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Revista Cubana de Salud Pública

versión impresa ISSN 0864-3466versión On-line ISSN 1561-3127

Rev Cubana Salud Pública v.32 n.1 Ciudad de La Habana ene.-mar. 2006

 

Instituto Nacional de Endocrinología

Salud sexual y reproductiva desde el punto de vista del varón*

Luisa Álvarez Vázquez,1 Jorge Luis Calero Ricardo2 y Esther María León Díaz3

Resumen

El estudio sobre sexualidad y reproducción desde el punto de vista del hombre es actual. El conocimiento adquirido en esta área es aún insuficiente en el mundo, en América Latina y especialmente en Cuba. Este estudio es parte del multinacional, realizado en las áreas más urbanizadas de Argentina, Bolivia, Perú y Cuba, en hombres de 20 a 29 años de edad. En nuestro país se realizaron 8 grupos focales y una encuesta con una muestra representativa de Ciudad de La Habana. Las percepciones, los comportamientos y los factores que se relacionan con el tema fueron los objetivos. Los encuestados, en su mayoría, nacieron o se criaron en la capital. Predominan los que dicen haberse iniciado sexualmente en la adolescencia temprana con métodos de dominio masculino. La negociación sobre la protección en pocos casos se produce en la iniciación. Se refleja la existencia de percepciones de poder del varón en cuanto a la toma de decisiones para las relaciones sexuales, pero, hay contradicciones con los métodos que dicen usar y los que realmente se usan en el país. Se encontró que en la negociación de la protección, mediante la conversación, sólo una parte la realiza y esto se asocia con el tipo de método que refieren haber utilizado. Cuando conversan, dicen que son de dominio masculino, pero cuando no conversan sobre el tema, sólo un número pequeño identifica el uso de algo para la protección, lo que permite considerar que la información del hombre subestima el uso de la anticoncepción.

Palabras clave: Salud sexual y reproductiva, percepción, comportamiento, encuesta, hombres, La Habana.

Introducción

El comportamiento reproductivo masculino es un tema muy actual, en el que un componente central es el proceso de toma de decisiones en las relaciones sexuales, lo que está muy interrelacionado con la adopción de anticonceptivos y la prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS) y del VIH. Entender el punto de vista del varón ha sido reconocido, desde la Conferencia de El Cairo, como imprescindible para mejorar, así como para disminuir el riesgo o el daño en la salud reproductiva, tanto de hombres como de mujeres.1

Con respecto al uso de la anticoncepción, por ejemplo, Biddlecom , Casterline y Pérez2 comentan: … ”Si un objetivo agregado de la planificación familiar y de los programas de salud reproductiva es nutrir un proceso de toma de decisión que involucre a ambos miembros de la pareja y respete su interés, claramente estos programas deben estar informados con mediciones más completas y exactas de las visiones del hombre (como de la mujer).”

Otra razón que justifica la importancia de entender el comportamiento y el punto de vista masculino, se relaciona con el papel dominante, que ejercen los varones en las decisiones relacionadas con la reproducción y fuera de ellas, dada la prevaleciente asimetría de género que existe en muchas sociedades, y de lo que aún no se tiene medida en Cuba, aunque ya se vienen realizando estudios en este sentido. Como dice Keilzer, investigar a los hombres debe ser visto como complementario de estudiar a las mujeres, pues esto… nos muestra el otro lado de la moneda y la imagen en el espejo que enriquece el análisis de género.3

Según la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas, en el período 1985-1990, ya Cuba se encontraba entre los países que están en una etapa baja de la transición demográfica, con tasas de crecimiento vegetativo de 1,1 %, uno de los más bajos de América Latina y el Caribe, lo que unido a que desde el punto de vista social y legal, la mujer cubana ocupa posiciones elevadas en diferentes esferas, con tendencia a la equidad con el hombre, todo lo que fundamenta la importancia de estudiar al hombre en un tema tan importante como la sexualidad y la reproducción.

El conocimiento sobre este tema, tanto desde el punto de vista de la medicina social y de los servicios, como de la planificación, no es aún suficiente en el mundo y más particularmente en América Latina.4 En Cuba, como en muchos países, hay un escaso conocimiento sobre el papel del varón en el área de la salud reproductiva,5 pero se necesita entender el comportamiento del varón y como él percibe su rol en la salud reproductiva, lo que tiene implicaciones para varios aspectos en este campo.6

Estudiar la forma de pensar y actuar de los varones sobre la protección en las relaciones sexuales, tanto para prevenir los embarazos como para evitar las enfermedades, no siempre están disponibles, pues en general los trabajos abordan al varón desde la perspectiva de la mujer mediante preguntas a ellas sobre su experiencia con varones y sobre lo que ellas creen que ellos hacen y piensan.

