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MEDISAN

versión On-line ISSN 1029-3019

MEDISAN vol.20 no.10 Santiago de Cuba oct. 2016

 

< Semblanza del Doctor Máximo Zertucha Ojeda en el 111 aniversario de su fallecimiento

HISTORIA DE LA MEDICINA

 

 

Semblanza del Doctor Máximo Zertucha Ojeda en el 111 aniversario de su fallecimiento

 

Semblance of Doctor Máximo Zertucha Ojeda in the 111th Anniversary of his death

 

 

Dr. C. Ricardo Hodelín Tablada

Hospital Provincial Docente Clinicoquirúrgico "Saturnino Lora Torres", Universidad de Ciencias Médicas, Santiago de Cuba, Cuba.  

 

 


RESUMEN

En el presente artículo, que forma parte de una trilogía en conmemoración al 120 aniversario de la caída en combate del lugarteniente general Antonio Maceo, se reseñan, de forma historiográfica y documental, aspectos importantes de la vida del Dr. Máximo Zertucha Ojeda relacionados con su graduación como médico, los sucesos de San Pedro, donde Maceo perdió la vida, y la repercusión nacional e internacional de estos acontecimientos. El autor ofrece sus argumentos acerca de la deserción del médico.

Palabras clave: Máximo Zertucha, Antonio Maceo, Cuerpo de Sanidad Militar Mambisa.


ABSTRACT

In this work, which is part of a trilogy in commemoration of the 120th anniversary of the falling in combat of the Lieutenant General Antonio Maceo, important aspects of the life of Dr. Maximo Zertucha Ojeda related to his graduation as doctor, San Pedro's events, where Maceo lost the life, and the national and international impact of these events are pointed out in a historiographical and documental way. The author offers his arguments about the doctor's desertion.

Key words: Máximo Zertucha, Antonio Maceo, Rebel Health Military Body.


 

 

INTRODUCCIÓN

Máximo Zertucha Ojeda nació en La Habana el 18 de noviembre de 1855, hijo del vizcaíno D. Isidro Domingo Zertucha y Landabur, que según se ha dicho murió asesinado de una puñalada en la calle Trocadero, y de la cubana Isabel Ojeda y Alfonso, natural de La Habana.1-3 A los 18 años, en el curso 1874-1875, matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana donde ya estudiaba su hermano Isidro, de mayor edad, con quien se le confundía en ocasiones.

Luego viajó a México y el 3 de marzo de 1877 realizó el último examen, aprobado por unanimidad de votos. Dos días después se le otorgó su título en la heroica ciudad de Veracruz. Regresó a Cuba y comenzó los trámites correspondientes para revalidar su título. Entre 18 diciembre y 19 de diciembre de 1878 examinó 8 asignaturas con resultados satisfactorios, lo cual evidencia la adecuada formación que recibió en la universidad azteca.

En México, la asignatura Cirugía General se impartía como una sola; mientras que en Cuba, como consecuencia de la reforma universitaria de 1842, la antigua cátedra de Cirugía General la dividió en 2: Patología Externa y Medicina Operatoria, que se impartían en el quinto año del período del bachillerato en medicina,4 es decir, que Zertucha tuvo que hacer un esfuerzo mayor al realizar 2 exámenes de la asignatura que él recibió como una sola.

Después que Zertucha examinó las asignaturas correspondientes, se presentó el 14 de enero de 1879 al examen final de esta etapa y obtuvo el grado de Bachiller en Medicina e inmediatamente comenzó con los exámenes para la licenciatura. El 19 de marzo de 1879, recibió el título de licenciado en medicina, pero para ejercer la profesión tuvo que esperar 5 meses, hasta que el 21 de agosto se expidió el título por el Gobernador General de la isla de Cuba. Su trabajo asistencial lo comenzó en la localidad de Melena del Sur, donde también se interesó por la política. Años después, en 1892, pasó a ocupar el cargo de juez municipal y en 1893 comienza a participar en conspiraciones. El 6 de enero de 1896 se incorporó a las fuerzas del general Pedro Díaz Molina y se lanzó a los campos de la revolución.5

