Introducción
La violencia contra las mujeres ha venido recibiendo visibilidad científica desde los últimos años del siglo XX, a partir del surgimiento de la teoría y el enfoque de género y su impacto en diversas ciencias como las sociales, particularmente en la sociología.1
La Organización Mundial de Salud alertó en el año 2012 que “la violencia contra las mujeres y niñas constituye un problema de proporciones pandémicas”.2
La violencia, a pesar de no constituir una enfermedad en el sentido tradicional de su comprensión, donde el elemento etiológico-biológico desempeña como regla un papel fundamental, en sentido social, constituye un problema de salud y un importante factor de riesgo psicosocial, dada la magnitud del daño, invalidez, y muerte que provoca. Se conoce que las consecuencias son múltiples y diversificadas en el nivel social, psicológico, y biológico.3
“La violencia intrafamiliar es todo tipo de comportamiento agresivo e intencional, sucedido en la intimidad del hogar, el cual es cometido por un miembro del grupo familiar: cónyuges, padres, hijos, hermanos, etc., en contra de otros de la misma institución familiar, sin diferenciar sexo, edad, raza o posición social”.4 Se ha conocido que por el ejercicio absoluto del poder de uno o más sujetos sobre otro, queda ubicado en un lugar de desconocimiento; esto es, no reconocido como sujeto de deseo y reducido, en su forma extrema, a puro objeto, evidenciado claramente aquel daño psíquico que con mucho refleja la historia de cada uno de sus participantes.5
Al respecto, las estadísticas internacionales indican que 75 % de los casos corresponden a maltratos contra la mujer. De igual manera, la prevalencia en la pareja es elevada. La invisibilidad de muchos tipos de violencia provoca que no siempre se puedan identificar las circunstancias que llevaron a cometer este acto; por tanto, es una expresión de agresividad manifiesta o encubierta que tiene resultados negativos. Las estadísticas alrededor del mundo muestran que la gran mayoría de las personas maltratadas son del género femenino, destacándose las mujeres de 25 a 34 años de edad. De los maltratos reportados, se estima que el 90 % es a mujeres; el 8 %, a hombres y solo un 2 %, mixtos.6) Durante su desarrollo, la mujer se ve sometida a diversas situaciones que alteran su estado emocional, con la aparición de sentimientos de hostilidad y remordimiento que se reflejan en su vida.7
Actualmente, este fenómeno se presenta activo y constante en la sociedad. Esa agresión se caracteriza por la depreciación física, psicológica, económica, sexual, omisión o negligencia que sufre uno de los miembros de una familia, dentro o fuera de su espacio físico de convivencia.8
Cuba no escapa a esta realidad (victimización femenina), aun cuando nuestro proyecto social contribuya decisivamente a detener muchos de los factores que determinan el ejercicio de la violencia contra la mujer.9 Igualmente se han propiciado modificaciones sustanciales en torno al lugar y el papel de la familia como célula fundamental de la sociedad, pero sin lograr, hasta hoy, la reestructuración radical de los rasgos patriarcales presentes en la identidad nacional y en los agentes socializadores más importantes, como la familia. 10
En el Policlínico Docente “Ramón López Peña” de la provincia Santiago de Cuba, se sucedieron hechos de violencia contra la mujer en todos sus consejos populares, pero no existen cifras estadísticas confiables de la cantidad de mujeres que sufren maltrato a diario. Sin embargo, los informes de las consultas de Psicología, Psiquiatría y Salud Mental muestran que el problema estaba presente.
Por lo antes expuesto se realizó este estudio con el objetivo de caracterizar la violencia intrafamiliar en las mujeres.
Métodos
Se realizó un estudio descriptivo y transversal en el Consultorio Médico de Familia No. 12 del Policlínico Docente “Ramón López Peñaˮ del municipio Santiago de Cuba en el período noviembre 2018 a junio 2019. El universo de estudio estuvo conformado por 378 mujeres de 15 años y más, pertenecientes al consultorio médico de familia, y la muestra estuvo constituida por 43 féminas que acudieron a consultas de Psicología, Psiquiatría y Salud Mental y se les aplicó un cuestionario.
