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Educación Médica Superior
versión impresa ISSN 0864-2141
Educ Med Super v.18 n.2 Ciudad de la Habana abr.-jun. 2004
Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana
La ética y la enseñanza de la Pediatría
Dra. Martha Ortiz García,1 Dra. Orietta Portuondo Alacán,2 Dra. Lilia Ahuar López 3 y Dra. Isis Rodíguez Rivalta 4
Resumen
La formación de los profesionales es inseparable de su formación ética. La enseñanza de la Pediatría puede contribuir a la formación integral y en particular, ética de los educandos, por desarrollarse en los servicios pediátricos mediante la educación en el trabajo y propiciar la discusión de los dilemas éticos a los que se enfrentará el egresado. Una de las vías para la formación de valores éticos es la identificación con el perfil del egresado, para los cual es trascendental la influencia del profesor y su preparación. Finalmente se señala la necesidad de evaluar el comportamiento ético de los estudiantes sistemáticamente y en los exámenes prácticos.
Palabras clave: ÉTICA; FORMACIÓN PROFESIONAL; FORMACIÓN DE VALORES.
La educación en las Ciencias Médicas se ha ido transformando a través del tiempo, y de un proceso limitado al aula y centrado en el profesor como principal protagonista ha traspasado los muros de las instituciones docentes para llegar hasta los propios servicios médicos con la participación de los estudiantes en el proceso de su formación. En Cuba, ello se concreta en la educación en el trabajo, cuyos escenarios ya por el hecho de ser reales son el marco propicio para la formación de un profesional de perfil amplio, con sólidos conocimientos científicos y humanos, lo que lleva implícito una profunda formación ética y bioética.1
El proceso de enseñanza-aprendizaje de la Pediatría se desarrolla tanto en los servicios hospitalarios como en la atención primaria de salud, donde la relación con el niño enfermo o sano, su familia y la comunidad tienen una connotación de especial sensibilidad, pues si para cualquier ser humano la salud es posiblemente el valor más preciado, cuando se trata de un niño y sobre todo del hijo, este valor alcanza una categoría exponencial.
El presente trabajo tiene como objetivo hacer una reflexión acerca de algunos aspectos éticos de la enseñanza de la Pediatría.
Aspectos éticos en la enseñanza médica
Dice el Juramento de Hipócrates: "... Al igual que a mis padres respetaré a mi maestro en el arte, compartiendo con él mis bienes, dispensándole socorro si le hubiera menester, estimando a sus descendientes cual si mis hermanos fueran e instruyéndoles en el arte, de querer aprenderle, sin pacto ni remuneración. Los preceptos y enseñanzas verbales, así como todo mi saber, transmitiré a mis hijos, a los hijos de mi maestro y a cuantos discípulos se obliguen y juramenten de acuerdo con la norma médica, pero a nadie más."
El análisis del juramento hipocrático en lo referente a la educación médica y al ejercicio profesional, está matizado de un proceder ético, tanto para los maestros como para los discípulos. La formación de profesionales es inseparable de su formación ética. La educación médica en particular debe inculcar las normas de pensamiento y conducta que ponen énfasis en el servicio a los otros, antes que en los beneficios personales.2 ( Acuerdo de Santiago: Primera Cumbre Iberoamericana de Rectores de Universidades Estatales. Universidad de Santiago de Chile, agosto 1999).
La enseñanza de la Pediatría en el pregrado debe partir de la responsabilidad de contribuir a la formación integral de los estudiantes para lograr profesionales capaces, no solo desde el punto de vista científico y técnico, sino además, humano, social y ético.
