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Revista Cubana de Medicina General Integral
versión On-line ISSN 1561-3038
Rev Cubana Med Gen Integr v.21 n.1-2 Ciudad de La Habana ene.-abr. 2005
Sexualidad y bioética
Resumen
Se  realizó una investigación descriptiva, de corte transversal, en  una muestra de la población de 60 a 79 años de edad, de uno y otro  sexo, en el área de salud del Policlínico Docente "Van Troi",  en el período comprendido entre septiembre de 2002 a junio de 2003. El  objetivo del trabajo fue determinar su estado nutricional utilizando variables  antropométricas como el índice de masa corporal estimado, el índice  cintura cadera y el porcentaje de grasa corporal, haciendo una distinción  entre sexos y grupos de edades. Se realizó una entrevista personal y se  utilizó la historia de salud familiar y la historia clínica individual.  Los resultados arrojaron que la evaluación del estado nutricional por índice  de masa corporal estimado, tuvo un predominio en hombres del peso aceptable o  normal y del sobrepeso en mujeres; la estimación del porcentaje de grasa  corporal evidenció el predominio de la obesidad en ambos sexos; y la distribución  de la grasa en el sexo masculino es inferior y en el femenino es superior. A pesar  de que se observan variaciones con la edad, solo se presentaron diferencias estadísticamente  significativas en la evaluación del estado nutricional según el  índice de masa corporal estimado en las féminas.    
     
 Palabras  clave: Ancianos, estado nutricional, variables antropométricas.
    
      
 La sexualidad, como conjunto de fenómenos emocionales y de conducta  relacionados con el sexo, marca de forma decisiva al ser humano en todas las fases  de su desarrollo. Considerada a lo largo de la historia como una fuerza natural  e innata, cada vez más se llega al convencimiento de que en ella también  intervienen las influencias sociales.     
     
 El otro elemento importante del  tema que presentamos a los lectores es el de la Ética, pero no vista simplemente  como el estudio teórico del comportamiento moral de las personas, grupos  sociales y sociedades en su conjunto, sino como la ciencia capaz de fundamentar  los actos, de enjuiciarlos y de ofrecer propuestas para evitar conflictos morales.    
      
 En el dilema de hacer el bien o el mal, lo correcto o lo erróneo,  la decisión tomada por un sujeto, generalmente afecta a otra u otras personas,  que sufrirán las consecuencias de su decisión, su acción  u omisión. En estos casos puede decirse que la persona se comporta moralmente,  cuando en su comportamiento pone de manifiesto rasgos característicos que  lo distinguen de otras formas de conducta humana. Se trata de un comportamiento  fruto de una decisión reflexiva, que toma en consideración normas  establecidas, que es capaz de ser defendido con argumentaciones o razones que  pueden justificar la decisión elegida y, por tanto, no es un comportamiento  fruto de la espontaneidad.     
     
 El objetivo de este artículo es llamar  a la reflexión sobre los aspectos más significativos, vinculados  a la sexualidad, que reclaman cada vez con mayor fuerza un enfoque bioético  de esas cuestiones, es decir, propiciar el análisis de estos fenómenos  naturales, psicológicos y sociales que vinculan a las personas, a la luz  de los valores morales. 
     
 Historia de la sexualidad
    Toda vez  que el concepto de sexualidad comprende tanto el impulso sexual, dirigido al goce  inmediato y a la reproducción, como los diferentes aspectos de la relación  psicológica con el propio cuerpo y de las expectativas de rol social, en  la vida cotidiana, la sexualidad va mucho más allá de la finalidad  reproductiva y de las normas o sanciones que estipula la sociedad.    
     
 Además  de la unión sexual y emocional entre las personas de diferente sexo o heterosexualidad,  existen también relaciones entre personas del mismo sexo u homosexualidad,  con una larga tradición, pues ya existían en la antigua Grecia y  en muchas otras culturas. El banquete, de Platón,1  es un diálogo sobre las ventajas de la relación homosexual sobre  la heterosexual e incluye un mito sobre el origen de Eros. Por su parte, el término  "lesbianismo" proviene del nombre de la isla griega de Lesbos, lugar  en que vivió Safo2, que escribió  poemas de amor dirigidos a mujeres.    
     
