Introducción
La educación sexual debe promover actitudes positivas hacia una sexualidad responsable, que conduzcan a una relación plena, así como contribuir a adoptar una postura activa al prevenir riesgos y dotarse de recursos por parte de las personas que se inician en la experiencia sexual.
Una de las dificultades que se presentan en la sexualidad juvenil es el riesgo de embarazo, que evidentemente afecta sobre todo a las mujeres. La gestación en la adolescencia constituye un problema vigente y en ascenso, que afecta tanto la salud como la calidad de vida de este grupo poblacional.1
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó para el 2008 que anualmente se realizarían 22 millones de abortos peligrosos, de los cuales 47 000 provocarían defunciones y más de 5 millones traerían consigo complicaciones. En tal sentido, hubo 35 abortos provocados por cada 1 000 mujeres de 15 - 44 años de edad.2)
De hecho, el embarazo no deseado y el aborto constituyen una situación vital estresante donde coexisten sentimientos de angustia, ansiedad, desesperación, temor, culpa y vulnerabilidad. Este evento se ha vinculado a múltiples determinantes individuales, familiares, socioculturales y políticos, pues hasta 49,0 % de las adolescentes embarazadas se encuentran fuera de las escuelas, otras abandonan los estudios secundarios, entre otras razones.3
El aborto en esta etapa de la vida constituye un elemento fundamental que afecta la salud reproductiva de este sector de la sociedad. Al respecto, América Latina y el Caribe cuentan con un marco jurídico restrictivo sobre las interrupciones provocadas. En la mayor parte de esta región, el aborto no es punible cuando la vida de la mujer corre peligro, lo cual constituye la única causa aprobada en 10 países, entre los cuales figuran: Guatemala y Haití; sin embargo, el aborto sin restricciones solo está legalizado en 8 naciones, entre ellas Cuba y Puerto Rico.4)
En Cuba, el aborto nunca ha sido considerado método de planificación familiar, pues existen servicios seguros; sin embargo, dicho método ha determinado la manera de presentación de la fecundidad que muestra una tendencia ascendente en el grupo de mujeres menores de 20 años de edad, junto al Programa Materno-Infantil donde es esencial el trabajo preventivo educativo.5)
Al respecto, estudios focales realizados en diferentes instituciones y provincias del país, estiman que incluidas las regulaciones menstruales, uno de cada 4 abortos (25,0 %) tiene lugar en una menor de 20 años, esta proporción se hace puntualmente mayor en algunas provincias orientales (Las Tunas, Granma y Guantánamo), en las cuales este indicador alcanza cifras tan alarmantes como 45,0 %.6
La interrupción voluntaria del embarazo es la terminación del periodo de gestación por personal idóneo, que cuenta con la voluntad de la mujer, así como el uso de técnicas y criterios de calidad que garanticen la seguridad del procedimiento en instituciones habilitadas de atención integral del Sistema Nacional de Salud.
Asimismo, la interrupción del embarazo de manera inducida se puede realizar de varias formas y la decisión de usar uno u otro método dependerá del tiempo de gestación.
Resulta importante señalar que en Cuba existen logros sustanciales en la planificación familiar, tales como elevado conocimiento de la anticoncepción y alto nivel educacional, aunque hace varios años se presenta un aumento acelerado del embarazo en las adolescentes, y no es nada despreciable el número de ellas que recurren a solucionarlo a través de la interrupción. Es evidente entonces que el aborto sigue siendo un problema de salud, sobre todo por la práctica tan frecuente entre la población más joven, tema fuertemente discutido en el comité organizador del XVI Curso-Taller Nacional de Ginecología Infantojuvenil y Salud Reproductiva del Adolescente.7
En Santiago de Cuba, del 2006 al 2010, 17,8 % de las captaciones de embarazo se produjeron en adolescentes, a expensa del grupo de 15-19 años de edad con 17,3 % del total de las féminas en edad fértil, mientras que cuando se analizaron las interrupciones del embarazo, 30,8 % pertenecían a adolescentes, con una mayor tasa de incidencia en los municipios de Santiago de Cuba, San Luis y II Frente.4
Sobre la base de las consideraciones anteriores, y dado que en la provincia de Santiago de Cuba este problema no deja de ser una preocupación del personal de salud y de la sociedad, surgió la motivación para realizar este trabajo.
