Introducción
La exigencia en la formación ético-profesional de los estudiantes de Medicina, ante los dilemas actuales de la ciencia, constituye una de las tareas priorizadas de las universidades cubanas, pues son ellos los artífices y portavoces del Sistema Nacional de Salud en Cuba y están llamados a interpretarlo, reconocerlo y perfeccionarlo en favor de toda la sociedad. Dondequiera que se desempeñen han de convertirse en un vehículo de transferencia de educación, lo que significa que tienen el compromiso de cumplir con el objeto social de su profesión.
Los problemas de existencia del ser humano siempre han sido considerados como una forma de reflexión espiritual que se debe reforzar con el conocimiento y la práctica de los valores que se inculcan en la familia, en los centros de educación y la sociedad.1
La ética y el ejercicio de la medicina están invariablemente ligados en aspectos como el médico y la sociedad, la relación del médico con otros médicos, las terapias innovadoras, el consentimiento informado, el acceso a la atención médica, la ingeniería genética, entre otros. Asimismo, la digitalización de las historias clínicas obliga a reconsiderar periódicamente los dilemas éticos en el entorno de la medicina.
El ejercicio de la medicina es muy dinámico y constantemente está cambiando, pero gracias a los principios éticos, que ofrecen orientación para solucionar problemas al respecto, se evitan dificultades. Esto ha servido como memorándum de las obligaciones y los deberes comunes a quienes desempeñan esta profesión, sin tener en cuenta el contexto en que se desarrollen.
Cabe referir que el médico debe estar capacitado para hacer frente a los aspectos antes mencionados y debe ser más objetivo en la toma de decisiones éticas durante la práctica de la medicina y la investigación médica, lo cual puede aplicarse a asuntos, como el compromiso y la responsabilidad con los pacientes.
Por ello, y ante el peligro inminente de perder la concepción de identidad y modelo del profesional,2 urge promover transformaciones epistémicas y prácticas que se resignifiquen para legitimar, desde la formación médica, el fortalecimiento del humanismo y de los valores ético-profesionales, a través del reconocimiento de figuras relevantes de la medicina, que coadyuven el avance de la ciencia. Este desarrollo de los valores ético-profesionales ha de sustentarse en una educación continua y permanente, rescatando la identidad y la autenticidad como acervo cultural de lo que significa ser un médico de una conciencia crítica y comprometida en su comportamiento como profesional, con un valor humano universal.
Recuperando la historia de la vida profesional de aquellas personalidades de las ciencias médicas, se podrá contar con una herramienta educativa para incentivar el desarrollo de valores genuinos en los estudiantes de Medicina. Por tanto, constituye una exigencia el integrar en la formación profesional médica los presupuestos epistemológicos del método biográfico o la historia de vida.
Estos métodos constituyen un núcleo teórico, como parte del tratamiento de la personalidad que se estudia, y han sido empleados por diversos autores3,4,5 en el análisis de documentos biográficos, que en muchas ocasiones se quedan en un plano más descriptivo, sin una objetividad y/o generalidad, y sin considerar las cualidades que se revelan de estas vidas. Por ende, se enfatiza en la importancia de los valores de las figuras relevantes para la formación de la nueva generación, que se sitúa más allá del individuo.
Se reconoce que dichas investigaciones permiten recoger los momentos esenciales de la actividad profesional en el contexto particular en que se han producido los hechos, al ubicarlos en un período histórico determinado. De igual manera, se reconoce la importancia del método de historia de vida y del enfoque biográfico en la reconstrucción de trayectorias laborales y sociales, a partir de los testimonios de los mismos actores, colegas, familiares y allegados, así como de las entrevistas a personas claves; también en la sistematización de los aportes de estas figuras relevantes a la educación superior y a la educación médica en específico, como hecho resultante de su quehacer, de sus protagonismos en disímiles contextos históricos en que coexistieron.
En el presente estudio se utilizó el método histórico-lógico para la caracterización ético-profesional de la formación de los estudiantes. El método historia de vida se empleó para reconocer las figuras relevantes que han sido ejemplo y motivación por su ética y profesionalismo; se exponen sus características, sus aportes y relaciones, lo que contribuye a la formación ético-profesional en la educación médica superior, como proceso esencial para el desarrollo de los futuros galenos.
