Introducción
La condición de vulnerabilidad de millones de personas que viven en situación de pobreza afecta tanto las oportunidades para un mejor desarrollo socioeconómico, como aspectos de su convivencia y de salud mental, lo que a su vez repercute en el resquebrajamiento del tejido social y por tanto del capital social.1) Las condiciones de vulnerabilidad impactan en la vivencia de bienestar de las personas, grupos y comunidades, ya sea por la presencia de situaciones adversas a nivel socioeconómico y político2 o por la posible transferencia de una generación a otra de los efectos propios de la exclusión social.3
De esta manera, la situación de vulnerabilidad se constituye en un escenario social que limita no solo la capacidad productiva y laboral, el acceso a educación, salud, vivienda digna y al ejercicio pleno de los derechos humanos, sino, también, al desarrollo de las capacidades de las personas para asumir desde las libertades fundamentales, la oportunidad de disfrutar la vida y la participación comunitaria y en asuntos públicos.4) Estas características se evidencian en muchas de las comunidades de la región Caribe colombiana que reclaman con urgencia la implementación de intervenciones psicosociales orientadas al bienestar de las personas, grupos o comunidades5 articuladas con políticas públicas para la generación de condiciones de igualdad social y goce de derechos de las comunidades intervenidas.6
Estas intervenciones deben hacerse de manera contextualizada y teniendo presente la relación bidireccional entre lo individual y lo social.7) Asimismo, implica el reconocimiento del carácter activo de las personas, grupos o comunidades y la potencialización de sus capacidades para transformar sus contextos y problemas.8,9) Ahora bien, las acciones de intervención implementadas no siempre obtienen los resultados esperados, debido a factores como la poca participación de las comunidades en la planificación y desarrollo de los programas, que están previamente establecidos por agentes externos y que algunas veces no tienen presente sus necesidades y vínculos afectivos10 o por la falta de comprensión de los interventores respecto a intervenciones no asistencialistas.11
Teniendo en cuenta lo anterior, la presente investigación se orientó a establecer si los procesos de intervención psicosocial implementados por un agente externo tienen incidencia en la percepción de bienestar psicológico, bienestar social y el capital social de comunidades en vulnerabilidad socioeconómica del área metropolitana de la ciudad de Barranquilla. El estudio nace desde el interés de una organización no gubernamental por evaluar el impacto de sus procesos de intervención sobre estas variables.
Bienestar psicológico y bienestar social
La denominada psicología positiva surgió como una alternativa que busca resaltar el hecho de que, aún en condiciones de vulnerabilidad, las personas pueden experimentar bienestar psicológico y social, como factores que potencian su capacidad de resiliencia y de desarrollar la acción colectiva para solucionar problemas comunes.12) Desde los años cuarenta, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha promocionado una propuesta positiva de la salud, considerándola no solo como ausencia de enfermedad, sino como la presencia de salud física, psicológica y social.13 Este nuevo paradigma rompe con la “mirada patológica de la salud” (centrada solo en la enfermedad, desconociendo las potencialidades de las personas), se genera así una perspectiva integral.
El bienestar se constituye como un componente central de la salud mental, representado a su vez por tres componentes: el bienestar subjetivo, asociado a un juicio global cognitivo y afectivo respecto a la satisfacción que tienen las personas con su vida;14) el bienestar psicológico, entendido como el desarrollo constante de las potencialidades de los seres humanos, operacionalizado en las dimensiones de autoaceptación, relaciones positivas con otros, autonomía, dominio del entorno, objetivos vitales y crecimiento personal15 y el bienestar social, que se fundamenta en la valoración que se hace de las circunstancias y del funcionamiento dentro de la sociedad, e incluye las dimensiones de coherencia social, aceptación social, contribución social, actualización social.16
El capital social
El capital social es un concepto de las ciencias sociales que se centra en las relaciones sociales, enfocándose en el entramado que queda en medio del individuo y la estructura social.17 Su estudio tiene dos componentes: atendiendo a la forma como se construye cognitivamente y a la estructura social que permite la acción.
En su componente cognitivo, emergen dimensiones como la confianza, la cooperación y la reciprocidad.1 De otra parte, se encuentra la dimensión estructural, expresada en la percepción sobre la fortaleza de las redes sociales y el compromiso cívico y el apoyo mutuo presentes en la comunidad.18 En esta dimensión, se da relevancia a los distintos contextos en los que el capital social se manifiesta como la familia, la comunidad y las organizaciones civiles. Se considera que los entornos más cercanos se constituyen en un soporte fundamental ante las situaciones de vulnerabilidad.1
El objetivo de la presente investigación es determinar la relación que existe entre el tiempo de exposición a procesos de intervención psicosocial en comunidades en desventaja socioeconómica, con su percepción de bienestar psicológico, bienestar social y capital social, en el área metropolitana de Barranquilla.
