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Revista Cubana de Medicina General Integral
versión On-line ISSN 1561-3038
Rev Cubana Med Gen Integr v.20 n.1 Ciudad de La Habana ene.-feb. 2004
Trabajos de revisión    
 
Mirta Álvarez Castelló,1 Iris M. García Gómez,2 Raúl Castro Almarales3 y Mercedes Ronquillo Díaz 4
Rinitis  alérgica y rinosinusitis. Una revisión necesaria    
 
Resumen    
  
    La importancia de las enfermedades alérgicas, y entre ellas de  la rinitis alérgica, así como su costo económico y de recursos  humanos, tanto como su prevalencia, está fuera de toda duda. Esta entidad  representa la sexta causa de enfermedad crónica en EE.UU. y tiene un gran  impacto en la calidad de vida de los pacientes que la padecen. La rinitis alérgica  es un desorden heterogéneo y su alta prevalencia es aún subdiagnosticada.  Está caracterizada por uno o más de los siguientes síntomas:  estornudos, picor nasal, secreción y congestión nasal. Muchos agentes  están involucrados con esta entidad, entre ellos, pólenes, hongos,  ácaros y animales domésticos. Atendiendo a que la rinitis y la sinusitis  mantienen síntomas en común como la pérdida del olfato y  la obstrucción y el drenaje nasal, se prefiere denominarla como rinosinusitis.  Muchos estudios han identificado a la rinitis como un factor de riesgo para el  asma, con una prevalencia entre 80 y 90 %. Esta revisión pretende repasar  aspectos fundamentales de estas entidades como definición, etiología,  clasificación, síntomas y tratamiento, y servir de guía para  aquellos médicos que de una forma u otra tratan ambas afecciones con un  impacto demostrado en la calidad de vida de los que las padecen.    
 
Palabras  claves: rinitis, rinitis alérgica, rinosinusitis.     
 
La nariz  constituye la parte superior del aparato respiratorio y es la que establece un  contacto inicial y más directo con el ambiente exterior. La relación  entre la afección de las vías respiratorias superiores e inferiores  está ya fuera de toda duda. Del 20 al 40 % de los pacientes con rinitis  sufren de asma, mientras que del 30 al 50 % de los asmáticos padecen rinitis.1    
  
La rinitis no es más que la inflamación de la mucosa nasal,  que se manifiesta por picor nasal, estornudos, rinorrea y obstrucción nasal.  Se la ha llamado de distintas formas, como Catarrhus aestivus o catarro  primaveral, epidemia de la revolución posindustrial, al ser más  frecuente en zonas desarrolladas, y fiebre del heno (mal llamada, porque el heno  no está involucrado en todos los casos y no hay fiebre).2    
  
Ocupa el segundo lugar entre las enfermedades que tratan los alergólogos,  precedida solo del asma bronquial, y puede presentarse aislada pero, más  frecuentemente, asociada a otros procesos, por lo cual hemos querido llevar a  todos los especialistas que tienen que atender esta entidad una guía para  su control para de esta forma contribuir a mejorar aún más el estado  de salud de nuestro pueblo.     
 
Epidemiología    
 
    La creciente importancia  epidemiológica de la rinitis alérgica en las últimas décadas  se basa en el aumento constante de su prevalencia, sobre todo en los países  industrializados. En algunos de estos países la rinitis alérgica  puede afectar a más del 25 % de la población. Por ejemplo, en los  países de la Unión Europea, la rinitis alérgica afecta a  unos 55 millones de personas (10 - 20 %), mientras que en los EE.UU. son 50 millones  de personas (20 - 30 %) las afectadas por esta enfermedad, lo que la convierte  en la sexta enfermedad crónica en ese país. Se estima que el 20  % de los casos presentan rinitis alérgica estacional, 40 % tiene rinitis  perenne y otro 40 % son mixtos.3 En Inglaterra  afecta al 10 % de la población y en Australia al 28. En España,  unos 6 millones de personas padecen de rinitis alérgica (el 15 % de la  población),4-6 mientras, comparativamente,  el asma bronquial afecta a unos 2,5 millones de españoles (7 %). Tanto  la rinitis como el asma suelen darse con la misma frecuencia en varones y hembras.  La edad media de los pacientes con rinitis alérgica es de 23 años,  y el 75 % de los atópicos la inician en edad pediátrica, para ser  mayor la incidencia antes de los 5 años.     
 