Desarrollo
La época que transcurre se distingue por numerosas transformaciones sociales y políticas, donde la educación posee una considerable función en el estudio de los fenómenos sociales. Las ciencias médicas, encaminadas a profundizar en las particularidades del proceso educativo, tienen como problemática particular, aún no resuelta, la necesidad de investigar la trascendencia de los aportes de sus figuras relevantes.
El estudio relacionado con figuras representativas de la medicina cubana surge como una urgencia investigativa en la actualidad, que significa reconocer los resultados que emanan en este proceso, lo cual permite sistematizar el pensamiento médico-profesional, científico y formativo, que favorece la praxis médica y enriquece la historia de la medicina.
Referente a lo anterior, la historia de la medicina en Cuba cuenta con la obra de grandes profesionales, cuyas deliberaciones y experiencias formativas de avanzada permiten reconocer, desde su actuar, la proyección profesional y social, lo que confiere la continuidad de un proceso con los comportamientos apropiados que deben caracterizar a un profesional con cualidades humanas.
Sin embargo, el proceso de formación de valores ético-profesionales en los estudiantes de Medicina no se nutre de esta continuidad para el enriquecimiento de las presentes y futuras generaciones de galenos.
Desde esta perspectiva, deben ser investigadas y contextualizadas las concepciones que contribuyan en la formación ético-profesional. Los autores de este artículo consideran que al estudiar la vida profesional de las figuras relevantes de las ciencias médicas en Cuba, se generarán mejores comportamientos y valores ético-profesionales, que trasciendan más allá de su contexto, con una proyección social que beneficie la identidad médica, sintetizada en la consagración del desempeño profesional.
La historia de las ciencias médicas está colmada de personalidades cuyos valores deben ser reconocidos y considerados.
Al respecto, se concuerda con González Rey,6 quien refiere que la praxis médica en general enfrenta actualmente en todo el mundo una profunda crisis de humanismo, cuya solución descansa en los propios aportes como formadores médicos, organizadores de salud y ciudadanos, pues los profesionales de las ciencias médicas nunca deben olvidar que constituyen los más importantes reductos del humanismo en el ejercicio de la más humana de las profesiones.
El carácter universal de algunos valores, como plantean varios investigadores,7,8 no contradice su carácter histórico. Al desarrollarse la relación de los sujetos sociales en un tiempo y un espacio determinados, estos valores pueden aparecer con contenidos de significaciones diferentes o similares, en dependencia de la situación concreta y en un contexto específico.
En ese orden de ideas, en el Hospital General Docente Dr. Juan Bruno Zayas Alfonso de Santiago de Cuba se ha venido trabajando en la formación ética del profesional a través del reconocimiento de figuras relevantes de las ciencias médicas, pues se ha apreciado que en el proceso de formación de valores no se incluyen aspectos relacionados con la historia de la medicina en Cuba y de sus personalidades, como valor patrimonial que permita una formación integral.
El hecho de que no se reconozca la historia de vida profesional de personalidades o figuras relevantes de las ciencias médicas, sus valores, actitudes, comportamientos, emergidos de su propia obra y trascendencia, con el fin de utilizarla como método en la formación médica, denota la necesidad de la sistematización investigativa relacionada con esta temática.9
En las raíces de la tradición médica cubana ocupan un lugar destacado importantes figuras, como los doctores Eusebio Hernández, Carlos Juan Finlay, Fidel Ilizastegui Dupuy, Julio Martínez Páez, Raimundo Llanio Navarro, Pedro Kourí Esmeja, Ángel Arturo Aballí, Manuel Villar, Eduardo Bernabé Ordaz, por solo mencionar algunos, quienes con su conducta, práctica médica y función docente en las salas de hospitalización y en las aulas, contribuyeron a la formación de generaciones de médicos, y hoy forman parte de la identidad cubana en el acervo cultural de los valores profesionales.