Es de considerar que el aprendizaje de la ética no se resuelve con una asignatura sino con una enseñanza sistematizada, en la que la estancia de Pediatría, ubicada dentro del área clínica, posee por la propia naturaleza de la especialidad, condiciones favorables para contribuir a la formación ética, por cuanto el proceso docente-educativo se desarrolla en los servicios, en la experiencia directa con el niño.3
De forma general, el proceso educacional en las disciplinas clínicas se realiza mediante 3 ejes metodológicos: la integración docente asistencial, investigativa y gerencial; la vinculación de la teoría con la práctica y la del estudio con el trabajo en su versión académica, la educación en el trabajo. Para ello, se utilizan fundamentalmente como métodos pedagógicos de aprendizaje, los métodos propios del trabajo profesional, científicamente estructurados.
Según el profesor Ilizástigui: "...transformar el método clínico requiere cambiar cómo los médicos piensan y sienten (...) es la formación de ciertas cualidades: autoconocimientos, sentido moral, sentimientos, valores y conductas, hábito reflexivo, capacidad de empatía y atención comprensiva".4
La educación en el trabajo como principio fundamental de la educación médica superior, implica situar al estudiante bajo condiciones de trabajo para solucionar problemas reales o potenciales a los que tendrá que enfrentarse una vez graduado, mediante el modo de actuación profesional. Es por ello, que el ejemplo del profesor en su papel de educador adquiere una dimensión significativa. La ejecución correcta de esta forma de organización de la enseñanza es propicia para incluir en ella la discusión de los dilemas éticos a los que también deberá enfrentarse el educando y futuro profesional.
Desarrollo de conductas éticas desde el proceso docente-educativo
Es responsabilidad del profesor, propiciar la formación integral de la personalidad del estudiante, lo que se traduce en el estímulo a su independencia y creatividad, que incluye el autoaprendizaje y la autoevaluación. Debe centrarse el proceso docente-educativo más en el aprendizaje que en la enseñanza y basarlo en la adquisición de competencias en correspondencia con las necesidades de salud y el enfoque biopsicosocial de la Medicina, haciéndoles comprender que la mejor forma de que haya salud para todos es mediante la estrategia de la atención primaria de salud. Concientizar al estudiante en la necesidad de desplazar el proceso salud-enfermedad del individuo enfermo al sano y de lo individual a lo colectivo, en reconocer la importancia del trabajo en equipo, multidisciplinario y en la participación comunitaria para la solución de los problemas, en el papel de la familia y todos los aspectos relacionados con la dimensión humana de la profesión.5 Todo ello se resume en lograr la plena identificación del estudiante con el perfil de egresado. Esto constituye a juicio de las autoras una de las vías más importantes para la formación de valores éticos dentro del proceso educacional en las ciencias médicas.
Para lograr lo anteriormente expuesto, el profesor tiene que poseer capacidades científicas, investigativas y docentes, habilidades de comunicación, una profunda formación ética y además, un elevado compromiso con la labor que se le ha encomendado en la formación del profesional que ha sido modelado en correspondencia con las necesidades de salud de la población cubana.
El profesor debe enseñar a utilizar en su justa medida, los avances tecnológicos en el paciente, pero aprovechar también las nuevas tecnologías en la docencia. El uso de la computación es hoy un imperativo del proceso docente educativo para que el estudiante pueda actualizarse, aprender a aprender e investigar. Para ello, el profesor debe estar preparado.
¿Pero sólo con lo señalado se va a lograr la identificación de los estudiantes con su perfil y su formación integral? No, es necesario que el profesor reconozca la importancia de desarrollar la motivación y tenga herramientas para lograrlo, no solo para incidir en la calidad del egresado y su actuación profesional, sino como una vía para la educación en valores.6-8 Entonces, el primero en comprender claramente cómo debe ser la formación del médico general básico y motivar a los estudiantes en tal sentido es el profesor, de lo contrario el efecto es totalmente negativo.