Muchos pacientes,  con síntomas al inicio menores, no se tratan adecuadamente, por lo que  se producen complicaciones con cuadros de agudización recurrentes, que  pueden afectar al paciente, no solo desde el punto de vista físico y de  la calidad de vida, sino también desde el punto de vista económico,  con disminución de su capacidad laboral e intelectual,7  y por consiguiente, visitas al médico y consumo de medicamentos, además  de necesitar atención más especializada de segundo y tercer nivel.6    
  
Patogenia    
 
    El mecanismo inmunológico está mediado  por el tipo I de hipersensibilidad inmediata. Los antígenos, en este caso  alergenos como pólenes, hongos, ácaros y epitelios de animales domésticos,8  entre otros, se unen al CMH clase II de las células presentadoras de antígeno  de la mucosa nasal. En un individuo predispuesto ante la primera exposición  al antígeno, se sintetiza IgE, que se une a los basófilos y mastocitos,  y los sensibiliza, de manera que cuando se expone por segunda vez a este, se liberan  los mediadores de la reacción alérgica para favorecer la infiltración  de los basófilos y eosinófilos.     
 
De los diferentes mediadores  implicados, cinasas, triptasa, bradicinina, metabolitos del ácido araquidónico  (PG, LCT, TXA2), la histamina es el más importante. Se libera tanto en  la fase aguda, por los mastocitos, como en la fase tardía, por los basófilos.  El polimorfismo propio del CMH clase II y la diferente especificidad de los alergenos  por la unión a estos es lo que determinará que un individuo se sensibilice  o no.    
 
Además de esta respuesta inmediata, mediada por los mastocitos,  que se produce en los 30 min de la exposición al alergeno, existe una respuesta  tardía que se produce a las 3 a 12 horas de la exposición, mediada  por la infiltración celular de células mononucleares, basófilos  y eosinófilos. Los alergenos inducen la proliferación de linfocitos  Th2 y se liberan determinadas IL (de las cuales las más importantes son  la IL-4, 5 y 13) que promueven la formación de IgE mediante la estimulación  de los linfocitos B.    
 
Los mediadores liberados y sus efectos se asocian  directamente con la presentación del cuadro clínico. Así,  la vasodilatación inducida se traduce en congestión nasal, el aumento  de la permeabilidad vascular en rinorrea, y la irritación del sistema nervioso  autónomo en prurito y estornudos.9    
  
Clasificación     
 
    En diciembre de 1995 un grupo de expertos  se reunió en la sede de la Organización Mundial de la Salud (OMS)  en Ginebra para elaborar una nueva guía de recomendaciones para el diagnóstico  y tratamiento de la rinitis que, paralelamente, abordara otros procesos inflamatorios  interrelacionados y muy frecuentemente asociados como es el caso del asma. Así  nació ARIA, siglas que provienen del inglés y que significan "Rinitis  alérgica y su impacto en asma" (Allergic Rhinitis and its Impact  on Asthma). La iniciativa ARIA ha sido recientemente lanzada en Tokio en febrero  de 2001, y más recientemente en Europa, durante el Congreso de la Academia  Europea de Alergología e Inmunología Clínica en Berlín.  El Comité Ejecutivo de ARIA dispuso hacer su lanzamiento en América  del Sur, en el marco de las Jornadas Anuales de la Asociación Argentina  de Alergia e Inmunología Clínica (AAAIC).    
 