Métodos
Se realizó una investigación observacional, descriptiva y transversal con recolección retrospectiva de los datos, de 16 356 adolescentes, a quienes se les interrumpió el embarazo, pertenecientes a la provincia de Santiago de Cuba, desde el 2012 hasta el 2016, con vistas a caracterizarles según variables seleccionadas.
Para la realización de este estudio se analizaron las siguientes variables: total de adolescentes a quienes se les interrumpió el embarazo, edad según grupo de adolescencia (temprana o tardía), total por cada municipio, población de mujeres en edad fértil (10-49 años) y total de captaciones de embarazo en la adolescencia. Además, se evaluaron los métodos utilizados para la interrupción voluntaria de la gestación, tales como regulación menstrual y aborto.
Se calculó la razón de esta población en cuanto a:
Razón (1) = Total de interrupciones de embarazo / captación de embarazo
Razón (2) (Según método) = regulación menstrual / abortos
Razón (3) (Según proceder) = abortos quirúrgicos / abortos medicamentosos
Los datos primarios se obtuvieron de los registros de los departamentos provinciales de Estadísticas Médicas y del Programa de Atención Materno-Infantil, así como del departamento de estadística del Hospital General Docente Dr. Juan Bruno Zayas Alfonso y su servicio de legrado. Dicha información fue recogida y supervisada por los autores con el objetivo de minimizar los sesgos y para su procesamiento se creó una base de datos en el programa Microsoft Excel.
Resultados
Obsérvese en la tabla 1 que, del total de interrupciones de embarazos ocurridas en la provincia durante el quinquenio evaluado, 25,3 % correspondió a adolescentes, con una ligera disminución en el decursar de los años; sin embargo, en el 2016 existió un aumento brusco, con 26,3 %.
En la provincia se realizaron 16 356 interrupciones de embarazo en adolescentes con una tasa de 50,1 por cada 10 000 habitantes (tabla 2). Los municipios de Guamá, III Frente, Mella y II Frente presentaron tasas superiores a 85,0 %.
En la tabla 3 se observa una disminución de las interrupciones de embarazo en el grupo poblacional estudiado desde el 2012 hasta el 2016, siendo superada la tasa provincial general en los 2 primeros años de la investigación. Asimismo, ocurrió 1,3 interrupciones por cada embarazo de forma general, razón que disminuye según pasan los años en estudio.
Como se muestra en la tabla 4, las adolescentes de 15-19 años de edad fueron las más recurrentes a interrumpir su embarazo con 92,1 por cada 1 000 habitantes de tasa general respecto a 6,8 por cada 1 000 habitantes en aquellas de 10-14 años de edad.
Entre los 2 métodos utilizados, el aborto se incrementó desde 42,1 % en el 2012 hasta 61,4 % en el 2016, mientras que en las regulaciones menstruales hubo una tendencia a la disminución. Las adolescentes decidieron interrumpir el embarazo en edad gestacional avanzada, entre 8 y 12 semanas. Cuando se analiza la razón entre ambos métodos se obtiene de forma general aproximadamente una regulación por cada aborto; no obstante, cuando se tienen en cuenta los años objeto de estudio ocurren más abortos que regulaciones menstruales, pues en el 2012 se realizaron 1,3 regulaciones menstruales por cada aborto y en el 2016 la razón fue de 0,63. (tabla 5).
Respecto a los métodos empleados para realizar los abortos, hubo mayor frecuencia del medicamentoso, que se incrementó desde 41,4 % en el 2012 hasta 60,4 % en el 2016 y se obtuvo un predominio de 51,5 % de este tipo de proceder respecto a 48,5 % del aborto quirúrgico, con una razón de 0,94 de este último por cada aborto medicamentoso. Lo anterior muestra una tendencia a la disminución, pues en el 2012 y 2016 se realizaron 1,4 y 0,6 procederes quirúrgicos por cada aborto medicamentoso, respectivamente.
Discusión
Las interrupciones del embarazo constituyen un problema de salud reproductiva. La OMS estima que cada año ocurren 20 millones de abortos inducidos para dar por terminado un embarazo no deseado. El tratamiento legislativo varía de un país a otro, pero actualmente 62,0 % de la población mundial vive en 55 países donde se permite la realización de este proceder, ya sea sin restricciones en cuanto a su causa, por motivos terapéuticos, quirúrgicos, eugenésicos, sentimentales y hasta por razones socioeconómicas.2
La sociedad en general y dentro de esta la mujer, deben adquirir conciencia de los riesgos que supone interrumpir un embarazo. El único método válido para contribuir a evitarlo es una buena educación para la sexualidad; por ello, a pesar de los programas elaborados, con los adolescentes el trabajo debe ser puntual, creciente, paciente y, sobre todo, constante, pues es en esta etapa donde ocurren la mayoría de las gestaciones no planificadas. Solamente de esta manera existirán las condiciones para mejorar la salud sexual y reproductiva de las nuevas generaciones.