Métodos
La presente investigación, de tipo explicativo ex post facto, analizó la relación de dependencia entre el tiempo de exposición a procesos de intervención psicosocial y la percepción de bienestar psicológico, bienestar social y el capital social percibido por una muestra de personas beneficiarias de las acciones implementadas por una organización no gubernamental en tres comunidades. Esta institución brinda servicios de apoyo nutricional, salud, educación, acompañamiento psicosocial y generación de ingresos, a niños, jóvenes y adultos que viven en sectores de desventaja socioeconómica.
La investigación se llevó a cabo en la ciudad de Barranquilla y su área metropolitana. Pese al crecimiento económico de la ciudad en los últimos años, no se han superado las situaciones de desigualdad en amplios sectores de la periferia. Así, la informalidad en las actividades económicas es creciente pasando del 55,2 % al 55,8 % en el año 2019, lo que indica que la mayor proporción de población ocupada laboralmente no tiene un empleo formal.19
Este estudio se realizó en tres barrios ubicados en esta zona de la ciudad. La muestra estuvo conformada intencionalmente, acorde a los objetivos de la investigación. Participaron 135 personas con edades entre 17 a 72 años que dieron su consentimiento frente a los objetivos del estudio. Entre los criterios de inclusión se consideraron los siguientes: personas mayores de 17 años, padres o acudientes de niños beneficiarios de los programas de la entidad durante más de 7 años.
Las comunidades seleccionadas se organizaron de acuerdo al tiempo de exposición a la intervención de la siguiente manera: T1: 7 años (n = 49), T2: 10 años (n = 36) y T3: 12 años (n = 50). Los grupos de edades se clasificaron de la siguiente manera: E1: 17 a 20 años (n = 4), E2: 21-30 años (n= 52), E3: 31-40 años (n =44), E4: 41-50 años (n = 16), E5: 51-60 años (n = 14) y E6: 61-72 años (n = 5).
Si bien las comunidades difieren en el tiempo de presencia e intervención de la organización no gubernamental (ONG), tienen características demográficas comunes como el nivel socioeconómico, la realización de actividades económicas asociadas al comercio ambulante, la albañilería y el trabajo doméstico.
Instrumentos y procedimiento
En sus inicios esta investigación surgió por interés de la ONG de conocer el impacto que había generado en las comunidades beneficiarias su intervención psicosocial, con el fin de tener información sistemática y basada en evidencia para mejorar sus procesos de intervención. El grupo de investigación presentó alternativas de evaluación más allá de variables nutricionales, de manera que se pudiera valorar los impactos en otras dimensiones de la vida en comunidad logrados por las acciones de la entidad y su relación con los beneficiarios.
Teniendo en cuenta las condiciones socioeconómicas de los participantes y la proximidad geográfica de sus viviendas con el local de la ONG con la que se realizó este estudio, se decidió aplicar los instrumentos en sus instalaciones sin la presencia de sus funcionarios para garantizar confidencialidad de los datos y libertad al momento de responder las preguntas. La convocatoria para su aplicación a la muestra seleccionada se realizó con el apoyo de la entidad, que invitó a los beneficiarios en cada una de las tres comunidades participantes.
El día de la aplicación todos los participantes fueron informados acerca de los procedimientos a realizar, también se les explicó que tenían derecho a retirarse del estudio cuando lo decidieran, su consentimiento lo dieron por escrito. Este estudio contó con la aprobación del consejo científico y comité de ética de la universidad que adelantó el estudio y todo el procedimiento se realizó siguiendo la Declaración de Helsinki revisada en Brasil, 2013. Los datos fueron recolectados anónimamente. Al finalizar el estudio se realizaron jornadas de socialización de los resultados con el fin de que la ONG pudiera obtener información para mejorar sus procesos de intervención en las comunidades participantes. Se les entregó un protocolo de evaluación de impacto con el que podrán continuar realizando evaluaciones periódicas que les permitan analizar la evolución de sus acciones y la percepción que de estas tienen los participantes.
