INTRODUCCIÓN
Una de las ideas actualmente aceptadas en el ámbito de la pedagogía universitaria es que el modelo docente o paradigma educativo que rige los procesos formativos adopta una nueva y renovada visión sobre la enseñanza, el aprendizaje desarrollador y la evaluación educativa. Por ello, en los últimos años ha surgido la utilización del portafolio o carpeta1 que, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española,2 constituye una “cartera de manos para llevar libros, papeles, etcétera”. Además del significado literal de esta palabra, su uso habitual en castellano y con un sentido educativo, está importado del contexto anglosajón: portfolio assessment se traduce como “carpeta de evaluación” y portfolio process como “carpeta de aprendizajes”.
Los portafolios docentes se han utilizado desde hace varias décadas en Estados Unidos y Canadá, a partir de los años noventa en el contexto europeo y continúa extendiéndose su uso en varias latitudes. Generalmente, estos se han empleado como una forma de certificación o acreditación de los docentes; sin embargo, cada vez resulta más frecuente que dichas herramientas se orienten a la compresión y mejoramiento de la enseñanza, debido a que su uso favorece diversos procesos de reflexión, coevaluación y autoevaluación.3
En Cuba, según la sistematización realizada en relación con la evaluación de las habilidades clínicas, no se han encontrado experiencias con el uso del portafolio en profesores y/o estudiantes y, como refiere Blanco Aspiazu,4) el aprendizaje autodirigido resulta fundamental como una actitud responsable en la búsqueda de la más alta calidad en la atención de los pacientes, para lo que el portafolio sería de utilidad.
El uso de esta herramienta surgió en el mundo del arte y, en particular, de la arquitectura y el diseño, por la necesidad de demostrar competencias profesionales en el mercado laboral. Como en muchas otras ocasiones, estas técnicas nacidas en entornos más profesionales o empresariales, son trasvasadas al campo de la educación, donde toman significados y matices muy diferentes. En este medio, el portafolio se convierte en una metodología de enseñanza y evaluación que hace su aparición como alternativa a aquellas de corte puramente cuantitativo. Se trata de un procedimiento de evaluación de trayectorias de aprendizaje.5
Klenoswki,6muestra la gran popularidad alcanzada por esta técnica en el campo de la educación con las siguientes palabras: “Hoy los portafolios están presentes en todas las etapas educativas y en el desarrollo profesional, tanto en el aprendizaje como en la promoción y la evaluación. Un trabajo de portafolios puede usarse para el desarrollo y la valoración del conocimiento de una asignatura, para la adquisición de habilidades de enseñanza y prácticas reflexivas, así como para la preparación profesional y vocacional”. Ello supone que existan modalidades de portafolios según el contenido evaluado, el momento o período de tiempo en que se desarrollan y los objetivos que persiguen -de aprendizaje, de enseñanza (del profesor), profesional, entre otros.
Desde la década de los años ochenta, el portafolio se utiliza en diferentes áreas como el arte y la fotografía; pero en la educación comienza su aparición como herramienta de enseñanza-aprendizaje en 1993, en el Royal College.7 Entonces se llega a la conclusión de que este es un medio eficiente y efectivo para que los médicos lleven a cabo una educación médica continua.8
A partir de la década de los años noventa también se introdujo en el contexto europeo, y en España en el campo de la educación. La palabra y el uso del portafolio se ha extendido como técnica de recopilación de evidencias y competencias profesionales cuyo fin ha sido capacitar a una persona para su desarrollo profesional satisfactorio.9,10
Se reconocen diferentes tipos de portafolios: a) de trabajo: colección general y deliberada de evidencias de acuerdo con los objetivos de trabajo específicos y una forma de comprobar las acciones realizadas por los alumnos; b) de exhibición: contiene una selección de los mejores trabajos, lo que busca demostrar los mayores avances realizados en un proceso de formación; c) de evaluación diagnóstica: implica la documentación del aprendizaje y permite la retroalimentación del desempeño del alumno.11
Desde el punto de vista de trabajo y exhibición, la confección de un portafolio requiere de una actividad reflexiva e interpretativa, integrado por una serie de documentos elaborados y organizados por el alumno, el cual constituye una muestra acumulativa de sus progresos.12
El objetivo de este artículo es evaluar la competencia del uso del portafolio en el pregrado de Ciencias Médicas.
Se realizó un análisis teórico e histórico-lógico dirigido a los escenarios de aprendizaje de las universidades de ciencias médicas en las que se empleaban los portafolios, teniendo en cuenta sus tipos, funciones, objetivos y logros.
UTILIZACIÓN DEL PORTAFOLIO
Existen diversas opiniones en torno a las propuestas que existen a nivel internacional, en relación con el uso del portafolio y su aplicación en el aprendizaje de la medicina por competencias.13 En universidades de Europa, tal es el caso de la Universidad de Manchester, Mattus y Torres14) comentan que el soporte académico que realiza el portafolio resulta altamente efectivo, con una adecuada integración para el currículo, así también como de soporte para el tutor. En los últimos años diferentes autores como Lonka,15) Dannefer,16Ayala,17) Maldonado-Mancillas,18) Agostini19 y Barragán,5) entre otros, han destacado las fortalezas que el instrumento tiene para favorecer el desarrollo profesional de los estudiantes de Medicina.
