Mi SciELO
Servicios Personalizados
Articulo
Indicadores
- Citado por SciELO
Links relacionados
- Similares en SciELO
Compartir
Educación Médica Superior
versión On-line ISSN 1561-2902
Educ Med Super vol.32 no.1 Ciudad de la Habana ene.-mar. 2018
CARTA AL EDITOR
A propósito del artículo "Experiencia en la adaptación de actividades a los estilos de aprendizaje desde la educación de posgrado a distancia"
The learning styles myth. About the article Experience in the adaptation of activities to the learning styles from postgraduate distance education
Raidell Avello Martínez, Reinaldo Requeiro Almeida
Universidad de Cienfuegos. Cienfuegos, Cuba.
El mito de los estilos de aprendizajes
Sr. Editor
Es innegable el crecimiento de las investigaciones sobre estilos de aprendizaje, entre ellas se encuentra el artículo publicado recientemente en la Revista Cubana de Educación Médica Superior: "Experiencia en la adaptación de actividades a los estilos de aprendizaje desde la educación de posgrado a distancia". En este artículo, los autores definen los estilos de aprendizaje como "aquellos rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos que sirven como indicadores relativamente estables de cómo los estudiantes perciben, interaccionan y responden a sus ambientes de aprendizaje". De igual manera, otros investigadores relacionan los estilos de aprendizaje a las aptitudes del ser humano, su talento, medios, instrumentos personales con los que cuentan para interactuar con la realidad, de forma efectiva según su propia característica; lo cual, tiene un gran valor para los educadores y psicopedagogos en el importante objetivo de mejorar y personalizar el aprendizaje de sus estudiantes.
Muchos de los seguidores de esta teoría sugieren que las personas se dividen según su estilo de aprendizaje, por ejemplo, en visuales, auditivas o cinestética, según el medio de aprendizaje: las personas visuales aprenden mejor con gráficos y diagramas, las auditivas aprenden mejor escuchando, y las cinestéticas aprenden mejor a través del movimiento y la experiencia.
Como resultado de estas investigaciones, a muchos estudiantes, padres, profesores e investigadores, les parece adecuado decir que como las personas prefieren aprender de forma visual, auditiva, cinestética, u otras, deberíamos adaptar la enseñanza, las situaciones y los recursos educativos a estas preferencias. Sin embargo, la teoría de los estilos de aprendizaje ha recibido numerosas críticas.1,2,3 La principal es que no hay una base científica real que sustente, primero, que los alumnos tienen realmente un cierto estilo de aprendizaje óptimo, y segundo, que estos son conscientes de cuál es su estilo de aprendizaje personal y/o si hay una manera confiable y válida para determinar este estilo.4,5,6
Unos de los principales críticos son Kirschner y van Merriënboer,2 quienes plantean que los estilos de aprendizaje clasifican mal (en realidad encasillan) a los estudiantes. Recientemente, Kirschner1 plantea que el primer problema es que la gente no puede simplemente agruparse en grupos específicos y distintos como muestran varios estudios (Druckman & Porter, citado por Kirschner).1 La mayoría de las diferencias entre personas en cualquier dimensión que uno pueda imaginar son graduales y no nominales. Los partidarios del uso de estilos de aprendizaje tienden a desconocer esto y usan criterios arbitrarios, como una mediana o una media en una cierta escala para asociar a una persona con un estilo específico.
El segundo problema que plantea Kirschner tiene que ver con la validez, confiabilidad y poder predictivo de las pruebas de estilos de aprendizaje que se están utilizando. Por ejemplo, Stahl3 reportó inconsistencias y baja confiabilidad en la medición de estilos de aprendizaje cuando los individuos realizan una prueba específica en dos momentos diferentes. En otras palabras, la fiabilidad entre pruebas es bastante baja.
De igual forma, Coffield4 y colaboradores seleccionaron 13 de los 71 modelos de evaluación de estilos de aprendizaje y evaluaron sus propiedades psicométricas:6 no cumplieron con criterios psicométricos,3 "se acercaron a cumplir" con los criterios psicométricos, otros 3 cumplieron la mitad… Solo uno de los modelos cumplió con los requisitos mínimos psicométricos (y el que cumplió con los requisitos no está dirigido tanto a estudiantes sino más bien a docentes y managers). Así mismo, Massa y Mayer5 en una serie de 3 experimentos evaluaron si seguir la modalidad preferida del alumno (visual o verbal),3 generaban diferencias en el aprendizaje. Lo que encontraron fue que la modalidad de presentación no tiene impacto en términos de resultados. Digamos, si un alumno "visual" recibe un contenido de forma visual o verbal da lo mismo.