En el 2001 se concluyó el estudio de los hombres de Ciudad de La Habana que sirve de base al presente trabajo,7 como parte de un estudio multinacional y comparativo, concebido para establecer la existencia de regularidades en sociedades con diferentes composiciones étnicas, regímenes políticos, sistemas de salud, grado de asimetría de género, niveles educacionales, ideologías y disponibilidad de servicios de planificación familiar.

El propósito de este trabajo es identificar cómo se percibe y se discute tener o no relaciones sexuales y la protección de ellas entre los hombres cubanos capitalinos, tema que no se ha encontrado antes en la literatura nacional, con los objetivos de describir las percepciones y el comportamiento real de varones jóvenes en relación con el proceso de toma de decisión sobre tener o no tener relaciones sexuales y adoptar o no adoptar medidas de protección de riesgos de embarazos no deseados, ITS o infecciones por VIH, así como identificar los factores que pueden incidir en esas percepciones y comportamientos.

Métodos

Este trabajo tuvo como universo toda la población masculina de 20-29 años, residentes permanentes en viviendas de Ciudad de La Habana. En él se han utilizado métodos cualitativos y cuantitativos. Los grupos focales, como primera etapa precediendo a las encuestas, sirvieron para refinar el diseño del cuestionario. La segunda etapa consistió en la utilización de una muestra probabilística representativa de toda la población masculina en estudio.

El método de muestreo8 fue por conglomerado cuatrietápico, con estratificación de las unidades primarias, que eran áreas geográficas muéstrales (AGEM). Se garantizó la calidad de la encuesta mediante entrenamiento de los encuestadores y el control de calidad de la encuesta, estos a través de los supervisores y los oficinistas en el propio proceso de desarrollo del trabajo en el terreno y la supervisión del trabajo total por la dirección de la investigación. Se tomó también en consideración todos los aspectos éticos fundamentales como son los consentimientos informados, la privacidad y la confidencialidad.

Se dio un trato especial a preguntas muy íntimas como con quién se tienen relaciones sexuales, en la que tanto el que preguntaba (encuestador), como el que contestaba (encuestado), no escuchan la respuesta y esta era dada por medio de un número, para ello se utilizó una tarjeta y el encuestado la leía, se quedaba con ella y decía el número de su respuesta.

Se realizó un análisis bivariado, y con los resultados se procedió a la aplicación de la regresión logística lineal. En el análisis conjunto de la información se utilizó el método de la triangulación que permitió la combinación de los resultados de los grupos focales y las encuestas, así como la bibliografía especializada en este tema.

Resultados

Los habaneros estudiados

Se realizaron 8 grupos focales con varones de 20 a 29 años residentes en Ciudad de La Habana y se entrevistaron a 842 jóvenes con estas características, provenientes de una muestra aleatoria (la población al 30 de junio de 1998 fue la utilizada para la selección). En cada grupo focal participaron alrededor de ocho jóvenes correspondientes a diferentes contextos sociales: estudiantes, trabajadores, dirigentes, y los que no trabajaban ni estudiaban (desvinculados). En los grupos focales se logró que intervinieran en las discusiones, hombres de todas las edades comprendidas en el rango seleccionado.

Como ya se señaló, la parte cuantitativa partió de la aplicación de una encuesta. La población encuestada presentó una estructura por edad muy similar a la de la población de jóvenes varones habaneros, igual que los que participaron en los grupos focales, en ellos predominaron los del grupo de 25 a 29 años. La estructura de la población cubana ha estado determinada por la evolución de la fecundidad y la mortalidad y en menor medida por la influencia de las corrientes migratorias.

Desde la década de los años setenta la tasa global de fecundidad en el país ha estado por debajo del nivel de reemplazo,9 evolución que se inició en Ciudad de La Habana, por ser el principal centro urbano de la nación. Unido a lo anterior el nivel de mortalidad logrado en el país, con elevada esperanza de vida, determina una estructura por edad muy especial, reflejo del acelerado envejecimiento, la reducción de la población de menos edad y una concentración de la población en edades jóvenes, que sigue evolucionando.

La educación de los jóvenes entrevistados refleja que la mayoría tiene un nivel de educación intermedio (secundario o preuniversitario). En relación con el estado conyugal, el 58,5 % dijo que estaban casados o unidos establemente. Este resultado era esperado, ya que en el país, entre los 20 y 29 años, se produce más del 40 % de los matrimonios y entre ellos más del 80 % son primeras nupcias.10 Los solteros, sin unión conyugal previa, lo mencionaron casi en un 30 %, mientras que los viudos lo refirieron solamente en un 0,2 %. Con esta información recogida, se garantiza contar con datos de los seleccionados sobre las diversas experiencias y situaciones conyugales. Es necesario resaltar, que independientemente del estado conyugal, la mayoría de los entrevistados señalaron tener una pareja estable (77,1 %).

Más del 80 % de los estudiados nacieron en la capital y más de un 10 % en otras capitales de provincia, por lo que sólo un 6,6 % de los entrevistados habían nacido en pueblos muy pequeños o áreas rurales.7 Si unido a esto se observa que la mayoría de los inmigrantes se trasladaron a residir en Ciudad de La Habana (39,9 %) antes de los 10 años, o sea en plena etapa de formación, se puede concluir que los integrantes de la muestra son personas socializadas en una gran ciudad.