En este sentido, Lonka y colaboradores15) lo utilizaron con alumnos en la rotación de Obstetricia y Ginecología en Finlandia, por lo que refirieron que este instrumento ayudaba a los estudiantes a monitorear el alcance de los objetivos de aprendizaje y alentaba procesos metacognitivos de autorreflexión. Por su parte, Kariman y Moafi20 hacen mención al desarrollo de actitudes como la responsabilidad, el cumplimiento y la sistematicidad.
Además, el portafolio apoya el aprendizaje y la evaluación de las competencias genéricas de la educación preclínica de pregrado: aumenta la capacidad reflexiva, el desarrollo personal y profesional, y las habilidades de comunicación verbal y escrita, de gestión de información, pensamiento crítico e interacción social.14) En la Universidad de Case Western en Filadelfia, Dannefer y Henson16) realizaron una investigación educacional que demostró el dominio de nueve competencias clínicas adquiridas mediante la utilización del portafolio.
En México se introdujo hace aproximadamente una década y ha ido ganando importancia. Este recurso se ha empleado para certificar a los docentes, ya que el profesor recoge evidencias de su labor con el propósito de facilitar la reflexión sobre su propia práctica y también como una herramienta de evaluación o autoevaluación, que muestra el alcance y la calidad del ejercicio para su desarrollo profesional, lo que permite conocer y comprender los aciertos y problemas que enfrenta en su práctica.3
Existen varias universidades que tienen amplia experiencia en la utilización del portafolio en las áreas básicas y clínicas, tal es el caso de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que ha desplegado criterios y normativas para la creación y homologación de los portafolios de uso convencional y electrónicos.21 En el caso de la Escuela de Medicina de Monterrey, se ha aplicado desde 2001 como un modelo educativo basado en competencias e integrador de ciencias básicas y clínicas, que utiliza estrategias didácticas activas como el aprendizaje colaborativo, basado en los problemas, orientado a los proyectos y centrado en el paciente.17 En la Universidad Autónoma de Tamaulipas, de la Facultad de Medicina de Matamoros, el portafolio se utiliza como una parte sólida en la integración del proceso enseñanza-aprendizaje y la evaluación de la medicina por competencias, por ejemplo en la especialidad de Cirugía.18
Agostini y colaboradores19) realizaron una investigación educativa para conocer la opinión de docentes y estudiantes, tras la implementación del portafolio en el internado rotatorio en la carrera de Medicina de una universidad privada, y concluyeron que la utilización de esta herramienta genera en los alumnos un saber hacer, favorece la reflexión y moviliza sus valores. A los docentes les permite una mayor interacción en la relación alumno-docente, generada a partir de la metodología de trabajo de este instrumento de enseñanza y evaluación.
De acuerdo con la sistematización realizada, se considera que en la actualidad los portafolios están presentes en las etapas educativas y en el desarrollo profesional, tanto en el aprendizaje como en la promoción y evaluación. Constituye una técnica que informa sobre las competencias que una persona o grupo de personas pueden demostrar, así como la naturaleza y el aprovechamiento del proceso de aprendizaje que han seguido para obtener dichos logros.20) Permite acumular las evidencias necesarias para asegurar que la actuación de un alumno en condiciones similares a la vida real, o en la vida real misma, sea acorde con las competencias que estaban previstas en ese nivel y permite evaluar la parte más alta de la pirámide de Millán:22 el demostrar cómo y el hacer.
Por lo tanto, el portafolio como técnica de evaluación permite desarrollar o facilitar los siguientes objetivos generales, entre otros:
Evaluar tanto el proceso como el producto.
Motivar al alumnado a reflexionar sobre su propio aprendizaje y participar en el proceso de evaluación.
Desarrollar destrezas colaborativas entre el alumnado.
Promover la capacidad de resolución de problemas.
Estructurar las tareas de aprendizaje, y establecer lo que es obligatorio u optativo.
Proveer a los profesores de información para ajustar los contenidos del curso a las necesidades de los estudiantes.5
Las autoras consideran que sería útil y novedosa la inserción del portafolio impreso en la formación de pregrado en las carreras de Ciencias Médicas en Cuba, por constituir un instrumento que favorecería la adquisición de las habilidades prácticas en los educandos, no requeriría la presencia permanente del tutor para realizar las actividades previstas de educación en el trabajo, facilitaría a los tutores su enseñanza y fomentaría los contactos docentes. Esta propuesta podría implementarse inicialmente con el uso de una libreta, donde el estudiante realice las tareas docentes, en relación con los objetivos de aprendizaje y los criterios de evaluación establecidos previamente, con lo que se lograría potenciar la autonomía de estos a través de la reflexión sobre los procesos de aprendizaje y estimular el desarrollo individual.
Aunque en los escenarios cubanos no se encontraron evidencias del empleo del portafolio, ya existen experiencias en varias latitudes que dan cuenta de los beneficios potenciales que esta herramienta está generando en el ámbito universitario, al ser una buena opción o alternativa de evaluación.