Se utilizó el análisis de varianza (ANOVA, por sus siglas en inglés) con la ayuda del software JASP para Windows, con el fin de estudiar simultáneamente los efectos de fuentes de variación sobre las variables dependientes, que fueron evaluadas con los siguientes instrumentos:
Escala de bienestar psicológico, realizada por Ryff en el año 1989, adaptada al español por Blanco y Díaz en el año 2005.20) Es validada para la comunidad colombiana con el estudio de Abello y otros en el año 2009.21 Consta de 29 ítems que miden las cinco dimensiones del bienestar psicológico. La escala corresponde a un instrumento tipo Likert con 6 opciones de respuesta que van de totalmente en desacuerdo hasta totalmente de acuerdo. Las escalas muestran una consistencia interna buena con valores α de Crombach comprendidos entre 0,71 y 0,83, excepto la de crecimiento personal cuya consistencia es solo aceptable (α = 0,68) ().
Escala de bienestar social, realizada por Keyes en el año 1998 y adaptada al español por Blanco y Díaz en el año 2005.22 Es validada para la comunidad colombiana con el estudio de Abello y otros en el año 2009.21 Consta de 25 ítems que miden las 6 dimensiones del bienestar. El instrumento es de tipo Likert y cuenta con 7 opciones de respuesta que van de totalmente de acuerdo hasta totalmente en desacuerdo. El nivel de fiabilidad de la escala oscila entre 0,68 y 0,83 ().
Escala de medición del capital social EMCASO, realizado por Cardozo y Cortés, en el año 2018 con población colombiana.a El instrumento cuenta con 63 ítems, los cuales se distribuyen en tres subescalas que miden cooperación, reciprocidad y confianza. A su vez se evalúa en relación con el nivel contextual en tres escenarios: la familia, la comunidad y las organizaciones sociales de base. El instrumento es tipo Likert, con 4 grados de respuesta que van desde definitivamente no hasta definitivamente sí. El coeficiente α de Crombach de la escala fue de 0,965 ().
Escala de compromiso cívico realizado por Cardozo y Cortés, en el año 2018 con población colombiana,b mide el compromiso cívico. La fiabilidad del instrumento fue de 0,911. El instrumento es tipo Likert consta de 7 ítems con cuatro grados de respuesta, incluyendo opciones que van desde “definitivamente no” hasta “definitivamente sí” ().
En este estudio, se exploró la incidencia de variables individuales como la edad, porque en otros estudios han mostrado ser importantes, tanto en la experimentación de bienestar,23,24,25 como en la vivencia del capital social.26,27
Resultados
Se presentan los resultados para el comparativo de las comunidades de acuerdo al tiempo de exposición a la intervención psicosocial implementada por la fundación focalizada.
Bienestar psicológico
Tal como se observa en la tabla 1, no se encontraron diferencias significativas entre el bienestar psicológico y sus dimensiones en función del tiempo de exposición a la intervención implementada en cada una de las comunidades. Aunque no se encontraron diferencias significativas entre las variables, se halló que los tres grupos poseen puntuaciones altas en las dimensiones de autoaceptación, propósito en la vida y dominio del entorno, mientras que la dimensión de autonomía presentó puntaciones bajas en los grupos T1 y T3. No obstante que las tendencias de los grupos muestran mínimas diferencias entre sí, los resultados indican una tendencia del grupo T2, en tener las puntuaciones más altas de los grupos, en las dimensiones de autoaceptación, propósito en la vida, crecimiento personal, autonomía, dominio del entorno y en el promedio de bienestar psicológico. El grupo T3 obtuvo la puntuación más baja de la dimensión de autonomía. Por su parte el grupo T1 obtuvo la máxima puntuación en la dimensión de relaciones positivas.
Variable | T1 | T2 | T3 | f | |
---|---|---|---|---|---|
Bienestar psicológico | 4,689 | 4,795 | 4,610 | 0,931 | 0,397 |
Autoaceptación | 5,033 | 5,089 | 5,012 | 0,095 | 0,910 |
Relaciones positivas | 4,230 | 4,028 | 4,115 | 0,322 | 0,725 |
Propósito en la vida | 5,331 | 5,417 | 5,184 | 0,917 | 0,402 |
Crecimiento personal | 4,444 | 4,639 | 4,460 | 0,528 | 0,591 |
Autonomía | 3,792 | 4,183 | 3,708 | 2,165 | 0,119 |
Dominio del entorno | 5,053 | 5,117 | 4,936 | 0,479 | 0,621 |
Bienestar social
En la tabla 2 se pueden observar los resultados obtenidos por cada comunidad en las escalas de bienestar social y sus dimensiones. No se encontraron diferencias significativas entre las dimensiones del bienestar social y sus dimensiones y el tiempo de exposición a la intervención implementada en cada una de las comunidades.