Uno de los  aspectos más importantes de ARIA es la propuesta de una nueva clasificación  de rinitis. Tradicionalmente se la ha clasificado en 2 grandes grupos: estacional  y perenne, y más recientemente se incorporó un tercer grupo  que es el ocupacional. Los pacientes con rinitis alérgica estacional  muestran cambios del cuadro clínico atendiendo a las variaciones de los  aeroalergenos, como pólenes y hongos. Los pacientes con rinitis perenne  mantienen síntomas casi todo el año, y los principales alergenos  son los ácaros, descamaciones del epitelio de los animales, cucarachas  y hongos. Sin embargo, por numerosas razones esta clasificación no es operativa  actualmente, por lo que se prefiere dividirla en 2 grandes categorías:  intermitente y persistente. Esta clasificación es más práctica  y adecuada a la actividad clínica de la "vida real", y por otro  lado tiene una enorme importancia desde el punto de vista de la investigación  clínica y de la intensidad del cuadro del paciente a nuestro entender.  En lo que a la severidad se refiere se han establecido 2 principales categorías:  leve y moderada/severa.10    
 
La  clasificación según la gravedad diferencia la rinitis alérgica  en leve, moderada y grave, según la presencia de síntomas,  afectación de las actividades diurnas y del sueño, y la solicitud  o necesidad de tratamiento. La clasificación de duración diferencia  los síntomas ocasionales: menos de 14 días para la estacional  y menos de 1 mes para la perenne; los síntomas de larga duración:  más de 2 meses para la estacional; y síntomas frecuentes:  más de 2 semanas al mes y más de 3 meses al año, para la  perenne.     
 
En la rinitis alérgica estacional las  sustancias alergénicas son pólenes y se presentan primordialmente  en primavera y otoño. Estos pólenes varían según las  zonas geográficas y climáticas. En España, por ejemplo, predominan  los pólenes de gramíneas, parietaria judaica y olivo. En Cuba son  conocidos la escoba amarga y el romerillo (Parthenium y Vigueria).     
 
El  estudio inicial de la rinitis alérgica debe ser realizado por los Médicos  de Familia en los centros de salud. No obstante, el tratamiento de la rinitis  alérgica debe ser compartido tanto por el Médico de Familia o de  cabecera, como por los diferentes especialistas (alergólogos, otorrinolaringólogos,  neumólogos, pediatras, etc.). Este diagnóstico debe basarse fundamentalmente  en la historia clínica, la exploración física y las pruebas  alérgicas cutáneas, como el Prick test con aeroalergenos,11  armas fundamentales de los alergólogos.    
 
Otros estudios son:      
 
- Citología nasal (buscando contenido celular, presencia de eosinófilos y para investigar otras causas de rinitis).
 - IgE total y específica.
 - Eosinófilos en sangre.
 -  Prueba  funcional ventilatoria.    
 
Los síntomas de la rinitis alérgica  pueden verse agravados (hiperreactividad nasal), además, por estímulos  inespecíficos como humo del tabaco, ambientes contaminados, olores fuertes  e irritantes, luz intensa, cambios bruscos de temperatura, etc. Muchos enfermos  con rinitis alérgica (del 20 al 40 %) muestran, además, asma bronquial  o hiperreactividad bronquial.    
 
Tratamiento    
 
    La ARIA propone  como tratamiento:    
 
En enfermedad intermitente leve (la colocación dentro de la lista no indica preferencia):
- Antihistamínicos orales o nasales. Vasoconstrictor nasal (no más de 10 días).
 - Vasoconstrictor oral (no en niños).
 
En enfermedad intermitente moderada/severa:
- Antihistamínicos orales o nasales. Antihistamínicos orales o nasales más vasoconstrictor.
 - Glucocorticoides nasales (reseña que aún no se ha demostrado su eficacia cuando se administra en pautas cortas y repetidas).
 - Cromonas: nedocromil e intal.
 
En enfermedad persistente leve: prueba terapéutica con los siguientes medicamentos y valorar a las 2-4 semanas:
- Antihistamínicos orales o nasales.
 - Antihistamínicos orales o nasales más vasoconstrictor.
 - Glucocorticoides nasales.
 - Cromonas.     
 