 

LA ACTIVIDAD ASISTENCIAL

Martí, quien bautizó la contienda del 95 como guerra necesaria, avizoró el rol estratégico que podían desempeñar los médicos en la lucha por la independencia, al expresarle en una misiva al doctor Martín Marrero Rodríguez, después coronel mambí: "Los médicos son los más apropiados y por lo tanto, serán los mejores delegados. Sus pasos en ninguna parte llaman la atención; siempre son bien recibidos. Todos le deben algo: unos la vida y otros, dinero. El médico es quien mejor conoce los secretos de todos: por eso, esta será la revolución de los médicos".6

A los 22 días de la incorporación de Zertucha al Ejército Libertador, es decir, el 28 de enero, se aprobó la Ley de Sanidad Militar, que instauró la distribución sanitaria por ejércitos y divisiones, que incluía médicos, dentistas, farmacéuticos y estudiantes de medicina. Se organizó un sistema de transporte de los heridos para las acciones combativas de las etapas más móviles de la guerra, y se tuvieron en cuenta todas las tareas que debía cumplir el Cuerpo de Sanidad Militar Mambisa, dispuesto a prestar asistencia médica, muchas veces bajo el hostigamiento de las tropas españolas. Zertucha ingresó con el grado de capitán, como médico de la tercera brigada, de la segunda división del quinto cuerpo, en las fuerzas de la comisión del teniente coronel Betancourt y el 3 de febrero, en el ingenio Teresa, de Melena del Sur, integra las fuerzas mandadas por Pedro Díaz Molina, hijo de madre esclava, quien había tenido un notable ascenso en su carrera de mando. El destacado general lo asciende a comandante y le asigna el mando de la brigada de Batabanó, destacada en La Habana.7

En apenas 3 meses, por su eficiente labor asistencial, el doctor Zertucha fue ascendido a médico mayor -- con grado de teniente coronel -- de la segunda división del quinto cuerpo, que operaba en la zona de Pinar del Río. El 6 de agosto del propio año se le nombró coronel y jefe de sanidad, lo que otorgaba el mando interino de dicho cuerpo,7 en sustitución del doctor Hugo Roberts Fernández que estaba herido. El doctor Máximo Zertucha supo actuar con verdadera maestría ante las diferentes incidencias y su labor médica asistencial fue sistemática. El 27 de febrero de 1896 escribe en su diario: "Cura de los heridos, continúa la marcha".7 A pesar de que en esos momentos ya tenía el grado de comandante, era jefe de brigada y pertenecía a la plana mayor, su amor por la medicina lo lleva a la cura directa de los heridos, tarea que generalmente realizaban los miembros de la plana menor.

El 15 de junio de 1896 Zertucha es designado médico personal de Maceo y a menos de diez días de su nombramiento, el 23 de junio, asistió por primera vez al Titán debido a una herida recibida durante el combate de Tapia, localizada por encima de la articulación tibio tarsiana izquierda. Zertucha curó con dedicación la herida del jefe mambí, asistencia que se prolongó hasta el 1ro de agosto que fue dado de alta. Por el propio testimonio del médico se conoce que Maceo padecía de "una reuma articular",7 es decir, artritis reumatoidea, enfermedad que le ocasionaba muchos dolores articulares, por lo cual era tratado con frecuencia.