 El estudio de la sexualidad, sin  embargo, no cuenta con esa larga historia. La Sexología, rama interdisciplinaria  de la Psicología, relacionada con la Biología y la Sociología,  ha tenido un gran auge al obtener, ya en muchos casos, el respaldo de la propia  sociedad, hecho que se iniciara con los movimientos de liberación sexual  de finales de la década de los años 60 y principios de los 70.3      
     
 Los cristianos, por su parte, plantean que existe una postura  espiritualmente auténtica y científicamente correcta frente a la  sexualidad y la procreación humana, de la que carece enormemente la medicina  actual, pero que es esencial recuperar para el auténtico respeto hacia  la vida humana en nuestra cultura.    
     
 Unos pocos médicos cristianos  asumen que, a pesar de estas convicciones, sobre el valor de la sexualidad humana  y de la castidad, deben aprender cómo tratar a todos los pacientes con  total respeto humano, incluyendo a aquellos que tomen decisiones que ellos pueden  considerar inmorales.4 
En el caso de los  católicos y algunos otros cristianos de iglesias reformadas, que son contrarios  a la contracepción hormonal (la píldora y otros métodos),  han decidido no prescribir contraceptivos hormonales. En la defensa de sus posiciones  alegan también las reacciones adversas de estos medicamentos y, en este  sentido, reclaman que las pacientes deberían ser informadas sobre todo  este tema como un principio ético básico: las mujeres y sus maridos  necesitan tener la mejor información médica disponible para poder  tomar decisiones sobre planificación familiar que estén de acuerdo  con sus propios valores y su conciencia moral.5     
      
 Sin embargo, los cristianos insisten en sus convicciones de que la sexualidad  y la fertilidad están unidas tanto físicamente como espiritualmente,  de modo que argumentan que cuando la pareja separa esta ligazón, el marido  puede comenzar a ver a su esposa como un objeto de placer sexual que debe estar  siempre disponible para su propia satisfacción. Curiosamente, en ningún  caso plantean que también la mujer puede mirar al marido con esas propias  intenciones.6     
     
 En contraposición  a las ideas acerca de que la planificación familiar solo puede hacerse  por medios naturales, es decir, con períodos de abstinencia en el período  fértil del ciclo menstrual de la mujer, al enfrentarse al problema de que  muchas parejas y muchos médicos utilizan la fecundación in vitro  y otros procedimientos semejantes para lograr un hijo deseado, señalan  que tanto la pareja como el médico se ven impelidos de afrontar dilemas  morales insospechados, tales como qué hacer con los embriones crío-conservados.  
Sobre este tema existe una orientación específica para los  católicos, dada por el Papa Pablo VI en su Encíclica Humana  Vital, emitida en 1968.7 Aunque la referida Encíclica  no pertenece al género de magisterio infalible, sino al ordinario, por  lo que no solo podría aparecer en la Iglesia otro documento de otro Papa  que admitiera una doctrina diferente a la propuesta por Pablo VI, los católicos,  manteniendo todo el respeto que se merece la autoridad eclesiástica, tienen  el pleno derecho a disentir de ella. Por supuesto que para disentir es necesario  tener razones muy sólidas.8 Después  de veinticinco años de publicada la Encíclica Humanae Vitae,  gran parte de los católicos del mundo entero acuden al uso de anticonceptivos  para una adecuada planificación familiar, e incluso, no pocos de ellos,  también acuden al aborto cuando los anteriores han fallado.9  Más recientemente, el Papa Juan Pablo II, en su Encíclica  Evangelium Vitae, también se ha pronunciado sobre el tema.10      
 
A pesar de estas diferencias de enfoque del problema, incluyendo  los que consideran que las relaciones sexuales que solo buscan placer, o que una  opción sexual diferente constituye desequilibrios de la salud, solo en  los casos de malestar o de conflicto de la propia persona con sus tendencias,  o en aquellos casos en los que se pone en riesgo la integridad física y  moral de terceros, se reclama el tratamiento psicoterapéutico. En cuanto  al placer, resulta difícil poder calificarlo como intrínsecamente  malo, estructuralmente considerado.11     
     
