Introducción
La construcción social del género con la influencia de la cultura androcéntrica es una realidad de la sociedad mundial y cubana. En los jóvenes es evidente la presencia de estereotipos que conducen a actitudes sexistas que son asumidas como naturales por la educación familiar.1) La atribución del género inicia para cada persona cuando la familia comienza a preparar las condiciones para que asuman los roles femeninos o masculinos en dependencia de si es niña o niño.2
En Cuba, la voluntad política permitió a la mujer una plena incorporación a la sociedad a tareas nunca antes realizadas por ellas, pero la persistencia de estereotipos sexistas, conformados a través de las relaciones sociales se encuentra en cualquier etapa del curso vital. (3) La familia, las instituciones educativas y los medios de comunicación masiva son elementos sociales determinantes en la construcción del género. (4
Durante la niñez y la adolescencia, la familia y todas las entidades socializadoras tienen una función preponderante en la conformación del género; las niñas y los niños, por su parte, aprenden a través de la observación de las relaciones de género. (5) Se llega al extremo de que objetos escolares como los lápices, los estuches, etc., sean catalogados como niñas o de niños.
Los medios masivos de comunicación constituyen un elemento fundamental en la transmisión y conformación de estereotipos sexistas, principalmente la televisión, internet, que a través de su mayor impacto y alcance contribuyen a mantener la división de género. Es bien sabido que, desde edades muy tempranas, los niños son espectadores asiduos e informáticos nativos. (6-7
Las definiciones de estereotipos dadas por diversos autores coinciden en contemplarlos como herramientas socioculturales sencillas y rígidas construidas colectivamente sobre la base de generalizaciones no científicas, convencionales y subjetivas.8
El análisis del tema permitió determinar tres problemáticas fundamentales:
La cultura androcéntrica persistente en la sociedad impone estereotipos de género y se hacen evidentes en los estudiantes.
La vida de las mujeres y hombres está determinada por la construcción social del género.
La familia, las instituciones educativas y los medios de comunicación social son elementos determinantes en la formación de estereotipos sexistas.
Estas problemáticas condicionaron el siguiente problema científico: ¿Cómo se manifiestan los estereotipos sexistas en estudiantes de tercer año de Estomatología? Desde este problema científico se determinó el siguiente objeto de investigación: los estereotipos sexistas en estudiantes de tercer año de la carrera de Estomatología de la Universidad de Ciencias Médicas Guantánamo. El objetivo consistió en identificar estereotipos sexistas en estudiantes de tercer año de Estomatología de la Universidad de Ciencias Médicas Guantánamo.
Método
La investigación se encontró dentro del modelo cuantitativo. El tipo de estudio fue descriptivo y transversal. Para la recogida de información se aplicó un cuestionario adaptado del validado por el Dr. Ricardo González Menéndez(Anexo 1).
Los datos fueron analizados a través del programa estadístico SPSS. La población estuvo constituida por 30 estudiantes del tercer año de la carrera de Estomatología de la Universidad de Ciencias Médicas Guantánamo, los cuales fueron seleccionados de forma aleatoria simple.
Se tuvo en cuenta la ética de la investigación científica mediante el consentimiento informado para participar en esta.
Resultados
Al aplicar el instrumento referido en la Tabla 1, se hurgó en las causas de los estereotipos sexistas por lo que las preguntas no se circunscribieron solo al ámbito académico, sino a lo familiar, lo comunitario y lo natural.
Para el 76,6 % de la muestra las tareas domésticas deben ser realizadas por las mujeres, el 39,3 % consideró que el hombre puede ayudar en ellas y solo el 24,5 % piensa que deben ser compartidas sin la asignación de forma directa a la mujer y que la familia en general debe tener responsabilidades domésticas.
El 62,3 % de la muestra aseguró que debe ser el hombre el de mayores ingresos en la familia. El 53,4 % consideró que la masculinidad es sinónimo de poder, seguridad y control. El 67,9 % pensó que las iniciativas en las relaciones de pareja deben corresponder al hombre. El 79,8 % de la muestra manifestó que la fidelidad en la mujer debe ser cumplida y que al hombre se le pueden permitir deslices.
El 74,3 % pensó que la mujer es la que concibe el proyecto familiar en la pareja relacionado esto con la necesidad de mantener la relación.
En el ámbito académico el 65,4 % manifestó que las mujeres son las de mayor rendimiento académico porque son más dedicadas al estudio y los hombres tienen menos tiempo para estudiar. El 39,8 % consideró que las mujeres pueden dirigir y hacerlo bien, pero se sobrecargan. De la muestra, el 49,8 % señaló que el respeto ante una mujer dirigente en ocasiones no es el mismo que hacia el hombre.
El 80,5 % reconoció el uso del lenguaje sexista como algo natural y que siempre ha sido de esa forma. El 76,5 % de los estudiantes que participó en el estudio consideró que en Cuba la mujer tiene reconocimiento social. El 39,4 % opinó que la mujer presenta actitudes tan machistas como los hombres y ven su posición como algo natural.
Discusión
Es importante explicar que para la mayoría de los participantes en el estudio fue un tema en el que no habían pensado desde la vertiente que se analizó, lo que evidenció aún más la naturalidad de los estereotipos sexistas. Estas opiniones fluyen desde una gnoseología y hasta una epistemia, diversa, conflictiva y a veces hostil, desde la configuración cultural de los roles de género como actitudes misógenas. El hecho de que el mayor porcentaje de la muestra estudiada considere las actividades domésticas una responsabilidad de la mujer y el menor porcentaje considere que deben ser actividades compartidas por igual entre hombres y mujeres coincide con el estudio de Castañeda I9, donde se evidencia la fuerte influencia de los elementos constructores del género en la sociedad: la familia, las instituciones educativas y los medios de comunicación masiva desde que la familia sabe que nacerá un nuevo ser en su seno, está a la expectativa del sexo, y en dependencia de este será el color de su ropa, sus juguetes y la educación que recibirá, hechos que son reforzados cuando inicia la edad escolar y que los programas infantiles, dibujos animados y hasta ilustraciones de libros y revistas también contribuyen a naturalizar.