En relación con las creencias religiosas, só lo el 26,3 % señaló tener este tipo de creencias, y entre las más señaladas, la mayoría refirió el culto sincrético (santería), lo que desde el punto de vista cultural es un reflejo de nuestras tradiciones africanas.

Otro elemento considerado fue el nivel socioeconómico que ocupan los entrevistados. Los resultados obtenidos, con valoración de este nivel en cada individuo, permitieron calificar a más del 40 % de los encuestados en el nivel medio, una proporción cercana a la anterior como de nivel bajo y la menor (20,4 %) en un nivel alto. Utilizando los estimadores muestrales de esta encuesta, la estructura del nivel socioeconómico de la población habanera ofrece valores similares, en el nivel alto se estimó un 21,97 %, en el medio de 39,85 y en el bajo de 38,18 %.

Los encuestados señalan –en su mayoría– que en su niñez vivieron en hogares con sus dos padres (63,9 %); otro grupo importante refirió haber vivido con la madre en ausencia del padre (27,7 %), lo que indica una característica de nuestra población y en general de la población latinoamericana, pues, cuando las parejas se separan, los hijos se quedan residiendo con sus madres. Esto se confirma cuando los encuestados indican las parejas con las que vivieron, en su mayoría ésta era de ambos padres, en segundo lugar era la madre y el padrastro, mientras los que vivieron con el padre y la madrastra fueron muy pocos (2,1 %).

Otra información importante de los entrevistados se refiere a las características relacionadas con el autoritarismo o democracia en los hogares de origen y de los hogares donde vivían, lo que se buscó de forma indirecta preguntando sobre quién tomaba las decisiones sobre el uso del dinero y el mando en esos hogares.

La existencia del padre, la madre o ambos en el hogar de origen de los encuestados, refleja una dependencia con las opiniones de quién toma las decisiones sobre el uso del dinero, o sea, cuando el padre del entrevistado vivía en el hogar, en el 47,0 % de esos hogares la toma de decisiones sobre el uso del dinero era de él (padre), en segundo lugar ambos (32,0 %) y sólo en un 13,5 % se reconocía que la pareja del padre (madre o madrastra del entrevistado) toma esas decisiones.

Si se consideran los hogares donde el entrevistado vivió con la madre, el resultado es muy diferente, pues mayoritariamente es la madre la que tomaba esas decisiones (35,1 %), y en segundo lugar el padre o padrastro (28,7 %).

Cuando se toma en consideración sólo los hogares donde el encuestado vivió de niño con ambos padres, el resultado es que predomina el número de los que consideran que era el padre o ambos y en menor proporción la madre. De los resultados comentados se puede concluir que cuando el padre estaba presente en el hogar, era el propio padre el que tomaba las decisiones sobre el uso del dinero; a lo cual, el mayor número de encuestados reconoció la existencia de una relación patriarcal y desigual entre sus padres .

Se sometió a prueba la hipótesis de independencia entre las opiniones de los entrevistados sobre quién mandaba o tomaba decisiones sobre el uso monetario en el hogar de origen y en el que ellos vivían, y se comprobó que se rechazó la hipótesis de independencia (con p<0,01). Tal resultado indica que existe una transmisión de conductas, que los hogares donde el mando o la toma de decisiones la tenía el padre, en el hogar actual el encuestado o su padre seguirán esa conducta, igualmente cuando es la madre, seguirá la madre o compañera y en los que ambos participan en general la opinión del encuestado refleja algo similar.
Enfoque de géneros y sexualidad

Las concepciones ligadas a aspectos de la sexualidad y la reproducción son en ocasiones difíciles de conocer, por ello se trató de usar formas indirectas para su identificación. Para identificar de forma indirecta las concepciones ligadas a la sexualidad, se buscaron respuesta sobre el acuerdo o no de determinadas expresiones populares. Se llegó a la conclusión de que la mayoría de los encuestados están de acuerdo o muy de acuerdo con que los hombres necesitan tener relaciones sexuales con frecuencia (56,1 % y 8,1 % respectivamente). De igual forma, predominaron los que están en desacuerdo o muy en desacuerdo con que la mujer tiene menos necesidad de tener relaciones sexuales que los hombres (57,0 % y 5,2 %). De ello se puede concluir que la mayoría de los encuestados valoran por igual la necesidad sexual de ambos sexos. Respecto a otra expresión que da un sentido más personal de la necesidad sexual de los varones, si un hombre está sexualmente excitado debe tener relaciones sexuales porque si no le puede hacer mal. Si bien los resultados indican que no todos comparten ese pensamiento, ya que el 52,7 % estuvo en desacuerdo o muy en desacuerdo, una importante proporción (44,3 %) sí la considera válida (acuerdo o muy de acuerdo).