Sin embargo, el estudio de estas personalidades, sus aportes, valores y conductas no se incluyen en el proceso de formación de valores en los estudiantes de la carrera de Medicina, pues por mucho tiempo la asignatura Historia de la Medicina ha sido algo opcional, a pesar de que esta lleva a la comprensión de argumentos que marcan la formación de los nuevos galenos, tal es el caso de las temáticas relacionadas con la historia de su profesión, que conforman una cultura general e integral.
En este artículo se plantea la necesidad de utilizar la historia de vida4 profesional de figuras relevantes como modelo para la formación de estudiantes de Medicina y de las ciencias médicas en general, al constituir un medio de trasformación humana.
Mediante el reconocimiento de los valores ético-profesionales se favorece la formación del humanismo, contemplado desde la proyección profesional en la educación en el trabajo, en su compromiso social y profesional, con un alto grado de responsabilidad en todo aquello que debe hacerse.
Desde la rememoración de la labor de figuras relevantes de las ciencias médicas, de cómo se comportaron, cómo fue su desempeño y encargo profesional y social en su saber hacer, en su ser y convivir; se resaltan sus cualidades y capacidades trasformadoras humanas en cada una de las etapas vividas, como estudiante, como residente y como especialista en un tiempo histórico específico.
De esta manera, el estudiante se reconoce y se identifica a través de las conductas profesionales y sociales de aquellos que han sido paradigma para muchos y que se quedan en el pensamiento de unos pocos. Se trata de explicar un modelo de profesional a partir de estas figuras, asociado a una colectividad desde lo particular, y tomando como referencia los relatos sobre sus experiencias médicas, que, a la vez, constituyen rasgos distintivos de cada etapa y aportan particularidades desde lo educativo y praxiológico.
En ese sentido, es importante destacar, tal como lo hacen Santamarina y Marinas Herreras10 y Leite Méndez,11 que la interpretación de la historia de vida no tiene lugar en un momento determinado ni en una etapa concreta de la investigación, sino que comienza prácticamente desde el inicio, cuando se plantean interrogantes e inquietudes por investigar y analizar.
Desde la concepción científica de lo holístico configuracional, se concibe12 la condición humana como la del médico, con un importante compromiso social en su actuar ético- profesional, lo que significa entrega a la sociedad y consagración en su trabajo, que no es más que la dedicación, la abnegación y el esfuerzo sin límites, motivado por su labor.
Por tanto, al reconocer a esas personalidades de las ciencias médicas, se proporciona un instrumento lógico para la formación profesional en los estudiantes. De tal modo, se desarrolla su camino hacia cualidades humanas y comportamientos coherentes; con ello se pretende lograr acciones propuestas en las universidades médicas de Cuba por medio del reconocimiento de otros, como síntesis en el proceso formativo y de las relaciones que se establecen en la práctica profesional.
Al reconstruir la vida profesional de un sujeto, se posibilita identificar sus elementos, clasificarlos y reordenarlos; objetivar lo vivido; organizar aspectos desordenados y percepciones dispersas, que pudieron surgir en el transcurso de su existencia.
Por ende, al sistematizar la vida profesional, no solo se pone atención a los acontecimientos y su evolución, sino también a las interpretaciones de los demás sujetos, desde una proyección socio-humanista-profesional; de hecho, el estudiante de Medicina es capaz de reconocerse en esas figuras relevantes que fueron y son el modelo a seguir.
Así, al revelar y concretar estas ideas, se alcanzará su contribución no solo en la formación de los estudiantes de Medicina, sino también, ¿por qué no?, en la educación médica superior, por sus evidentes potencialidades formativas desde los puntos de vista cognitivo, afectivo y axiológico.
Todo lo anterior ha de constituir una forma de interpretar teóricamente lo que aún no se reconoce acerca de la contribución de la historia de la vida profesional de figuras relevantes como incentivo en la formación médica en particular y de la ciencia en general.
Esto favorece el hallar una lógica de los hechos, lo que no escapa de la subjetividad del que interpreta esa realidad. Se pueden analizar los factores que han intervenido en este proceso y cómo se han relacionado, y de esta manera descubrir algo nuevo, desconocido hasta el momento, un proceso que exponga con profundidad la realidad hasta llegar a su esencia humana.