  En todo caso, la sexualidad no debe apartarse de dos principios fundamentales:  el mutuo consentimiento y la superación de la autocensura, para que cada  persona se acepte a sí misma, aunque ello exija a veces lograr el difícil  equilibrio entre las inclinaciones individuales y ciertos prejuicios y atavismos  sociales.12 
Educación sexual
Aunque  históricamente la tarea de instruir a los adolescentes sobre el sexo ha  sido responsabilidad de los padres, en la práctica se ha comprobado que  la comunicación paterno/filial en materia sexual puede estar mediatizada  por las inhibiciones de los padres o por las diferentes tensiones entre ambas  generaciones. Según estudios realizados, está demostrado que una  gran mayoría de niños no reciben ninguna información sobre  materia sexual por parte de los padres.13     
      
 Ya a finales del siglo XIX, se logró introducir elementos importantes  de este tema, gracias a los esfuerzos realizados por los educadores y los trabajadores  sociales en su afán de complementar la instrucción dada por los  padres. Sin embargo, los prejuicios todavía existentes determinaron que  esta materia se denominara, de forma eufemística, "higiene social",  que abarcaba información biológica y médica sobre la reproducción  sexual y las enfermedades venéreas.    
     
 En el siglo XX, al concluir  la II Guerra Mundial, al existir mayor flexibilidad de las normas sociales respecto  a la actividad sexual, así como la numerosa información ofrecida  a los niños a través de los medios de comunicación, generó  la creación de programas de educación sexual más explícitos,  a pesar de las opiniones contrarias de una mayoría todavía existente.14      
     
 En la propia actualidad, aunque muchos padres aprueban la enseñanza  de esta materia en las escuelas, en la práctica siempre ha habido opiniones  en contra, ya que algunos de ellos rechazan la educación sexual argumentando  razones religiosas y/o morales.
La pornografía, la prostitución, la violación y el abuso sexual
Las lacras sociales vinculadas al tema de la sexualidad están estimuladas en el mundo moderno por la descripción o exhibición explícita de actividad sexual en literatura, cine y fotografía, y ahora por Internet, con el fin de estimular el deseo instintivo del contacto sexual, más a nivel animal, primitivo, que vinculado a sensaciones estéticas o emocionales.
El debate actual sobre la pornografía  se centra en dos aspectos fundamentales: la distinción entre erotismo y  pornografía, que si bien es a menudo muy subjetiva, en el caso del erotismo  tanto las palabras como las imágenes son más sugerentes o simbólicas,  que gráficas; pero sobre todo, sugieren la idea de igualdad y de placer  mutuo. En el caso de la pornografía, es preciso tomar en consideración  el impacto que tienen algunas imágenes pornográficas sobre la imagen  de la mujer y el trato que reciben, presentándola como mero objeto sexual,  en vez de como persona racional y sensible.    
     
 La pornografía ha  servido también para estimular el mercado del sexo o prostitución,  que si bien en un principio era un fenómeno que afectaba solo a mujeres,  hoy día llega también llega a afectar a niñas y niños,  adolescentes de ambos sexos y hombres. Asociado al fenómeno de la pornografía  y la prostitución están el abuso y la violencia sexual.    
     
  Todas las personas sometidas a hacer sexo en contra de su voluntad, ya sea una  mujer, un (a) joven adolescente heterosexual u homosexual o un (a) niño  (a), sufren una gran afectación en su integridad como persona y se convierten  en enfermos(as) a partir de ese momento, muchos (as) de ellos (as) resultan a  la larga incurables, pues no logran superar el gran desequilibrio que les ha provocado  la violencia ejercida contra ellos (as).15 En  todos estos casos, se afecta la dignidad de las personas, principio ético  fundamental, y se violan también otros principios clásicos de la  ética como es el no dañar y la obligatoriedad moral de hacer el  bien.
Diferentes opciones sexuales    
 
    El tema está sometido  a profundo debate desde diferentes enfoques. Frente al criterio de muchos católicos  de que la homosexualidad es una enfermedad, están otras consideraciones  como las de las Asociaciones de Psiquiatría y Psicología de EUA,  que señalan que la homosexualidad no es un desorden; y la defensa que hacen  de sus derechos a una opción diferente grupos de gays y lesbianas  en muchas partes del mundo, ejerciendo presiones para que el tema sea tratado  en los medios de comunicación social, en el sistema educativo, así  como sean considerados en los servicios sociales, los servicios de salud y la  política.    
     
