Introducción
La vejez no es una enfermedad; sin embargo, sí resulta un hecho casi indiscutible que las características específicas del anciano conducen a una mayor morbilidad, pues casi todas las afecciones se vuelven más frecuentes en esa etapa de la vida.1,2,3
En otro orden de ideas, la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) representa un importante problema de salud pública, que puede presentarse en las etapas extremas de la vida (población infantil y anciana). Al respecto, en los últimos años se ha descrito un aumento de su prevalencia e incidencia en el mundo, principalmente en países industrializados y, con ello, se ha observado un incremento en naciones donde su frecuencia era muy baja.4,5,6,7
Cabe señalar que en varios países de Latinoamérica la enfermedad inflamatoria intestinal está conformada por un espectro de afecciones crónicas, usualmente progresivas, entre las cuales se encuentran la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa y la enfermedad inflamatoria intestinal no clasificable, cuya causa es aún desconocida.8,9
Entre las causas posibles del aumento de la incidencia de EII pueden citarse los cambios en los estilos de vida y los factores ambientales, que incluyen la industrialización, los cambios en la higiene, la dieta occidentalizada, el crecimiento económico y la transición de una comunidad rural a una urbana.4,10,11,12
Resulta oportuno destacar que la población en Cuba en el 2014 era de 11 224 190 habitantes, de los cuales 18,9 % comprendían las edades de 60 y más años; en específico en la provincia de Santiago de Cuba existía 17,3 % de ancianos.7
A pesar de que se ha observado un incremento de la enfermedad inflamatoria intestinal en la población de ancianos de Santiago de Cuba, que se expresa en la tendencia creciente de pacientes ingresados en el Hospital Provincial Docente Clinicoquirúrgico Saturnino Lora Torres durante los últimos años, no se han encontrado estudios poblacionales sobre la prevalencia de estas entidades clínicas.
Según los datos de los registros estadísticos del mencionado Hospital, de los ingresos realizados durante el quinquenio 2010-2014, en 8 pacientes la causa fue la enfermedad de Crohn y en 493, la colitis, sin que se hayan realizado estudios para determinar los factores de riesgo asociados al incremento de dichas enfermedades inflamatorias intestinales; motivo que condujo a efectuar el presente estudio.
Métodos
Se realizó una investigación analítica, de casos y controles, de pacientes de 60 y más años, con diagnóstico y confirmación histológica de alguna enfermedad inflamatoria intestinal, ingresados en el Servicio de Medicina del Hospital Provincial Docente Clinicoquirúrgico Saturnino Lora Torres de Santiago de Cuba, durante el 2015. El grupo de estudio estuvo conformado por los pacientes con EII (N= 61) y el de control se integró por 122 pacientes, seleccionados por un muestreo aleatorio simple en los consultorios de procedencia de los afectados, en una razón de 1:2 (por cada caso 2 controles).
Se realizaron entrevistas a los ancianos o a sus familiares, donde se recogió la aprobación para utilizar la información individual de cada uno. Las variables se determinaron en expuesto (factor presente) y no expuesto (factor no presente), a saber:
Sexo: Se tomó como expuesto el sexo femenino por su frecuencia más alta.
Consumo de alimentos: Se tuvieron en cuenta los alimentos que consumía el paciente, como leche y sus derivados, dulces refinados, legumbres y grasas de origen animal. Se consideró expuesto cuando consumía dos o más de estos grupos y dos veces o más en el día, antes del ingreso o al momento de la investigación.
Antecedentes familiares de colitis: Se consideró como expuesto si existían los antecedentes.
Antecedentes familiares de enfermedad de Crohn: Se consideró como expuesto si existían los antecedentes.
Otras enfermedades del sistema digestivo: Se determinó como expuesto cuando el paciente presentaba divertículos o pólipos.
Utilización de antiinflamatorios: Se identificó como expuesto cuando el paciente los utilizaba por cualquier causa, o por un mes o un mayor número de ellos, como ibuprofeno, piroxican, aspirina, entre otros.