Cabe destacar que las interrupciones de embarazo realizadas en la provincia y el país en condiciones de seguridad, no exoneran a las féminas de las complicaciones ni de los riesgos físicos y psicológicos que traen consigo para su salud, fundamentalmente cuando se realizan en la etapa de la adolescencia.8
Respecto a la interrupción del embarazo y los municipios predominantes, no se halló ningún trabajo con características similares; sin embargo, se conoce que en los municipios rurales las mujeres tienden a embarazarse en edades tempranas de la vida y constituir incluso familias cuando deberían estudiar o comenzar un trabajo para independizarse.
Por otro lado, el embarazo en esta etapa motiva efectos psicosociales, pues son muchachas que aún estudian o se inician en la vida laboral, por lo que este proceso interfiere en su formación escolar, laboral y como futuras profesionales. Adicionalmente, la llegada del bebé implica un reto en la esfera económica, por lo que en muchos casos los jóvenes padres se ven obligados a insertarse de manera prematura en el ámbito laboral, con el fin de satisfacer sus necesidades básicas y de esa manera limitan sus oportunidades futuras de superación y trabajo.3,9
Las tasas de embarazo en adolescentes en América Latina y el Caribe continúan siendo las segundas más altas en el mundo, estimadas en 66,5 nacimientos por cada 1,000 niñas de entre 15 y 19 años, y son solo superadas por las de África subsahariana, según indica el informe "Aceleración del progreso hacia la reducción del embarazo en la adolescencia en América Latina y el Caribe".10
En entrevista realizada a la doctora Norma Bandera Fisher, especialista de primer grado en Ginecobstetricia y funcionaria del Programa de Atención Materno-Infantil en la provincia, esta resaltó la alta incidencia de la gravidez en adolescentes durante 2016, cuando más de 1 700 santiagueras de 12 a 19 años quedaron embarazadas. Lo más preocupante es que continúa en aumento el número de gestantes de 12 a 15 años.11
Rodríguez12 plantea que en las provincias Artemisa, Mayabeque, Matanzas, Las Tunas y Santiago de Cuba, la tasa general de fecundidad es mayor que la tasa general de interrupción, es decir se producen más nacimientos de mujeres de 15 a 19 años que las interrupciones realizadas.
El hecho de que el principal método utilizado por las adolescentes para interrumpir sus gestaciones haya sido el más riesgoso, puede ser expresión del desconocimiento o el temor que estas pacientes experimentan inicialmente al saber que están embarazadas, lo cual conduce a que no informen a tiempo la situación y, por ende, no acudan precozmente al médico. Sin lugar a dudas, un segundo factor lo constituye la inmadurez del cuello uterino y, por último, la indecisión de qué hacer con su embarazo, una vez que conocen dicha condición.12,13
En Cuba, el aborto no se reconoce como método anticonceptivo; sin embargo, se mantiene una elevada frecuencia, en particular entre las adolescentes y las jóvenes. Para disminuir este indicador se llevan a cabo acciones promocionales y educativas, sobre todo desde la atención primaria de salud (APS) y con la participación de las organizaciones de la sociedad civil, así como los medios de comunicación.14
Por otro lado, el empleo del aborto medicamentoso alcanza un nivel prioritario en las adolescentes, su uso va en aumento con respecto a los otros 2 métodos más comunes que son la regulación menstrual y el aborto quirúrgico, este último tiende a la disminución en el periodo estudiado, lo cual ofrece mayor ventaja entre los métodos empleados con este fin, debido a la disminución de los riesgos físico, biológico y psicológico en este grupo etario. Es objetivo del Departamento Nacional del Programa de Atención Materno Infantil y de la provincia de Santiago de Cuba que el aborto medicamentoso sea el método de elección para realizar hasta 80,0 % de las interrupciones.
Finalmente, se concluye que a pesar de la existencia de consultas de planificación familiar y la disponibilidad de métodos anticonceptivos suministrados por la red de farmacias, las adolescentes son las que mayormente inciden en las interrupciones de embarazo, a pesar de que acuden más a captar su embarazo que a interrumpirlo. También se observó que el método más utilizado fue el aborto, a expensa del aborto medicamentoso.