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Educación Médica Superior

versión impresa ISSN 0864-2141

Educ Med Super v.17 n.1 Ciudad de la Habana ene.-abr. 2003

 

Escuela Nacional de Salud Pública

La maestría pedagógica, su relación con el modelo comunicativo
de la enseñanza contemporánea

Lic. Bertha Fernández Oliva1 y Lic. Nidia Nolla Cao2


Resumen

El presente trabajo tiene como objetivo motivar a los profesionales que se desempeñan en el campo de la Educación Médica a reflexionar sobre las cualidades y capacidades que debe poseer un profesor, como parte de la maestría pedagógica a alcanzar en su práctica profesional, destacando el papel del modelo comunicativo en la enseñanza contemporánea y particularmente en la Educación Médica. Desde una visión actual del proceso docente-educativo y del papel protagónico del estudiante en dicho proceso, se analizan y describen las principales cualidades y capacidades que se consideran que un profesor ha de poseer y fomentar, como elemento esencial para planificar y desarrollar el proceso enseñanza-aprendizaje con la calidad requerida y lograr de esta manera un mejor resultado que se traduzca en la formación de futuros profesionales con sólidos conocimientos científico-técnicos, comprometidos e integrados a nuestra sociedad, con independencia cognoscitiva y creatividad para aprehender su labor profesional.

DeCS: EDUCACION MEDICA/métodos; EDUCACION DE PREGRADO EN MEDICINA/métodos; PSICOLOGIA EDUCACIONAL; ENSEÑANZA/métodos; APRENDIZAJE.

¿Qué es la maestría pedagógica?... ¿Es un don natural, un potencial vocacional realizado? ¿Son cualidades de la personalidad profesoral, espontáneas o formadas? ¿Depende o no de la preparación pedagógica y psicológica y de la experiencia docente? Estas y otras interrogantes, se hacen los maestros a lo largo de su vida profesional y con ellas queremos motivarlos a buscar en estas líneas algunas de las respuestas pertinentes, pero sobre todo a encontrarlas en sus experiencias de trabajo, con sus propios alumnos.

Es importante valorar comentarios que escuchamos a los alumnos sobre sus profesores: “...el profesor sabe mucho pero no le entiendo nada”, “sus clases son monótonas”, “sólo él habla y no queda tiempo para preguntas”... Estas y otras sentencias deben preocuparnos en nuestra autovaloración como profesores y preguntarnos: ¿pensamos en nuestros alumnos al organizar y planificar las clases?, ¿cómo los vamos a enseñar y a motivar? ¿cómo vamos a abordar los contenidos?, ¿cuál sería su papel en este proceso? La visión fundamental sería valorar si estamos a la altura de las necesidades actuales de nuestra sociedad y si les ofrecemos a los estudiantes, por medio de una enseñanza activa, la posibilidad de participar y construir su propio aprendizaje para adquirir las herramientas que van a necesitar, tanto durante el proceso formativo, como en su desempeño profesional una vez graduados.

Desde el siglo anterior, maestros, psicólogos, filósofos, sociólogos y otros investigadores en el campo de la Educación se han dado a la tarea de estudiar la calidad del proceso enseñanza-aprendizaje y de plantearse cambios en su concepción, proponiendo nuevos modelos de enseñanza, y la estructuración de nuevos planes de estudios, acorde con estas concepciones, pero ¿qué sucede en el salón de clases?, ¿se está en correspondencia con estas tendencias actuales? Se verá qué tenemos y qué nos falta, cuál es el reto para este nuevo siglo.

Se quiere que estas líneas movilicen a la reflexión de los docentes y quizás por qué no, a orientar en cómo lograr estilos adecuados para la conducción del proceso de enseñanza-aprendizaje y del papel del modelo comunicativo para enfrentar el reto de trabajar cada día más por elevar la calidad en el cumplimiento de la misión de la formación de los futuros profesionales de la salud.


Desarrollo

Partiendo de la fundamentación teórica de las tendencias actuales de la didáctica contemporánea, donde se enfatiza el rol del profesor como conductor del proceso de enseñanza-aprendizaje, y se privilegia la acción de la orientación sobre la de información, cuando se abandona cada vez más la enseñanza de estrado, en el camino de transformar la práctica metanarrativa por la de la participación activa de los estudiantes en la construcción de su propio aprendizaje. Ante este reto al profesor de los albores del nuevo milenio, no le es suficiente poseer una alta preparación científico-técnica, que se traduce en el dominio de los contenidos de la enseñanza, sino que requiere además dominar los elementos fundamentales de la teoría de la comunicación y desarrollar capacidades pedagógicas y psicológicas que le permitan aplicar un modelo comunicativo, donde la utilización del diálogo deviene como elemento esencial de la labor educativa, así como de los diferentes métodos que contribuyen a estimular la motivación por el aprendizaje activo de sus estudiantes.