Utilización de antibióticos: Fue expuesto cuando el paciente los utilizaba por cualquier causa, o por un mes o un mayor número de ellos, como azitromicina, amoxicilina, ciprofloxacino, entre otros.
Tabaquismo: Se consideró como expuesto cuando el paciente fumaba cigarrillos, tabaco o pipa, independientemente de la frecuencia y el tiempo de adicción.
Ingestión de bebidas alcohólicas: Fue expuesto cuando el paciente ingería bebidas alcohólicas, ya fuera ron, cerveza, vino, independientemente de la frecuencia y cantidad.
Para comprobar si existía asociación entre el factor de riesgo y la exposición, se aplicó la prueba de la Χ2, con 95 % de confiabilidad, y se calcularon la oportunidad relativa (OR), el riesgo atribuible en expuestos (RAE) y el riesgo atribuible poblacional (RAP), con sus intervalos de confianza (IC).
Resultados
En los ancianos con enfermedad inflamatoria intestinal predominó el sexo femenino, con 54,1 % de los casos (tabla 1). El valor de la OR fue de 1,6, mientras que los IC estuvieron entre 0,9 y 3,1, lo que evidenció que este factor no presentó una asociación causal.
En la serie, 32,8 % de los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal presentaba el antecedente familiar de colitis, con una OR de 5,4 y un intervalo de confianza a 95 % entre 2,3 a 12,6 (tabla 2). Lo anterior evidenció una asociación causal de 5,4 veces más posibilidades de padecer una enfermedad inflamatoria intestinal cuando se tiene el antecedente, de manera que hubo significación estadística (p<0,05).
El antecedente familiar de enfermedad de Crohn estuvo presente en 9,8 % de los casos (tabla 3), con una OR de 13,2 veces más posibilidades de que se padezca una enfermedad inflamatoria intestinal si existe el antecedente; de manera que la asociación fue significativa.
Se observaron divertículos y pólipos en 13,1 % de los casos (tabla 4), con una OR de 13,0 y un intervalo de confianza a 95 % de 1,5 a 99,1, lo que mostró una asociación causal de 13 veces más posibilidades de padecer una EII cuando existían otras entidades del sistema digestivo, por lo que esta asociación resultó significativa (p<0,05).
En cuanto al consumo inadecuado de alimentos (tabla 5), en los casos fue de 83,6 %, con una OR de 9,7 y un intervalo de confianza de 4,5 a 21,1, lo que indicó que había 9,7 veces más posibilidad de presentar una enfermedad inflamatoria si se consumían alimentos inadecuados.
En los pacientes de este estudio el uso de antibióticos fue de 68,8 %, con una razón de productos cruzados de 2,8 y un intervalo de confianza de 1,5 a 5,5, por lo que la asociación fue significativa (p<0,05). Lo anterior indica que existía 2,8 veces más posibilidad de padecer una enfermedad inflamatoria intestinal cuando se utilizaban antibióticos.
El tabaquismo estuvo presente en 68,8 % de los pacientes, con una OR de 2,6 y un IC de 1,4 a 4,7, por lo que la asociación fue significativa (p<0,05); esto expresa que hubo 2,6 veces más posibilidad de presentar una EII si se tenía la adicción.
Al analizar los factores con significación estadística, de acuerdo al riesgo atribuible porcentual en orden ascendente, se apreciaron los que más incidían en la aparición de enfermedades inflamatorias intestinales en los ancianos. El valor más alto le correspondió al antecedente familiar de enfermedad de Crohn; o sea, que este factor fue el causante de 92,4 % de todos los casos, por lo que es importante su control en estos pacientes. También resultó relevante la presencia de otras enfermedades digestivas (92,3 %) y el consumo inadecuado de alimentos en pacientes con EII (89,7 %); factor que es modificable a través de acciones intervencionistas desde la atención primaria.
El uso de antiinflamatorios fue declarado en 23,0 % de los casos, mientras que en los controles solo 17,2 % refirió consumirlos, con una razón de productos cruzados de 1,5 y un intervalo de confianza a 95 % entre 0,7 y 3,1, por lo que existió asociación causal (p>0,05).
