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Revista Cubana de Salud Pública

versión On-line ISSN 1561-3127

Rev Cubana Salud Pública v.34 n.1 Ciudad de La Habana ene.-mar. 2008

 

SIMPOSIO "JUAN PÉREZ DE LA RIVA" IN MEMORIAN

 

Un elogio para Juan Pérez de la Riva Pons (1913-1976)

 

Eulogy of Juan Pérez de la Riva Pons (1913-1976)

 

 

Blanca Morejón SeijasI

IMáster en Ciencias. Centro de Estudios Demográficos, Universidad de La Habana. La Habana, Cuba.

 

 


 

INTRODUCCIÓN

Han sido varias las ocasiones en que con profundo orgullo, cariño y respeto, nos toca, a quienes fuimos alumnos de Juan Pérez de la Riva, rendirle homenaje póstumo; y en todas estas ocasiones, de una u otra forma, hemos utilizado como punto de partida su propia autobiografía, las reseñas biográficas que otros han elaborado de él, entre ellos nosotros mismos, y las propias experiencias vividas que a lo largo de cerca de diez años, acumulamos a su lado, primero como alumnos y luego como cercanos colaboradores.

La obra intelectual de Juan Pérez de la Riva, tanto la publicada como aquella manuscrita, tan vasta como la primera, es aún insuficientemente conocida, en especial por las jóvenes generaciones de científicos sociales cubanos. Su labor intelectual recorre el campo de la historia, la geografía, la demografía, y hasta la sociología, y una gran diversidad de temas dentro de estas, y resulta por tanto de compleja clasificación temática debido al carácter multidisciplinario de gran parte de lo que escribió; aunque muestra como característica común el tratamiento de lo cubano.

Imprescindibles referencias de carácter biográfico resultan necesarias para facilitar el conocimiento del hombre, del científico social cuya diversidad llamara la atención, pero también resulta necesario hacer alusión a su obra, y en especial a los métodos de investigación que aplicara.

 

EL HOMBRE, EL CIENTÍFICO SOCIAL

Juan Pérez de la Riva Pons, nació en Francia en 1913, y era uno de los tres hijos de una familia cubana de la alta burguesía, aunque sin raíces nacionales. El rechazo a este ambiente familiar y sus propias convicciones explican que apenas con 17 años formara fila en las posiciones antimperialistas de la generación que luchó contra Machado, de modo tal que en 1932 compartió las galeras del Castillo del Príncipe y el presidio político de Isla de Pinos con varios de los más notorios revolucionarios de aquel período.

Es expulsado entonces del país en condición de "extranjero indeseable" cuando la policía descubre que había nacido en Francia y allí llega con la convicción de que como internacionalista debía prepararse técnicamente para servir a la Revolución cuando ésta triunfara en el país donde se encontrara, razón por la cual se gradúa de ingeniero eléctrico, disciplina que aunque nunca ejerció, le proveyó la base matemática necesaria para su labor en la medición de los eventos de la historia, la geografía y la demografía cubanas.

Continúa desarrollando su trabajo revolucionario, pero bajo las tensiones políticas que se agudizan con la expansión de la Alemania fascista. Finalmente en 1943 es enviado a Cuba, acompañado de su joven esposa, Sarah, francesa, pero de ideas comunistas. Se refugia en la vieja hacienda familiar, en un intrincado paraje montañoso pinareño para administrar la propiedad.

A fines de 1959 decide entregar voluntaria y gratuitamente la tierra a la Revolución triunfante, con todo lo que en ella había, salvo los libros y objetos personales. Escribe para esa ocasión lo que podríamos llamar su primera contribución científica al conocimiento del paisaje y la población rural cubana: "Hacienda San José del Sumidero: Informe al INRA, Zona PR2, julio de 1959. Estudio económico y social". Comienza a partir de entonces, su etapa como científico social.

Juan Pérez de la Riva, o mejor Juan, como prefería que le llamaran, sintetizó su currículo en ocasión de la edición española de su libro "Para la historia de las gentes sin historia" publicado en 1976, de la siguiente manera:

Nací en 1913. Estudios universitarios en Grenoble y Paris. Profesor titular de la Facultad de Humanidades de La Habana. Profesor invitado del College de France y del St. Anthony´s College de Oxford; profesor asociado de Paris-Nanterre. Geógrafo e historiador. Cubano y revolucionario.

El propio Juan, un año antes cuando preparaba su ficha autobiográfica para la edición de los dos primeros volúmenes del Anuario de Estudios Cubanos, decía:

En Cuba se me considera más bien como demógrafo, aunque mi obra en este campo sea bastante transparente. En Francia, como geógrafo - pero en este ámbito tampoco he publicado nada muy digno de mención. En los países socialistas creen que soy historiador. En otras partes tal vez me tengan por economista o sociólogo o simplemente por nada, que sería lo más aceptable.