Aunque no se encontraron diferencias significativas entre las variables, se encuentra que los tres grupos poseen puntuaciones cuya interpretación indica un comportamiento favorable para todas las dimensiones del bienestar social, especialmente en el grupo T3 en la dimensión de contribución social. A pesar de que las tendencias de los grupos tienen mínimas diferencias entre sí, los resultados muestran una tendencia del grupo T3 a mostrar desempeño menos óptimo en la mayoría de las dimensiones. El grupo T1 obtuvo el peor desempeño en la dimensión de contribución social. Por su parte, el grupo T2 mostró el puntaje menos favorable en la dimensión de aceptación social.
Variable | T1 | T2 | T3 | f | |
---|---|---|---|---|---|
Bienestar social global | 4,743 | 4,757 | 4,859 | 0,477 | 0,622 |
Aceptación social | 4,439 | 4,569 | 4,497 | 0,167 | 0,847 |
Contribución social | 4,751 | 4,783 | 5,100 | 2,275 | 0,107 |
Actualización social | 4,767 | 4,644 | 4,668 | 0,119 | 0,888 |
Coherencia social | 4,159 | 4,167 | 4,244 | 0,144 | 0,866 |
Integración social | 4,710 | 4,706 | 4,888 | 0,479 | 0,621 |
Capital social
Como se observa en la tabla 3, no se encontraron diferencias significativas entre el capital social y sus dimensiones y el tiempo de exposición a la intervención implementada, en cada una de las comunidades.
A pesar que no se identificaron diferencias significativas entre las variables, se encuentra que los tres grupos poseen puntuaciones medias-altas en todas las dimensiones del capital social. Aunque los valores evidencian mínimas diferencias entre los grupos, los resultados muestran una tendencia del grupo T1 en obtener las mayores puntaciones en todas las dimensiones en relación con T2 y T3.
Variable | T1 | T2 | T3 | f | |
---|---|---|---|---|---|
Capital social global | 3,917 | 3,889 | 3,864 | 0,182 | 0,834 |
Reciprocidad familia | 3,477 | 3,278 | 3,448 | 2,092 | 0,128 |
Reciprocidad comunidad | 3,382 | 3,337 | 3,237 | 0,809 | 0,447 |
Reciprocidad organizaciones | 3,511 | 3,476 | 3,389 | 0,647 | 0,525 |
Confianza familia | 3,773 | 3,675 | 3,717 | 0,465 | 0,629 |
Confianza comunidad | 3,213 | 3,321 | 3,186 | 0,523 | 0,594 |
Confianza en las organizaciones | 3,368 | 3,432 | 3,346 | 0,204 | 0,815 |
Cooperación familia | 3,869 | 3,809 | 3,748 | 1,077 | 0,344 |
Cooperación comunidad | 3,510 | 3,488 | 3,495 | 0,014 | 0,986 |
Cooperación organizaciones | 3,417 | 3,425 | 3,509 | 0,362 | 0,697 |
Comportamiento cívico | 3,181 | 3,207 | 3,154 | 0,060 | 0,942 |
Relación de dependencia entre la edad y las otras variables
En cuanto a la relación de dependencia entre el bienestar psicológico y la edad de los participantes, se encontraron diferencias significativas para la dimensión de dominio del entorno (p < 0,03) y propósito en la vida (p < 0,03). Esto indica que el periodo evolutivo en el que se encuentran las personas participantes influye en la capacidad que perciben en sí mismos para crear entornos favorables de acuerdo a sus intereses, así como el planteamiento de metas personales. Se destacan puntuaciones altas en la dimensión dominio del entorno en casi todos los grupos de edades, excepto en los grupos E2 (21-30 años) y E4 (41-50 años) donde se presentaron puntuaciones medias. Asimismo, se evidencian puntuaciones altas en la dimensión propósito en la vida, en todos los grupos de edades.
Por otra parte, no se encontraron diferencias significativas entre las dimensiones del bienestar social (p < 0,05) relacionados con la edad.
Los resultados indican que existen diferencias significativas entre la edad y el puntaje global del capital social y las dimensiones de reciprocidad en la comunidad y en las organizaciones, confianza en la comunidad, cooperación en la comunidad, cooperación en las organizaciones y comportamiento cívico, tal como se observa en la tabla 4.
