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Revista Cubana de Salud Pública
versión On-line ISSN 1561-3127
Rev Cubana Salud Pública v.30 n.4 Ciudad de La Habana sep.-dic. 2004
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Rev Cubana Salud Pública 2004;30(4)
Eficacia, eficiencia y equidad en salud*
Ha sido demostrado que Cuba es eficaz, eficiente y equitativa en el logro de la salud de la población a pesar del intenso bloqueo a que ha sido sometida por más de 4 décadas.
En lo que a eficacia se refiere entendiendo como tal la capacidad de lograr objetivos la presente discusión se centra en el logro por parte de Cuba de tres objetivos de salud definidos por la Organización Mundial de la Salud en el marco de la evaluación de los objetivos de desarrollo del milenio. En lo que concierne a la reducción de la mortalidad de la niñez, Cuba muestra una marcada tendencia a la disminución de la tasa de mortalidad del menor de 5 años y de la mortalidad infantil y los niveles actuales de esas tasas se encuentran entre los más bajos del mundo. La meta propuesta de reducir en dos terceras partes estas tasas entre 1990 y el 2015 fueron logradas por Cuba 15 años antes de la fecha establecida de alcanzar la meta. En lo relativo al mejoramiento de la salud materna, para una fecha alrededor del año 2000 la mortalidad materna de Cuba era la novena más baja entre 36 países de las Américas. En lo referente a combatir el VIH/SIDA, la malaria y otras enfermedades, Cuba registra, de acuerdo con los criterios definidos por el PNUD la mejor clasificación al obtener muy bajas tasas de seropositivos al VIH y de casos de SIDA. A su vez, el último caso autóctono de malaria se produjo hace cerca de cuatro décadas atrás, y en lo relativo a la tuberculosis, la tasa de incidencia es la más baja de las Américas, igual a la de Alemania y Suiza, e inferior a la de Francia, Gran Bretaña, Austria y Australia.
En lo que concierne a eficiencia considerada con tal la relación entre recursos y resultados Cuba en el contexto de las Américas, que incluye países de alto desarrollo como Estados Unidos y Canadá, muestra alto índice de eficiencia en el logro, tanto del estado de salud, como de sus determinantes, en relación con su desempeño económico y sus recursos en salud. A título ilustrativo, Cuba ha logrado la eficiencia máxima o muy cercana a la eficiencia máxima, en lo que respecta a los niveles de esperanza de vida al nacer, a la cifra de mortalidad infantil y de menores de cinco años, y a la mortalidad por deficiencia nutricional, asimismo, en lo que se refiere a la cifra de médicos y de cama hospitalaria por habitantes y a la disponibilidad de calorías, en función de los recursos económicos disponibles.
Entenderemos por equidad en salud, la minimización de las desigualdades del estado de salud de la población, y en sus determinantes, entre grupos de personas que viven bajo diferentes condiciones, comprendiendo como tales, con vista al presente examen, aquellas que residen en diferentes territorios de un país. Cuba entre un grupo de países de las Américas tenidos en cuenta, incluido Estados Unidos, es el de menos desigualdad territorial en cuanto a la esperanza de vida al nacer, mortalidad del menor de cinco años, la mortalidad materna, y el bajo peso al nacer en los recién nacidos, y es un hecho bien conocido, como ha sido señalado, que las desigualdades en salud, especialmente en la esperanza de vida al nacer, reflejan desigualdades socioeconómicas estructurales. Por otro lado, Cuba se halla considerada entre los países de las Américas como de baja brecha de ingreso, y ha sido evidenciado que, en el propio contexto de países, los escenarios de mayor desventaja socioeconómica no solo son aquellos en donde hay mayor escasez de recursos y pobreza generalizada, sino también en aquellos donde hay mayor desigualdad en la distribución del ingreso.
La extraordinaria capacidad de respuesta de Cuba para enfrentar los problemas de salud se ha puesto de manifiesto en múltiples oportunidades, y con absoluta nitidez en la década de los noventa fundamentalmente en su primer lustro, cuando la desaparición del campo socialista, junto con el recrudecimiento del bloqueo por parte del gobierno de los Estados Unidos colocaron a Cuba en, lo que se a considerado, el más complejo momento de su historia como nación independiente. Mientras la variación acumulada de producto interno bruto (PIB) para Cuba de 1981 a 1990 fue de 39,5 % (24 de 32 países de América Latina y el Caribe tuvieron un menor desempeño que Cuba en el mismo período), entre 1991 y 1995 la variación acumulada del PIB para Cuba fue de 30,6 %, la mayor en sentido negativo de Latinoamérica y el Caribe. No obstante tan difícil cuadro económico, la situación de salud no se deterioró. Sirva de ejemplo, que mientras de 1989 a 1993 el PIB decrecía en 34,8 % a la par, la mortalidad infantil descendió en 15,3 %, la mortalidad del menor de cinco años en 10,3 % y la mortalidad materna en 7,9 %.
Algunas de las explicaciones de por qué el deterioro económico-social que Latinoamérica exhibió décadas atrás y reciente no tuvo un impacto significativo en los indicadores de salud, son válidas para Cuba que presentó una situación similar en una menor escala de lugar y de tiempo, no obstante a la situación cubana hay que añadir el marcado interés del Estado y el patente apoyo de la población organizada por preservar los logros obtenidos, tanto en el nivel del estado de salud, como en los determinantes que posibilitan alcanzar esos niveles.
Se ha demostrado que es posible que un país con escasos recursos económicos, bloqueado económica, financiera y comercialmente por más de 40 años, pero con un sistema de salud que responde a las necesidades de la población, sin mecanismos de mercado en los que el paciente deviene en cliente, puede ser eficaz, eficiente y equitativo en el logro de la salud de la población, resultante de un conjunto de factores motivados por la voluntad política de un Estado que responde a los intereses de sus ciudadanos.
*Tomado: de la Torre E, López C, Márquez M, Gutiérrez JA, Rojas F. La salud para todos sí es posible. La Habana: Sociedad Cubana de Salud Pública; 2005.
Cándido López Pardo