 Muchas de las posiciones intolerantes hacia el homosexualismo  están dadas porque la cifra de hombres homosexuales portadores del VIH  o enfermos de SIDA es alarmante, sin tomar en consideración que el riesgo  está dado por la promiscuidad sexual, y no exactamente por la orientación  de la pareja sexual.    
     
 Cierto es que el comportamiento homosexual ocasional  de algunas personas no es la resultante de una opción sexual libremente  elegida y asumida responsablemente, sino que frecuentemente es provocada por un  estado irracional como consecuencia del consumo de drogas nocivas a la salud,  tales como el alcohol y las drogas. En estos casos, al enfrentarse al hecho de  que no fue una opción libremente elegida, la persona normalmente heterosexual  no puede soportar el desprecio a sí misma, la vergüenza y el horror  a que esa relación se sepa por parte de su familia y amigos, y termina  en un intento de suicidio o suicidio consumado.16     
      
 Aun son pocas las sociedades que asumen el fenómeno de la homosexualidad  como parte de la realidad objetiva, que está presente con independencia  de la voluntad o el deseo de los hombres y mujeres que conforman la sociedad concreta.  El problema estriba en el sistema de valores asumido por la sociedad en cuestión,  en el que están presentes sus tradiciones, su cultura, sus creencias. Los  pueblos de la cultura anglosajona han avanzado más en el camino hacia la  tolerancia. En el mundo latino, por el contrario, se mantienen las reticencias  para aceptar el fenómeno como algo diferente, pero dentro de patrones de  normalidad.
Libertad sexual propia y de los otros
Cuando en los  diversos países se va admitiendo una pluralidad de concepciones sociales  diversas en el tratamiento de la sexualidad humana, adquiere importancia el concepto  de libertad sexual frente al anterior de moral sexual, que han impuesto, desde  la edad media hasta hoy, determinados límites para su ejercicio.    
     
  El concepto actual de libertad sexual no puede significar, en modo alguno, que  esta no tenga también reconocidos límites. Los principales límites  al ejercicio de la libertad sexual tienen su fundamento en el respeto a la libertad  sexual de otros, en las situaciones de inmadurez o incapacidad mental que impide  a ciertas personas tener suficiente autonomía en su decisión y conocimientos  para orientar y regir sus comportamientos sexuales y otras conductas que, sin  afectar de forma directa a la libertad sexual, encuentran una gran reprobación  social, como son el fomento o explotación comercial de actividades como  la prostitución, convirtiéndose además en fuente de ganancias  para personas ajenas, los llamados proxenetas.
En el plano jurídico, bajo la denominación "contra la libertad sexual" suelen estar tipificados delitos como la violación, las agresiones sexuales, el exhibicionismo, la provocación sexual, el estupro y el rapto. El bien jurídico protegido es por tanto la libertad sexual, el ejercicio libre de la propia sexualidad, y no la deshonestidad asociada a ella.
Desde el punto de vista ético, la libertad sexual está fundamentada en el principio de autonomía, o lo que es lo mismo, el derecho a elegir libremente una opción sin presiones paternalistas o autoritarias y con el solo límite de que la opción elegida no afecte a terceras personas.17
Relaciones sexuales de los inmaduros e incapacitados
Las personas inmaduras o discapacitadas  tienen limitadas sus funciones en alguno de los planos, biológico o psicológico,  y, en consecuencia, la sociedad les ha establecido límites para el ejercicio  de sus derechos, desconociéndoselos en muchos casos, reduciéndoselos  en otros. Las menos de las veces por sobreprotección, la mayor parte de  las veces por un trato inequitativo. En muy contadas ocasiones, los inmaduros  y discapacitados han podido disfrutar de todos sus reales derechos.    
 