A las  2-4 semanas valorar si se encuentra libre de síntomas o son menos intensos,  continuar tratamiento y en el caso de los corticoides nasales disminuir su dosis;  si los síntomas persisten y son leves estando en tratamiento con antihistamínicos  o cromonas, cambiar a corticoide nasal y si presenta síntomas más  intensos pasar al siguiente escalón de tratamiento.    
 
- En enfermedad  persistente moderada/severa:     
 
- Primera línea de tratamiento:  corticoides nasales. Si la obstrucción nasal es importante se recomienda  añadir una pauta corta de corticoides orales o un vasoconstrictor nasal  (<10 días).     
 
Se aconseja una prueba terapéutica  de 2-4 semanas y valorar:     
 
1. No mejoría:    
 
-   Investigar causas de no respuesta frente a corticoides nasales, que pueden estar  dadas por el no cumplimiento, por la aplicación de una dosis inadecuada,  porque la obstrucción nasal no permita el paso adecuado de la medicación,  por la presencia de una afección nasal adicional, debido a un mal control  ambiental o a un diagnóstico equivocado, y será preciso entonces  doblar la dosis de corticoide nasal si el síntoma mayor es la obstrucción  nasal. Igualmente se podrá agregar antihistamínicos, si los síntomas  principales son estornudos, prurito o rinorrea, bromuro de ipratropium, si el  síntoma principal es la rinorrea, asì como también un antihistamínico  oral y vasoconstrictor.     
 
2. Mejoría:     
 
- Pasar  al escalón anterior de tratamiento (enfermedad persistente leve). Sin embargo,  el tratamiento debe continuarse por lo menos 3 meses o hasta que termine la estación  de polinización. En el tratamiento escalonado de descenso se debe mantener  el tratamiento con dosis bajas de corticoides nasales.     
 
3. Manejo  de la conjuntivitis:     
 
-  Antihistamínico ocular, cromona  ocular, suero salino, así como el empleo de antihistamínico oral.      
 
4. Referir al especialista si no es efectivo el tratamiento,  y si su duración es de 3 meses y no se ha obtenido una buena respuesta.    
  
5. Los principios de tratamiento son iguales en los niños. Además  de las medidas de evitación de alergenos, se recomienda el uso de suero  salino y antihistamínicos. Respecto al cromoglicato, además del  difícil cumplimiento de su pauta terapéutica, indica que es menos  efectivo que la levocabastina nasal y los corticoides nasales. Nosotros en nuestro  país lo utilizamos, tanto en niños como en adultos, con muy buenos  resultados.    
 
La investigación reciente mostró que algunos  antihistamínicos son capaces de bloquear la cascada de la reacción  alérgica, tanto en la fase precoz como en la tardía. De hecho, se  ha visto que algunos antihistamínicos, además del antagonismo directo,  inhiben la liberación de histamina a partir de las células cebadas  y, probablemente, de la activación de estas células. Más  recientemente se comprobó que la cetirizina, la desloratadina y la fexofenadina  también regulan la expresión y la liberación de múltiples  mediadores de fase tardía. Algunos estudios brindaron evidencia de que  estos nuevos fármacos pueden ejercer numerosos efectos en distintos pasos  de la cascada de inflamación alérgica. Así, se ha visto que  pueden inhibir la liberación de histamina, LTC4  y PGD2 mediada por IgE en células  cebadas y basófilos. Además, reducen la expresión de la molécula  de adhesión intercelular (ICAM-1) e inhiben la liberación de la  quemoquina IL-8 por las células epiteliales. La fexofenadina origina una  reducción, dependiente de la dosis de la liberación de IL-6 por  los macrófagos. Asimismo, es capaz de bloquear la liberación de  IL-6, IL-8, factor estimulante de colonias de granulocitos y macrófagos  (GM-CSF) y proteína catiónica de eosinófilos (ECP). Estas  observaciones coinciden con los efectos clínicos observados en pacientes  con rinitis, luego de las pruebas específicas de provocación.12    
  
El tratamiento debe ser individualizado e integral. Las medidas de evitación  de alergenos son también primordiales y debe educarse al paciente en el  conocimiento y cumplimiento de estas. A veces puede ser simple, sobre todo en  aquellos pacientes con 1 ó 2 sensibilizaciones, no así en los pacientes  sensibles a varios aeroalergenos.13    
 
En  resumen, la evaluación alergénica constituye el conjunto de medidas  dirigidas a disminuir la exposición del paciente a los alergenos, y entre  ellas destacan la disminución de la cantidad de ácaros en el hogar,  el alejamiento de los animales domésticos causantes, y la evitación  de la exposición laboral y ambiental.     
 
