SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.5 número1Hacia el primer lustro de ACIMEDSelección de un procesador de textos para la edición electrónica de la Revista Cubana de Plantas Medicinales índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


ACIMED

versión impresa ISSN 1024-9435

ACIMED v.5 n.1 Ciudad de La Habana ene.-abr. 1997

 

CARTAS AL DIRECTOR

Acerca de la necesidad de sistematizar la bibliografía médica cubana

Ciudad de La Habana, 10 de febrero de 1997

Lic. José A. López Espinosa. Director ACIMED.

Estimado colega:

Me dirijo a usted con la intención de apoyar lo expresado por la licenciada Edicta Pamias sobre la importancia de la conservación y sistematización de la bibliografía médica nacional.1

Es cierto, como bien dice la compañera antes mencionada, que en el país existe una documentación histórica de incalculable valor que en muchas ocasiones no se explota, tanto por desconocer su existencia como por lo difícil que resulta acceder a la información que contiene.

Considero que los técnicos y profesionales de la información deben estar conscientes de la importancia que tiene la literatura médica publicada antes de nuestros días y no olvidar su consulta en aquellos casos que así lo requieran.

Muchas veces recibimos solicitudes de nuestros usuarios que no obtienen una respuesta positiva ante la explotación de los medios tecnológicos de que disponemos actualmente, como, por ejemplo, una moderna base de datos en CD-ROM. Hace sólo unos meses, me vi ante una situación de este tipo.

Una especialista del Instituto de Nutrición e Higiene de los Alimentos solicitó información sobre la obtención de vitamina A a partir de fuentes naturales (hígado de peces, especialmente de tiburón) y su uso terapéutico.

El primer paso dado fue consultar una base de datos sobre literatura médica y se seleccionó MEDLINE por su gran actualización. Se hizo una búsqueda exploratoria contando con la presencia y asesoría de la usuaria, pero en la referida base de datos no se encontró la información que se buscaba, pues en estos momentos la tendencia mundial se dirige hacia otros derroteros y ya no se publican artículos sobre los aspectos que deseaba conocer la especialista. Le pregunté acerca de su conocimiento sobre experiencias anteriores al respecto, y expresó que durante la Segunda Guerra Mundial se obtenía la vitamina A a partir del hígado de distintos peces, pero no conocía del uso terapéutico que se le daba en aquella época. Afirmó que si se localizaban trabajos de este tipo le serían muy útiles. Ello me indujo al convencimiento de que era necesaria la búsqueda en publicaciones primarias de la época, pues esta información no está sistematizada en las bases de datos disponibles.

Con este objetivo acudí a la biblioteca del Centro de Estudios de Historia y Organización de la Ciencia «Carlos J. Finlay» (CEHOC), para allí consultar las publicaciones cubanas editadas entre 1939 y 1950. De esta revisión obtuve una valiosa información histórica y científica que deseo ofrecer a los lectores de ACIMED, por considerarla poco conocida y a la vez de gran interés.

En mayo de 1940, en la ciudad de Washington, el VIII Congreso Científico Americano alertó a todos los países del continente sobre la necesidad de investigar la fuentes de materias primas de que disponía cada nación, sobre todo las que generaban alimentos y medicamentos, con el objetivo de poder enfrentarse a los problemas de abastecimiento ocasionados por la recién iniciada Segunda Guerra Mundial.

Ante la imposibilidad de obtener vitamina A de la principal fuente utilizada en estos años, el aceite de hígado de bacalao noruego prácticamente el 70 % de los países suministradores de América habían caído en poder de Alemania, se comenzó a trabajar intensamente en la búsqueda de fuentes sustitutas.

El aceite de sardinas, particularmente, contribuyó en buena medida a esta sustitución. Pero, con la entrada de Japón en la guerra, se vio prontamente obstaculizada la explotación de esta nueva fuente de abastecimiento.

Al no poder maniobrar en el Mar del Norte y el Pacífico en la captura de bacalaos y sardinas, la mirada de los interesados se dirigió hacia el mar Caribe y las costas de América Central en busca de nuevas fuentes de abastecimiento, lo que provocó una intensificación notable de la pesca en estas zonas y la captura de grandes cantidades de peces de aguas tropicales, entre ellos los tiburones cubanos.