Entre  sus derechos se encuentra también el poder establecer relaciones sexuales,  siempre que sean libremente elegidas y responsablemente asumidas, de modo que  -si partimos estrictamente de esa condición- no todos los inmaduros y discapacitados  están en reales posibilidades de ejercer este derecho, pero tampoco su  sola condición de inmaduro o discapacitado les debe impedir su ejercicio.    
      
 En la mayoría de los casos, los discapacitados fortalecen sus relaciones  sociales con sus pares, como un mecanismo defensivo frente a la marginación  de algunos sectores sociales. En el desarrollo de esas relaciones sociales surgen  también necesidades afectivas relacionadas con la esfera sexual. Tanto  en el caso de los discapacitados que viven en instituciones de salud, como en  aquellos que viven en su propio medio familiar, las posturas paternalistas o autoritarias  de los padres, tutores o representantes institucionales, les impiden ejercer el  derecho de elección de su pareja sexual y de establecer relaciones sexuales.18  
La sociedad, sin embargo, tiene también la responsabilidad  de proteger a las personas más vulnerables, en cumplimiento del principio  ético de justicia, visto en su perspectiva más amplia, la equidad,  que obliga a garantizar el acceso y la gratuidad de los servicios básicos  para el desarrollo humano a todos por igual, y que solo admite diferencias cuando  se trata de dar más a los más necesitados.19      
     
 En este caso, los discapacitados están más necesitados  que otros de recibir una buena educación y orientación sexual, de  acuerdo con sus reales capacidades de comprensión, y velar porque nadie  pueda abusar de su condición de discapacitados para inducirlos u obligarlos  a establecer relaciones sexuales con quienes no quieren, o con aquellas personas  que pueden provocarles daño, tales como, enfermos con infecciones de transmisión  sexual, conductas antisociales vinculadas al mercado del sexo, personas con orientaciones  sexuales diferentes a las que ellos han asumido, u otras.
Relaciones sexuales fuera del matrimonio o realizadas exclusivamente por placer
Desde los tiempos  más remotos de la antigüedad se han establecido relaciones fuera del  matrimonio, o simplemente, realizadas exclusivamente por placer. En la mayoría  de las sociedades, donde ha imperado una cultura centrada en el poder del hombre,  estas relaciones extra-matrimoniales han sido aceptadas en el caso de los hombres  y, por el contrario, severamente castigadas en el caso de las mujeres. La literatura  mundial ha recreado el tema de la adúltera; sin embargo, no ha dedicado  ningún espacio para su homólogo hombre. En pleno siglo XXI tenemos  el caso de algunas mujeres condenadas a morir, precisamente por esa causa.    
      
 Aunque muchas veces se han asociado estos dos fenómenos, las relaciones  sexuales fuera del matrimonio y las realizadas exclusivamente por placer, en la  vida cotidiana no siempre coinciden. En algunos casos las relaciones extra-matrimoniales  han sido relaciones fugaces, ocasionales, solo motivadas por disfrutar un momento  de placer. Pero en otras ocasiones las relaciones extra-matrimoniales han surgido  no solo al calor del deseo, sino también de las emociones y de compartir  aficiones estéticas, aspiraciones e ideales sociales, religiosos o políticos.    
      
 En el caso de las relaciones sexuales que solo buscan el placer, pueden ser  establecidas en ocasiones, dentro del propio matrimonio, y en otros casos las  practican personas que no están casados ninguno de los integrantes de la  pareja, por lo que no siempre pueden asociarse estas dos prácticas.    
      
 Vistas a la luz de los valores morales, tal y como plantea la Bioética20  -esa disciplina surgida en la década de los años 70 del pasado siglo  XX, como respuesta a la crisis de valores más importante que había  sufrido la sociedad norteamericana en toda su historia, y que logró su  expansión a otras culturas, tales como la europea y la latinoamericana,  a lo largo de las dos últimas décadas del recién finalizado  siglo XX- las relaciones sexuales fuera del matrimonio o de la unión estable  de una pareja, estaría afectando la dignidad del miembro de la pareja a  cuya espalda su cónyuge ha establecido relaciones con otra persona. Para  poder establecer esa relación dual tendría que asumir el engaño,  la hipocresía, tanto con su pareja estable como con la nueva. En el caso  de la otra persona con quien se ha iniciado la nueva relación, generalmente  se le priva de su derecho de expresar libremente sus sentimientos hacia su pareja  en lugares públicos, por temor a que la pareja estable pueda tener conocimiento  de esta otra relación.    
     