Los modelos activos de enseñanza y comunicativos, propician que el estudiante sea objeto y sujeto de su propio aprendizaje, que aprenda solo y que desarrolle las habilidades y modos de actuación que le permitan como futuro profesional la solución de los problemas que demanda la sociedad (N. Riviera. Fundamentos metodológicos del proceso docente-educativo. El modelo de la actividad. ISCM- Habana, 1989).

En la Educación Médica Superior, se necesita formar una serie de cualidades que deben caracterizar la personalidad de todo futuro profesional, una de las habilidades imprescindibles en esta formación es la que permite establecer una adecuada comunicación, por ser ésta un elemento esencial, para que el médico desarrolle el método clínico, utilizado en esencia por todos los profesionales de la salud, para realizar con eficiencia su labor diagnóstica, pronóstica, terapéutica y de profilaxis.1

Entre los errores señalados por Ilizastegui y Rodríguez Rivera que vulneran el Método Clínico, se encuentra “el no establecer la adecuada relación médico-paciente”, “la no comunicación a colegas de las experiencias obtenidas en el trabajo médico” y “la comunicación inadecuada con el enfermo que produce incomodidad del mismo, humillación y hostilidad”.1 Por tanto, añadido a la preparación científico-técnica de los profesionales y a su conveniente praxis, solo una adecuada comunicación con los enfermos, familiares y equipo de trabajo, garantizarán el éxito de la labor del profesional de la salud. De tal magnitud han sido valoradas las capacidades comunicativas que muchas prestigiosas universidades médicas del mundo establecen como requisito previo al ingreso que el aspirante sea capaz de demostrar un nivel básico de la habilidad comunicativa, lo que se aplica en Cuba, entre un grupo de pruebas de aptitud, desde el año 1982 con la creación del Destacamento de Ciencias Médicas “Carlos J. Finlay”,2,3de forma tal que esta habilidad básica le permita alcanzar su máximo desarrollo a lo largo del proceso formativo (Reglamento Especial del Destacamento de Ciencias Médicas “Carlos J. Finlay”. MINSAP, 1998) (Metodología para el proceso selectivo del ingreso al Destacamento de Ciencias Médicas “Carlos J. Finlay” en el VII Contingente y siguientes, MINSAP, 1998).

Este proceso de comunicación de los médicos y demás profesionales de la salud con sus pacientes y familiares va a tener una fuerte influencia en la manera en que se establece el proceso de comunicación de los profesores y estudiantes, por tanto el primero estará en gran medida vinculado al estilo de la relación comunicativa en que se formó como profesional, partiendo de la importancia del profesor como modelo de sus estudiantes, por tanto una primera capacidad que debe poseer todo profesor es la comunicación pedagógica.

El profesor en su práctica docente debe garantizar un estilo comunicativo en el que converse de, con y junto con los educandos, mostrarles el cómo desarrollar su tarea docente, proporcionándole oportunidades para la práctica independiente y a su vez supervisarlos, exigirles, evaluarlos y retroalimentarlos, a fin de que alcancen sus objetivos de aprendizaje.2 Todo lo anterior solo puede lograrse a través de la práctica pedagógica comunicativa.

La comunicación pedagógica, atendiendo a la teoría general de la comunicación de Shanon, comprende: la emisión, la interpretación, la evaluación y la respuesta. Por su sentido de dirección puede ser:3

  • Unidireccional: Cuando el flujo constante de información es del profesor hacia el estudiante, predominante en la enseñanza tradicional.
  • Bidireccional: Acción y reacción, a través de preguntas y respuestas con participación de diferentes roles.
  • Recíproca de roles: Interacción participativa de emisor-receptor.

Pero en las concepciones más actuales no es suficiente asumir la comunicación pedagógica a partir de este modelo, es necesario entender que la esencia de la comunicación es la interacción, la complicidad, el poder situarse en el lugar del otro.4

Cabe entonces preguntar nuevamente ¿Se puede ser buenos comunicadores de forma espontánea, o esta capacidad se forma y desarrolla en el proceso de formación profesional y profesoral?

