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Revista Cubana de Salud Pública

versión On-line ISSN 1561-3127

Rev Cubana Salud Pública v.32 n.1 Ciudad de La Habana ene.-mar. 2006

 

Editorial

La salud sexual y reproductiva

La salud sexual y reproductiva entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos y de procrear de igual forma, así como, la libertad para decidir hacerlo o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia.

Esta última condición conlleva implícito el derecho del hombre y la mujer a obtener información de planificación de la familia, tener acceso a métodos seguros, eficaces, asequibles y aceptables de su elección, para la regulación de la fecundidad y recibir servicios adecuados de atención de la salud, que permitan embarazos y partos sin riesgos. Los derechos reproductivos comprenden:

  • El reconocimiento del derecho básico de todas las parejas e individuos a decidir libre y responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el intervalo entre esos; disponer de la información de los medios para ello.
  • Alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva y adoptar decisiones relativas a la reproducción sin sufrir discriminación, coacción, ni violencia, de conformidad con lo establecido en los documentos de derechos humanos.

La promoción del ejercicio de estos derechos es base primordial de política y programas estatales y comunitarios en la esfera de la salud reproductiva y la planificación familiar. Así quedó plasmado en el Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo celebrada en el Cairo en 1994.

Las cuestiones de salud sexual y reproductiva se insertan en relaciones humanas complejas, donde las emociones, afecto y espiritualidad motivan que las personas en especial las mujeres, se expongan a las bondades o a los riesgos de las relaciones sexuales y la reproducción.

En un informe reciente del Population Action Internacional (PAI), se plantea que el siglo pasado se caracterizó por ciertas mejoras en la salud reproductiva con diferencias importantes entre países, con ventajas para los más desarrollados. Destaca el impacto en la salud reproductiva, de acciones tales como la atención de alta calidad durante el embarazo y el parto, el uso de medicamentos que salvan vidas, procedimientos quirúrgicos seguros–incluido el aborto–junto con los altos niveles de uso de anticonceptivos y baja fecundidad. La gran variación de los riesgos, relacionados con la sexualidad y la procreación entre países, se adjudica a las diferentes políticas de salud pública de los gobiernos, los niveles de ingresos y las prácticas sociales y culturales de la población.

En los foros internacionales se habla de justicia e igualdad como ideales democráticos, pero aún existen diferencias en el acceso a los servicios de salud y en las condiciones de las personas. Cada vez hay más pobres en el mundo, la mayoría mujeres y niños y apenas avanza la participación de la mujer en el espacio social y en una inserción más igualitaria, con diferencias según regiones y culturas. La muerte materna, por su evitabilidad, es un indicador crítico que ejemplifica la discriminación y bajo estatus social de las mujeres.

La realidad actual indica desdichadamente, que aún para millones de seres humanos, la salud reproductiva es algo muy difícil de obtener. Por lo menos 350 millones de personas que desean evitar un embarazo carecen de acceso a métodos de planificación familiar; 120 millones de mujeres carecen de servicios de salud reproductiva accesibles y aceptables y alrededor de medio millón de mujeres mueren cada año por acusas relacionadas con el embarazo, donde al aborto es una de las causas más frecuentes. Además, la reproducción humana resulta de una compleja trama de relaciones sociales de modo que la procreación, roles de género y organización familiar, responden a sistemas normativos de control social, que pueden ser favorables o no.

Cuba, aceptando y respetando los derechos mencionados y aplicando una política de salud donde ha tenido prioridad máxima la salud sexual y reproductiva de las personas , lo que se demuestra, entre otros hechos, por el descenso notable de la mortalidad materna e infantil, puede hoy mostrar estos resultados en los trabajos que se recogen en este número de nuestra revista, presentados y discutidos en un simposio sobre el tema.

Mirian Gran Álvarez

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