Introducción
La familia es el agente más importante de socialización del ser humano. Este complejo proceso de socialización de los hijos es realizado por los padres o cuidadores e incluye estrategias de control -coercitivas o inductivas- y demostraciones de afecto para moldear el carácter, aplicar el autocontrol y fomentar conductas aceptables.1 Sin embargo, los eventos negativos como el castigo físico durante la niñez, especialmente en los cinco primeros años de vida, son determinantes en el desarrollo cognitivo, así como en la salud física y mental del individuo y, por consiguiente, de peores logros educativos que limitan el acceso a un mejor nivel de desarrollo humano y social,2,3,4,5 exponiendo a quienes lo sufren a mayor riesgo de convertirse en agresores6,7 o de adoptar conductas delictivas.8
En América Latina, uno de cada dos niños experimentan disciplina violenta en el seno de su hogar7 y es la madre la principal agresora.9 En el Perú, dos de cada diez niños de 1 a 5 años de edad son corregidos en el hogar con palmadas, golpes o castigos físicos y es la madre quien corrige con mayor frecuencia (93,2 %),10) hecho que resulta particularmente importante si consideramos que la violencia extrema contra la mujer, expresada como intento de feminicidio o feminicidio consumado, ha aumentado.11,12
Así, el maltrato expresado en el castigo físico13 que ocurre en contra del niño dentro del seno familiar ejercida por la madre es un problema de salud pública que debe ser abordado y estudiado por los profesionales de enfermería, debido a su impacto en el desarrollo psicomotor del niño. Por esta razón se realizó el presente estudio, con el objetivo de determinar los factores asociados al maltrato físico en menores de cinco años de edad perpetrado por sus progenitoras.
Métodos
Se realizó un estudio observacional basado en el análisis secundario de los datos de la “Encuesta Nacional de Salud y Demografía (ENDES), 2017” realizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática.10 En esta encuesta fueron seleccionados treinta y cinco mil novecientas diez viviendas (35 910), de las cuales 14 160 corresponden al área sede (capitales de departamento y los 43 distritos que conforman la provincia de Lima), 9 300 viviendas al resto urbano y 12 450 viviendas al área rural. Dicha muestra fue bietápica probabilística de tipo equilibrado, estratificada e independiente a nivel departamental y por área urbana y rural. Por ser una encuesta probabilística, se calcularon pesos muestrales y factores de expansión en cada una de las etapas de muestreo.
La población de estudio estuvo conformada por los niños menores de cinco años. La muestra incluyó a los niños menores de cinco años cuyas madres respondieron la pregunta: ¿Qué hace madre para corregir? del cuestionario ENDES 2017. Así, se seleccionaron 14 116 observaciones, de las que se excluyeron 551 (3,9 %) observaciones con datos perdidos referidos a las variables de interés al momento de elaborar las tablas de contingencia, por lo que la muestra se redujo a 13 565 observaciones.
La variable dependiente que se utilizó en el presente estudio fue “maltrato físico por parte de la madre” y se construyó a partir de la pregunta: ¿qué hace madre para corregir? La presencia de maltrato físico se consideró cuando la respuesta a las preguntas incluyó como medidas correctivas: palmadas, golpes o castigos físicos o echarles agua. La ausencia de maltrato físico se consideró cuando las medidas correctivas no incluyeron alguna de las respuestas previamente señaladas.