De igual forma se observa en el estudio la mayoría dan la responsabilidad al hombre como rector de la economía del hogar y por tanto encargado de garantizar los recursos de la familia, este resultado coincide con Pacheco CR al et2, donde además de los hombres considerar que siempre deben ser los responsables de asumir los gastos por encargo social y para mantener su orgullo, también la mujer lo asume de esa forma, este plantea que puede estar dado por convertirse en una situación que le da comodidad a esta, pero en opinión de la autora no es más que un reflejo del estereotipo sexista persistente en la subjetividad individual trasmitido de generación en generación. Otros aspectos importantes y que se derivan del estudio realizado, son los referentes a la masculinidad como sinónimo de poder, la iniciativa en las relaciones de pareja en el hombre y la fidelidad obligatoria para la mujer, estos resultados coinciden con los de Pardini S1) y es que desde el surgimiento de la monogamia, referenciado por Engels F10 en el “ Origen de la familia, la propiedad privada y el estado”, se estableció la primera forma de dominación, la del hombre sobre la mujer, la relegó al espacio doméstico y privado, se estableció el hombre como la medida de todas las cosas y se abrió paso al androcentrismo. Esta monogamia es de estricto cumplimiento para la mujer, pues a la que es infiel le corresponde el rechazo social mientras al hombre la infidelidad le otorga mayor masculinidad y es socialmente aceptado.
Un aspecto interesante es que en el estudio un bajo porcentaje considera que la mujer puede ser dirigente y además respetada desde ese punto de vista, este estigma en Cuba se ha trabajado y actualmente existen numerosos cargos públicos y empresariales ocupados por mujeres, pero estas se sobrecargan al tener que cumplir con su rol de dirección y además su rol de madre, esposa y responsable de las tareas domésticas, lo que la obliga a realizar dobles jornadas de trabajo, resultado que coincide con el de Martínez CM.11 El uso del lenguaje sexista es algo imperceptible para muchos, cabe destacar que lo que no se menciona, no existe, y a pesar de que en la Real Academia de la Lengua Española exista el masculino genérico, es importante darle el lugar que le corresponde a la mujer en el lenguaje, los seres humanos son seres lingüísticos y el lenguaje crea realidades, por tanto, se hace imprescindible la mención de la mujer como tal y no que se incluya dentro de la mención al hombre, lo que la invisibiliza y en la mayoría de los casos la excluye. La mujer en Cuba ha logrado un reconocimiento social y así piensa el mayor porcentaje de los estudiados, este resultado coincide con Perea O8, en opinión de la autora el reconocimiento social le ha dado la posibilidad a la mujer de crecer como ser humano, incorporarse a la vida pública, desarrollarse y ganar autonomía, pero aún queda mucho por hacer en el espacio privado, donde la persistencia de los estereotipos sexistas impiden una real emancipación femenina. Con respecto a esto el general de ejército Raúl Castro Ruz en la “Conferencia de líderes globales sobre igualdad de género y empoderamiento de las mujeres: un compromiso de acción” en Nueva York12 expresó: “Sin embargo, aún nos queda mucho por hacer. Trabajamos para seguir cambiando los patrones culturales, de forma que se comparta entre hombres y mujeres el cuidado de la familia…”.
Referentes como Arthur Schopenhauer es citado por Samamé L.13) Él reflexiona y realiza un profundo análisis sobre el libro “El amor, las mujeres y la muerte”, en el que posiciona a la mujer como espejo de las necesidades del hombre al punto de plantear: las mujeres son seres de cabellos largos e ideas cortas.
Montagut E14de igual forma hace referencia a Olympia de Gouges como ejemplo de mujer dentro de las luchas feministas, quien en 1791 fue decapitada por su libro Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana. Hasta el presente siglo muchos movimientos feministas han logrado la incorporación de la mujer a la sociedad y su reconocimiento, pero como plantea Teresa de Lauretis:15) “La construcción del género es el producto y el proceso tanto de la representación como de la autorrepresentación” y aún, hasta en la propia mujer, están presentes los estereotipos sexistas históricos.
Quedó explícita la necesidad de limitar los efectos del androcentrismo y los estereotipos sexistas en la formación de los estudiantes de tercer año de Estomatología de la Universidad de Ciencias Médicas Guantánamo, tarea que conllevará esfuerzos y voluntad, porque como plantea Fernad Braudel:16-17) “Las mentalidades son prisioneras de larga duración […]”
Al recurrir a Chesterton (18) se lee: “La idea que no trata de convertirse en palabra es una mala idea, y la palabra que no trata de convertirse en acción es una mala palabra” y decía, además: “El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí vi yo la importancia de la familia.”19) se percibió la necesidad de dejar a un lado el pragmatismo de las investigaciones de género e incorporar a estas el tratamiento a las causas de la desigualdad entre hombres y mujeres en sus relaciones de poder y no solamente a los efectos que la generan.
Conclusiones
Se evidenció la existencia de estereotipos sexistas en los estudiantes de tercer año de Estomatología de la Universidad de Ciencias Médicas Guantánamo, estos estereotipos se muestran arraigados en la subjetividad individual lo que obstaculiza la anhelada equidad entre los géneros, y donde los jóvenes universitarios son fundamentales.