Introducción
Las enfermedades no trasmisibles (ENT) y sus factores de riesgo se han convertido en la principal causa de morbilidad, mortalidad y discapacidad en el mundo, y constituyen un reto complejo en términos de Salud Pública, además de una grave amenaza para el desarrollo económico y social. En la región de las Américas, las ENT causan aproximadamente 5,5 millones de muertes al año y representan 80,7 % de todas las defunciones que ocurren en dicha región y, de estas, 38,9 % corresponden a personas menores de 70 años de edad.1
De igual forma, las enfermedades cardiovasculares aportan la mayor incidencia en la mortalidad por enfermedades no trasmisibles (17,7 millones cada año), seguidas en orden descendente por el cáncer, las enfermedades respiratorias y la diabetes mellitus, de ahí que estos 4 grupos sean los responsables de más de 80 % de todas las muertes prematuras por ENT.2
La hipertensión arterial (HTA) es un trastorno grave que incrementa de manera significativa el riesgo de sufrir cardiopatías, encefalopatías, nefropatías y otras enfermedades, a la vez que constituye una de las principales causas de muerte prematura en el mundo. Se estima que en todo el orbe existen 1 130 millones de personas con hipertensión y cerca de dos tercios de ellas viven en países de ingresos bajos y medianos. Según las estadísticas, en 2015, uno de cada 4 hombres y una de cada 5 mujeres eran hipertensos, y apenas una de cada 5 personas hipertensas tiene controlado el problema, por lo cual constituye una prioridad para la salud pública, de ahí que una de las metas mundiales para las enfermedades no trasmisibles sea la reducción de la prevalencia de la hipertensión en 25 % para el 2025, con respecto a los valores de referencia de 2010.3
En Cuba, según los resultados de la III Encuesta Nacional sobre factores de riesgo existe una prevalencia de hipertensión arterial de 31,9 %4) y, específicamente en la provincia de Santiago de Cuba, en la población mayor de 15 años de edad es de 25,5 %, según el registro de dispensarizados del Departamento Provincial de Registros Médicos, de manera que este es uno de los aspectos principales a tener en cuenta en la atención primaria de salud, lo que sirvió de motivación para realizar el presente estudio.
Métodos
Se realizó un estudio descriptivo y transversal durante abril de 2019, de 210 pacientes hipertensos pertenecientes a 30 consultorios médicos de los municipios Santiago de Cuba, Contramaestre y San Luis (7 de cada uno), seleccionados por muestreo aleatorio simple, a fin de caracterizarles. Entre las variables analizadas figuraron: edad, sexo, ocupación, color de la piel, tiempo de evolución de la enfermedad, antecedentes patológicos personales, evaluación nutricional, control y tratamiento.
Los datos primarios se obtuvieron de la entrevista realizada, así como de las historias de salud familiar e individual. Se aplicó la encuesta sobre la evaluación del control de hipertensión arterial en la población, propuesta por la Comisión Nacional de Hipertensión y se diseñó una base de datos en Microsoft Excel; asimismo, se utilizaron la frecuencia absoluta y el porcentaje como medidas de resumen para variables cualitativas, el promedio y la desviación típica para las cuantitativas y se aplicó la prueba de χ² de Pearson.
Resultados
En la casuística (tabla 1) predominaron las féminas (64,8 %) y los grupos etarios de 65-79 años y de 50-64 (38,1 y 31,9 %, respectivamente). La media de edad fue de 61,1 años con una desviación típica de 14,6.
Igualmente, en el estudio sobresalieron las amas de casa (20,5 %), los jubilados (41,9 %) y los mestizos (45,7 %). Por otra parte, en la tabla 2 se aprecia que la diabetes mellitus fue la enfermedad asociada más frecuente (30,0 %), seguida por el tabaquismo (20,9 %).
También se observó que 57,0 % de los pacientes padecía la enfermedad desde hacía 10 años; mientras que 27,6 % entre 11-20 años y solo 15,2 % más de 21 (tabla 3).
Resulta válido destacar que 50,5 % de los pacientes mantenían las cifras de presión arterial controladas y, de estos, 55,7 % clasificaron como normopeso y 44,3 % como sobrepeso y obesos, lo cual constituye un factor de riesgo para la enfermedad de base. Por su parte, 49,5 % no mantenían dichas cifras controladas y 62,5 % se encontraba por encima del peso adecuado (tabla 4).
χ²= 8,6711 p < 0,013
* Porcentajes calculados sobre la base del total de pacientes
** Porcentajes calculados sobre la base del total de la columna
Se registró un número elevado de pacientes con tratamiento farmacológico (205, para 97,6 %), con al menos un fármaco; asimismo, la tabla 5 muestra que 85,7 % de los hipertensos encuestados tenía indicación de tratamiento no farmacológico y que 79,5 % de ellos no cumplía con la realización de ejercicios físicos.
