Estimado editor:
La conducta suicida en la adolescencia se ha convertido en un problema de salud pública, con gran repercusión emocional, asociada a la pérdida de una persona joven y el costo económico y social que conlleva.
Según la OMS, en el año 2020 más de un millón y medio de personas morirán por suicidios y entre 10 y 20 veces más personas llevaran a cabo una tentativa suicida.1
Las investigaciones del suicidio en adolescentes se han dedicado a los factores de riesgo relacionados con aspectos biológicos, de comportamiento sexual, disfuncionalidad familiar, antecedentes psicopatológicos familiares y de conducta suicida, así como relaciones conflictivas con coetáneos.1,2 Sin embargo, son escasas las indagaciones que han colocado la mirada en los factores protectores, entre ellos la resiliencia.
La resiliencia es un constructo complejo, que tiene su origen en el vocablo latín resilio, que significa volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar. En ciencias sociales, el término fue adecuado para dar razón de aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de adversidad, se desarrollan psicológicamente sanos. Se refiere a la capacidad universal que posibilita a un individuo o comunidad, expuestos a condiciones de riesgo, sobreponerse ante situaciones adversas a través de estrategias de resolución de problemas, comunicación asertiva y el manejo adecuado de los pensamientos y sentimientos con el fin de reafirmar la capacidad de recuperación.3
En psicología, los estudios han transcurrido de concebir los fenómenos de manera aislada a considerar interrelaciones, dentro de las que destacan los factores de riesgo y protección.4
Diversas investigaciones demuestran que el sentido del humor, el optimismo y la empatía parecen ser factores de personalidad claves para la resiliencia en adolescentes y adultos jóvenes que previenen la ideación y tentativa suicida. Se debe trabajar sobre la esperanza y las razones para vivir, focalizar el interés en todos aquellos aspectos positivos que deben ser visibilizados para contrarrestar los efectos negativos de situaciones adversas en esta etapa.5
Las habilidades de solicitar ayuda o apoyo a la hora de enfrentar situaciones adversas son importantes para el fomento de la resiliencia ante el suicidio. El adolescente en escasas ocasiones suele acudir a los servicios de salud mental o a su profesorado cuando se halla en la fase inicial de ideación o realiza los primeros comportamientos de daño autoinfligido.
En las últimas décadas se han reconocido los factores personológicos, con énfasis en los recursos personológicos (particularidades de la subjetividad individual, afrontamiento a las vicisitudes de la vida, determinada competencia en la interacción con el medio y esfuerzos cognitivos-conductuales) para redimensionar las situaciones que desencadenan los conflictos.
En un estudio realizado con universitarios en Colombia, al analizar los eventos vitales estresantes, se encontró un mayor nivel de ideación suicida en estudiantes quienes manifiestan haber vivenciado eventos tales como: cambiar de grupo, vivir alejado de la familia, peleas y discusiones graves con un ser querido, familiar con enfermedad grave, seres queridos con problemas emocionales o psicológicos, vivenciar maltrato físico intrafamiliar, problemas con drogas o alcohol y verse afectado por un desastre natural.6
En Cuba, el suicidio constituye la décima causa de muerte para todas las edades, con una tasa de 13,3 x 100 000 habitantes en el año 2018 y la tercera para el grupo de 10 a 19 años, con una tasa de 1,8 defunciones por cada 100 000 habitantes. El sexo masculino tuvo una tasa 21,2 y el femenino de 5,4 lo que representó 4,1 años de vida potencialmente perdidos en los hombres y 1,0 años en las mujeres.7)
En la provincia de Cienfuegos hubo 53 muertes por lesiones autoinfligidas en el año 2018, con una tasa de 12,8 fallecidos x 100 000 habitantes. La tasa de defunción por lesiones autoinfligidas intencionalmente en el sexo masculino fue de 19,1 y en el femenino de 6,4. La razón de tasa por sexo M/F es 3,0. El municipio de Cienfuegos presentó 13 fallecidos por esta causa en el año 2018, con una tasa de 7,3 fallecidos x 100 000 habitantes.8)
Según el Departamento de Estadística de la Dirección Municipal de Salud de Cienfuegos, el grupo de 15 a 19 años de edad en el municipio de Cienfuegos presenta la mayor incidencia de intentos suicidas, con 65 casos en el año 2018, cifra que duplica los demás grupos de edades.
Si bien es cierto que los intentos suicidas en adolescentes no tienen alto índice de éxito, es muy probable que influyan en la tasa de éxito de la población que oscila entre 20 y 39 años. Las estadísticas demuestran que las personas, de este segundo grupo, poseían intentos previos de suicidio en la adolescencia.9)
Tanto en la asistencia como en la investigación se ha constatado que son insuficientes los conocimientos y habilidades profesionales en el saber adiestrar a los adolescentes y otros grupos vulnerables en desarrollar habilidades personales de resiliencia, que les permitan afrontar y superar los problemas y adversidades vitales de manera significativa y productiva, como declara el programa nacional de prevención y atención a la conducta suicida en Cuba10) en el inciso D de la estratégica de educación.
Se debe trabajar la resiliencia en los adolescentes y colocar el acento en los factores protectores para evitar la escalada del daño de llegar al suicidio.