Los corticoides intranasales  constituyen la primera línea de tratamiento de la rinitis alérgica,  actúan a través de receptores específicos, son efectivos  sobre los síntomas y pueden administrarse durante largos períodos  (meses o años) sin riesgo importante de efectos secundarios.14  Nelson puntualiza que el efecto protector de ellos es mayor que el de los  antihistamínicos, antileucotrienos o la combinación de ambos,15  pues actúan bloqueando tanto la respuesta alérgica temprana como  la tardía, y constituyen potentes inhibidores de las respuestas de los  linfocitos T mediadas.16    
 
Los antihistamínicos,  surgidos en 1940 con el desarrollo de la difenhidramina, se agrupan actualmente  en 2 grandes grupos o generaciones (tabla), en atención a sus propiedades  sedativas.17 Estos medicamentos, tanto orales  como tópicos, actúan sobre todos los síntomas, menos sobre  la congestión nasal, y son más efectivos en las fases iniciales  y durante períodos cortos (días o semanas), aunque pueden administrarse  incluso durante meses. Entre estos son preferibles los de segunda generación.  La eficacia de los descongestionantes o vasoconstrictores nasales en la rinitis  alérgica es limitada, aunque su asociación oral con antihistamínicos  mejora la efectividad sobre la congestión nasal. Los anticolinérgicos  son altamente eficaces cuando predomina la rinorrea. Finalmente, la inmunoterapia  ha demostrado ser efectiva en pacientes con rinitis alérgica, y es la eficacia  mayor en la rinitis alérgica estacional que en la perenne.18,19      
 
Tabla. Preparados y dosis de algunos antihistamínicos  (H1)    
 

En  nuestro servicio usamos la inmunoterapia en aquellos pacientes que no mejoran  con medicación y cuyos síntomas la clasifican como moderada  y severa, ya sea intermitente y persistente y no tengan contraindicación  para ella.     
 
Tratamiento en la embarazada    
 
    Algunos antihistamínicos  pueden incrementar el riesgo de malformaciones congénitas. La cetirizina  y loratadina pueden usarse en el embarazo, al igual que la difenhidramina y la  dexclorofeniramina, que son las más usadas en nuestro medio, mientras que  la terfenadina y el astemizol están contraindicadas. Además, pueden  usarse los corticoides tópicos y el cromoglicato. La pseudoefedrina está  contraindicada al asociarse a gastroquisis. La inmunoterapia puede emplearse si  la paciente la estaba recibiendo previamente y no le provocaba efectos sistémicos,  pero se evita su inicio en la gestación.20    
  
Los antihistamínicos actúan por bloqueo de los receptores  de histamina (h1) y, aunque los estudios clínicos más recientes  se han enfocado en los antihistamínicos de segunda generación, para  dejar relegados a los compuestos de la primera generación, estos todavía  tienen un valioso lugar en la terapia. Ellos continúan disponibles y son  relativamente baratos y por tanto más rentables para el paciente. Varios  estudios han mostrado que el diferencial de sedación entre los antihistamínicos  de la primera y de la segunda generación puede ser distinto al que generalmente  se ha creído, sobre todo cuando se usan en dosis superiores que las recomendadas.17,21,22    
  
Antihistamínicos tópicos     
 
    Han demostrado tanta  o más eficacia que los orales, son rápidos y con buena tolerancia,  al actuar localmente, además de no ser más costosos.     
 