Criterios de inclusión: Mujeres de 15 años y más que sufrían de algún tipo de maltrato y dieron su consentimiento informado para participar en el estudio.
Criterios de exclusión: Mujeres que no estaban aptas mentalmente para participar en el estudio.
Criterios de salida: Las que durante el estudio se mudaron a otra área de salud. Las que voluntariamente desearon abandonar el estudio.
Para este estudio se aplicó una encuesta, relacionada con temas sobre violencia intrafamiliar, se utilizó un cuestionario que fue validado por especialistas de Medicina General Integral y psicólogos expertos en el tema. Se tuvieron en cuenta variables como: edad, escolaridad, estado conyugal y ocupación, tipos de abuso y persona perpetuadora de la violencia.
Para el procesamiento de la información se utilizaron distribuciones de frecuencia absolutas y porcentaje. Los datos se procesaron en el paquete estadístico SPSS versión 11.0. Los resultados obtenidos se muestran en tablas y gráficos, para facilitar su comprensión y análisis.
Todos los procedimientos que se utilizaron en este trabajo están acordes con lo estipulado en el reglamento de la Ley General de Salud en materia de investigación.
Para garantizar su cumplimiento, se obtuvo la aprobación de la investigación por parte de los directivos del centro y del departamento de estadística, explicando previamente los beneficios que se obtendrán con la realización de este trabajo, así como el consentimiento de las pacientes.
Resultados
En la tabla 1 se muestra que hubo predominio del grupo de edad de 20 a 35 años, con el 39 % de la casuística y la escolaridad de técnico medio superior (48,8%).
Grupo de edad (años) | Nivel Escolar | |||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Primaria | S/ Básica | Preuniverst. | T/ Medio | Universt. | Total | |||||||
No. | % | No. | % | No. | % | No. | % | No. | % | No. | % | |
15 a 19 | 0 | 0 | 0 | 0 | 1 | 2,3 | 1 | 2,3 | 0 | 0 | 2 | 5,9 |
20 a 35 | 0 | 0 | 3 | 7 | 0 | 0 | 19 | 44,2 | 1 | 2,3 | 19 | 43,6 |
36 a 59 | 1 | 2,3 | 3 | 7 | 0 | 0 | 1 | 2,3 | 0 | 0 | 13 | 29,3 |
60 y más | 3 | 7 | 10 | 23,2 | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 | 9 | 21,1 |
Total | 4 | 9,3 | 16 | 37,2 | 1 | 22,3 | 21 | 48,8 | 1 | 2,3 | 43 | 100 |
El nivel ocupacional predominante fue la condición de ama de casa, con 23 mujeres para un 55,9 % y la unión consensual con 24 mujeres para un 57,1 % (Tabla 2).
Ocupación | Estado Conyugal | |||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Casadas | Unión consensual | Solteras. | Divorciadas | Viudas | Total | |||||||
No. | % | No. | % | No. | % | No. | % | No. | % | No. | % | |
Estudiantes | 0 | 0 | 1 | 2,3 | 2 | 4,7 | 0 | 0 | 0 | 0 | 3 | 7 |
Trabajadoras | 1 | 2,3 | 9 | 21 | 1 | 2,3 | 1 | 2,3 | 0 | 0 | 12 | 28 |
Amas de casa | 3 | 7 | 14 | 32,5 | 6 | 14 | 1 | 2,3 | 0 | 0 | 23 | 53,4 |
Jubiladas | 0 | 0 | 0 | 0 | 1 | 2,3 | 2 | 4,7 | 2 | 4,7 | 5 | 11,6 |
Total | 4 | 9,3 | 24 | 55,9 | 10 | 23,2 | 4 | 9,3 | 2 | 4,7 | 43 | 100 |
En la tabla 3 se reflejan los tipos de violencia referidas por las mujeres estudiadas, predominó la física en 18 (41,9 %) y la figura del núcleo familiar perpetradora de la violencia y encabeza el grupo el esposo o pareja (44,2 %).