Durante toda la contienda guerrera el doctor Zertucha simultaneó su tarea principal como médico de Maceo con la asistencia al resto de los enfermos. Al respecto, el general Manuel Piedra Martel expresó: "Los heridos de Vega Morales, después de recibida la primera cura, no fueron visitados por un médico sino al cabo de muchos días. Este médico fue el doctor Máximo Zertucha. Zertucha me entablilló y vendó el brazo fracturado, dejándome un solo vendaje de repuesto. Medicina ninguna pues no la había".8

Por tratarse de un interesante testimonio que muestra las vicisitudes que sufrían los mambises enfermos, a continuación se cita, in extenso, lo relatado por el general Piedra:

"… la supuración de mis heridas era de una abundancia tal que parecía que todo mi organismo se había convertido en aquella putrefacta materia. El pus me corría a lo largo del brazo roto como por los contornos de una vela se desliza el sebo derretido arriba por la llama del pabilo. Y era tan desagradable el olor que, por evitarlo, llevaba siempre la cabeza inclinada sobre el hombro opuesto. Las tablillas, quitadas una vez, ya no fue posible colocármelas de nuevo, porque Martorell, que era un excelente muchacho no entendía nada en quehaceres sanitarios, a tal extremo que, desconfiando de su destreza, yo mismo me cambiaba las vendas. Y ¡qué vendas! Como las lavaba, o pretendía lavarlas, en un arroyo que corría al pie del rancho, cuyas aguas, recogidas de las vertientes de las lomas en aquella estación de las lluvias, están siempre fangosas, y además no tenía jabón, conservaban el amarillento color y el nauseabundo olor del pus".8

Martorell pertenecía a la plana menor o brigada sanitaria, la cual estaba compuesta por tenientes, que eran los ayudantes; alférez, los practicantes de primera clase; sargentos, los practicantes de segunda clase, y soldados, que eran los simples practicantes. En su condición de soldado este joven si bien era un excelente muchacho, según el criterio del general Manuel Piedra, no tenía conocimientos sanitarios. La necesidad ocasionada por la propia guerra hacía que muchas veces se nombraban jóvenes inexpertos para la plana menor y en el transcurso de las acciones se iban adiestrando en el laboreo diario y con el estudio de la Cartilla Instructiva, importante documento médico redactado por el doctor Eugenio Molinet Amorós.9

Para continuar con los argumentos de Piedra: "A muchos de los heridos se le crearon gusanos (…) pasábamos hambre. En ocasiones transcurrían días sin más alimento que frutas, algunas veces verdes y hasta tiernas, que hacíamos hervir. Comenzaba la estación de los mangos; pero las matas más próximas estaban fuera de las lomas (…) Luis Mendive no podía caminar a causa de que su herida era en una pierna (…) las llagas tan purulentas se me adherían a la áspera tela de la hamaca, y esto y la plaga de mosquitos no me dejaban dormir".8 Y continúa el general: "Cuando el doctor Zertucha estuvo a visitarnos por segunda vez ya casi había desaparecido la supuración de mis heridas, pero el hueso del brazo había soldado mal. Me propuso hacerme un raspado, pero me negué a ello, pensando lo inútil que sería un dolor más si después de sufrido me mataban. Aplacé la operación para cuando terminara la guerra, con muy buen acierto, pues no la he necesitado. En aquel hospital tuve por primera y única vez en mi vida piojos y caránganos".8

Las palabras de Piedra evidencian la profesionalidad del doctor Zertucha que daba seguimiento a sus enfermos, además le propone la intervención quirúrgica en campaña lo que explica su preparación quirúrgica. Por otra parte, se demuestra que era un médico calificado para realizar cualquiera de los dos servicios básicos que se prestaban en el Cuerpo de Sanidad Militar Mambisa: el servicio sanitario móvil practicado en los campamentos, marchas y campos de batalla y el fijo o inmóvil que se realizaba en hospitales, farmacias y comisiones especiales. Este segundo tipo de servicio también incluye los hospitales de campaña, conocidos como hospitales de sangre, temporalmente localizados en sitios intrincados, donde se atendían los heridos de los combates, para luego ser repartidos entre los hospitales fijos, prefecturas o casas particulares.