La  azelastina de segunda generación, fue el primero en comercializarse en  España. La dosis estándar es de 0,56 mg/día y se aplica un  puff (0,14 %) en cada fosa nasal 2 veces al día. Su uso prolongado  es más eficaz que el uso a demanda. Los efectos secundarios más  frecuentes son el aumento de peso, gusto amargo y somnolencia. No se recomienda  su uso en el embarazo puesto que ha demostrado ser teratógeno en ratas.23  Una buena parte del fármaco se absorbe al nivel sistémico, por lo  que podría mejorar los síntomas oculares.     
 
La levocabastina,  a diferencia de la azelastina, tiene una absorción sistémica mínima,  por lo que puede usarse en el embarazo y lactancia.24  Al igual que la azelastina se administra un puff (0,05 %) en cada fosa  nasal 2 veces al día.     
 
Entre los descongestionantes de uso más  frecuente tenemos la pseudoefedrina oral (adultos, 60 mg cada 6 h, y en niños  de 2-6 años, 15 mg; más de 6 años, 30 mg), y la fenilpropanolamina  oral (adultos, 25 mg cada 4 h, y en niños de 2-6 años, 6,25 mg cada  4h; 6-12 años, 12,5 mg cada 4 h), la fenilefrina tópica (1-3 gotas  o pulverizado nasal, 0,25-1 % cada 4 h).    
 
Otras terapias de reciente  uso en la rinitis alérgica son los antileucotrienos por vía oral  que han mostrado ser efectivos controlando la rinorrea, la congestión y  la liberación de mediadores inflamatorios,25  al igual que el omalizumab (anti Ig E).26,27     
  
Un tratamiento integral y sistemático para la rinitis alérgica  es muy importante atendiendo a su frecuente asociación con otras entidades,  las cuales no logran su control sin un adecuado manejo de ella, como es el caso  de la rinosinusitis y el asma bronquial.     
 
La rinitis es una entidad  que, a pesar de repercutir en la calidad de vida de los que la padecen, permanece  subdiagnosticada, y a nuestro entender subvalorada y sin un adecuado manejo por  parte del médico y del paciente, por lo que se desconoce que sin un control  adecuado de esta aparecerán complicaciones en su evolución. Su tratamiento  debe ser manejado por todos los profesionales de la salud, y solicitar siempre  una valoración por parte del especialista de otorrinolaringología  y alergia en los casos de difícil control o en los que lo requieran, por  la intensidad y duración de los síntomas, para valorar otras terapéuticas  y un control integral de esta.     
 
Rinosinusitis     
 
    Dentro  de las enfermedades respiratorias, las sinusitis han pasado a tener un papel progresivamente  más reconocido, tanto entre los niños con problemas respiratorios  agudos como en aquellos con problemas crónicos. En las últimas 3  ó 4 décadas, el diagnóstico de sinusitis aguda en los servicios  de urgencia, se ha elevado más de 10 veces. Hace 3 décadas, la frecuencia  de diagnósticos de sinusitis era de 0,2 % en los servicios pediátricos  de urgencia, incidencia que hoy está estimada entre el 0,5 y el 5 %. El  aumento del número de casos reconocidos de sinusitis se debe a un incremento  real en la aparición del cuadro y a una atención progresivamente  mayor de los pediatras y otorrinolaringólogos hacia el mismo. En los EE.UU.  aproximadamente el 15 % de la población ha experimentado al menos un episodio  de rinosinusitis aguda.    
 
Las enfermedades de las vías aéreas  superiores e inferiores, entre las que se encuentran el asma y la sinusitis, son  con frecuencia complicaciones de una rinitis alérgica complicada. Al existir  una estrecha relación entre estas, basada en una extensa evidencia epidemiológica,  se han propuesto varios modelos para explicar la patofisiología entre rinitis  y sinusitis. Muchos factores se involucran en el desarrollo de rinosinusitis,  incluyendo infecciones por virus y bacterias; y no infecciosos, por factores genéticos,  anormalidades anatómicas y polutantes. Se ha demostrado que la alergia  es un factor importante en la rinosinositis crónica,28  y que los alergenos actúan, solos o combinados, provocando alteraciones  de la mucosa con la consiguiente liberación de factores proinflamatorios  y acúmulo de células inflamatorias, como eosinófilos y linfocitos.29      
 