La obra de Juan recorrió diferentes países en los que dejó huellas a partir de la impartición de conferencias y publicaciones, y su labor ha sido comentada por amigos y colaboradores, quienes se pronunciaron al respecto, sin eludir, lógicamente la necesidad de referirse también a las cualidades del hombre para entonces explicar al científico.

Ramón de Armas, en el prólogo que escribiera en 1973 para la edición de "El Barracón y otros ensayos", decía a propósito de los trabajos de Juan:

...han representado en nuestro país, un aporte metodológico fundamental: la introducción de las cifras en el análisis histórico; la instrumentación de índices numéricos que permitan ir más hondo y más lejos en el conocimiento de nuestro pasado como en la interpretación de nuestro presente.

Ángel Luis Fernández, al hablar de Juan en una crónica publicada en "La Gaceta de Cuba" con posterioridad a su muerte, lo calificaba como demógrafo brillante, profundo conocedor de nuestra historia y del entramado económico que la sustenta.

Frank Pérez, en la presentación a las entrevistas sobre Juan Pérez de la Riva que aparecieron publicadas en la "Revista Catauro" No. 2 del 2000, lo califica como:

...notable cubano, enciclopédico, erudito, criollo y universal, dotado a su vez de una extraordinaria modestia y honestidad intelectual sin límites /.../ métodos novedosos, audaces, donde conjugaba su rigurosa formación científica con una profunda vocación humanística.

Miguel Barnet, a quien Juan conociera en 1960 cuando había comenzado a dirigir la Revista de la Biblioteca Nacional "José Martí", así lo veía y expresó en una de las entrevistas que aparecen publicadas en la citada revista, como:

...un auténtico intelectual, un intelectual integral /.../. Era un hombre generoso, desprendido, que no tenía ese afán desmedido por publicar /.../ de una formación y una vocación universales, más que un polígrafo, fue un verdadero enciclopedista, y su método constituía una creación propia.

 

LA OBRA CIENTÍFICA

Su obra tocó diversos ángulos de la bioestadística, la geografía, la historia y la demografía, por lo que con iguales derechos, tanto bioestadísticos, geógrafos, como historiadores y demógrafos, entienden muy justo identificarle como tales.

La contribución científica que legó a las diferentes ramas de las ciencias en las que se empeñó, puede resumirse expresando que Juan devino en el primer demógrafo que la Revolución Cubana aportó; fue a su vez introductor de las técnicas de medición cuantitativa en la investigación histórica, y más que eso, el precursor en Cuba de una concepción nueva de la historia; geógrafo integrador de la relación sociedad-hombre-naturaleza a la hora de interpretar la evolución del poblamiento, a la vez que intérprete de la dinámica de los paisajes geográficos desde el punto de vista histórico-económico; sociólogo y antropólogo social, sin saber que lo era, cuando en 1970, dictaba su curso de pregrado de Sociografía en la carrera de Geografía y también, cuando nos entrenaba como alumnos en el diseño y levantamiento de encuestas para estudiar el modo de vida del serrano y escudriñar su mundo interior durante los trabajos de campo que la Escuela de Geografía realizara por tres años en las montañas cubanas a fines de la década de los 60s.

La diversidad y el rigor que distinguen los resultados de su labor científica obedecen no sólo a la influencia positiva que representaron en su formación profesional sus estudios en Francia a finales de los años 30, sino también al conocimiento del materialismo histórico que adquirió a través de sus relaciones personales con Juan Marinello y las lecturas organizadas por los presos políticos en el presidio a inicios de la misma década. Pero a su vez, la diversidad y alcance de su obra también se explican debido a sus muchos años de lectura, a su experiencia al frente de la propiedad de la familia en las serranías pinareñas, así como al destino que tomó su propia vida a partir de 1959, cuando al dejar de ser propietario de tierra, se convirtió en asesor de la Colección Cubana de la Biblioteca Nacional, y poco tiempo después director de la Revista de dicha institución, profesor de la Escuela de Geografía de la Universidad de La Habana e investigador del Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias, creadas ambas instituciones en la primera mitad de los 60.

Su labor como intelectual cubano que publica después de 1959, pudiera resumirse en tres campos de actividad, y a cada una de ellas vale la pena referirse: la investigación y publicación científicas, la labor como formador de profesionales y el auspicio de innumerables ideas que a través de la colaboración y la asesoría ofreció a especialistas de muchos organismos e instituciones del país. Más todas estas formas de proyectar su trabajo científico se caracterizaron a su vez por la cubanía, el sentido crítico y la imaginación y creatividad que imprimía a todo lo que hacía.