Sin dudas no puede descartarse la influencia de determinadas cualidades de la personalidad, y según Catell5 existen alrededor de veinte rasgos o conjuntos de respuestas habituales que definen la personalidad, tales como: integridad, altruismo, estabilidad emocional, aceptación de normas morales, confianza, dependencia, autoaceptación, tolerancia, autocontrol, eficiencia intelectual, flexibilidad; a lo que se añade por su importancia para la profesión en cuestión las capacidades histriónicas y empáticas que deben desarrollar en la práctica docente.

Todas estas cualidades de la personalidad favorecen las capacidades comunicativas, no obstante ellas por sí solas no son suficientes, se requiere del dominio del contenido, de lo que se quiere comunicar; por la relación dialéctica entre contenido y forma, donde están presentes también las habilidades del uso del lenguaje tales como: fluidez, vocabulario general y técnico, dicción y la capacidad de transmitir la idea esencial.

En la enseñanza superior la relación adecuada profesor-estudiante se da precisamente al establecerse entre ellos un alto nivel de comunicación, basado esencialmente en el respeto y confianza, dado de forma bidireccional. Este respeto tiene entre sus bases el reconocimiento de los estudiantes del dominio del contenido de enseñanza por el profesor y el aprecio por su desempeño profesional y profesoral, convirtiéndose en su modelo, en alguien a quien quisiera parecerse, es entonces cuando le dice maestro.6

Otro aspecto fundamental para garantizar la comunicación es la capacidad de escuchar y de captar el contenido del mensaje, lo que permite la retroalimentación como elemento de cierre en la comunicación como sistema, al menos de un ciclo dado. Sin embargo esta última, es una de las habilidades comunicativas menos desarrollada por los médicos, quienes por lo general dedican poco tiempo a escuchar, quizás porque han sido enseñados más bien a preguntar.

Para trabajar en la línea del modelo comunicativo es aconsejable que los profesores antes de determinar la estrategia de trabajo con sus nuevos grupos, exploren con los estudiantes lo siguiente:

¿Cómo aprenden mejor?: leyendo, haciendo tareas, oyendo conferencias, o intercambiando ideas en grupo.

¿Cuál es el modo en que prefieren aprender?: solos, con amigos, en grupos formados por su profesor o en grupos formados por los propios estudiantes.

En esta experiencia, coincidente con la reportada en investigaciones psicopedagógicas, en respuestas a estas preguntas se han encontrado preferencias por el trabajo en grupos que propicia una mejor comunicación, a través de intercambios, discusiones y esclarecimiento de ideas, que a su vez les permite elevar la motivación y alcanzar más confianza, fortaleciéndose las relaciones interpersonales. Incluso se han observado estos cambios de actitudes no solo entre estudiantes en la formación del pregrado sino de manera muy significativa entre profesionales que durante sus estudios de maestrías, aún compartiendo espacios laborales con otros colegas, nunca se habían relacionado más allá de los saludos formales y cotidianos, a pesar de desempeñarse en un mismo ambiente laboral; sin embargo no habían tenido la oportunidad de disfrutar las bondades que ofrece la comunicación a través de la interacción de los grupos, devenidos y nucleados como colectivos, por la probada influencia de estas dinámicas. Compartimos con M.A. Calviño, en su texto “Trabajar en y con grupos” la afirmación de que “trabajar en grupos no es solo una técnica, es un modo de pensar, es por qué no, una filosofía y una epistemología, es un convencimiento de que solos se puede, pero juntos es mucho mejor.7

El profesor además de las capacidades comunicativas, las del dominio de su ciencia y del trabajo en grupo, debe desarrollar y consolidar otras habilidades vinculadas con los métodos didácticos y la psicología del aprendizaje, así como de los principios éticos de su profesión.

La psicología pedagógica es la rama que estudia la formación de cualidades ideológicas, psicológicas, estéticas, morales, que debe reunir la personalidad del profesor y que tiene como objetivo impulsar el desarrollo de las capacidades pedagógicas para la realización efectiva de su labor profesional.

En la estructura de las capacidades pedagógicas se tienen: hábitos y habilidades pedagógicas, cualidades intelectuales y cualidades afectivo-volitivas. Por su génesis se pueden plantear que las capacidades pedagógicas son sociales, se forman y desarrollan en el proceso de la actividad docente.