Tipo de violencia | Figura perpetradora | |||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Esposo o pareja | Padres | Hermanos | Hijos | Otros | Total | |||||||
No. | % | No. | % | No. | % | No. | % | No. | % | No. | % | |
Física | 9 | 21 | 5 | 11,6 | 2 | 4,6 | 0 | 0 | 2 | 4,6 | 18 | 41,9 |
Psicológica | 3 | 7 | 2 | 4,6 | 2 | 4,6 | 1 | 2,3 | 3 | 7 | 11 | 25,6 |
Económica | 2 | 4,6 | 2 | 4,6 | 3 | 7 | 2 | 4,6 | 0 | 0 | 9 | 21 |
Sexual | 5 | 11,6 | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 | 0 | 5 | 11,6 |
Total | 19 | 44,2 | 9 | 21 | 7 | 16,3 | 3 | 7 | 5 | 11,6 | 43 | 100 |
Como se puede apreciar en la tabla 4, las 18 féminas (41,9 %) que eran violentadas físicamente lo reconocieron, 23 de las mujeres (53,5 %) que eran víctimas de otros tipos de violencia, no los percibieron.
Discusión
La violencia, en todas sus manifestaciones, es una prioridad de salud pública que amenaza el desarrollo de los pueblos, afecta la calidad de vida y erosiona el tejido social.11 La violencia es el uso intencional de la fuerza o el poder físico, en forma de amenaza o efectivamente, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que ocasiona o tiene grandes probabilidades de ocasionar lesión, muerte, daño psíquico, alteraciones del desarrollo o privaciones.12) Similares resultados coinciden con Martínez y otros,13 quienes plantean en su estudio que el grupo de edad de 25 a 34 años presentó la mayor cantidad de casos estudiados, 80 mujeres (32 %). Otros autores plantean que las mujeres que con mayor frecuencia sufren violencia están ubicadas en los grupos etarios de 15 a 39 años.14,15
La condición de amas de casas las imposibilita de actuar con libertad, están sometidas a la voluntad de su pareja lo cual les impide decidir en otros asuntos familiares, las reduce a disponer de las labores hogareñas. En el estudio de Martínez y otros,13 el nivel ocupacional altamente marcado fue la condición de ama de casa, con 127 (50,8 %) de las mujeres estudiadas, lo cual puede corresponderse con que estas permanecen más tiempo en casa y, por lo general, dependen económicamente de sus familiares o compañeros, aspecto con que coinciden los resultados de este estudio. Lo antes expuesto no coincide con lo planteado por Suárez,16) en un estudio realizado a mujeres que sufrían violencia intrafamiliar, donde más del 45 % eran trabajadoras.
Tal vez el grupo de edad y el nivel ocupacional lleven a las mujeres a aceptar las normas y reglas de “otros” en el hogar, pues al ser mujeres que se caracterizan por no desempeñarse en la vida activa de la sociedad, son dependientes a las imposiciones o a mecanismos de poder de los más autoritarios del hogar, pues esta condición de amas de casa las hace perder libertad para actuar, disponer y gobernar en otros asuntos familiares, solo las reduce a disponer de las labores hogareñas.17
En este aspecto, también llama la atención que solo un porcentaje bajo se encuentra estudiando y aprovechando las oportunidades de las políticas sociales que ha establecido el gobierno cubano para el desarrollo del individuo en la sociedad.18
En este estudio la violencia se presenta más en la unión consensual, aspecto este en que coincidimos con otros autores.19,20) La violencia que se genera en las relaciones de pareja es considerada la expresión más aguda de las inequidades y los desequilibrios entre el hombre y la mujer.21,22
La violencia intrafamiliar se manifiesta en pacientes con nivel medio. Aspecto este que coincidió con otros estudios, donde predominó el nivel medio superior y el secundario.17,22
