
versión On-line ISSN 1561-3038
Rev Cubana Med Gen Integr v.20 n.1 Ciudad de La Habana ene.-feb. 2004
Criterios de salud en mujeres de diferentes edades
Resumen
Se muestra el trabajo descriptivo realizado en el primer trimestre del año 2001 en el área de salud del Policlínico Docente "Dr. Mario Escalona Reguera", en Alamar, Ciudad de La Habana. En este, se reflejan entrevistas o encuestas a mujeres de diferentes edades, donde se precisan sus criterios acerca del concepto de salud, y en función de este identificar cómo evalúan su estado actual, qué piensan que deben hacer para mejorarla y qué realmente hacen en ese sentido. Los resultados principales obligan a pensar en la necesidad de crear grupos de reflexión sobre el tema para dar espacio a él desde sus diferentes aristas y lograr cambios de actitud a largo plazo entre ellas. Asombra el hecho de que las encuestadas adultas se asombren del tema sobre el que versaría la entrevista que se realizaría y reconozcan que nunca habían reparado en este asunto.
Palabras clave: Mujeres, salud, psicología.
El concepto de salud durante siglos ha hecho que esta se haya identificado con todo lo opuesto a la enfermedad. En su momento, la definición de la Organización Mundial de la Salud superó esta deficiencia, y la definió como "un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de afecciones o enfermedad", 1 sin embargo este es un estado que a nuestro juicio es muy difícil de alcanzar. Esta definición, elaborada en 1946, sirvió de base para nuevas propuestas, se comenzó a criticar por considerársele estática e imprecisa.2 Surge entonces en los años 70 la definición de Lalonde, que considera a la salud como el resultado de múltiples factores ambientales, comportamentales, hereditarios e incluso considera los relacionados con los servicios de salud que recibe el individuo.
En la década de los 80 Milton Terris elabora una definición operativa al plantear la buena salud como el equivalente a sentirse bien (bienestar) y tener capacidad de funcionamiento en general.2
En síntesis, en la evolución de este concepto, hubo etapas en que se daba prioridad al elemento biológico, pero se ha demostrado que la salud y la enfermedad van más allá del aspecto físico. Ambas están condicionadas por otras situaciones, de ahí que para diagnosticar hacia uno u otro polo, tengamos que tener en cuenta el mundo subjetivo del individuo con toda su riqueza y matices, así como sus estilos de afrontamiento ante acontecimientos de la vida relacionados con el logro o manutención de la salud, entre otros aspectos que dependen mucho de las características sociales y culturales que lo han rodeado y en las que vive.3 La manutención de la salud o su deterioro están inexorablemente ligados a los modos de vida social, a los riesgos y a actos ambientales, a los alimentos de la dieta, así como al espacio público en que viven los individuos.4 Solo es posible adoptar un estilo de vida sano, cuando se cuenta con los conocimientos, las oportunidades y la voluntad de hacerlo.5 Aunque la salud es un fenómeno hacia el que se tiene una actitud positiva, es decir, todas las personas verbalizan su deseo de estar sanas, en la complicada jerarquía motivacional de los individuos, no siempre aparecen acciones que la promueven.6
El profesional de la salud debe potencializar el factor social de esta, cuando en sus acciones promueve y/o fortalece condiciones saludables de vida. Sus conocimientos le permiten desempeñar un destacado papel en el mantenimiento de la salud, y en una organización como la nuestra, la labor educativa y de promoción y prevención puede realizarse por la cobertura que tiene la población a dichos servicios.3
La tendencia observada es que la gente busca el olvido de todo lo estresante, en hábitos no saludables (consumo de alcohol, tabaco, drogas).5 Encuestas realizadas en Canadá demostraron que entre los principales problemas de salud de la mujer también estaba el estrés,7 apreciación que tenemos en nuestro trabajo asistencial. Esto nos llevó a la realización de este estudio con cuyos resultados nos permitirán elaborar estrategias de acción más efectivas al respecto.
