Estimado Editor:
Leímos con gran satisfacción el artículo “Seis décadas de avances y retos para la promoción de la salud en Cuba,” publicado en su revista por un colectivo de autoras muy reconocidas por su labor profesional. En este trabajo, como dice su título, se abordan los avances y retos de la promoción de salud (PdS) en nuestro país en las últimas décadas.1
Parte de su valor es la multisectorialidad de sus autoras, lo que permite conocer el trabajo que se realiza en el ámbito de la PdS en escenarios como: salud pública, educación superior, ciencias pedagógicas, cultura física y deporte. Su contenido se distingue por el debate objetivo, poco complaciente, que reconoce algunas de las dificultades que tiene el país para lograr la plena promoción de la salud, según lo establecido por los prerrequisitos descritos en la carta de Ottawa.2 Entre los temas debatidos está la situación de la vivienda y la crisis económica durante la década del 90, “por la desaparición del socialismo en países de Europa Oriental”.1
Uno de los postulados de la declaración de Curitiba es: “la práctica de la promoción de la salud está influenciada directa e indirectamente por la política y por las ideologías.”3) Lo que queda implícito en el texto del artículo, que plantea que la promoción de salud es el reflejo del sistema social político y económico.
En Cuba se privilegian las conquistas sociales de nuestro sistema (paz, equidad, educación, salud gratuita y accesible para todos, electricidad universal, ecosistema estable, justicia social); predomina el bienestar social, reflejo de una voluntad política que garantiza la igualdad y la satisfacción de las necesidades básicas, en la manera de lo posible. No obstante, no ha sido posible alcanzar la prosperidad total y óptima como consecuencia de amenazas externas como el bloqueo económico norteamericano y algunas debilidades internas como la toma de decisiones estratégicas poco efectivas, lo que motivó cambios en el modelo económico y la actualización de los lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución para el período 2016-2021.4
La promoción de salud representa un enfoque, una visión, un método, una estrategia que conlleva al bienestar y a un mayor control de la salud, tanto para personas, grupo de pares, como para la comunidad y la sociedad. Por lo que se plantea que la PdS debe ser un proceso transversal a todos los sectores sociales (“salud en todas las políticas”,5) “construir salud con trabajo intersectorial”),6) y escenarios de actuación.7) Esto no significa que la solución solo esté en la construcción de entornos saludables, propicios o favorecedores a la salud, también hay que trabajar en aquellos espacios, lugares de trabajo, estudio y descanso donde sea necesario hacerla funcionar.
El escenario clínico es esencial para la PdS y, esta a su vez, no se reduce solo a actividades educativas como piensan muchos de sus profesionales,8) a los que de forma curricular y extracurricular debe enseñarse a ver la salud en todas sus dimensiones [biológica, física, psicológica (mental, emocional), espiritual, social, ambiental]. Deben tenerse en cuenta todas las determinantes a la hora de abordar un problema o condición de salud, enseñar a abogar por el bienestar del paciente, grupo o comunidad; prescribir bienes y recursos de prosperidad personal (talentos, capacidades), grupal, institucional, comunitario, sectorial, gubernamental, organizacional y ambiental.
Es importante, cerciorarse de que el usuario que recibe la atención acceda, entienda, comprenda y utilice la información y los mensajes de salud que se les ofrecen. Debe lograrse un usuario más activo, involucrado, participativo, protagonista de su propia salud, que le permita un mayor autocuidado, automanejo y autorresponsabilidad.
Lo que puede parecer un tema fácil representa un reto. El desafío radica en lograr enriquecer los currículos, no solo del profesional de la salud de la atención primaria, sino de todas las ciencias clínicas, a fin de obtener esa visión más centrada en el paciente, menos hospitalocéntrica, más salutogénica. No bastaría con identificarse las competencias,9) ni diseñar currículos basados en ella,10) se necesita establecer estrategias nacionales y locales, que se apoyen en el acervo internacional y adaptarlo a nuestro contexto. Hay que tener presente que la promoción de salud no es solo un cambio de mentalidad, requiere también acción.