Estimado editor:
Hemos leído con particular interés el manuscrito de Almenares y otros,1 titulado “Discapacidad en personas mayores”, donde los autores estimaron la prevalencia de discapacidad y comorbilidades en adultos mayores cubanos, evidenciando que el 75 % se encontraban discapacitados entre niveles leves y moderados, observando además que las comorbilidades más prevalentes son de tipo cardiovascular y mental.1 Agradecemos a los autores por proveer tal evidencia. No obstante, consideramos necesario hacer mención de una condición indispensable de conocer y que afecta sustancialmente la capacidad funcional del paciente que supera la fase aguda de la COVID-19, sobre todo en el adulto mayor: el síndrome neurológico pos-COVID 19.
El síndrome neurológico pos-COVID 19 se define como la manifestación de signos o síntomas neuropsiquiátricos tiempo después de la fase aguda de la COVID-19, en pacientes de cualquier grupo etario que presentaron o no manifestaciones neurológicas durante tal fase.2,3 Constituye un reto actual en salud pública a nivel global, debido al desconocimiento que se tiene aún sobre esta enfermedad y, principalmente, al riesgo que genera este síndrome de desencadenar trastornos cerebrovasculares o neuroinmunes.2,3 Se presume que existe mayor riesgo de presentación y/o complicación en aquellos con antecedentes personales de desórdenes neurológicos, modificando sustancialmente el pronóstico funcional a corto, mediano y largo plazo.3
Realizar el diagnóstico diferencial en atención primaria de este síndrome de cualquier otra condición similar o de presentación simultánea, es realmente un desafío. Lorenzo y otros4) llevaron a cabo un estudio donde evaluaron prospectivamente las secuelas físicas y psicológicas a 3 meses de pacientes COVID-19, evidenciando que más de 50 % de los pacientes presentación afectación de la calidad de vida, y hasta un tercio permanece con manifestaciones neuropsiquiátricas de tipo ansiedad, insomnio y síndrome de estrés postraumático.4 No obstante, estos autores no utilizaron herramientas imagenológicas neuronales o neurofuncionales que permitieran descartar alguna alteración estructural o neurofisiológica, compatible con algún remanente de neuroinflamación que desencadenara el síndrome neurológico pos-COVID 19, por lo que no se puede definir con precisión la causa y persistencia de tales síntomas.
Heneka y otros5 enfatizan sobre aquellos pacientes que poseen comorbilidades como la enfermedad de Alzheimer y otras demencias, cuya neuroinflamación durante la fase aguda incluso, puede empeorar el pronóstico y aumentar el riesgo de mortalidad de manera inmediata.5 Sin embargo, se espera que aquellos que presenten manifestaciones neurológicas durante la fase aguda, sean adultos mayores frágiles y tengan factores de riesgo de tipo neurovascular o neuroinmunológicos, vean reducida su capacidad funcional de forma significativa.6
En este orden de ideas, es necesario hacer énfasis e intensificar el control de factores de tipo neuro y cardiovasculares, promover la vacunación masiva y estrategias de educación en salud, realizar estricto seguimiento desde la atención primaria de adultos mayores que presentan cualquier fenotipo de la COVID-19, pero sobre todo aquellos con fenotipo severo y/o que desarrollan manifestaciones neuropsiquiátricas, e impulsar la neurorrehabilitación para intentar recuperar y mantener la capacidad funcional de aquellos con secuelas que reducen la calidad de vida.