Métodos
El estudio se desarrolló en el primer trimestre del año 2001 y fue nuestro propósito, evaluar el comportamiento de algunas variables relacionadas con la salud entre adolescentes y en mujeres en edades comprendidas entre los 20 y los 55 años y con más de 9no grado como escolaridad vencida. Para la selección de la muestra de adolescentes de 9no grado (15 años) utilizamos el azar, y de todas las féminas matriculadas en la secundaria básica del área en ese nivel, trabajamos con 23, que constituyen el 50 % del total. La muestra de adolescentes de 12o grado (17 a 18 años) la conformamos por el mismo procedimiento en el IPUEC correspondiente, y la integraron 23 adolescentes. Para los otros 2 grupos de mujeres (trabajadoras y amas de casa), revisamos la ficha familiar de un consultorio médico atendido por la autora del estudio, y se seleccionó al 50 % de aquellas que tienen vínculo laboral (18 mujeres) e igual tanto por ciento de las que no lo tienen (16 mujeres). En todo caso, fueron excluidas aquellas que tuvieran menos del nivel escolar señalado, padecieran algún trastorno psiquiátrico o se negaran a participar en el estudio. Se elaboró una encuesta con preguntas generalmente cerradas, excepto la que explora el concepto de lo que es salud, para no limitar las expresiones de contenidos, las cuales fueron analizadas para establecer categorías generales que facilitaran la valoración de los resultados totales a través de tanto por ciento. El dato primario se recogió de forma colectiva en las escuelas referidas, y de manera individual en las amas de casa y trabajadoras en sus propios hogares. El anonimato se garantizó, porque al término de la aplicación, la encuestada colocaba su planilla en un sobre donde estaban todas las restantes guardadas.
Resultados
Los resultados obtenidos apuntan a que 59 de las mujeres entrevistadas (72 %) tienen un concepto limitado de lo que es salud, y la definen simplemente por la ausencia de enfermedad (física o mental). Llama nuestra atención que integran los elementos biológicos, psicológicos y sociales en su concepto de salud solo 9 féminas (11 % del total de encuestadas), con predominio de las que en edad laboral, no tienen vínculo de este tipo (el 19 % de estas). Pudiera ser que la cotidianidad de las labores domésticas influya en su sensación de estado no saludable, o dispongan de más tiempo para recibir información de los programas radiales diurnos sobre temas de salud que le permitan mejor calidad en el análisis de su estado.
A partir de esta definición, observamos que la mayoría se evalúa como mujeres sanas o relativamente sanas, sin gran diferencia entre estos 2 grupos (42,7 % y 45,1 % respectivamente), lógicamente el mayor tanto por ciento de salud está entre las adolescentes de menor edad (68 % de estas), etapa del desarrollo individual en que ninguna se valora como enferma. De todas las mujeres, solo 2 (2,4 %) se consideran así, y en estos casos se refieren a problemas de salud biológicos, diagnosticados en los últimos 6 meses. A pesar de esto, la mayoría, a nivel de ideas, considera la posibilidad de que mejorara su estado de salud si se consolidaran cambios en alguna esfera de sus vidas, en primer lugar para el universo de estudio apareció la familia como área susceptible de modificaciones (20,7 % lo consideró así). Cambia el sentido de estas apreciaciones, si bien entre las adolescentes menores (que fue esta la única área señalada) se apunta la rigidez educativa familiar, los altos niveles de exigencia de los padres con relación al tiempo que ellas dedican al estudio individual y los hábitos tóxicos entre los adultos (tabaquismo y alcoholismo). Entre las mayores de este período de desarrollo, se señala la incomprensión o no aceptación familiar de las parejas que han establecido o desean establecer; mientras tanto, entre las adultas ya sea trabajadoras o no, se abordan los deseos de cambios relacionados con las reacciones de los hijos próximos a la adolescencia.
Además de la familia, las adolescentes mayores identifican posibles cambios en la vida de relación con otros (26 %), y en igual tanto por ciento aparecen las que se refieren a su vida escolar, aspectos estos que están en correspondencia con necesidades básicas de la edad: relaciones interpersonales y aspiraciones profesionales.
Entre las mujeres trabajadoras y no trabajadoras se reflejaron diferencias. Las primeras apuntan abiertamente a modificaciones urgentes en su dinámica de relación de pareja (22,2 %) ¿Tendrá esto alguna relación con el hecho de estar padeciendo sobrecarga doméstica, en tanto, al ser amas de casa se les ha asignado y tienen que asumir, sin ayuda familiar alguna, la realización de todas las labores del hogar, para las que tienen todo el tiempo del día según sus compañeros? En segundo lugar, y en el 16,7 % de ellas, se considera el cambio en las relaciones con otras personas como posibilidad de mejorar la salud; aquí se evidencia a nuestro juicio una defensa a la calidad de su espacio social, a pesar de la no correspondencia entre el lugar que le otorgan conceptualmente a este elemento y lo que declaran al ser interrogadas al respecto. Entre las no trabajadoras, se destaca de manera importante el número de las que aboga por modificaciones en sus hábitos de vida en general (43,8 %), fundamentalmente sus hábitos alimentarios y la calidad y frecuencia de su recreación. Este aspecto es poco tenido en cuenta por las trabajadoras, y responde a nuestro juicio, a la variedad del contenido de vida de cada uno de estos grupos.