 Otra cuestión diferente y bien discutida  en la actualidad por distintos sectores de la sociedad es la libertad de establecer  relaciones sexuales por placer. Si bien algunas personas, incluyendo científicos,  plantean que las relaciones sexuales concebidas solo de esta forma se acercan  más al instinto sexual animal, despojándolas de las emociones y  sentimientos que son privativos del ser humano, y otras las condenan porque argumentan  que las relaciones sexuales solo son moralmente aceptables cuando se establecen  con fines reproductivos, el tema no ha sido totalmente agotado, pues la inmensa  mayoría defiende el criterio de que el placer no podrá nunca ser  calificado como algo intrínsecamente malo.    
     
 Desde el punto de vista  ético, al emitir un juicio de valor sobre la conducta moral de las personas,  hay que tomar en consideración los principios en los que se basa la acción  (fundamentos que justifican el actuar), los fines de la acción, los medios  que se utilizan para alcanzar el fin y el balance entre riesgos y beneficios para  las personas involucradas. Invito, pues, a los lectores, a reflexionar sobre los  dos aspectos tratados y hacer su propio juicio moral.
Adopción de hijos por homosexuales masculinos, o reproducción asistida en parejas de lesbianas y madres de alquiler o madres sustitutas o portadoras
El debate  sobre la adopción de niños por parte de parejas homosexuales continúa.  El 26 de febrero del pasado año 2002, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos  de Estrasburgo sentenció que prohibir la adopción de niños  a los homosexuales no es una violación de la Convención Europea  de Derechos Humanos. En su sentencia el Tribunal Europeo hacía notar que  las decisiones que rechazan la autorización persiguen un fin legítimo,  es decir, la protección de la salud y los derechos de los niños.  Los jueces también observan que la comunidad científica está  dividida sobre las posibles consecuencias que acarrea el ser educado por uno o  más padres homosexuales, y solo se ha publicado hasta la fecha un número  limitado de estudios sobre la materia.    
     
 Mientras tres estados de Estados  Unidos han prohibido ahora "las adopciones del segundo padre", siete  estados y Washington, las permiten por ley o por dictamen judicial. En Sudáfrica,  por ejemplo, la Corte Suprema ordenó cambios en la ley para permitir que  las parejas homosexuales adoptaran niños. Puede señalarse también  que en la provincia canadiense de Québec, el ministro de Justicia, Paul  Bégin ha recomendado que las parejas del mismo sexo deberían  recibir los mismos derechos como padres y la misma consideración que las  parejas heterosexuales a la hora de adoptar, en tanto que la Columbia Británica  canadiense ha permitido la adopción por homosexuales desde 1996. En Suecia,  se aprobó una ley que da a estas parejas el derecho a adoptar niños,  tanto en Suecia como en el extranjero.    
     
 Se han realizado estudios para  probar que un niño no queda afectado negativamente cuando es educado por  dos homosexuales; sin embargo, autores como Robert Lerner y Althea Nagai,  expertos en el campo del análisis cuantitativo, han evaluado 49 estudios  sobre paternidad homosexual y han mostrado serias deficiencias en ellos, tales  como: hipótesis poco claras, pérdida o comparación inadecuada  de grupos, unidades de medida inválidas, casos que no han sido escogidos  al azar, ejemplos demasiado pequeños como para conducir a resultados significativos,  así como falta de análisis o análisis inadecuados. Entre  los estudios evaluados, 21 no tienen un grupo de referencia heterosexual. Algunos  de los estudios recogen solo testimonios de homosexuales que han respondido de  manera voluntaria; sin embargo, en ningún caso se evaluó la opinión  de los niños para ver si las afirmaciones de los homosexuales eran verdaderas  o no.    
     