Otro grupo de expresiones que reflejan las posiciones de los varones y las mujeres en lo sexual, dio el siguiente resultado: la mayoría de los encuestados (70,4 %) estuvieron en desacuerdo o muy en desacuerdo con que si la mujer quiere tener relaciones sexuales un hombre no puede decir no y de igual forma la mayoría también estuvo en desacuerdo o muy en desacuerdo (62,1 %) con la expresión: cuando una mujer dice que no quiere tener relaciones sexuales muchas veces quiere decir sí. Estos estereotipos sobre las conductas sexuales masculinas y femeninas fueron claramente rechazados por la mayoría de los entrevistados. Sin embargo, todavía un preocupante 29,1 % de ellos está de acuerdo (acuerdo o muy de acuerdo) con que el no femenino no debe aceptarse como tal.

Sobre la satisfacción sexual también algunas expresiones populares ayudan a conocer el pensamiento de los encuestados. El acuerdo y desacuerdo con dos expresiones contrarias manifiestan una valoración positiva de la necesidad de satisfacción mutua en la relación, al ser la mayoría los que estuvieron en desacuerdo o muy en desacuerdo con que el sexo debe estar dirigido a complacer al varón y de acuerdo o muy de acuerdo con que la mujer tiene tanto derecho como el hombre a tener placer en la relación sexual. Lo comentado muestra que la mayoría de los habaneros tienen pensamientos favorables a la posición que debe corresponder a la mujer sobre la sexualidad, en la sociedad. Lo anterior permite propiciar acciones, en el país, para lograr la igualdad y equidad entre los géneros.

Por último, otras expresiones ligadas a las actividades sexuales, como la infidelidad y la violación, se rechazaron por la mayoría de los encuestados. Sobre la que sostiene que los anticonceptivos promueven la infidelidad femenina los porcentajes de los que estuvieron en desacuerdo (70,2 %) y muy en desacuerdo (7,2 %) reflejan como la gran mayoría no comparte ese pensamiento. Con la otra expresión cuando las mujeres son violadas es porque provocan al hombre también estuvieron en desacuerdo (71,5 %) o muy en desacuerdo (18,8 %). Esta expresión motivó el mayor desacuerdo de todas y fue una minoría, los que indican que comparten esa idea, o sea, el 7,4 % la aceptaron.

Conductas sexuales y reproductivas

El proceso sexual y reproductivo en una población puede caracterizarse por diversos aspectos, entre ellos, la edad a la que se inician las relaciones sexuales, la evolución posterior de esas relaciones, los vínculos entre los componentes de la pareja, así como las medidas de responsabilidad inherentes a la acción.

El 99,3 % de los encuestados refirió haber tenido relaciones sexuales, solamente 6 dijeron que nunca la habían tenido. De los que la tuvieron, la mayoría (96,9 %) refirieron haberlas tenido exclusivamente con parejas del otro sexo y 7 declararon que sólo habían tenido relaciones sexuales con varones, y 15 con varones y mujeres, por lo que el 2,6 % refirieron relaciones con personas de su mismo sexo.

Según los hombres iniciados, la mayoría comenzaron sus actividades sexuales entre los 13 y 16 años o aún más jóvenes. La edad modal se sitúa a los 15 años (166 hombres) con una proporción similar a los 14 años (165 hombres). Algunos refirieron que se iniciaron a una edad tal, que es posible considerar que no tenían madurez física. Las edades indicadas (7 u 8 años) permiten suponer que no son ciertas o que fue erróneamente interpretada la pregunta y posiblemente se refieran a juegos sexuales. Se determinó de acuerdo con las respuestas que la edad de inicio de las relaciones sexuales en los hombres estudiados fue predominantemente en la adolescencia temprana. Estimaciones a partir de esta información indican que la edad media de inicio de los habaneros fue a los 14,9 años, con intervalos de confianza del 95 % entre 14,8 y 15,1.

Al relacionar la edad de iniciación del entrevistado con algunas características de la pareja participante, como edad, experiencia sexual, tipo de relación, etc., los resultados indican que la pareja del iniciado puede haber jugado un papel determinante para propiciar la relación. En la mayoría de los casos (54,2 %) la edad de la pareja en la primera relación sexual era mayor que la del iniciado, pues la pareja tenía una edad menor que el iniciado en una proporción muy inferior (17,4 %).

Un análisis más profundo de esta información refleja que las parejas de los entrevistados al iniciarse, en ocasiones, fueron hasta más de 20 años mayores (ejemplo: iniciado 19 años, pareja 43 años). Esto último está indicando que puede que estas parejas hayan tenido experiencias sexuales previas.