Variable | E1 | E2 | E3 | E4 | E5 | E6 | f | |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Capital social global | 3,708 | 3,726 | 4,052 | 3,934 | 3,891 | 4,180 | 3,630 | 0,004* |
Reciprocidad familia | 3,645 | 3,392 | 3,461 | 3,383 | 3,184 | 3,772 | 1,591 | 0,167 |
Reciprocidad comunidad | 3,428 | 3,189 | 3,494 | 3,251 | 3,124 | 3,744 | 2,375 | 0,042* |
Reciprocidad organizaciones | 3,110 | 3,283 | 3,591 | 3,643 | 3,521 | 3,572 | 2,486 | 0,035* |
Confianza familia | 3,857 | 3,651 | 3,790 | 3,589 | 3,827 | 4,000 | 1,248 | 0,291 |
Confianza Comunidad | 2,895 | 2,942 | 3,470 | 3,375 | 3,265 | 3,856 | 5,809 | < ,001* |
Confianza en las organizaciones | 3,502 | 3,247 | 3,467 | 3,644 | 3,163 | 3,572 | 1,719 | 0,135 |
Cooperación familia | 3,822 | 3,736 | 3,883 | 3,732 | 3,857 | 4,000 | 0,994 | 0,424 |
Cooperación comunidad | 2,962 | 3,330 | 3,737 | 3,465 | 3,572 | 3,488 | 2,816 | 0,019* |
Cooperación organizaciones | 3,035 | 3,269 | 3,617 | 3,599 | 3,510 | 3,628 | 2,592 | 0,029* |
Comportamiento cívico | 2,605 | 2,962 | 3,380 | 3,161 | 3,448 | 3,400 | 2,918 | 0,016* |
* Nivel de significancia < 0,05
Se destacan puntuaciones medias en casi todos los grupos con las distintas dimensiones del capital social y el comportamiento cívico. Las puntaciones altas estuvieron presentes en el grupo E6 (61-72 años) en las dimensiones de confianza y cooperación en familia, así como en el puntaje global del capital social. Mientras que las puntaciones bajas las obtuvieron los grupos E1 (17-20 años) y E2 (21-30 años) en las dimensiones de cooperación y confianza en la comunidad, así como en la escala de comportamiento cívico.
Discusión
Los resultados indican que no existen diferencias significativas entre el tiempo de exposición a las intervenciones psicosociales implementadas en cada una de las comunidades y su percepción de bienestar psicológico, bienestar social y capital social. Aunque los resultados no son significativamente altos, se evidencian puntaciones que dan cuenta de niveles favorables de bienestar psicológico, bienestar social y puntuaciones intermedias en el capital social.
En relación con estos resultados, Montero11 destaca que a veces la discrepancia entre lo que se espera de una intervención comunitaria y los logros que realmente se obtienen de esta, obedece a distintos motivos, entre ellos está la falta de comprensión de los interventores respecto a intervenciones no asistencialistas, a una planificación más exhaustiva con objetivos claros y a no tener en cuenta los recursos con los que cuenta la comunidad para poder transformar su contexto. De ahí la importancia de incorporar procesos de evaluación constante de las acciones implementadas y realizar planificaciones que tengan en cuentan la voz de la comunidad,11 que permitan reorientar su curso y evitar la aparición de situaciones que agravan las condiciones de vulnerabilidad comunitaria. Asimismo, articular los objetivos de las intervenciones con los lineamientos de las políticas públicas para generar intervenciones más contextualizadas.
Es importante, también, favorecer el fortalecimiento del capital social y del bienestar social, así como la capacidad de participación en la dinámica cívica, que implica un nivel más amplio de acción colectiva, autonomía y gestión social para generar procesos de transformación.1,28 Por otra parte, los resultados del estudio indican una diferencia significativa entre la edad de los participantes y las dimensiones de dominio del entorno y de propósito en la vida del bienestar psicológico, lo que indica que el periodo evolutivo en el que se encuentran las personas influye en la capacidad que perciben en sí mismos para crear entornos favorables de acuerdo con sus intereses, así como el planteamiento de metas personales. Al parecer entre mayor edad se tenga mayor será la percepción sobre el dominio del entorno y el propósito en la vida.
