Cuando salga a la luz este número de la Revista Cubana de Salud Pública estaremos celebrando en todo el país, y en muchos lugares del mundo, el aniversario 60 del triunfo de la Revolución cubana el 1.º de enero de 1959.
La victoria de las fuerzas revolucionarias no significó la sustitución de un gobierno por otro, sino que representó un cambio radical de la estructura económica, política y social de la nación. Esta transformación posibilitó la creación de una nueva conciencia en el pueblo y en las generaciones venideras, con un escalón superior de desarrollo y un enfoque distinto en la educación en general, y en la médica, en particular, lo que viabilizó crear un sistema de salud que respondiera a las necesidades de nuestro pueblo y de la cooperación internacional. Los autores de este editorial lo quieren es significar el hecho, por cuanto resume en sí mismo la expresión y comienzo de las transformaciones que en materia de salud pública se implementarían. Evidentemente, solo una Revolución como la cubana, auténtica hija de los valores humanistas de los hombres y las mujeres que la han hecho posible, podía llevar adelante los cambios que el país necesitaba.
¿Por qué una nación pequeña, de pocos recursos materiales, bloqueada por el imperio más poderoso y terrible de la historia, pudo proponérselo y logró convertirse en una potencia médica, que no solo garantizó la salud a su pueblo, sino que, empleando sus escasos recursos, formó miles de profesionales de la salud para desempeñarse en sus respectivos países y ha contribuido solidariamente a mejorar la lamentable situación de salud que vivían y viven cientos de naciones? ¿Por qué Brasil, uno de los países más grandes de América, que logró su independencia decenas de años antes que Cuba y que posee enormes riquezas, no garantiza la atención médica gratuita a toda su población o mantiene inferiores índices de bienestar de salud en comparación con Cuba? ¿Por qué no fue posible que la colaboración de Cuba con Brasil llegara mucho antes, pues apenas han trascurrido cinco años desde que la Presidenta Dilma concibiera y aprobara el Programa Más Médicos, en conjunto con la Organización Panamericana de la Salud y la Mayor de las Antillas?
En estos cinco años de trabajo, cerca de veinte mil colaboradores cubanos atendieron a 113 359 000 pacientes, en más de 3 600 municipios, llegando a cubrirse por ellos un universo de hasta 60 millones de brasileños en el momento en que constituían el 80 % de todos los médicos participantes en el programa. Más de 700 municipios tuvieron un médico por primera vez en la historia.1
Cuando el presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, demostró su irrespeto, su ignorancia y su falacia sobre el papel de Cuba en el Programa Más Médicos, ofendía muchos valores en la historia de la ayuda y la colaboración de Cuba con otros países, la que se inició desde 1963, como expresión más genuina de política internacionalista de la Revolución cubana.
En 55 años se han cumplido 600 000 misiones internacionalistas en 164 naciones, en las que han participado más de 400 000 trabajadores de la salud, que en no pocos casos han cumplido esta honrosa tarea en más de una ocasión. Se destacan las hazañas de la lucha contra el ébola en África, la ceguera en América Latina y el Caribe, el cólera en Haití y la participación de 26 brigadas del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Desastres y Grandes Epidemias “Henry Reeve” en Pakistán, Indonesia, México, Ecuador, Perú, Chile y Venezuela, entre otros países.1
En la III Convención Cuba-Salud 2018, celebrada desde el 23 al 27 de abril, se escuchó en voz del Director General de la OMS y de la Directora de la OPS la valoración del modelo de salud desarrollado por Cuba para satisfacer las necesidades propias, y la contribución que ha realizado al mundo, pues, “Cuba, además, está siempre presta a cooperar con otros países en la arena internacional. Tiene mucho que brindarle al mundo y, sin exagerar, se puede afirmar que es el mejor modelo y ejemplo para mostrar lo que ha hecho en el terreno de salud para todos”.2
La experiencia cubana en la formación integral de los profesionales de la salud, centrada en la competencia médica, el ejercicio de la medicina familiar y comunitaria, la vocación de solidaridad e internacionalismo y la puesta en práctica de altos valores humanos, ha sido probada en de escenarios de cientos de países. Y eso es una realidad y verdad reconocidas, aunque lo nieguen y no lo quieran reconocer el señor Jair Bolsonaro, sus acólitos y congéneres.
Existen verdades que es necesario reiterar. La política solidaria practicada por Cuba se fundamenta en principios y en valores políticos y humanos que rebasan todo interés material y condicionamientos de cualquier naturaleza. Por tanto, responde a una filosofía y a una práctica revolucionaria, arraigada en convicciones consecuentes en el pueblo cubano bajo la dirección y el magisterio de Fidel Castro Ruz.
La ayuda médica cubana se ha ejercido en condiciones de paz, en medio de conflictos o guerras; en los sitios más apartados de los países en los que se desempeñan y, por tanto, muchas veces en condiciones realmente adversas y que implican gran sacrificio y riesgos para los internacionalistas cubanos; en tiempos climáticos normales o durante grandes catástrofes naturales; en situaciones político-sociales normales o convulsas; en pueblos cuyos gobiernos han sido amigos o, incluso, en aquellos que no coinciden con el sistema imperante en Cuba. ¿Quién puede negar estas realidades y verdades?
Para salvar vidas humanas en cualquier parte del mundo se ha ofrecido la generosa colaboración cubana. La solidaridad debe llegar en cada instante que se necesite; y la cubana ha sido pronta y generosa ante las necesidades de los pueblos.
Cuba ha demostrado que rompiendo la formación elitista se pueden formar miles de profesionales de la salud. Los pobres de todos los países también pueden ser médicos, estomatólogos, enfermeros, etc., y ser competentes, pues los miles de estudiantes extranjeros graduados en Cuba, gracias a las becas otorgadas, así lo han confirmado. Los datos actuales del curso académico 2017-2018 lo reflejan: la matrícula total de estudiantes extranjeros en la carrera de Medicina en Cuba es de 8281. Por otra parte, en el régimen de residencias de posgrados de especialidades médicas están matriculados 2434 extranjeros.3
Si, como consecuencia del digno retorno de los médicos cubanos ante las ofensivas e insolentes palabras del presidente electo brasileño Jair Bolsonaro sobre ellos y Cuba, será su responsabilidad que no pueda cubrirse la atención en todos los sitios que ocupaba el contingente cubano, como ocurría antes de la llegada de los cubanos.
Incluso, en el supuesto caso de que en el futuro pudieran cubrirse todas las plazas que ocuparan los cubanos en los sitios más remotos de Brasil, ya sea por los propios médicos brasileños o por extranjeros, aún en esas circunstancias, la presencia de la Isla quedará como un ejemplo y una lección histórica imperecedera, verdadero aporte de la pedagogía revolucionaria. Los médicos cubanos en Brasil se caracterizaron por ejercer la medicina con profesionalidad, ética y respeto por los más pobres, tanto en los consultorios como en sus domicilios, con un enfoque de promoción, prevención, curación y rehabilitación de salud, pero también con un trato humano, afectivo, solidario y familiar.
Ahora bien, lo que debe estar claro para todos, amigos y enemigos, es que la Cuba de hoy es heredera fiel de lo expresado por José Martí hace 125 años: “Cuba no anda de pedigüeña por el mundo: anda de hermana, y obra con la autoridad de tal. Al salvarse, salva. Nuestra América no le fallará, porque ella no falla a América.”4