En relación al tipo de violencia intrafamiliar, Suarez23 reflejó en su estudio que 100 % de las mujeres estudiadas, alguna vez recibió violencia psicológica y en muchas aparecen más de un tipo de violencia. Solamente un número reducido de mujeres agredidas físicamente acuden en busca de ayuda y de estas más de la mitad lo realiza con personal no capacitado.23 Estudios realizados en 24 países revelan que entre el 20 y 50 % de las mujeres entrevistadas sufrieron violencia física por parte de su pareja, la más frecuente. Esta es una problemática tan extendida como oculta, existen muchas razones (miedo, tabú, represalias, etc…), por las que tanto la víctima como el victimario intentan disimular y ocultar la situación de maltrato.16,17,18) Darcout y Cervantes y otros19,23 obtuvieron un predominio de violencia física y emocional, respectivamente. Noa y otros24) también comunicaron que más de 70 % de las mujeres violentadas manifestó deterioro de la autoestima, predisposición a la ingestión de antidepresivos, miedo y bajo rendimiento laboral. Solo un número reducido solicita ayuda profesional y aceptan que la violencia constituye un problema de salud en cualquiera de sus formas.25
Hidalgo plantea que el daño más visible es la paliza, y que trascienden en el ámbito de la pareja; sin embargo, los maltratos de «baja intensidad», los maltratos psíquicos que mantenidos en el tiempo socavan la autoestima de la mujer, son los que mayoritariamente se dan.15
Águila y otros2) defienden la idea de que es más terrible la violencia psicológica, por el trauma que causa, que la violencia física que todo el mundo puede ver, hay violencia cuando se ataca la integridad emocional o espiritual de una persona, la violencia psicológica se detecta con mayor dificultad; por tanto, la víctima no puede recibir ayuda con facilidad.
Se reporta que más de las tres cuartas partes de las mujeres sufren abuso emocional por su pareja y es muy frecuente la ridiculización y la crítica. El sexo femenino es sometido a tabúes trasmitidos desde nuestros antepasados, muestra de ello son los conflictos que se generan ante el uso de prendas de vestir, pintura de cabello y calzado no deseados por su compañero sexual. Autores como Boira y otros14 y Darcout19 reportan altos porcentajes de violencia en estudios realizados en parejas cubanas, donde la violencia física suele coexistir en mayor porcentaje. En muchas ocasiones existen amenazas por el victimario mediante el poder y la fuerza que con el tiempo a las mujeres no les queda más remedio que asumir la posición de subordinación, como concluyen Martínez y otros,13 quienes plantean que en su investigación 100 % de las féminas presentaron frustración, tristeza y pena, lo que conlleva a desorden de estrés postraumático.
Águila y otros,2) al referirse a la violencia de género que ocurre en el ámbito familiar y social, destaca que tiene consecuencias psicológicas, sociales, económicas y políticas, perpetúan un sistema de discriminación y constituyen una violación de los derechos humanos, la violencia que ocurre en el marco de las relaciones de pareja es la expresión más aguda de las inequidades y desequilibrios entre hombres y mujeres.
De forma general se puede decir que la mayoría de las féminas no tiene conciencia del ciclo de la violencia, como espiral que se va acortando cada vez más, a pesar de las mujeres crear una estrategia para sobrevivir. Para que una mujer pueda salir de este ciclo es preciso que aprecie su situación, recupere la autovaloración y tome las riendas de su vida, buscando ayuda externa en la comunidad y diversas Instituciones y organizaciones de la sociedad, que no se desentiende de esta problemática.
En conclusión, fue frecuente la presencia de violencia contra las mujeres, acto que involucraba al resto de la familia, las féminas no tenían percepción de que eran maltratadas y eran en su mayoría amas de casa sometidas a la voluntad de su pareja. Por otra parte, este estudio también tuvo fortalezas importantes: fue el primer estudio en el área de salud que nos puede mostrar las características de una población que se encuentra en riesgo constante de violencia intrafamiliar. Esta información es relevante para la aplicación de medidas preventivas por parte del Equipo Básico de Salud
Limitaciones del estudio
La limitación del estudio radica en el tamaño pequeño del universo, puede existir un subregistro importante de mujeres que no acuden a ninguna institución de salud, y que puedan ser víctimas de algún tipo de violencia intrafamiliar.