En relación con el tipo de pareja en la primera relación sexual se encontró que predominó la pareja estable mujer, pero que no vivían juntos (33,6 %), le siguió en importancia la amiga (30,0 %) y conocida/vecina (19,6 %); más del 80 % de los entrevistados manifestaron algunos de estos tres tipos anteriores de parejas. Los 34 entrevistados que declararon como parejas un varón nombraron conocido/vecino (15 iniciados) y pareja varón que no vivían juntos (8 iniciados), además de amigo, desconocido y varón que cobra por tener sexo, los que en total representan el 4,1 % de los iniciados. Estas dos preguntas en el cuestionario corresponden con las tarjetas que se entregaban al encuestado para respetar la confidencialidad y eran contestadas con sólo un número, por lo que en el terreno no era posible su verificación ya que ello hubiera violado la privacidad de la respuesta. Obsérvese que esta proporción es superior a la que en una pregunta anterior declara haber tenido relaciones con varones en algún momento desde la iniciación (2,6 %). Esta información es inconsistente, puesto que el porcentaje inicial sólo podría aumentar o permanecer igual en el tiempo. Una posible explicación es que a medida que se avanzaba en la entrevista, los encuestados se sintieron con mayor confianza para declarar una situación que es socialmente desaprobada.

Los entrevistados que consideraban que ellos habían tomado la decisión de tener esa relación sexual fueron el 45,2 %; otra proporción de 27,2 %, señalaron que fue la pareja y un porcentaje algo menor nombró a ambos (23,0 %). Otras alternativas fueron mencionadas por muy pocos entrevistados y sólo es importante destacar que los que señalaron una expresión vaga como se dio la oportunidad no llegaron a representar ni un 5 % (3,2 %) y la decisión por presión grupal no fue nombrada.

En la primera relación sexual en lo que se refiere a las circunstancias o proceso de negociación que llevó a la acción, aparece como situación predominante el mutuo acuerdo (72,6 %), en segundo lugar la presión del propio iniciado y en tercero la presión de la pareja del entrevistado. Las otras diversas situaciones tuvieron poco peso.

Todo lo anteriormente señalado indica que en la primera relación sexual de los habaneros entrevistados, en la mayoría de los casos, la decisión está íntimamente vinculada con alguno o ambos miembros de la pareja y resultó insignificante la pequeña proporción de casos donde elementos ajenos intervienen en esa acción.

En el proceso de las relaciones sexuales, después de que el hombre se inicia, se pueden dar diversas situaciones. Es posible que sólo haya tenido esa única relación, o que haya tenido sólo otra o varias más. Con el propósito de obtener información sobre las relaciones sexuales posteriores al inicio, se preguntaron datos de la última relación sexual, bajo el supuesto que entre el grupo de los estudiados se pudiera encontrar esas diversas situaciones.

De los 836 entrevistados que refirieron haberse iniciado alguna vez, sólo el 0,8 % no tuvo otra relación posterior, y el 0,5 no contestó. De esto se tiene seguridad de que el 98,7 % continuaron las actividades sexuales. Algo más de la mitad de estos (53,0 %), respondieron que siguieron sus relaciones con la misma persona, pero un 45,7 %, porcentaje también alto, tuvo relaciones con otra u otra(s) persona(s). Dicho de otra manera, casi la mitad de estos jóvenes han tenido más de una pareja sexual, lo que se esperaría en nuestro contexto a su edad. Un pequeño número de los iniciados declararon haber tenido sólo la relación sexual de esa iniciación.

Por comparación de la edad de los encuestados con la edad que estos tenían en su última relación sexual, se pudo determinar que ésta fue reciente en el 95,4 % de los casos, o sea, con menos de 1 año entre estas edades. Al comparar la edad de los encuestados con la de su pareja, predominan los que eran mayores que la pareja, comportamiento muy diferente al encontrado cuando se iniciaron. En el 63,6 % de los casos tenían edades con menos de 5 años de diferencia.

Entre las parejas sexuales un 16,6 % eran adolescentes y un 20,4 % mayores de 29 años; esto significa que en el intervalo de edad de los encuestados ( 20 a 29 años) se encontraba un 62,5 % de las edades de sus parejas.

Las relaciones de parejas más comunes fueron la esposa y con una proporción similar la pareja estable mujer, pero no viven juntos, también las relaciones convivente mujer y amiga fueron importantes. Entre los 28 encuestados que respondieron que la relación fue con otro varón, la mayoría marcó la pareja estable varón, pero no vivían juntos y en los siguientes lugares convivente varón y amigo.

Las diferencias que se pueden notar entre las parejas de iniciación y la de la última relación es que en la primera la esposa fue poco nombrada. Esto era esperado, porque en general cuando el cubano se casa ya se ha iniciado antes. Las otras que predominaron en ambas relaciones fueron la pareja estable mujer, pero no viven juntos. En nuestras condiciones esto también es esperado, sobre todo en La Habana, donde existen dificultades para que las parejas tengan su vivienda y en ocasiones tienen que optar por vivir cada uno en sus hogares de origen.