La historia generalmente comienza con la inflamación  causada por la alergia y o una infección viral, las que conducen a la obstrucción,  la acumulación de líquidos, la infección bacteriana secundaria  y la enfermedad aguda. Si esto es inadecuadamente tratado, aparecerá la  enfermedad crónica, por tanto, al diagnosticar y tratar profilácticamente  la alergia nasal, podemos prevenir la aparición de episodios recurrentes  y lograr una respuesta adecuada a la terapia.30    
  
La rinosinusitis se define clínicamente como la respuesta inflamatoria  de la mucosa de la cavidad nasal y senos paranasales. Las secreciones de estas  cavidades son dinámicas y están relacionadas con el tejido blando  de estas, y con su parte ósea. Con frecuencia es el resultado de la obstrucción  del drenaje de los senos, desviación del tabique nasal, o inflamación  mucosa por infecciones del tracto respiratorio superior o por rinitis alérgica;  y secundariamente, la disminución de la actividad mucociliar, frecuentemente  infectada secundariamente por bacterias.    
 
Los síntomas relacionados  con la rinosinusitis se dividen en mayores y menores. Los primeros son la presión  facial y dolor y alteraciones del gusto; y las menores, son la tos, la fiebre,  la halitosis, la fatiga, el dolor dental, la faringitis, los síntomas óticos  y la cefalea.    
 
La rinosinusitis en adultos ha sido clasificada en 5  categorías al atender a la duración de los síntomas: aguda,  subaguda, aguda recurrente, crónica y exacerbaciones agudas de la rinosinusitis  crónica.    
 
La aguda generalmente sigue a una infección  respiratoria superior viral, con síntomas hasta de 4 semanas. La subaguda  representa la continuación y la progresión de una aguda que no se  curó. Su duración es entre 4 y 12 semanas, y sus síntomas  son menos severos que en la aguda. Los pacientes con rinosinusitis aguda recurrente  presentan los síntomas y el examen físico de la rinosinusitis aguda,  con episodios que duran de 1 a 7 días, o sea, menos de 4 semanas. Estos  pacientes experimentan 4 o más episodios por año y permanecen asintomáticos  sin terapia antibiótica concurrente. La rinosinusitis crónica se  muestra en pacientes con síntomas por más de 12 semanas. Estos pacientes  deben presentar 2 o más síntomas mayores, o 1 mayor y 2 menores,  o secreción purulenta al examen físico. En general, los pacientes  con rinosinusitis crónica no responden a antibióticos de primera  o segunda línea.31    
 
Como factores  predisponentes del huésped se pueden citar la rinitis alérgica,  las infecciones del tracto respiratorio superior, la adenoides, la desviación  del septum nasal y la poliposis nasal. En los niños, los cuerpos  extraños son frecuentes y con menor frecuencia los tumores. La natación,  la sumersión, el fumar y las extracciones dentarias, son ocasionalmente  factores predisponentes, y, también raramente, las inmunodeficiencias.    
  
La rinosinusitis es causa considerable de morbilidad. Todos los pacientes  con síntomas de rinosinusitis crónica deben ser estudiados desde  el punto de vista alérgico.32 En 16 casos  diagnosticados de rinosinusitis y operados por pólipos nasales, con atención  en nuestra consulta, 10 tenían antecedentes de rinitis alérgica  y positividad a aeroalergenos comprobados por pruebas de puntura.    
 
El  tratamiento de la rinosinusitis es multifacético y envuelve descongestionantes  nasales, antihistamínicos, corticosteroides tópicos y antimicrobianos  sistémicos, y los más usados son macrólidos, betalactámicos  y fluorquinolonas.    
 