Discusión
Como se había planteado, la III Encuesta Nacional sobre factores de riesgo y actividades preventivas de enfermedades no trasmisibles registró una prevalencia global de hipertensión arterial de 31,9 % en personas de 15 años y más, sin diferencias por sexo; igualmente, 40,4 % de la población clasificó como no activa, los hombres con 30 % y las mujeres con 51 %, es decir, aproximadamente por cada hombre no activo existen 2 mujeres no activas. La encuesta también reveló una prevalencia de tabaquismo, tanto en hombres como en mujeres, de 40 y 9 %, respectivamente. (4)
Al respecto, Vitón et al5, encontraron en el municipio de Consolación del Sur de la provincia de Pinar del Río predominio de HTA y la diabetes mellitus en las mujeres (57,2 y 25,9 %, respectivamente), así como de los afectados de piel blanca; mientras que en Argentina los registros revelaron que de 5 931 individuos estudiados, con una edad promedio de 43,5 ± 17,1 años, la prevalencia de hipertensión arterial resultó ser de 36,3 %, con primacía del sexo masculino sobre el femenino (43,7 y 30,4 %), pero esta aumentó con la edad en ambos sexos. Por su parte, 38,8 % de los hipertensos desconocían su enfermedad y 5,7 % la conocían pero no recibían tratamiento. De igual forma, 55,5 % tenían tratamiento y solo 24,2 % mantenían las cifras tensionales controladas.6)
En un estudio similar efectuado en Pinar del Río sobresalieron el grupo etario de 45-60 años, el sexo femenino (60,0 %) y el padecimiento de la enfermedad de base desde hacía entre 5-10 años.7) Otros autores8 hallaron en su casuística riesgo cardiovascular para infarto agudo del miocardio en 64,7 % de las mujeres y en 70,5 % de los hombres; de la misma forma, los factores de riesgo con mayor prevalencia fueron los siguientes: sobrepeso (54,6 %), antecedentes familiares de hipertensión arterial y de diabetes mellitus (43,1 y 35,2 %, respectivamente) e hipertensión arterial diagnosticada (32,3 %).
Al respecto, los factores de riesgos que predominaron en pacientes con enfermedad cerebrovascular aguda ingresados en un hospital de Chile9 fueron la hipertensión arterial (72 %) y la diabetes mellitus (33 %). Por tanto, la hipertensión arterial es el factor de riesgo causal y modificable más importante para la enfermedad cerebral vascular aguda.
Los autores consideran que la hipertensión arterial y sus factores de riesgos constituyen una amenaza creciente para la humanidad, lo cual requiere de estrategias y políticas públicas diferenciadas en aras de incrementar la calidad y la expectativa de vida de la población, de manera que el actuar con enfoque de riesgo debe constituir una prioridad para los profesionales de la salud en todos los niveles de atención, especialmente en el primario. La multicausalidad se aplica a las enfermedades no trasmisibles, pues son varios los factores de riesgo que actúan de manera sinérgica y que incrementan el riesgo de padecer una o varias afecciones a la vez. Estas enfermedades, de la cual no escapa la hipertensión arterial, son totalmente prevenibles con un adecuado enfoque, donde la modificación de los estilos de vida es la medida más efectiva para prevenirlas.
En Santiago de Cuba, García et al,10) en un estudio realizado sobre la rigidez arterial como marcador de riesgo vascular, hallaron predominio del sexo femenino (69,2 %) y la edad media fue de 48,9 años; igualmente, identificaron un número elevado de pacientes con obesidad premórbida (48,1 %), seguida por el sobrepeso (33,3 %) y el peso normal (18,3 %), a la vez que 19,0 % presentó un índice de rigidez grave.
En otro orden de ideas, la guía de hipertensión arterial propone como metas de presión arterial en adultos menores de 60 años, cifras inferiores a 140 mmHg para la sistólica y de 90 mmHg para la diastólica.11) De la misma manera, en la investigación realizada por Cremé et al12 primaron la dieta inadecuada (93,3 %), con el consumo excesivo de grasas saturadas y sal, escasa en fibras y vegetales, así como el sedentarismo (86,7 %) y el tabaquismo (73,3 %).
Torres et al,13) en su serie de 72 pacientes relacionada con la enfermedad cerebrovascular, encontraron que la hipertensión arterial fue el antecedente patológico personal preponderante, con una diferencia bien marcada (82,0 %); menos significativas resultaron la cardiopatía y la diabetes mellitus (26,4 y 25,0 %, respectivamente).
Según datos de los registros médicos nacionales, durante el 2016 en Cuba 64,9 % de las muertes por enfermedades del corazón estuvieron relacionadas con enfermedades isquémicas y, de ellas, 45,3 % por infarto agudo del miocardio.14
Se concluye que el no control de la presión arterial en la población hipertensa de la provincia de Santiago de Cuba la expone a la ocurrencia de complicaciones cardiovasculares, con la repercusión que conlleva para el individuo, la familia y la sociedad.