Al analizar lo expresado sobre el motivo personal para desear esa relación, indicaron como causas, en la mayoría de los casos, aspectos muy vinculados con relaciones estables como que estaban enamorados (50,7 %) o que lo deseaban ambos (21,8 %); otro caso que se encontró en menor proporción (12,6 %) fue el que estaba excitado. Si se compara este resultado con lo que indicaron en la relación sexual de iniciación se puede notar que también en las respuestas predomina el estar enamorados, por lo que la razón que se trasmite está muy relacionada con el tipo de relación que se expresa, relaciones con cierta estabilidad.

Sobre las circunstancias que propiciaron esta última relación, se indagó quién tomó la iniciativa de tener la relación en el momento que ocurrió y si existió presión o no para que ocurriera. Los resultados muestran por un lado que más del 50 % (53,0 %) de los encuestados afirmaron que ellos (encuestado) lo hicieron y el 31,9 % que ambos. Si por otro lado se ve que no existió ningún tipo de presión para tener la relación y que el 85,7 % dijo que las circunstancias que propiciaron la relación fue el mutuo acuerdo, se puede llegar a dos conclusiones: El varón expresa en la mayoría de los casos que él interviene directamente en la decisión y que la relación sexual es algo en que sólo intervienen los dos miembros de la pareja.

Lo anterior también quedó expresado en los grupos focales, pues lo que subyace en la discusión de algunos de ellos es la idea de que aunque el varón es quien decide, la toma de decisión sexual es un proceso donde cada uno de los géneros juega un papel específico. De este modo los varones son valorados (ya sea por otros varones o por las mujeres), en función de su disposición o iniciativa para realizar la propuesta que socialmente se le asigna como una responsabilidad propia de su género; la mujer por otra parte, a quien le corresponde la aceptación o rechazo de la propuesta, tiene sobre sí una carga normativa mayor pues en dependencia de su decisión se valora su comportamiento y se establecen clasificaciones de los tipos de mujeres.

En los grupos focales surge también esa concepción en que el hombre por su naturaleza biológica siempre debe estar pensando en la posibilidad de establecer una relación sexual y por lo tanto siempre debe estar preparado para realizar la propuesta, aun cuando para ello tenga que evaluar las circunstancias y el tipo de mujer. Sin embargo, según afirman muchos de estos hombres, no basta con el poder e iniciativa masculina, pues este proceso no se consuma hasta que la mujer no acepte o rechace, ya sea de forma directa o mediante determinadas señales.

Los grupos focales permiten profundizar sobre las percepciones de los estudiados en lo referido a la toma de decisiones en la relación sexual. Al hablar de tomar decisiones para el acto sexual las respuestas fueron personales en el sentido que al hablar, lo hacen refiriéndose a sí mismos, y con énfasis: yo!, ¿no?, es decir que ellos deben tomar la decisión de tener relaciones sexuales y hubo los que señalaron que lo natural es que el deseo parta del hombre. Otros, a pesar que afirman como lo tradicional es que sea el hombre, muestran en sus expresiones cómo de ambos puede surgir el deseo y se necesita cambios en la concepción. Existe en general una aceptación de lo tradicional en que las relaciones sexuales deben ser sugeridas por el varón y que la evolución de este concepto lleva a una forma de relación diferente que califican de liberal.

Tomando en consideración las respuestas, tanto sobre la primera relación sexual como sobre la última, se podría concluir que puede estar dada por un enfoque de género, que al igual que en otros países, se da en el cubano, en que la mujer logra que el varón sienta que él decide la acción y el varón se siente que él es el dominante.

Son varios los argumentos o razones que los varones exponen para legitimar la autoridad y el poder masculino. Uno de estos argumentos se relaciona con un conjunto de características que muestran los varones que son percibidas como naturales o innatas al sexo masculino, desde la perspectiva de estos hombres. También se refieren al instinto como una condición o atributo que les permite, en un caso al varón y en otro a ambos tomar la decisión de tener la relación sexual, algunos tuvieron expresiones como la siguiente: El hombre es el que quiere hacer el amor ¿no?, igual que la mujer, pero el hombre es el que le va pa' arriba a la jeba” (24 años, casado, trabaja) (esta expresión se puede interpretar de la siguiente forma: “Ir pa' arriba a la jeba”, quiere decir tomar la iniciativa y abordar directamente y rápidamente a la mujer).

En los grupos focales analizados, los participantes indicaron que las relaciones sexuales entre las parejas dependen de lo que llaman tipo de mujeres. Para ellos, el vínculo entre las parejas se modifica en función de las características de las mujeres, y no hay ninguna manifestación sobre las posibles diferencias entre los varones. Lo natural es que el hombre busque a la mujer de diferentes formas, eso es lo tradicional y lo liberal es que la mujer sea la que dé las manifestaciones de deseo o diga que desea la relación. No hay elementos para evaluar la forma de actuar con igualdad de criterios en este aspecto.

Otro elemento que confirma que ésta es la forma de pensar del cubano, son los altos porcentajes de acuerdo con expresiones como: Los hombres necesitan tener relaciones sexuales con frecuencia (e sta oración es considerada una expresión popular que no tiene un fundamento científico) que ya analizáramos anteriormente .