Estos resultados coinciden con los evidenciados por García-Alandete,23 quien analizó las diferencias en el bienestar psicológico en función de la edad. Sus resultados indican que los participantes adultos maduros (entre 30-55 años) puntuaron significativamente más alto que los jóvenes (entre 18-29 años) en las dimensiones de dominio del entorno, autoaceptación, crecimiento personal y propósito en la vida. De igual forma, González-Villalobos y Marrero,24 encontraron que la autoestima tiene un rol predictor del bienestar, especialmente para las personas de mayor edad quienes muestran más dominio del entorno y menos emociones negativas, concluyendo que el bienestar psicológico y el bienestar subjetivo se van afianzando a medida que la persona es más adulta. Se ha encontrado que algunas dimensiones del bienestar psicológico se estabilizan a medida que se incrementa la edad, debido a que con el paso del tiempo se tiene mayor preparación frente al futuro, mayor capacidad de manejar y dominar las diversas dinámicas que el contexto presenta, en general, mayor adaptación a la vida.25
En cuanto a la relación entre bienestar social y la edad, pese a que no se encontraron diferencias significativas entre los grupos, no debe descuidarse la gestación del bienestar social desde edades tempranas, ya que su cimentación en esta etapa de vida permitirá mayor proyección a un futuro a mediano plazo y participación de los niños y jóvenes en la construcción colectiva de la sociedad.26
Los resultados indican que existen diferencias significativas entre la edad y en las dimensiones del capital social, particularmente en la percepción de reciprocidad en la comunidad y en las organizaciones, la confianza en la comunidad, la cooperación en la comunidad y en las organizaciones y el comportamiento cívico, así como en el promedio global del capital social. Las mayores puntuaciones en las dimensiones de confianza y cooperación en la familia se evidenciaron en los grupos de mayor edad; las puntuaciones más bajas en las dimensiones de cooperación y confianza en la comunidad y en el comportamiento cívico en los grupos más jóvenes.
También se ha encontrado que los porcentajes de participación en asociaciones aumentan con la edad hasta los 80 años, para luego descender, evidenciando la relevancia que tiene el capital social familiar sobre la participación individual de los mayores.27) Con relación al capital social en las personas más jóvenes, Sábada y Vidales,29) indican que el uso de dispositivos móviles y la internet están incidiendo en la manera en que se construye capital social, generando vínculos débiles que suelen ser poco sólidos, propios del capital social inclusivo, afectando la identidad personal y colectiva.
Ahora bien, se ha evidenciado el impacto positivo que tiene el capital social sobre la salud mental, basada en la construcción de confianza, el desarrollo del potencial humano, la capacidad de ejercer control en el entorno y el difundir esperanza en el futuro de la sociedad.1 La acción colectiva y la búsqueda de soluciones a problemas comunes mejora las relaciones y permite una mayor cohesión social,30 aumenta la confianza en el contexto social, mejora la eficiencia colectiva frente a desastres,31) posibilita mayor emprendimiento y acción social en la comunidad,28 e incrementa las fuentes de apoyo social como son la familia y la comunidad.32
Como consideraciones finales se puede plantear que en el presente estudio no se evidencian diferencias significativas entre el tiempo de exposición a programas de intervención psicosocial por parte de un agente externo y la percepción del capital social, bienestar psicológico y bienestar social de las tres comunidades estudiadas. No obstante, se encontraron diferencias significativas entre la edad y las dimensiones del dominio del entorno y propósito en la vida del bienestar psicológico, así como en las dimensiones del capital social de reciprocidad en la comunidad y en las organizaciones, la confianza en la comunidad, cooperación en la comunidad y en las organizaciones y el comportamiento cívico, así como en el promedio global del capital social.
Una limitante del estudio fue no contar en la muestra con comunidades no intervenidas o intervenidas durante menos tiempo, de manera que los grupos pudieran ser más heterogéneos frente a la caracterización de la variable tiempo de exposición a la intervención psicosocial. Para la psicología social, y en general las ciencias sociales, es clave seguir analizando estos aspectos, que permiten evidenciar como los recursos intangibles son una base necesaria y fundamental para contar con escenarios adecuados de desarrollo personal y social, que incidan en su transformación.
Se puede concluir que, pese a la vulnerabilidad del entorno, las comunidades intervenidas participantes del estudio evidenciaron una percepción de bienestar psicológico y social y de valoración positiva de su capital social sin una relación significativa con el tiempo de exposición al trabajo comunitario. Los procesos de intervención psicosocial tienen el potencial suficiente para favorecer la mejora de las condiciones de las personas, grupos o comunidades, pero requieren de la implementación de procesos de evaluación que permitan hacer seguimiento a su impacto.