Señor editor:
El continuo perfeccionamiento de los planes de estudio de las carreras universitarias, y dentro de estas las de las Ciencias Médicas, para la formación integral de sus graduados, constituye uno de los principios fundamentales de la Educación Superior en nuestro país. Las transformaciones curriculares en la Enseñanza Superior obedecen a la evolución que ocurre gradualmente en el Ministerio de Educación Superior.
En el presente curso académico, el nuevo modelo curricular propone otra perspectiva de enseñanza; dado por la reducción de las horas-clases y la esencialidad de los contenidos que se imparten, en la cual el alumno gestiona su propio aprendizaje,1 sin dudas nos referimos a la implementación del Plan E en la carrera de medicina.
El nuevo modelo de estudio no solo debe priorizar la formación de un profesional más competente. Se precisa afianzar en los futuros trabajadores conceptos y valores éticos, crear sentido de pertenencia y responsabilidad ante la labor encomendada. La combinación de los conocimientos y la educación para aplicarlos serán también las herramientas que garanticen a la sociedad un profesional más íntegro.
Dentro de las bases conceptuales para el diseño del plan de estudio E desearíamos destacar la importancia de potenciar el protagonismo del estudiante en su proceso de formación.
La labor del profesor, en este nuevo plan, se debe enriquecer para dotar al estudiante de la capacidad, habilidades y las posibilidades de obtener y de aprender por sí mismo e incitarlos a la autogestión de sus propios conocimientos.1
El desarrollo de la independencia cognoscitiva de los estudiantes ha sido una problemática y preocupación a nivel internacional, toda vez que su desarrollo posibilita que el estudiante alcance las exigencias de la sociedad y el desarrollo de las ciencias y la técnica.2
Los primeros años de estudios universitarios pueden ser de gran dificultad para todos los alumnos. Algunas investigaciones realizadas en países desarrollados en los estudiantes con éxito en el rendimiento académico señalan que el sexo, el rendimiento escolar previo a la universidad y el factor económico son factores de pronóstico importante para el éxito académico, a ellos se agregan otros factores, como la integración social y los hábitos de estudio continuo en casa.3
La carrera de medicina, debido a su carga curricular, exige de sus estudiantes una gran entrega y dedicación, que para algunos pueden convertirse en un problema que, en algunos casos, conlleva una alteración del estado de salud física y mental. Quienes se han dedicado a estudiar el problema del rendimiento académico y su impacto en la salud mental señalan que el estrés, la ansiedad y la depresión experimentados por los estudiantes son condiciones que favorecen el mismo.
Ante este nuevo plan de estudio en que el estudiante dispone de mayor tiempo para la autopreparación, es necesario diseñar estrategias para mejorar los hábitos de estudios, para que el estudiante aprenda a aprender y de esta forma lograr el éxito académico con buenos resultados docentes, además de darle un valor esencial al trabajo independiente, pues también contribuirá a la formación del mismo.
Es indispensable que se cumplan las etapas del trabajo independiente (determinación, orientación, ejecución y control), el logro de un nivel superior de la actividad mental de los estudiantes exige una correcta orientación del trabajo independiente y esto no puede lograrse si no se realiza un trabajo gradual de su independencia cognoscitiva.4,5
El estudiante debe procurar formarse permanentemente, organizarse en cuanto a tiempo, espacio técnicas y métodos concretos para estudiar. Otro aspecto importante es lograr estudiar con eficiencia, el educando que desea que su estudio sea eficaz debe primeramente valorar la importancia del estudio, saber fijarse metas a conseguir, saber cómo realizar subrayado, resúmenes, mapas conceptuales.
Es muy importante que el estudiante se sienta acogido, apoyado y motivado por sus docentes y familiares para lograr cambios en los hábitos de estudio.
Asimismo, recomendamos potenciar la función de tutoría como actividad docente, con profesionales educadores de experiencia en el proceso de enseñanza de nivel universitario, que estimulen no solo el aprendizaje cognitivo, sino también que realicen labores de orientación, para mejorar hábitos y técnicas de estudio, así como el desarrollo de habilidades y actitudes de responsabilidad y autoexigencia, que permitan elevar la autoestima de los estudiantes.