Las variables independientes se agruparon en: características maternas, características del esposo y características de la violencia intrafamiliar. Entre las características maternas analizadas se consideró la edad de la madre categorizada en menos de 20 años y de 20 a más años; el lugar de residencia con tres categorías: sierra, selva y costa; el nivel de instrucción de la madre categorizada como: secundaria o más y primaria o menos; la ocupación de la madre categorizada como: trabaja actualmente y no trabaja; la edad al primer nacimiento categorizada en: menos de 20 años y 20 a más años; el estado civil de la madre categorizada como: soltera, casada-conviviente y viuda-divorciada- separada; la lengua de la madre categorizada como: aymara u otra indígena originaria, quechua, castellano u otra no indígena; y la presencia de anemia materna con dos categorías: sí y no. Las características de la pareja que se evaluaron fueron: el esposo vive en casa, categorizada como: menor de 20 años y 20 a más años; el nivel de instrucción del esposo agrupada en: secundaria o más y primaria o menos; la ocupación del esposo categorizada como: trabaja y no trabaja; el esposo toma bebidas alcohólicas con dos categorías: sí y no. Finalmente, las características de la violencia intrafamiliar incluyeron la presencia de: la violencia psicológica de pareja, la violencia física de pareja, la violencia sexual de pareja y la violencia física de la mujer contra el esposo. Todas estas variables fueron dicotomizadas con respuestas sí y no.
La base de datos fue descargada del portal web del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Las bases de datos de todas las encuestas ejecutadas por el INEI se encuentran en la sección de
del menú“Micro datos”
. Desde este menú se accede a la pestaña“Bases de Datos”
y se seleccionó la “Encuesta Nacional de Salud y Demografía”, luego se seleccionó el año (“Consulta por Encuesta”
) y en periodo se eligió“2017”
.“Anual”
Se calculó el chi cuadrado y el valor de p, así como el odds ratio (OR) y su intervalo de confianza al 95 %. Finalmente se utilizó el modelo de regresión logística y se usó el software estadístico IBM SPSS V25. Por ser datos obtenidos a partir de una muestra, para la presentación de los resultados se utilizaron los factores de expansión. Según la teoría de muestreo el factor de expansión es la capacidad que tiene cada individuo seleccionado en una muestra probabilística para representar la población.
Para la presentación de la asociación entre las características de la madre, las características del padre y las características de violencia se diseñaron tablas de contingencia. Para el cálculo de las medidas de asociación se hizo uso del módulo de muestras complejas del SPSS. Para ello se creó un archivo de PLAN.csaplan donde se especificaron las características de la muestra complejas, como variable de estratificación se utilizó la variable V022, la variable de clúster fue la V001 y para los pesos muestrales se utilizó la variable V005. Los porcentajes de las tablas de contingencia, así como los ORs fueron calculados mediante este procedimiento.
En cuanto a los aspectos éticos, los datos estadísticos publicados no contenían variables de identificación personal. No se requirió ningún permiso debido a que la información está disponible mediante el acceso vía Internet.
Resultados
El porcentaje de niños que sufrieron maltrato físico por la madre fue casi 10 % mayor en la selva peruana en comparación con la sierra y la costa; asimismo, los niños que residen en la selva tuvieron menor probabilidad de sufrir maltrato en comparación con los residentes de la costa (ORc = 0,613; IC95 % = 0,535-0,702), lo que significaría la presencia de mayor riesgo a este tipo de maltrato en la costa peruana. De la misma forma, los hijos de madres que hablaban aymara u otra lengua indígena/originaria tuvieron mayor riesgo de sufrir maltrato por sus progenitoras en comparación con los descendientes de aquellas que hablaban el castellano u otra lengua no indígena (ORc = 1,796; IC95 % = 1,050-3,072). Ni la edad, la ocupación, el nivel de instrucción, edad del primer nacimiento, estado civil o la presencia de anemia en la madre se asociaron significativamente con el maltrato físico de la madre en contra del niño menor de cinco años (p > 0,05) (Tabla 1).
Además, se evidenció que cuando la pareja vivía en la casa existió menor riesgo de maltrato contra el niño menor de cinco años (ORc = 0,787; IC95 % = 0,621-0,998); sin embargo, cuando la pareja tenía instrucción secundaria o superior el riesgo de maltrato fue mayor, en comparación con aquellos casos en que la pareja tenía instrucción primaria o inferior (ORc = 1,173; IC95 % = 1,012-1,359). Ni la edad de la pareja, la ocupación o el consumo de bebidas alcohólicas se asociaron significativamente con el maltrato físico contra el niño menor de cinco años (p > 0,05) (Tabla 2).