En la práctica tienen una actitud promotora de salud (desde la óptica de las propias encuestadas), pues el 93,8 % de ellas se refieren a la realización sistemática de ejercicios, mayormente las adolescentes más pequeñas, el 41,5 % señala dedicar tiempo del día a la realización de algo que les satisfaga personalmente (aquí encontramos contenidos que podrían enriquecerse en todos los grupos estudiados, pues básicamente se refieren a conversaciones con vecinas o sencillamente dormir, actividades estas no siempre muy productivas en cuanto a un verdadero desarrollo espiritual, profesional o personal). Un menor grupo reconoce que ni a actividades de ese tipo pueden dedicarse, porque no disponen del tiempo, pero aún más preocupan aquellas que consideran que no tienen que hacer nada para mantener o mejorar su salud.
La fuente principal de información sobre temas de salud que reconocen estas mujeres encuestadas es, en primer lugar, la familia (35,4 % lo señala así), y en segundo lugar, la autogestión, su propia búsqueda en literatura o en algún profesional para aclarar alguna duda. Esto da la medida de lo importante del trabajo con las familias para que verdaderamente sean capaces de trasmitir a sus descendientes, desde las primeras edades, el valor salud en el lugar de la jerarquía que le corresponde, pero nos alarma que el equipo primario de salud sea considerado principal fuente espontánea de mensajes de estos temas solo en el 15,9 % de las encuestadas. Un análisis por grupo, nos lleva a que entre las adolescentes menores y las mujeres trabajadoras hay una actitud activa en cuanto a la búsqueda de información de salud; sin embargo, las adolescentes mayores no consideran que exista vía alguna que se ajuste en su información a sus intereses de salud, mientras que las amas de casa se apoyan en la prensa radial o escrita.
Conclusiones
Generalmente se define la salud como la ausencia de enfermedad, como tradicionalmente se ha constatado, y las mujeres consultadas se describen en su mayoría como sanas o relativamente sanas. Un número importante de las encuestadas considera válida la posibilidad de cambios que mejorarían su estado actual de salud, sin embargo, aunque parecen dedicarse espacios psicológicos, lo que hacen en la práctica no guarda relación alguna con necesidades de salud que motiven el comportamiento. Estos no son realmente enriquecedores para el logro de salud en su sentido integral, por lo que la labor de nuestros profesionales en la atención primaria podría ir encaminada a fomentar que la mujer tome decisiones en cuanto al logro o manutención de su propia salud: tienen las oportunidades para esto, por lo que debemos trabajar en el elemento informacional y afectivo para un cambio de actitud favorable.
La fuente reconocida como principal en información de salud es la familia, y se relega el equipo primario de atención a posiciones que evidencian su actitud pasiva en cuanto a Educación para la Salud en este grupo importante de la población.
Summary
The descriptive work carried out in the first quarter of 2001 in the health area of "Dr. Mario Escalona Reguera" Teaching Polyclinic, in Alamar, Havana City, is shown. The interviews and surveys done among women at different ages are presented. Their criteria about the health concept are determined and according to them it is possible to know how they evaluate their current health status, what they think they should do to improve it and what they really do in this sense. The main results make us believe that it is necessary to create groups to reflect on this topic, to approach it from different angles and to attain changes in their attitude in the long term. It is stressed the fact that the adult surveyed women were astonished when they heard about the topic of the interview and they themselves recognized that they had never considered it.
Key words: Women, health, psychology.
Referencias bibliograficas
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- Sánchez L, Amaro Ma. del C, Cruz NM, Barriuso A. La salud y la enfermedad. En: Introducción a la medicina general integral. La Habana: Editorial Ciencias Médicas; 2001: 85-90.
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- Núñez de Villavicencio F. Relación soma-psiquis. En: Psicología y salud. La Habana: Editorial Ciencias Médicas; 2001: 239.
- Epp J. Lograr la salud para todos: un marco para la promoción de salud. En: Promoción de la salud:una antología. Washington: OPS; 1996: 25-36.
Recibido: 26 de junio de 2003. Aprobado: 15 de diciembre de 2003.
Lic. Clara Pérez Cárdenas. Policlínico Docente "Mario Escalona Reguera", Alamar, municipio Habana del Este, Ciudad de La Habana, Cuba.
1Especialista en Psicología de la Salud. Máster en Psicología Clínica. Profesora Asistente de la Facultad "Calixto García".