Ello permite definir la posición con que se realiza este estudio. De manera particular, y en correspondencia con su propósito, se apropia la definición referida por Jara Holliday,13 tomada de Graciela Bustillos: “La interpretación de una o varias experiencias por medio de la sistematización a partir de sus ordenamientos y reconstrucción, descubre o explica la lógica del proceso vivido, los factores que han intervenido en dicho proceso, cómo se han relacionado entre sí, y por qué lo han hecho de ese modo”.
Consecuentemente, los autores del presente trabajo ponen énfasis en que la sistematización puede ser entendida como la simbolización y la comprensión más profunda de las experiencias vividas por un sujeto o un grupo de ellos, con el fin de compartirlas y aportar a la construcción de la teoría, de los conocimientos, de la práctica; lo que implica comprender, desentrañar, revelar, rehacer, reflexionar y desarticular esa realidad, generando nuevos conocimientos.
Por estas razones, la sistematización de la historia de la vida de personalidades debe descubrir la relación dialéctica entre los comportamientos de estas, del saber y el hacer en la práctica, en el ser y el convivir, a través de su compromiso con otros.
Como resultado de una comprensión continua en el devenir profesional, se aportan nuevas relaciones en el proceso de formación de valores ético-profesionales en los estudiantes, lo que esclarece las particularidades que articulan el legado histórico-educativo y la resignificación de su vida laboral.
Disponer de esas fuentes, sus rasgos y su contrastación, ha permitido la triangulación del estudio, considerando los hechos más apreciables de la vida profesional de esas figuras de las ciencias médicas, como el hilo conductor para rehacer, reflexionar y desarticular una realidad trascendental.
Significa, entonces, que los estudiantes, por medio de indagaciones del quehacer de estas personalidades, las reconocen y determinan lo que las caracterizó como condición trascendente en cada momento vivido. Ese recorrido por su labor posibilita un acercamiento a las realidades que les rodeaban.
De esa manera se ofrecen, desde el punto de vista histórico, las transformaciones que fueron necesarias para vivir en un contexto determinado y los aspectos adaptativos de sus distintas experiencias interpersonales e institucionales.
La comprensión sistemática de la vida profesional de las figuras relevantes de las ciencias médicas contribuye al conocimiento de la profesión médica y al reconocimiento del mismo estudiante, de su desarrollo humanista, lo que deviene un instrumento vital para cumplimentar el reto de alcanzar un alto nivel en la calidad del educando.
Todo ello condiciona, a partir de los criterios actuales, el logro de habilidades morales y profesionales, dirigidas a la formación integral de los estudiantes para su mejor desempeño en la sociedad.
En consecuencia, se hace necesario promover valores a partir del legado histórico de las figuras relevantes y representativas de esta ciencia, a través de una resignificación formativa desde su identidad profesional, como modelo para otros profesionales e incentivo para el desarrollo de valores ignorados en la formación médica, tales como la proyección humanista, el amor, la responsabilidad y la consagración, reconocidos en su compromiso social.
Sobre la base de lo que se ha venido argumentando, se infiere que no basta solo con entender el contenido técnico, sino que se debe desarrollar, desde la historia de la vida profesional de esas personalidades, un modelo que tome significados y sentidos en la formación médica cubana, lo que implica un encuentro a profundidad con los estudiantes.
Cuando se propicia un encuentro a profundidad con otro individuo, se crean lazos y deberes que comprometen en ese sentido. Este planteamiento está en consonancia con la afirmación de que las personas actuamos en base a los significados que tengan los sucesos para nosotros.2) Por eso, las historias de vida se refieren a los acontecimientos durante la existencia de una persona, a la que se le confiere un significado en función de esas vivencias, que a la vez configuran su mundo, su realidad social.
Conclusiones
Al estudiar la vida profesional de las figuras relevantes de las ciencias médicas se favorece un cambio en las actitudes y los valores ético-profesionales de los estudiantes de Medicina, que trasciende más allá de su contexto.
Actualmente, el proceso de formación médica no se nutre de los aportes de los valores de personalidades de las ciencias médicas, a pesar de que con estos se pueden enriquecer espiritual y moralmente a las presentes y futuras generaciones.