La ingestión de bebidas alcohólicas en los casos solo figuró en 8,2 %, de manera muy similar estuvo en los controles, con 9,0 %, para una OR de 0,9, por lo que no hubo asociación causal; es decir, este factor no constituyó un riesgo en la población estudiada.
Discusión
En Cuba existe un predominio del sexo femenino en todos los grupos etarios, lo cual está relacionado con una mayor expectativa de vida en las mujeres, pero no ocurre lo mismo con el sexo masculino, en el cual hay una sobremortalidad.12 En este estudio el sexo no constituyó un factor de riesgo.
Medina Benítez et al5 refieren que la enfermedad de Crohn es más frecuente en los varones (1,5:1) y que no existen diferencias en cuanto al sexo en los afectados por colitis ulcerosa. Por su parte, Paniagua Estévez6 plantea que el predominio de un sexo sobre otro en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal varía en diferentes estudios, aunque él registró porcentajes similares entre ambos géneros. Sin embargo, Royero Gutiérrez4 obtuvo una mayor incidencia de la enfermedad de Crohn en mujeres y Cabana Pérez et al2 también observaron un predominio del sexo femenino (58,3 %) en su serie; estos últimos autores opinan que el envejecimiento es la transformación de cualquier aspecto de la realidad que acontece en el proceso de interacción con el medio.
De igual manera, Medina Benítez et al5 apuntan que la predisposición genética, junto con determinados factores ambientales, la microbiota intestinal y una respuesta inmunitaria anómala a esta, son los elementos que, combinados en un mismo paciente, provocan la enfermedad inflamatoria intestinal. No obstante, aún no se conoce bien cómo se produce tal interacción.
Con referencia a lo anterior, Paniagua Estévez6 señala que más de 10 genes han sido asociados con la enfermedad inflamatoria intestinal; en tanto, Echarri Piudo y Ollero Pena10 notifican que las mejoras de la sanidad en países industrializados reduce la exposición a infecciones durante la infancia, lo que trae como resultado una pobre maduración del sistema inmunitario de la mucosa intestinal y conduciría a una respuesta inadecuada frente a exposiciones futuras (en la edad adulta) a agentes infecciosos.
Algunos autores3,13,14 sugieren que los factores que inciden en la aparición de la EII pueden variar de país a país en relación con la edad, la región, la dieta, la cultura, el clima y los agentes infecciosos.
Por otro lado, Toledo Padilla15 informa que los antibióticos pueden alterar la microbiota intestinal y reducir la resistencia del tubo digestivo ante la colonización de microorganismos patógenos. Entre 3 a 29 % de las personas hospitalizadas que reciben antibioticoterapia padecen diarreas. Cualquier antibiótico puede producir diarreas, pero con mayor frecuencia lo hacen la clindamicina y las cefalosporinas, lo cual probablemente esté condicionado por algunos factores presentes en el paciente, como la edad avanzada, sobre todo si el tratamiento es prolongado.
Igualmente resulta relevante la influencia del tabaquismo, que constituye un factor de riesgo doble (aumenta la incidencia y empeora el curso clínico) asociado a la enfermedad de Crohn; sin embargo, disminuye la incidencia y mejora la evolución en pacientes con colitis ulcerosa.
Según Echarri Piudo y Ollero Pena,10 se ha demostrado que el tabaquismo es el único factor que puede estar directamente asociado al desarrollo de EII. En la actualidad se acepta que el consumo de tabaco es un factor “protector” frente a la colitis ulcerosa, pues se ha observado que en los afectados por esta enfermedad que fuman la evolución es más moderada en comparación con los no fumadores, y que incluso las manifestaciones se incrementan en estos últimos si dejan de fumar. Así mismo, al estudiar las EII en hermanos, son llamativos algunos hallazgos: en parejas discordantes el fumador presenta enfermedad de Crohn y el no fumador, colitis ulcerosa.
A manera de colofón, los resultados de este estudio indican la importancia de identificar cada factor de riesgo para poder eliminarlo o controlarlo, a fin de evitar el progreso de las enfermedades inflamatorias intestinales y mejorar el estado de salud de la población anciana.