Las infecciones virales y bacterianas son causa  de rinosinusitis. Las bacterias aisladas más frecuentes son: Haemophilus  influenzae, Moraxella catarrhalis, y Streptococcus pneumoniae.  El H. influenzae y los neumocoos son responsables del 50 % de los casos.  Otras especies de estreptococos y estafilococos, así como especies de bacterias  anaerobias han sido aisladas raramente. Las rinosinusitis micóticas son  poco comunes, por ejemplo, por Aspergillus fumigatus y en pacientes inmunocomprometidos.  Generalmente, los pacientes con rinosinusitis aguda no complicada resuelven con  tratamiento antimicrobiano de 10 días, pero para los casos recurrentes  se recomienda tratamiento de 3 a 4 semanas de antibióticos. Para pacientes  con rinosinusitis crónica la terapia debe durar de 4 a 6 semanas, y sin  cambiar el antibiótico hasta por lo menos 7 días.     
 
Desde  septiembre de 1998, la FDA ha aprobado el uso de amoxicillina/clavulanato, claritromicina,  cefprozil, cefuroxima ciprofloxacino, loracarbef, levofloxacino, trimetropin/sulfametoxazol  (cotrimoxazol) y trovafloxacino para estos casos. Agentes de primera línea  como la amoxicillina y el cotrimoxazol pueden ser apropiados para pacientes con  primer episodio agudo de rinosinusitis. Otros tratamientos recomendados son descongestionantes  sistémicos como la pseudoefedrina y el fenilpropanolamina, aunque algunos  contraindican los tópicos como oximetazolina. Los corticosteroides tópicos  son de gran utilidad y tienen pocos efectos secundarios a dosis recomendadas,  incluyendo beclometasona dipropionato, budesonida, flunisolida, fluticasona dipropionato,  y triamcinolona acetónido.    
 
Los antihistamínicos, controversiales  para algunos, son de utilidad por sus efectos en pacientes atópicos y,  además, por sus efectos anticolinérgicos, y los más recientes,  por sus propiedades antiinflamatorias.33     
  
Nuestra opinión es que tanto el tratamiento de la rinitis como de la rinosinositis son tratamientos complejos e integrales, que requieren en muchas ocasiones de la intervención de varios especialistas y que deben ser individualizados para cada caso, para tratar de lograr el mayor cumplimiento por parte del paciente.
Summary
The  importance of the allergic diseases and, among them, of allergic rhinits, as well  as its economic cost, human resources involved and prevalence, is out of doubt.  This entity represents the sixth cause of chronic disease in the United States  and it has a great impact on the quality of life of those patients suffering from  it. Allergic rhinits is a heterogenous disorder and its high prevalence is still  underdiagnosed. It is characterized by one or more of the following symptoms that  include sneezes, nasal itching, nasal secretion and congestion. Many agents are  involved in this entity, among them, pollens, fungi, mites and domestic animals.  Taking into account that rhinitis and sinusitis have common symptoms, such as  loss of smell, obstruction and nasal drainage, it is preferably called rhinosinusitis.  Several studies have identified rhinitis as a risk factor for asthma with a prevalence  from 80 to 90 %. This review intends to go over fundamental aspects of this entities,  such as definition, etiology, staging, symptoms and treatment, and to serve as  a guide for those physicians that in one way or the other treat both affections  with a proved impact on the patients' quality of life.    
 
Key words:  Rhinitis, allergic rhinits, rhinosinusitis.    
 
Referencias bibliográficas    
  
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Recibido:2  de agosto de 2004 Aprobado: 6 de agosto de 2004.    
 Dra. Mirta Álvarez  Castelló. Hospital Universitario "Calixto García".  Avenida de Universidad. Vedado, municipio Plaza de la Revolución, Ciudad  de La Habana, Cuba. Email: mirtaac@infomed.sld.cu    
  
 1Especialista  de II Grado en Alergología. Hospital Universitario "Calixto García".      
 2Especialista de I Grado en Alergología.  Hospital Universitario "Calixto García".     
 3Especialista  de II Grado en Alergología. Departamento de Alergenos del Centro de Biopreparados.      
 4Especialista de II Grado en Alergología.  Jefa de Servicio del Hospital Universitario "Calixto García".       

 