Las principales capacidades pedagógicas que el maestro debe poseer son:8

  • Didácticas. Determinadas por el éxito al organizar y transmitir los conocimientos a los alumnos, para poder mostrar la esencia de los fenómenos, utilizando los medios disponibles, métodos y procedimientos en forma adecuada.
  • Académicas. Comienza con los años de estudio, continúa en su desarrollo profesional y profesoral, en forma sistemática.
  • Perceptivas. Capacidad de asimilar el estado psíquico del estudiante. Requiere conocimientos de Psicología General y Evolutiva, de los aspectos teóricos y su vinculación con la práctica.
  • Expresivas. Capacidad de expresar las ideas, pensamientos, sentimientos, a través del lenguaje. Este debe ser claro, preciso y sin problemas de dicción. Debe tener un determinado tono emocional, pero no excesivo.
  • Atención. Saber distribuir la atención adecuadamente entre varias acciones y capaz de concentrarse en el tema que está dando: concentra y distribuye.
  • Movilización. Movilizar la atención de los estudiantes, los mantiene atentos durante las clases, los motiva hacia el material de estudios.
  • Organización. Planificar el trabajo del estudiante y el suyo, a través de la tarea docente, organiza el colectivo de estudios, de trabajo y se ajusta al tiempo.
  • Investigativas. Realizar estudios psicológicos y pedagógicos de los problemas cotidianos que se presentan en la enseñanza o articula resultados de otras investigaciones para aplicarlos a su práctica diaria en la solución de sus problemas.

La Maestría Pedagógica es por tanto la combinación armónica de todas las cualidades comunicativas, psicológicas, pedagógicas e ideológicas y de las capacidades pedagógicas del profesor desarrolladas en el ejercicio de su profesión y se expresan en el tacto pedagógico que debe caracterizar al profesor.

Un alto grado de maestría pedagógica se denota en profesores que han alcanzado:

  •  Alto nivel científico de su asignatura y de ciencias afines.
  •  Experiencia profesional y profesoral.
  •  Comunicación adecuada con sus alumnos, pacientes y familiares, otros profesionales y miembros del equipo de salud.
  •  Preparación pedagógica y en particular de la didáctica de su asignatura: para qué enseña, qué enseña y cómo enseña.

Tacto pedagógico que se pone de manifiesto en la propia conducción del proceso y ante situaciones incidentales que puedan producirse; lo que ponen en juego el sistema de capacidades pedagógicas logradas y permiten una relación profesor-alumno en función del proceso de formación esperado.

El profesor que alcance como rasgo de su maestría pedagógica el tacto necesario, está en condiciones de:

  • Estimular al educando a ser activo.
  • Enfatizar en la naturaleza de lo individual.
  • Aceptar que las diferencias son deseables.
  • Estimular y aceptar la crítica.
  • Reconocer el derecho de los estudiantes a equivocarse.
  • Tolerar las imperfecciones.
  • Estimular la apertura del pensamiento.
  • Hacer que las personas se sientan respetadas y aceptadas.
  • Facilitar los descubrimientos.
  • Hacer énfasis en la autoevaluación y la cooperación.
  • Permitir confrontación de ideas.
  • Uso adecuado del lenguaje general y del técnico.
  •  Modulación de la voz en cada momento oportuno de la clase: tono, velocidad, ritmo, pausas.
  • Expresividad, verbal y corporal.
  • Perceptividad a las respuestas del aprendizaje de sus alumnos.
  • Capacidad movilizativa para mantener la atención de los alumnos y promover actividades independientes.
  • Capacidad de organizar su trabajo como profesor y de organizar las actividades individuales y grupales de sus estudiantes.
  • Alto grado de cumplimiento de las tareas y funciones de la actividad pedagógica, que son:
  • Pertrechar a los educandos de los adelantos de la ciencia.
  • Desarrollar una concepción científica del mundo en los estudiantes.
  • Desarrollar los procesos psíquicos, especialmente del pensamiento.
  • Educar una alta autoconciencia en los estudiantes.
  • Contribuir al desarrollo de las actividades sociales.
  • Vincular la teoría con la práctica.
  • Formar la personalidad integral y armónica del futuro profesional.

Como se observa es una actividad sumamente compleja por lo que, además de las cualidades y capacidades referidas anteriormente como favorecedoras del desarrollo de la maestría pedagógica de los profesores, existen otras que debe reunir todo profesional de la educación, a saber:

Socio-políticas
  • Tener formada una concepción científica del mundo.
  • Compromiso con las políticas de formación de los recursos humanos en su contexto social.