Otro ejemplo de la asistencia médica prestada por el doctor Zertucha aparecen en carta firmada por el general Juan Eligio Ducasse donde escribió: "Aún recuerdo el día de Galalón donde me vi herido de bala, y usted supo, en mitad del campo de batalla, curarme y curar a mis compañeros que también solicitaron su ciencia".10 En este combate practicaba el servicio sanitario móvil en el propio escenario del combate, además lo hacía de forma múltiple al tener que atender simultáneamente a varios heridos, sin dudas este era el servicio más peligroso y complejo que se brindaba en la guerra. Es válido destacar que la organización de la sanidad militar contemplaba, incluso, el traslado hacia el extranjero de los enfermos que lo necesitaban.

En la hoja de servicio del doctor Zertucha destacan la organización de los servicios sanitarios de la brigada de Batabanó, así como los de la división de Pinar del Río. En esta provincia fundó los Hospitales de Rubí, Brujo, Rangel y Sabana de Morqui. Como médico de asistencia atendió a los heridos en más de 50 acciones combativas.7

La última asistencia médica la brindó el galeno el 7 de diciembre de 1896. Fue Zertucha quien asistió a Maceo cuando se desplomó de su caballo. Un proyectil de máuser argentino había penetrado a 2 cm de la sínfisis mentoniana, del lado derecho y fracturó la mandíbula inferior en 3 puntos hasta salir por la parte posterior lateral izquierda de la base del cuello, lo cual desgarró, a su paso, el paquete vasculonervioso carotídeo. A lo anterior se añade, según Zertcucha: "otra herida del mismo proyectil por su dirección, que se encontraba en la parte posterior del lado derecho de la espalda, entre el homóplato y la columna vertebral, la dirección de la herida y los fenómenos en general me hicieron temer una hemorragia interna como realmente resultó, muriendo en mis brazos al minuto poco más o menos de ser herido".11 Ese mismo día asistió a Panchito Gómez Toro de múltiples heridas que lo llevaron a la muerte y continuó su labor; también curó, por su orden, al comandante Jústiz y otros heridos que estaban graves, al tiempo que improvisó camillas.11 Luego redactó los certificados de defunción de Maceo y Panchito.

El doctor Zertucha que contó, desde que conoció al héroe de Baraguá, con su estimación y alta consideración, después de la muerte del héroe, impulsado por la profunda depresión que dejó en su ánimo tan luctuoso suceso y por injustas ofensas recibidas en el campamento mambí, abandonó las filas del Ejército Libertador para acogerse, el 10 de diciembre, al indulto del gobierno español.7

Esta grave decisión suscitó comentarios y sospechas que, aunque muchos daños causaron al prestigio del médico, no lograron acallar su regreso e incorporación oficial a las tropas mambisas antes de terminar la contienda y la absolución por un consejo de guerra que lo juzgó, a pedido suyo, por su conducta pasada. Todas estas incidencias avivaron las controversias alrededor del galeno.

 

LA REPERCUSIÓN DE LOS HECHOS

Varios órganos de prensa tergiversaron la información relacionada con la muerte de Maceo y la convirtieron en la noticia más leída. Titulares sombríos en los periódicos estadounidenses Journal, The New York Herald, The New York Su, The World y The Mail and Express, acusaron a Zertucha de traidor. Se decía que Maceo había muerto envenenado por su médico personal, quien hubo de rendirse luego a las tropas hispanas. Se hicieron incluso caricaturas que recreaban la supuesta traición; asimismo, lo criticaron en Europa en países como España, Francia e Italia. En Cuba el general José Miró calificó al médico de infame, pero su ataque no quedó ahí, años después cuando publicó Crónicas de la guerra declaró: "salimos aterrados del lugar, precediéndonos el médico Zertucha".12 Otro de los acusadores fue Tomás Estrada Palma y más agresivo fue un acuerdo firmado por 30 galenos miembros del Cuerpo de Sanidad, aparecido en La Discusión, con graves ofensas a su colega.