Esa pasión por lo cubano era expresiva de sentimientos de identidad y arraigo patrios, que la revolución fertilizó. El desarrollo de la fantasía, la imaginación y la creatividad que matizan su obra obedecen a su propia decisión, cuando decía:

...me gusta andar por caminos nuevos, si me limitase a cosas simples, a lo que se encuentra en los manuales, sino hubiera hecho más que demografía estadística e historia narrativa, no hubiese sido yo mismo.

Su trabajo de investigación se expresó en más de 115 títulos que han sido ya publicados; 72 artículos científicos, casi a razón de más de cuatro artículos como promedio anual entre 1960 y 1976, período que comprende su vida intelectual activa, 25 libros y folletos y además varias contribuciones entregadas en eventos científicos internacionales.

Más de la tercera parte de su producción científica consistente en artículos se publicó en la propia Revista de la Biblioteca Nacional, y en menor proporción en las revistas Bohemia, Economía y Desarrollo, Cuba Internacional y en el Boletín Demográfico, suplemento este último del Militante Comunista. La cuarta parte de su producción de libros y folletos ha sido publicada por la Editorial de Ciencias Sociales, mientras que una décima parte de ella integró los trabajos publicados por la escuela de Geografía. Algo menos de la tercera parte de su obra, está a su vez compilada en dos importantes trabajos, "El barracón y otros ensayos" y "Para la historia de las gentes sin historia" que aparecieron en 1975 y 1976, respectivamente. En el 2000 vio la luz su libro escrito antes de 1970, "Los culíes chinos en Cuba" donde se recogen en más de 400 páginas una extensa obra sobre todo lo conocido hasta entonces sobre esta salvaje forma de explotación humana. Finalmente, en el año 2005 y bajo el título de la "Conquista del espacio cubano", se publica la primera de una serie de compilaciones, que nosotros, sus alumnos, nos hemos propuesto acometer.

Tanto su quehacer investigativo como su obra científica misma, es decir lo publicado, puede clasificarse en cuatro grandes temáticas que acumularon a su vez aportes novedosos al conocimiento científico: los estudios regionales, en los que lo histórico y lo geográfico se entrelazan para apreciar e interpretar la evolución del poblamiento cubano a lo largo de los siglos y la delimitación de dos tipos diferentes de desarrollo de este poblamiento, la Cuba A y la Cuba B; la demografía propiamente, expresada a través de sus estimaciones retrospectivas, pronósticos de población, el cálculo del valor económico de los años no vividos, su conceptualización y operacionalización del peso humano para reflejar la actividad desigual de transformación del espacio geográfico por la actividad del hombre y la definición del contenido de una política demográfica; la historia de las gentes sin historia, es decir el interés por la historia del pueblo, de los culíes chinos, los negros esclavos y los antillanos llegados a Cuba, ensayos estos en los que la demografía histórica y la antropología social se solapan con la historia económica; y por último, el análisis de hechos y eventos de nuestra historia.

Pero si así de voluminosa resulta su obra en tan poco tiempo publicada, tan importante, original y cuantiosa lo es aquella inédita e inacabada, y al respecto habría que citar "La historia de la esclavitud, La evolución del poblamiento precolombino de Cuba y América Latina, el texto de Introducción a la Demografía Social, una nueva metodología para el cálculo de la densidad demográfica mediante la determinación cartográfica de áreas de idéntico tamaño, El Glosario de Demografía Cubana y El Número de los Hombres", obra que pretendía ser la versión cubana de los anuarios demográficos de las Naciones Unidas, sólo que contentiva también de ensayos, análisis y comentarios a las tablas y gráficos, proyectos todos estos en donde encontrara quehacer cuanto alumno trabajara con Juan.

 

SU MÉTODO DE TRABAJO Y SU LABOR COMO FORMADOR

Quienes han escrito o hablan de Juan se refieren con especial interés al método de trabajo, que califican de original. Juan le imprimía a todo lo que iba a investigar, a publicar, una visión inicial de integralidad, visión de conjunto del objeto en sí mismo y el entorno, entendido éste como un momento histórico determinado, una región, una hacienda, una merced otorgada por el cabildo, el paisaje, según fuera el caso. Luego se esforzaba por escudriñar las relaciones entre el propio objeto de investigación y su entorno, aspecto que partía indudablemente de una comprensión y dominio previo del tema, alcanzados a través de muchos años de lectura y del vasto conocimiento que poseía de las fuentes de información referencial y de los archivos cubanos. A Juan no le resultaba necesario explicitar de forma esquemática todo lo que ahora conocemos como elementos del diseño de la investigación, aunque si tenía una claridad del problema que quería explicar. Cualquier objeto de investigación que abordaba era presentado en forma desmenuzada, transitando de lo más general a lo particular, y luego se ocupaba de entrelazar todos los hilos de la madeja que iba abriendo. Manejaba el hoy llamado enfoque interdisciplinario con maestría profesional, y los métodos teóricos de análisis y síntesis, inducción y deducción, hoy ya más conocidos, con ingenio y creatividad.