 Sobre este tema inciden también algunas cuestiones de orden  legal que deben ser tomadas en consideración. En EUA, por ejemplo, son  cada vez más numerosos los hogares donde parejas de homosexuales están  encargadas de educar y cuidar a los niños de uno u otro de los miembros  de la pareja; pero al no tener los derechos paternales reconocidos legalmente  necesitan de una autorización del médico para administrarles a sus  hijos una simple inyección. También los niños que viven en  estos hogares pueden tener problemas por la falta de un seguro médico,  al contar solo con el de uno de los miembros. Si este lo pierde por cualquier  circunstancia, el niño no podría contar con el del otro miembro  de la pareja.     
     
 Otro problema con el que pueden encontrarse estas parejas  es que pueden perder la custodia o el derecho de visita cuando se separan o uno  de sus miembros muere, privando al niño de un futuro contacto o ayuda por  parte de esa persona. Este problema ha sido tratado por la Academia Americana  de Psiquiatría del Niño y el Adolescente y la Asociación  Americana de Psicología, las cuales apoyan la adopción por parte  de los homosexuales.21     
     
 Mientras tanto,  el presidente de la Sociedad Española de Pediatría, Alfonso Delgado,  sostiene que la adopción de niños por una pareja homosexual "no  es lo más indicado", en contraste con la declaración publicada  por la Academia Americana de Pediatría. El presidente de la sociedad científica  española valora que "socialmente y naturalmente estamos acostumbrados  a tener un padre y una madre, y eso es lo que quiere la mayoría de los  niños. Lo contrario, apunta, "es una situación que se sale  de lo habitual". Añade que no "sataniza" a nadie que lo  haga, ni a ninguna institución que lo permita, pero él, desde la  perspectiva de la cultura española, no le parece que sea lo mejor. No obstante,  Delgado reconoce que este punto de vista "no tiene que ser compartido  por todos los pediatras españoles".22      
     
 Por su parte, la Iglesia Católica ha manifestado su opinión  sobre el tema en varios escenarios. La Congregación para la Doctrina de  la Fe del Vaticano prohibió a la Hermana Jeaninne Gramick y al Padre  Robert Nugent, fundadores de New Way Ministries (Ministerio  de Nuevos Caminos), en Estados Unidos, continuar su labor pastoral con personas  homosexuales debido a sus errores doctrinales en relación con este tema.  Según activistas homosexuales, los dos religiosos rechazaban condenar los  actos homosexuales como actos moralmente reprobables.23  
El debate no está concluido; pero no caben dudas de que,  especialmente en los países de la cultura latina, no resulta fácil  para la sociedad, las familias y los científicos, por muy avanzados que  estén en cuanto a la comprensión del fenómeno, aceptar con  facilidad que algunos niños tengan "dos mamás" o "dos  papás". A juicio de la autora, lo más importante de todo este  debate está relacionado con el hecho de que una de las personas directamente  involucradas, los niños, no tienen suficiente capacidad de comprensión  para evaluar si están o no dispuestos a sufrir las consecuencias de pertenecer  a una minoría todavía discriminada, de manera que los adultos les  someten a una dura prueba sin su pleno consentimiento. Aun es muy fuerte la intolerancia  a estas diferencias en el mundo de hoy, especialmente en los países de  cultura latina.    
     
 Otro problema relacionado con la sexualidad y la bioética  es el hecho de que no son pocas las parejas afectadas por infertilidad de uno  de ellos o de ambos, y en ese caso acuden a las instituciones de salud en busca  de ayuda para lograr que se les aplique algunas de las técnicas reproductivas  que se utilizan en la actualidad.    
     