Claro está que ante semejantes ataques el médico no permaneció callado. Evidentemente se defendió todo cuanto pudo. Envió cartas al The New York Herald y al The World donde aclaraba todos los particulares y negaba la infame acusación. Igualmente, cuando se produjo la denuncia de los treinta médicos, el galeno publicó en La Discusión,13 en su número correspondiente al 7 de febrero de 1899, un largo escrito. El texto relata su ingreso en el Ejército Libertador, donde aseguraba que era teniente coronel, aunque Maceo en las relaciones dadas al coronel Nodarse, jefe de estado mayor interino, lo mencionara siempre como coronel. Añade Zertucha: "Por lo demás no he de entrar en discusiones de grados o servicios, porque fui a la Revolución sólo por amor a mi país".13

Si bien el galeno tuvo que asumir su propia defensa no estuvo solo en la contienda. A continuación se ofrecen las opiniones de algunos de los que conocieron de la infamia. El mayor general José Mayía Rodríguez expresó en La Lucha, el 8 de diciembre de 1898 que, de acuerdo con el informe de la comisión que investiga la conducta de Zertucha y que hubo de presidir el mayor general Alejandro Rodríguez, hace constar que Zertucha, temeroso de la enemiga que le profesaban algunos jefes de las fuerzas cubanas, al faltarle la poderosa protección de Maceo, hubo de acogerse a indulto; que tan pronto realizó ese acto, se dedicó a servir a la Revolución y que al ingresar en el Ejército Libertador se hizo acreedor del aprecio y la más alta estimación.14

Otro testimonio lo ofrece la carta que recibió, fechada el 13 de diciembre de 1898, y que la firma un hombre de mucho prestigio, el general Juan Eligio Duchase. La misiva dice: "Muy señor mío y amigo -- Yo, como jefe y representante de los orientales que en Pinar del Río hicieron la guerra, enterado de la propaganda que en su contra trata de levantarse, propaganda que no ha de hallar eco en los que conocen sus condiciones de patriotismo y valor, inspirado en la justicia, escribo a usted para que en medio de sus contrariedades, experimente la satisfacción de que existe un hombre que se enaltece al tenerlo por amigo y compañero --".15

Opiniones favorables emitieron el doctor Benigno Souza y el coronel Orestes Ferrara Marino; también lo defendió el general de brigada Enrique Loynaz del Castillo cuando expresó: "Es indudable servicio a la justicia esclarecer los móviles que determinaron en la mente del Dr. Zertucha la abrumadora convicción de que con la caída del general Maceo entraba en agonía la República. El Dr. Zertucha que con la muerte de Maceo tenía ya destrozado el corazón, vio colmada su propia desventura con el trato de sus compañeros…ya no tenía al general que lo estimaba, que le ofrecía el halago de su confianza y la seguridad de su agradecimiento. La Revolución parecía cerrarle los caminos. Derrumbado moralmente, emprendió la triste ruta de regreso al hogar".16 Es interesante que entre los nombres de los galenos que firmaron la carta acusatoria a que nos hemos referido algunos incluso no fueron consultados. Así sucedió con los generales del Ejército Libertador, doctores Eugenio Molinet Amorós y Daniel Gispert, ambos confirmaron por escrito que no habían sido consultados para dicha carta.

Un testimonio interesante sobre esta polémica lo encontramos en el libro Mis primeros treinta años del general Manuel Piedra Martel, considerado como otro elemento que contribuyó a la decisión del médico. Piedra relata que esa misma mañana del 8 de diciembre acamparon en un sitio llamado Loma del Hambre y entre tantas personas se encontraban también los generales José Miró y Pedro Díaz, el Dr. Zertucha, el capitán Nicolás Souvanell, el teniente Urbina, además de los asistentes que habían sido del general Maceo, entre ellos Benito Hechavarría (el cocinero).17