Hay en el plan de sus obras, espacios ocupados por epígrafes que se suceden unos tras otros, como respondiendo a la lógica del hecho analizado, los que luego resultan tan exhaustivamente tratados, que al final de la obra en cuestión, cada uno de los epígrafes puede generar una nueva línea de investigación. Quien lee su obra queda impresionado por la erudición que muestra, sin tener que acudir por ello al empleo de términos rebuscados, impresiona el afán que muestra en argumentar y probar con evidencias verificables todo lo que afirma, apoyándose para ello en rigurosas citas y referencia o notas bibliográficas. Juan era un científico cabal y consecuente.

Desempeñó también un papel importante como auspiciador y promotor de ideas mediante el ejercicio de la asesoría a organismos, como fueron sus colaboraciones con la Dirección de Estadísticas del Ministerio de Salud Pública que dieron múltiples frutos en el campo del análisis estadístico de la información, el trabajo editorial como integrante del primer Consejo de Redacción de la Revista Cubana de Salud Pública y la impartición de cursos de posgrado. También las colaboraciones con la Dirección de Planificación y Estadísticas del Ministerio de Educación, el Instituto de Planificación Física, la Dirección de Demografía de la antigua Junta Central de Planificación, el Carné de Identidad y Registro de Población.

Algunos quizás no conozcan que el influjo de su obra, más la coyuntura demográfica existente en Cuba, en donde por aquel entonces tenía lugar la expansión demográfica de los años posteriores al triunfo de la Revolución que resultaba en cierta medida interpretada como una tendencia inquietante, explicaron que en el decenio de los años 60, y sin antecedente alguno en la región, Cuba tuviera por primera vez una Comisión Demográfica Nacional adscrita al Comité Central, específicamente al Departamento de Orientación Revolucionaria, dirigido por Juan Mier Febles, con la asesoría científica y ejecutiva de Juan Pérez de la Riva. Esta comisión editaría el Boletín Demográfico, serie informativa, novedosa y esclarecedora en cuanto a posiciones demográficas de trascendencia ideológica, una suerte de experiencia pionera cubana
en el campo de lo que más tarde se conocería como Educación en Población. Juan fue el redactor principal de aquellos seis números del boletín que se editaron, y algunos de nosotros, sus alumnos, corresponsales y hasta cronistas, bajo su tutela.

Pero si hay algo que resaltar sobremanera en la obra de Juan, es su trabajo como formador de las nuevas generaciones de demógrafos, geógrafos e historiadores que la Revolución promovió. Lo mejor de su proyección como educador no estuvo en el magisterio de sus conferencias plagadas de sabiduría, anécdotas y argumentos, sino en su diálogo con los estudiantes en el contexto del trabajo de gabinete o en el campo, y lo cito, cuando expresara:

Para mi lo mejor de todo han sido las charlas con los estudiantes, el trabajo de campo en las Sierras, las discusiones en mi "perrera" de la Biblioteca Nacional (nombre que daba a su cubículo de trabajo), todo aquello de lo que no queda huella visible, las vocaciones orientadas, la metodología enseñada de boca a oreja, las amistades jóvenes, la información cotidiana a numerosos compañeros.

Mucho aprendimos trabajando con él, primero como estudiantes y luego como colaboradores cuando ya nos sentíamos algo más seguros. Mucho también debemos hoy a esa experiencia de trabajo a su lado que como estudiantes tuvimos. Pero equivocados estábamos, cuando como estudiantes pensábamos que sólo nosotros nos beneficiábamos de aquella relación. Cuanto debemos hoy a esa experiencia de trabajo que siendo estudiantes disfrutamos bajo su tutela, y sobre todo, cuando la propia realidad de nuestro país nos hizo regresar 20 años después a los mismos lugares que junto con él investigamos en condición de estudiantes. Un día nos expresó:

La impresión de plenitud que he tenido no ha sido más que el reflejo de los años de trabajo con ustedes. He sido hasta cierto punto un amplificador de lo que hay en ustedes. Tal vez no tienen plena conciencia de ello. El trabajo en la Sierra y en la Biblioteca fue para mi un estimulante; ideas que ustedes me llegaban a formular, yo les daba cuerpo, forma, pero a mí sólo no se me hubieran ocurrido.

Juan murió en diciembre de 1976, cuando su obra científica alcanzaba la plenitud de su realización y daba los frutos más valiosos, pero su mejor obra fue todo lo que con tanto afán se empeño por brindar.

 

 

Recibido: 10 de julio de 2007.
Aprobado: 18 de septiembre de 2007.

 

 

Blanca Morejón Seijas. Centro de Estudios Demográficos. Universidad de La Habana. Ave. 41 No. 2003. Playa, La Habana 11300, Cuba.
E mail: bmorejon@cedem.uh.cu

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