En Cuba, siguiendo el llamado del VIII Congreso Científico Americano, Eduardo Palacios Planas, Doctor en Farmacia, Ciencias Naturales y Físico-Químicas, se dedicó a la labor de investigar e industrializar los productos de la flora y la fauna cubana. Para ello prestó especial atención al análisis del contenido vitamínico de los aceites provenientes de algunos animales y de ciertas plantas oleaginosas.2

Este investigador dedicó años de paciente trabajo al análisis de los aceites de langosta, caguama y tiburón como posibles fuentes de obtención de vitamina A. En 1943, el Laboratorio Planas, de la Cuba Industrial Farmacéutica S.A., trabajaba en la extracción de la vitamina A a partir del aceite de hígado de tiburones cubanos. El doctor Palacios Planas afirmaba «casi todo el aceite de hígado de bacalao que se vende en el comercio farmacéutico es en realidad aceite de hígado de tiburones cubanos». En 1943 se realizó el Primer Congreso Nacional de Alimentación, donde Palacios Planas expuso sus experiencias sobre el tema.3

Casi a la terminación de la guerra, los laboratorios norteamericanos descubrieron la fórmula para la sintetización de la vitamina A a escala comercial, con un costo mucho menor que el de la obtenida a partir de los aceites de pescado, y sin el inconveniente del olor que ésta presentaba. Concluía así la floreciente industria del tiburón que se había desarrollado en aquellos tiempos.4

Con referencia al uso terapéutico que se le daba a la vitamina A por estos años, obtuve los siguientes datos.

Un reconocido pediatra, el doctor Agustín Castellanos Alvarez, fue designado por la Sociedad Cubana de Pediatría, en 1939, para estudiar todo lo relacionado con la vitamina A y la avitaminosis. Como parte de sus investigaciones realizó el estudio de los estándares normales de carotinoides y vitamina A en la sangre de la población cubana de todas las edades (desde los recién nacidos hasta los adultos). Posteriormente emprendió el estudio de las dosis terapéuticas de vitamina A para niños enfermos, hasta llegar a la conclusión de que utilizando un «golpe de vitamina A» (dosis elevadas) en muchos estados patológicos, los pacientes lograban beneficiarse.5,6

El doctor J. Cadrecha Alvarez la utilizó para el tratamiento del asma 7 y el doctor J. Govea-Peña la empleó contra la hipertensión.8

Para recuperar la información, con la que confeccioné una bibliografía anotada para la especialista interesada en el tema, y a partir de la cual pude elaborar el breve resumen anteriormente expuesto, fue necesaria una labor larga y minuciosa, pues me resultó imprescindible manipular número por número doce títulos editados entre 1939 y 1950. Esta tarea hubiera sido menor si hubiese tenido a mi disposición alguna herramienta que me permitiera el acceso a la información deseada.

Como afirma la licenciada Edicta Pamias en su carta, los especialistas de la Oficina del Historiador de Salud Pública y del Departamento de Historia de la Facultad de Salud Pública han estudiado numerosas fuentes documentales y realizado varios índices. La doctora Elena López Serrano, miembro de este equipo, relató sus experiencias sobre el particular en un artículo publicado en ACIMED,9 y allí mencionó algunas de las revistas médicas cubanas a las que se les ha confeccionado índices de autores y materias.

Para mi trabajo utilicé los índices de la Revista Cubana de Pediatría y de los Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, realizados ambos por la doctora López Serrano, pero desafortunadamente no pude utilizar los de la Crónica Médico-Quirúrgica de La Habana, y de la Revista de Medicina y Cirugía de La Habana, también realizados por esta autora, pues aún no han sido publicados. No quisiera terminar esta carta sin hacer las siguientes consideraciones. Es importante que nuestros especialistas no olviden el caudal de inmensa riqueza que atesora la bibliografía médica nacional al acometer sus investigaciones. Además, es imprescindible la publicación de los índices ya mencionados y la creación, en un futuro próximo, de una base de datos computadorizada como formas de acceso a esta información, para así evitar la manipulación excesiva de los documentos originales.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  1. Pamias González E. Importancia de la conservación y la sistematización de la bibliografía médica nacional [carta]. ACIMED 1996;4(3):5-8.
  2. Palacios Planas E. Contenido de vitamina A en aceites procedentes de hígados de tiburones cubanos [carta al editor]. La Tribuna Médica 1942;15(269):86.
  3. Palacios Planas E. Primer Congreso Nacional de Alimentación. El aceite de hígados de tiburones cubanos como fuente de vitamina A. Revista Farmacéutica de Cuba 1943;21(11):28-36.
  4. Sánchez Roig M, Gómez de la Maza F. La pesca en Cuba. La Habana: Ministerio de Agricultura, 1952.
  5. Castellanos Alvarez A, Beato Núñez J. La dosis de vitamina A en las infecciones agudas del niño. Revista Cubana de Pediatría 1941;13(3):167-82.
  6. Castellanos Alvarez A, Beato Nuñez J. The single massive dose of vitamin A therapy. Revista Cubana de Pediatría 1948;20(2):84-103.
  7. Cadrecha Alvarez J. La vitamina A en los pacientes alérgicos hipertensos. Revista de Medicina y Cirugía de La Habana 1943;48(6):271-80.
  8. Govea-Peña J. Estado actual del tratamiento de la enfermedad hipertensiva por la vitamina A. Revista Médica Cubana 1942;53(7):562-6.
  9. López Serrano E. Estudios bibliográficos cubanos relacionados con la medicina. Breve reseña. ACIMED 1995;3(3):34-9.
Lic. Elsy Cáceres Manso.
Departamento Servicios Especiales de Información.
CNICM.