Continúa su testimonio: " … se suscitó un incidente de los más penoso y desagradable, con motivo de haberle preguntado el Dr. Zertucha a Benito en un tono perfectamente natural, cuándo estaría el almuerzo. Es conveniente advertir que el Dr. Zertucha comía a la mesa con Maceo. El cocinero se insolentó y en estridente lenguaje hizo saber al Dr. Zertucha que en lo adelante no tenía derecho a comer en su cocina. Trató Zertucha de replicar e interviniendo el general Miró le dio la razón a Benito, tomando partido por él de modo ostensible. Irritado el Dr. Zertucha por tan manifiesta injusticia y hostilidad, dejó escapar una palabra mal sonante que no iba dirigida a nadie en particular. Entonces levantándose con brusquedad, el general Pedro Díaz se encaró con el Dr. Zertucha y le gritó ¡Qué es eso so atrevido! Cómo se atreve usted a decir insolencias en mi cuartel general y en presencia mía".17

Según Piedra, Zertucha se quedó mudo y desconcertado. Al día siguiente el médico abandonó el campo de la Revolución y se acogió a la indulgencia de las autoridades españolas. La actitud intempestiva del general Díaz se debe a que Maceo acostumbraba a comer con su médico, honor que Díaz, a pesar de su alto rango militar no lograba.17

Un argumento importante en la defensa de Zertucha es lo publicado en el periódico La Lucha del 19 de diciembre de 1896. Notas que para su divulgación recibieron el visto bueno del estado mayor general de los españoles. El rotativo, citado por Bernabé Boza, acotó: "Cayó del caballo Maceo y Zertucha fue a prestarle auxilio y estando reconociéndolo recibe Maceo, ya muerto, un segundo balazo en el hipocondrio derecho, sin salida (…) Todo el estado mayor de Maceo se había dispersado. Zertucha solo, con el cadáver hacía esfuerzos para ponerlo encima del caballo, cuando llegó Pancho Gómez…".18 Y continúa: "Pancho Gómez comenzó a ayudar a Zertucha y al ir a levantar el cadáver, recibe un balazo que atravesándole la caja toráxica y el brazo derecho en la región del codo le hizo caer sobre el cadáver de Maceo. Fue Zertucha a auxiliar a Gómez (…) corrió Zertucha en su caballo en busca de gente. Llegan entonces Zertucha con Perico Díaz y otros para llevarse los cadáveres".18 Es evidente que el galeno no abandonó a su jefe, por demás, es justo recordar que en este propio periódico de tendencia integracionista, se había publicado el día 10 el indulto de Zertucha, es decir, que no había ningún interés en defender al médico.

Para Zertucha, Maceo lo era todo, sin él no era posible el triunfo de la contienda bélica. El Titán de Bronce, además de su jefe era su amigo personal. Como expresó Zertucha tiempo después en su alegato de defensa: "La muerte del General Maceo produjo en mí, un estado de aplanamiento y confusión que trastornó por completo mi cerebro hasta el punto de creer se atentaba a mi vida y me lanzó al lado de mi familia no solo para cumplir el sagrado deber de su sustento, sino para desde allí continuar sirviendo por todos los medios posibles la causa de la revolución con un intermedio de dos meses que estuve convaleciendo de lo rudo de la campaña como pueden atestiguarlo los Jefes locales de la zona de Güines y Melena del Sur".7

En carta enviada a Gómez el 16 de septiembre de 1899 cuenta: "En medio del horrible e imponente fragor del combate, yo, enfermo, convaleciente, sin armas, pues no podía por mi debilidad soportar su peso, al ver a mi jefe, a mi amigo, a mi padre de la revolución caer herido de muerte, pedí auxilio al brigadier Miró".7 Y más adelante reseña: " … y como dicen, ¡me presenté!, me encontré a mi hijo vendiendo helado a los soldados, me encontré que mientras los jefes de la Revolución en La Habana comían, yo en Pinar del Río, donde se batía el cobre, donde no había diplomáticos, sino mucha bala y mucha abnegación y mucho sufrimiento, tenía abandonados a mis propios hijos".7

Si bien es cierto que el galeno desertó, no hay elementos convincentes, hasta donde se ha profundizado, para asegurar que la muerte de Maceo estuviera relacionada con informaciones aportadas por Zertucha.