 La fertilización in vitro,  usada fundamentalmente en los casos de infertilidad femenina por obstrucción  o ausencia bilateral de las trompas de Falopio; y la inseminación artificial,  que requiere de un donante de semen por infertilidad masculina, son técnicas  de carácter terapéutico, cuyo manejo requiere de una conducta profesional  verdaderamente ética. En el caso específico de la segunda, ¿cuáles  serían los problemas éticos a tratar con respecto a la pareja que  no puede y desea tener hijos, y para ello necesita un hombre dispuesto a aportar  el semen o una mujer que eventualmente podría prestar su útero para  concebir?...
En el primer caso, la estricta confidencialidad acerca de la identidad del donante y de los receptores, es una premisa para evitar conflictos posteriores de reclamos de paternidad o exigencias por causa de enfermedades genéticas de los niños nacidos por el método de inseminación artificial. En el segundo, si no se guarda la estricta confidencialidad acerca de la identidad de los miembros de la pareja que aspira a tener su hijo y de la mujer que presta su útero, pueden crearse serios conflictos éticos. De una parte, el hombre que aspira a tener su hijo y que lo quiere criar con la mujer que ama, que es su pareja. De otra, la mujer que ha prestado su útero; pero en el proceso del embarazo ha establecido fuertes lazos emocionales con el feto que crece en su útero y que siente "como de ella". El hombre aportó el espermatozoide y la mujer el óvulo. ¿Quién es el padre y quién es la madre del niño nacido de estas circunstancias?... ¿Tiene algún derecho la pareja del hombre a reclamar "su hijo"?... De tener algún derecho, ¿es este moral o legal?...
Consideraciones finales
En todos los aspectos del tema tratado resalta la importancia que se cumpla estrictamente con el principio ético fundamental del respeto a la dignidad de la persona humana, o lo que es lo mismo, el derecho que tienen todas las personas a que se les respete, lo que, evidentemente, apunta hacia otro principio ético elemental, el de justicia, entendida esta en el plano más abarcador, la equidad. Todos y todas tenemos derecho al acceso de los beneficios que la sociedad puede ofrecer en un momento histórico determinado, en correspondencia con su grado de desarrollo, porque somos los hombres y mujeres de esa determinada sociedad quienes le damos valor a su propia existencia.
En el marco del  respeto de la dignidad de las personas se encuentra la necesaria tolerancia hacia  las diferencias, en el pensar, el sentir y el actuar, con el único límite  establecido por la no afectación al derecho de terceros, entre el cual  se encuentra el derecho que tenemos todos y todas de que no se nos imponga aquello  que toleramos, pero que no aceptamos como práctica personal.     
     
  Las opiniones diferentes hacia la sexualidad humana, la reproducción, la  planificación familiar, la opción sexual, no pueden conducir a la  aceptación de la promiscuidad, el irrespeto a la pareja, la pornografía,  el abuso, la violencia, el desconocimiento de las posibles consecuencias para  otros de la propia conducta, como es el caso de la adopción o la reproducción  asistida, tanto por parejas heterosexuales como homosexuales; pero indudablemente  con mayores riesgos en estas últimas, por constituir aun grupos minoritarios,  no totalmente aceptados en todas las sociedades del planeta.
Summary
Anthropometric nutritional evaluation in the elderly
A descriptive  cross-sectional research was carried out in a population sample aged 60-79 of  both sexes in the health area of "Van Troi" Teaching Polyclinic from  September 2002 to June 2003. The objective of the paper was to determine its nutritional  status by using anthropometric variables, such as the estimated body mass index,  the waist hip index and the percentage of body fat, making a distinction between  sex and age groups. A personal interview was made and the family health history  and the individual medical history were used. The results showed that the evaluation  of the nutritional status by estimated body mass index had a predominance in men  with acceptable or normal weight and in overweight women. The estimation of the  percentage of body fat evidenced the prevalence of obesity in both sexes. The  distribution of fat in males is lower than in females. Despite the variations  observed with age, there were only statistically significant differences in the  evaluation of the nutritional status according to the body mass index estimated  in females.     
 
Key words: Elderly, nutritional status, anthropometric variables.
    
 Referencias bibliográficas
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Recibido: 1ro. de octubre de 2003. Aprobado: 6 de noviembre  de 2003.    
 Profesora María del Carmen Amaro Cano. Facultad de  Ciencias Médicas "Calixto García", Vedado, municipio Plaza  Ciudad de La Habana, Cuba. 
1 Profesora Auxiliar de la Facultad de Ciencias Médicas "General Calixto García". Especialista en Bioética. Presidenta de la Cátedra de Bioética. Centro de Estudios Humanísticos para las Ciencias Médicas. Miembro de la Comisión Nacional de Ética Médica. Miembro del Comité Nacional Cubano de Bioética.

 
 








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