Otro problema que se critica con respecto a la medición de los estilos de aprendizaje es la poca idoneidad de los cuestionarios de autoinforme para su evaluación. La razón es que los estudiantes no son capaces o no están dispuestos a informar lo que en realidad hacen, o lo que creen que hacen. Para ilustrar la falta de fiabilidad del autoinforme, Rawson, Stahovich y Mayer7 le preguntaron a un grupo de estudiantes cuándo hicieron su tarea y cuánto tiempo trabajaron en ella. Si bien hubo una significativa correlación positiva entre la cantidad de tiempo que los estudiantes pasaron trabajando en su tarea (medido por un "bolígrafo inteligente") y la nota obtenida por los estudiantes en el curso, no hubo correlación significativa entre la nota y el tiempo que los estudiantes dijeron haber dedicado a la tarea. En otras palabras, no hubo una correlación real entre la autoevaluación subjetiva y la medición objetiva. Además, Massa y Mayer5 encontraron que cuando los estudiantes informaban su preferencia por la información verbal en lugar de la información visual, esta preferencia solo estaba débilmente relacionada con sus habilidades reales medidas objetivamente (es decir, su capacidad espacial).
En resumen, cabe preguntarse si verdaderamente los estudiantes saben lo que es mejor para ellos. Muchos de estos estudios demuestran que estudiantes que expresaron preferir una forma particular de aprender, en la mayoría de los casos no tuvieron mejores resultados usando dicha forma, o incluso mostraron peores resultados.8 Ciertamente, no parece prometedor la hipótesis de los estilos de aprendizaje si se tiene en cuenta que ha estado dando vueltas durante 40 años, y no hay suficiente evidencia como para justificar el tremendo gasto de recursos que significa evaluar a todos los estudiantes y tener varias versiones de un mismo contenido según el estilo de los alumnos.
Teniendo en cuenta estos elementos coincido con las conclusiones del estudio de Massa y Mayer:5 "añadir ayudas visuales a una lección online que tenía mucho texto tendió a ser de utilidad tanto a visualizadores como a verbalizadores"; es decir, enriquecer el material sirvió a todos por igual, más allá del estilo de aprendizaje asociado. En fin, no creo que sea de mucha ayuda hacerle creer a un estudiante que tienen solo un estilo de aprendizaje porque lo que necesita es un repertorio flexible del que escoger dependiendo del contexto.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁGICAS
1. Kirschner PA. Stop propagating the learning styles myth. Computers & Education. 2017 [citado 7 jun 2017];106:166-71. Disponible en: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0360131516302482
2. Kirschner PA, van Merriënboer JG. Do learners really know best? Urban legends in education. Educational Psychologist. 2013 [citado 18 may 2017];48(3):169-83. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1080/00461520.2013.804395
3. Stahl SA. Different strokes for different folks? A critique of learning styles. American Educator. 1999;23(3):27-31.
4. Coffield F, Moseley D, Hall E, Ecclestone K. Learning styles and pedagogy in post-16 learning A systematic and critical review. Learning and Skills Research Centre. 2004:84.
5. Massa LJ, Mayer RE. Testing the ATI hypothesis: Should multimedia instruction accommodate verbalizer-visualizer cognitive style? Learning and Individual Differences. 2006 [citado 21 may 2017];16:321-35. Disponible en: http://doi.org/10.1016/j.lindif.2006.10.001
6. Riener C, Willingham D. The Myth of Learning Styles. Change: The Magazine of Higher Learning. 2010 [citado 1 jun 2017];42(5):32-5. Disponible en: http://doi.org/10.1080/00091383.2010.503139
7. Rawson K, Stahovich TF, Mayer RE. Homework and achievement: Using smartpen technology to find the connection. Journal of Educational Psychology. 2017 [citado 20 may 2017];109(2):208-19. Disponible en: http://dx.doi.org/10.1037/edu0000130
8. Kirschner PA. Dejad de propagar el mito de los estilos de aprendizaje. Blog: Onderzoek Onderwijs. 2017 Feb 26 [citado 5 may 2017]. Disponible en: https://onderzoekonderwijs.net/2017/02/26/dejad-de-propagar-el-mito-de-los-estilos-de-aprendizaje/
Recibido: 4 de julio de 2017.
Aprobado: 7 de julio de 2017.
Raidell Avello Martínez. Universidad de Cienfuegos. Cienfuegos, Cuba.
Correo electrónico: ravello@ucf.edu.cu