Él fue juzgado con todas las de la ley por un prestigioso consejo de guerra que lo exoneró de toda responsabilidad, además, el 24 de febrero de 1898 el Consejo de Gobierno acordó un perdón general que incluía a los desertores.

El doctor Zertucha, reincorporado como médico a la contienda guerrera, bajo el mando del general José Mayía Rodríguez, reclamó varias veces el grado de capitán que le correspondía, concluyó la guerra y nunca le fue reconocido. Regresó entonces a Melena del Sur, ocupó el cargo de concejal del ayuntamiento y luego jefe de sanidad. Falleció de un cáncer en la lengua que mucho le hizo sufrir en los últimos días de su vida, a las 9 de la mañana del 26 de octubre de 1905, tenía 49 años. En el 111 aniversario de su fallecimiento rindámosle tributo a este galeno, quien contribuyó a que la contienda del 95 fuera llamada, con justeza, la revolución de los médicos.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Pérez Guzmán F. La guerra en La Habana. Desde enero de 1896 hasta el combate de San Pedro. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales; 1974. p. 182.

2. Griñán Peralta L. Antonio Maceo. Análisis caracterológico. Santiago de Cuba: Editorial Oriente;2011.p.201.

3. Máximo Zertucha y Ojeda. ECURED [citado 20 Sep 2016]. Disponible en:https://www.ecured.cu/M%C3%A1ximo_de_Zertucha

4. Delgado García G. Historia de la enseñanza superior de la medicina en Cuba (1900-1962). Tercera parte. Cuad Hist Salud Pública. 2010; 107:5.

5. Hodelín Tablada R. Las controversias del Doctor Máximo Zertucha, médico del lugarteniente general Antonio Maceo. El Cubano Libre. Suplemento del Periódico Sierra Maestra, 9 de diciembre de 2006.

6. Quesada y Miranda G de. La revolución de los médicos, anecdotario martiano. La Habana: Ediciones Patria; 1948.p.70.

7. Delgado Fernández G, Soto Paz R. Dr. Máximo Zertucha, médico del lugarteniente general Antonio Maceo. Cuad Hist Salud Pública. 1997;82:77-97.

8. Piedra Martel M. Memorias de un mambí. La Habana: Instituto Cubano del Libro; 1968. p. 115-6.

9. Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Selección de textos sobre la historia de la Logística Militar Cubana. 1868-1898. Tomo I. Tercera Parte. Ejército Libertador de Cuba (Mambí). Tradiciones. La Habana: Edición mimeografiada; 1990.p.81-119.

10. Delgado Fernández G, Soto Paz R. Dr. Máximo Zertucha, médico del lugarteniente general Antonio Maceo. Cuad Hist Salud Pública. 1997; 82:43.

11. Delgado Fernández G. La polémica historia otra vez… Vasconcelos contra Zertucha. Cuad Hist Salud Pública. 1997; 82:11-25.

12. Miró Argenter J. Crónicas de la guerra. La Habana: La Moderna Poesía; 1909. p.178-9.

13. Periódico La Discusión, 7 de febrero de 1899:3.

14. Periódico La Lucha, 8 de diciembre de 1898:4.

15. Periódico La Lucha, 13 de diciembre de 1898: 4.

16. Le Roy Gálvez LF. Máximo Zertucha y Ojeda. El último médico de Maceo. Separata de la Revista de la Biblioteca Nacional. 1958;9(1):35-6.

17. Piedra Martel M. Mis primeros treinta años. La Habana: Ediciones Minerva; 1943. p. 432-5.

18. Boza B. Mi diario de la guerra. Desde Baire hasta la intervención americana. T 1. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales; 1974.p.304.

 

 

Recibido: 24 de agosto de 2016.
Aprobado: 5 de septiembre de 2016.

 

 

Ricardo Hodelín Tablada. Hospital Clinicoquirúrgico Docente "Saturnino Lora Torres", avenida de los Libertadores s/n, entre calles 4ta y 6ta, reparto Sueño, Santiago de Cuba, Cuba. Correo electrónico:rht@medired.scu.sld.cu

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