Existen evidencias de cambios en las concepciones de algunos hombres, como quedó reflejado en la discusión de determinados grupos focales. En ellos se desarrollaron interesantes debates sobre las causas que influyen en que el varón se mantenga como el protagonista en la toma de la decisión sexual. En el grupo focal 7 un participante planteó esta idea en la discusión cuando dijo: “...a mí me parece que en esta sociedad lo que falta es un poco de cultura sexual, que no se ha promovido..., que siempre el hombre ha sido el que toma la decisión, el hombre es el factor clave, que si no es el hombre el que da el pecho alante, entonces no se siente bien la relación, ...la mujer a veces cuando no pasa esto, no se siente bien” (23 años, técnico medio, estudiante), lo que evidencia un nivel de análisis en la comprensión de la problemática de las diferencias entre los géneros, imprescindible para lograr acciones en favor de la equidad.

El análisis de diferentes variables utilizando métodos univariados y multivariados permitió afirmar que los comportamientos de los entrevistados, en su primera y última relación sexual, muestran conductas y actitudes que tiene un enfoque más igualitario entre los géneros en la medida que son:

  1. Hombres de más alto nivel educacional y más alto estatus socioeconómico.
  2. Hombres que vienen de las familias con relaciones intrafamiliares con mayor igualdad en las decisiones y mando.
  3. Hombres residentes en hogares donde no se da la desigualdad de género.
Cuidado en las relaciones sexuales

La adopción de conductas de cuidado en la primera relación sexual, quedó reflejada en varias respuestas. En primer lugar, fue mínimo el grupo de los iniciados que tuvieron relaciones con protección (13,8 %). De este grupo una parte señaló como causa para protegerse el evitar embarazos y otro para cuidarse del SIDA/ITS; los que refirieron ambas causas fueron solamente 11 entrevistados, o sea, casi el 90 % indicaron una o ambas razones.

Los métodos más usados fueron el preservativo por más del 60 % y los dispositivos intrauterino (DIU) por el 20 %. Es importante destacar que en esa relación sexual inicial, el 70,5 % de los que se protegieron dijeron que lo hicieron con métodos masculinos.

El grupo que no se protegió en esa relación sexual de iniciación fue mayoritario (715 iniciados), y predominaron los que dieron como causa que no lo planearon y por ignorancia. Entre ambas respuestas se encuentra el 67,2 % de los iniciados. Esta información nos indica que se está lejos de tener garantizada la preparación de los varones para afrontar un hecho de tanta trascendencia en sus vidas.

Entre las 185 parejas que hablaron sobre la protección en esta relación fueron más los casos en que la pareja lo propuso (30,3 %) que aquellos en los que el propio iniciado lo propuso (24,3 %), lo que indica en general, que la pareja del iniciado juega un papel muy importante en la negociación y en la prevención, cuando se produce. Los que contestaron sobre si hablaron o no de cuidarse, la mayoría refirió que no hablan del tema. De los 101 entrevistados que refirieron lo que le pareció al otro miembro de la pareja la proposición, el 92,1 % dijo que la pareja estuvo de acuerdo y un reducido número señalo que no hablaron, porque la pareja se cuidaba, o sea la pareja estaba usando algo para protegerse.

Todo lo analizado refleja que la negociación sobre la protección en la primera relación sexual casi no se produce, y cuando ocurre, es predominante el punto de vista y la acción de la pareja del iniciado.

Respecto al cuidado en la última relación sexual una proporción cercana a la mitad (411 encuestados) expresó que no se cuidaron, dando como razones fundamentales que no lo planearon y se conocían, lo cual indica la necesidad de aumentar los esfuerzos para lograr que las parejas se protejan. De los que se protegieron, tres quintas partes indicaron que fue para evitar embarazos, una cuarta parte, para cuidarse del SIDA/ITS y un 14 % lo hizo por ambos motivos.

Dentro de los métodos usados para la protección, llama la atención que la mayoría de ellos refieren el preservativo, pues esto contradice el hecho de que los métodos más utilizados en el país, y en especial en la Ciudad de La Habana, son el dispositivo intrauterino (DIU) y las pastillas (píldoras). El preservativo no ocupa el lugar principal entre los métodos usados.11

El otro método muy nombrado fue el DIU, que por ser de dominio femenino refleja que en esos casos es la mujer la que tiene el papel fundamental en la decisión de la protección. Como no se dispone de información sobre la pareja, es posible que algunos de los que informaron no protegerse desconozcan que su pareja lo hacía; de ser cierto este supuesto, la práctica anticonceptiva se acercaría a la esperada.11

Lo anterior es admisible, ya que cerca del 50 % dijo (399 encuestados) que no hablaron con la pareja de protegerse y como razón fundamental adujeron que no acostumbran a hablar del tema (26,3 %), por lo que la pareja puede ignorar si el otro se protege. Si se considera la relación entre la información dada sobre si se protegieron o no y la relativa a la conversación con su pareja sobre la protección, está claro que la inmensa mayoría de los que no conversaron, consideraron que no hubo protección, lo cual puede o no ser cierto. Lo importante de esta información es que, en muchos casos, la decisión de la protección se deja como responsabilidad del otro miembro de la pareja y no se llega a tener plena conciencia que es una responsabilidad de ambos.