Socio-psicológica

  •  Presentar en todo momento un adecuado aspecto y porte personal.
  • Sentir y demostrar amor a su profesión.
  • Demostrar estimación y respeto a los educandos.
  • Demostrar interés por la comunicación con los educandos.
  • Conocer las particularidades de sus educandos y atender las diferencias individuales, sobre la base del diagnóstico  individual y grupal y la orientación diferenciada de tareas.
  • Autodesarrollar y desarrollar en sus estudiantes diferentes rasgos del carácter como son: disciplina, iniciativa, decisión, colectivismo, tolerancia, crítica, entre otros.

Todas estas capacidades y cualidades requieren de una preparación y de una experiencia en la que se ejerciten y se obtengan las destrezas necesarias, las que dependerán de las potencialidades y cualidades personológicas de cada profesor.

Las vías para la formación de capacidades pedagógicas son múltiples en el campo de la superación profesoral, entre las que pueden citarse: Seminarios, Preparación Metodológica, Intercambios de Experiencias, Maestrías y otras formas de Posgrado, sin embargo siendo consecuentes con una posición constructivista, se concede particular importancia a la autoeducación, como una constante y sistemática vía de superación profesional y profesoral, por lo que se cita a Makarenko, uno de los clásicos de la Pedagogía Universal cuando dijo “El maestro vive mientras estudia, si deja de estudiar muere el que fuera maestro”.

Conclusiones

Actualmente en el mundo existen alrededor de 50 000 profesiones, la más antigua es la de maestro, aunque el tiempo no ha reducido su importancia para la humanidad, lejos de esto, en los inicios del tercer milenio con el desarrollo acelerado de las tecnologías de la informatización y las comunicaciones, no existe lugar a dudas de que el papel del profesor se incrementa cada vez más por su insustituible función: cognoscitiva, comunicativa y moral, condicionándose en gran medida el éxito de la influencia pedagógica a la persona que la ejerza y de cómo sean percibidas por los educandos. Como dijera el gran pedagogo José de la Luz y Caballero: “Instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo”.
Quedan pues invitados, a reflexionar sobre este tema y las interrogantes iniciales, con el propósito que sirvan como guía de autoevaluación de cómo están desempeñando su labor pedagógica, qué cualidades han alcanzado, cuáles deben perfeccionar y cuáles por su experiencia docente deben añadirse a las expuestas.

SUMMARY

The present paper is aimed at encouraging those professionals working in Medical Education to think about the qualities and capabilities that a professor should have as part of the teaching mastery to be attained in his/her professional practice. It also underlines the role of the communicative pattern in the contemporary education, particularly the Medical Education. From a current vision of the educational-teaching process and leading role of the student in this process, the paper analyzes and describes the main qualities and capabilities that a professor should have and develop as a fundamental element for planning and developing a quality teaching-learning process and achieving in this way better results in the formation of future professionals with sound scientific-technical knowledge, committed to and integrated into our society, with cognitive independence and creativity to grasp their professional work.

Subject headings: EDUCATION MEDICAL/methods; EDUCATION MEDICAL UNDERGRADUATE/methods; PSYCHOLOGY EDUCATIONAL; TEACHING/methods; LEARNING.

Referencias bibliográficas

  1. Fernández Sacasas JA. Enseñanza de la clínica, Cap V, Biblioteca de Medicina UMSA, Bolivia, 2001.
  2. Salas Perea R. El proceso docente. Educación en la salud. Competencia y desempeño profesionales. La Habana: Editorial Ciencias Médicas; 1999.
  3. Aihiot G. Tipos de comunicación. Sao Pable, Ed. Liuraria, Duas Ciudades; 1970.
  4. Lomov BF. El problema de la comunicación en psicología. Edit. Ciencias Sociales. La Habana, 1989.
  5. Castell RB. Personality and motivation, structure and measurement. New York: Ed. Tarrytown-un, Hudson; 1957.
  6. López HJ, et al. Temas de Psicología Pedagógica para maestros. La Habana: Ed. Pueblo y Educación; 1998.
  7. Calviño MA. Trabajar en y con grupos. Experiencias y reflexiones básicas. La Habana: Ed. Academia; 1998.
  8. Superación para profesores de Psicología. La Habana: Ed. Pueblo y Educación; 1975.

Recibido: 12 de octubre de 2001. Aprobado: 3 de marzo de 2002.
Lic. Bertha Fernández Oliva. Escuela Nacional de Salud Pública. Línea e I. El Vedado. Plaza. Ciudad de La Habana, Cuba.

1 Máster en Educación Médica. Profesora Escuela Nacional de Salud Pública.
2 Metodóloga MINSAP. Profesora Facultad “Calixto García”.