Una de las ventajas de la disciplina pediátrica es que tiene un gran componente práctico y la práctica como actividad transformadora crea valores, porque en ella se propicia el trabajo en grupo y la interacción del alumno con el profesor, con los demás estudiantes y con la sociedad.9 La práctica es por sí misma un elemento fundamental en el logro de la motivación cognoscitiva y consciente, y contribuirá a garantizar la calidad del comportamiento docente del estudiante, la apropiación de los modos de actuación y el desarrollo de la personalidad.10 (Rivera Michelena N. Proceso enseñanza-aprendizaje. Módulo del Curso de maestría psicopedagógica y educación superior en Salud. Universidad Mayor de San Andrés. Versión digital; 1999).
Se considera además, que no basta solo con desarrollar un proceso con los principios, apuntados, es necesario también evaluar sistemáticamente el comportamiento ético en los estudiantes, es decir, los resultados de la incorporación de conocimientos en esta esfera, que bien pudiera ser comprobando la habilidad para resolver un problema ético mediante el planteamiento de un caso ético-médico en el pase de visita, sin provocar iatrogenia al niño o a los familiares, en las discusiones diagnósticas y también, en los exámenes prácticos.11,12
Lo expuesto por Abraham Flexner en su informe a la Fundación Carnegie en 1910, cuya formulación para los planes de estudio continúa siendo un modelo para el diseño de la carrera de Medicina aportó la siguiente reflexión:
"El conocimiento científico ha modificado grandemente la responsabilidad ética de los médicos. Aunque su relación con los pacientes y sus familiares es eminentemente clínica, su función está adquiriendo un papel creciente, en los ámbitos preventivo y social, complementario con el individual y el curativo que desde siempre ha caracterizado su misión. La sociedad confía cada vez más en los médicos y espera que las medidas adoptadas por ellos sirvan para prevenir la enfermedad y promover el bienestar físico y moral de los seres humanos. Ni que decir tiene que el perfil de médico a que me refiero es, sobre todo, el de un hombre educado".13
La Conferencia Mundial sobre Educación Superior de París, entre las misiones y funciones de la educación superior señala en su artículo 2, la función ética, autonomía, responsabilidad y prospectiva, en la que contempla que los establecimientos de enseñanza superior, el personal y los estudiantes universitarios deberán preservar y desarrollar sus funciones fundamentales, sometiendo todas sus actividades a las exigencias de la ética y del rigor científico e intelectual. (Declaración mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI: Visión y acción. Conferencia Mundial sobre la Educación Superior. París, octubre, 1998).
Puede concluirse que si la educación es una función social, el proceso de formación de los profesionales en general y de la salud en particular no pueden estar apartados de la formación de valores con un profundo contenido social, incluidos los principios éticos que rigen la conducta. La enseñanza de la Pediatría para contribuir a esta formación necesita además del ejemplo personal del profesor, lograr la motivación del estudiante con el perfil de egresado, como una vía para la educación en valores humanistas. De esta forma, se cumplirá con el encargo social que dentro de esta disciplina corresponde a los profesores.
Summary
The training of professionals is inseparable from their ethical training. The teaching of Pediatrics may contribute to the comprehensive training and, in particular, to the ethical training of the students, since it takes place at the pediatric services, where they work and are educated, and propitiates the discussion of the ethical dilemmas the graduates should face. One of the ways for the training of ethical values is the identification of the graduate's profile, for which it is transcendental the professor's influence and his training. Finally, it is stated the need to evaluate systematically and and the practical exams the ethical behavior of students.
Key words: ETHICS ;PROFESSIONAL TRAINING; VALUES TRAINING.
Referencias bibliográficas
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Recibido: 19 de diciembre de 2003. Aprobado: 20 de enero de 2004
Dra. Martha Ortiz García. Calle 146 No. 2504 entre 25 y 31, Cubanacán. Playa, Ciudad de La Habana, Cuba. CP 11600.
1 Especialista de II Grado en Pediatría. MsC Educación Médica. Profesora Auxiliar.
2 Especialista de II Grado en Pediatría. Profesora Auxiliar.
3 Especialista de I Grado en Pediatría. Profesora Asistente.
4 Especialista de I Grado en Medicina General Integral. Especialista de I Grado en Pediatría. Instructora