En relación con el proceso de toma de decisiones en el grupo que conversaron del tema se nota un ligero predominio de la pareja, pues fue mayor la proporción donde ella (pareja) propuso la protección (31,3 % contra 26,6 %). En los casos en que el encuestado señala que él propuso la protección, en general la pareja estuvo de acuerdo. Cuando la propuesta de la relación sexual la hizo uno de los dos miembros de la pareja, en general el otro estuvo de acuerdo (92,7 %).

En el análisis de si fue discutida o no la protección en la relación sexual, y si se protegieron o no, se encontró que en general cuando el entrevistado refiere que hablaron de cuidarse, la mayor proporción dice que se protegieron con el preservativo. En el caso contrario, cuando refieren que no hablaron, sólo una pequeña proporción dijeron que se protegieron, y estos en su mayoría mencionaron métodos que la pareja usaba, como el DIU.

Como la mayor proporción de los que usaron métodos de protección está en los que conversaron sobre el tema, esto permite suponer que muchos de los que no conversaron no saben si su pareja se protege o no. Todo lo señalado permite llegar a la conclusión que no es posible estimar el uso de anticonceptivos por la información brindada por el varón.

Conclusiones

  • La edad de las parejas en la primera y última relación sexual, es diferente en relación con la de los participantes. En la primera relación, la edad del iniciado es menor que la de la pareja; y en la última, el hombre generalmente es de mayor edad que su pareja.
  • Las opiniones sobre la mayoría de las expresiones populares reflejan un cambio en la concepción machista de los habaneros.
  • Tanto en la iniciación como en la última relación sexual (RS), el varón se considera el predominante en la promoción de la relación sexual, pero sobre todo en la última deja claro que ambos intervienen en la decisión.
  • La negociación sobre la protección, generalmente no se produce, muchos no hablan de ese tema en la relación por lo que desconocen –en su mayoría– si se produjo o no, la protección en la relación.
  • En la iniciación muy pocos se protegen y cuando declaran haberlo hecho, se refieren a la protección del embarazo, y en menor medida se refieren a las ITS/SIDA.
  • La protección de los embarazos no deseados, las infecciones de transmisión sexual y el VIH/SIDA, se consideran fundamentales con todas las parejas menos con la esposa y mujer virgen.

Summary

Sexual and reproductive health from the male's point of view

This study on sexuality and reproduction from the male's point of view is topical at the present time. The knowledge acquired in this area is still insufficient in the world, in Latin America, and specially in Cuba . This study is part of a multinational study conducted in the most urbanized areas of Argentina , Bolivia , Peru and Cuba among males aged 20-29. 8 focal groups were considered in our country and a survey was done with a representative sample from Havana City. The perceptions, behaviors and the factors that were related to the topic were the objectives. Most ot the surveyed were born or brought up in the capital. There was a predominace of those who had sexually initiated in the early adolescence with methods of male control. The negotiation on the protection took place in the initiation in a few cases. It was demonstrated the existance of perceptions of male's power as regards the decision making at the time of having sexual relations, but there were contradictions as to the methods they said they used and those that are used in the country. It was found that in the negotiation on protection by conversation, only a part talks about it, and it is associated with the type of method they referred having used. When they talk, it prevailed the male's opinion, but when they do not talk about it, only a few identiify the use of something for protection, which allows to consider that male's information understimates the use of contraception.

Key words: Sexual and reproductive health, perception, behavior, survey, males, Havana

Referencias bibliográficas

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10. Centro de Estudios de Población y Desarrollo/Oficina Nacional de Estadística Anuario Demográfico de Cuba. ( CEPDE/ONE) . La Habana , 2002.

11. Álvarez L. Abortion Practice in a Municipality of Havana , Cuba . En: Abortion in the Developing World. London . New Dehli; Editorial Vistaar Publications. 1999. p. 97-8.

Recibido: 11 de Julio de 2005. Aprobado: 1ro de agosto de 2005.
Luisa Álvarez Vázquez . E-mail: lalvarez@infomed.sld.cu

*Presentado en el Simposio “Celestino Álvarez Lajonchere In Memoriam”, Salud sexual y reproductiva. La Habana, 14 de julio de 2005.
1Investigadora Titular del Instituto Nacional de Endocrinología donde radica el Centro de Colaboración en Investigaciones de Reproducción Humana de la OMS en La Habana.
2Investigador Agregado del Instituto Nacional de Endocrinología donde radica el Centro de Colaboración en Investigaciones de Reproducción Humana de la OMS en La Habana.
3Investigadora Titular del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de Estadísticas.

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