Al analizar la implicancia de la violencia de pareja en el maltrato del niño menor de cinco años se observó un efecto protector cuando existía violencia psicológica (ORc = 0,709; IC95 % = 0,616-0,816) o física (ORc = 0,630; IC95 % = 0,553-0,718) en contra de la mujer, pero cuando la mujer era la agresora de la pareja el riesgo de maltrato contra el niño menor de cinco años fue mayor (ORc = 1,666; IC95 % = 1,366-2,032). La presencia de violencia sexual en contra de la madre por parte de la pareja no tuvo relación estadísticamente significativa con el este tipo de maltrato físico en contra del niño (p > 0,05) (Tabla 3).
Discusión
La violencia familiar es un problema de salud pública que no distingue niveles económicos ni culturales. En esta situación, quien ejerce el maltrato abusa de su poder frecuentemente en privado, mostrando hacia el exterior una fachada respetable, insospechable y educada, pero con baja autoestima e incapacidad para controlar sus impulsos y/o para expresar afecto, víctimas de maltratos en su niñez,14 convirtiéndolo en un problema transgeneracional.6,8,15,16
La pobreza y la exclusión social han sido descritas como importantes condicionantes de la violencia infantil.13,17 En nuestro país, aquellos cuya lengua materna es el quechua, aymara o nativo amazónico son más pobres que aquellos que hablan el castellano, por lo que la asociación entre el maltrato físico y la lengua materna observada en nuestros resultados indicaría que el mayor riesgo se depositaría en las poblaciones más pobres. Además, si tenemos en consideración que dos de cada cinco indígenas residen en la costa peruana podríamos argumentar que el maltrato físico en el niño menor de cinco años sería más probable cuando la madre tiene origen indígena y reside en la costa, debido a la agudización de su pobreza y exclusión social.18
La ausencia de esposo o conviviente también se relacionó con el maltrato físico de la madre contra el niño menor de cinco años, posiblemente mediado por la responsabilidad total del cuidado emocional y educativo del niño que asume la madre19 además de todas las responsabilidades del hogar. Ante situaciones estresantes como el llanto del niño o cualquier acción de este que no puede controlar la madre se desencadenaría el acto violento,9 mediada por la incapacidad para la solución de problemas.14
Otro hallazgo importante es el hecho que cuando la pareja de sexo masculino es maltratado físicamente por la mujer, sin que el primero inicie la violencia o agresión a esta última, existe mayor riesgo que el niño sufra de maltrato físico por parte de la madre, lo que podría traducir un comportamiento violento por parte de la madre contra los miembros de la familia, posiblemente influida por antecedente de maltrato15 que podría haber ocurrido durante la niñez;13 por el contrario, aquellas madres que sufren violencia de pareja ejercen un efecto protector para prevenir el maltrato físico contra el niño o la niña. Estudios realizados en nuestro país revelan que una de cada tres mujeres que han sido golpeadas de niñas, golpean a sus hijos,16 mientras que el haber sido víctima de violencia física en la niñez se asocia con mayor riesgo de convertirse en agresor en situaciones de violencia de pareja.6 Además, las mujeres que maltratan a sus parejas, en mayor porcentaje, residen en el área urbana y tienen nivel de educación superior.
Podemos concluir que la ausencia del padre podría aumentar el riesgo de violencia contra el niño menor de cinco años, ya que la madre estaría expuesta a situaciones estresantes posiblemente mediadas por las condiciones de vulnerabilidad económica o pobreza que vive, especialmente cuando tiene raíces indígenas y reside en la costa, que se exacerban por la incapacidad para la solución de problemas. Sin embargo, estos factores también revelan que este problema de salud pública estaría afectando a población con mayor vulnerabilidad social en nuestro país.
En ese sentido, durante la atención de los niños menores de cinco años, en especial cuando se realiza la evaluación del crecimiento y desarrollo por los profesionales de enfermería, se deben explorar las características familiares, así como la salud mental materna que permitan la identificación de los factores de riesgo descritos para prevenir o controlar la violencia familiar y, de esta forma, evitar el impacto negativo en su desarrollo físico y mental.