Introducción
La diabetes mellitus de tipo 2 (DM2) es una de las enfermedades crónicas no trasmisibles prevalentes en el mundo, que se constituye en un reto para la salud pública. Se presenta con alteraciones metabólicas y se caracteriza por hiperglucemia crónica, debido a un defecto en la secreción de la insulina o en la acción de esta, o ambas. La hiperglucemia mantenida se asocia con daño, disfunción y falla de órganos y sistemas, especialmente de los riñones, los ojos, los nervios, el corazón y los vasos sanguíneos.1,2
Casi la mitad de todas las muertes atribuibles a hiperglucemia tienen lugar antes de los 70 años de edad. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud estima que la diabetes fue la séptima causa de mortalidad en el orbe en 2016 y la cuarta en las Américas.3,4
La detección temprana de la enfermedad permite la realización de acciones correctivas que enlentecen el daño orgánico en el paciente. Se ha encontrado una serie de parámetros antropométricos predictivos del riesgo de padecer la enfermedad: el perímetro de la cintura (PC) y el índice cintura-cadera (ICC) como predictores de adiposidad ventral y el índice de masa corporal (IMC) como predictor de sobrepeso y obesidad, entre otros. Estos parámetros han demostrado ser marcadores de utilidad para la estimación clínica de alteraciones en la sensibilidad a la insulina.5,6,7
Cabe resaltar que la detección temprana de la enfermedad, en el periodo subclínico, permite la adopción de medidas preventivas y la administración precoz de tratamiento farmacológico, que podrían demorar el proceso patológico y el deterioro orgánico progresivo al que están expuestos quienes la padecen; con ello se preservaría la calidad de vida en la adultez.8
El PC es un indicador valioso, pero variable según el fenotipo de los distintos grupos étnicos, por lo que se considera que debe ser correlacionado con el porcentaje de grasa visceral (% GV) para que se constituya en un parámetro que aporte información certera, dado que la adiposidad visceral es la causante de una serie de anormalidades metabólicas, aterogénicas, protrombóticas e inflamatorias, que incrementan significativamente el riesgo de que se desarrolle la diabetes mellitus.9
Sobre la base de los argumentos previos, se decidió llevar a cabo este estudio que tuvo como objetivos determinar en adultos universitarios el nivel de riesgo potencial de padecer diabetes mellitus de tipo 2 en los próximos 10 años; establecer la ecuación que se ajusta a la correlación lineal entre el IMC y el porcentaje de grasa corporal (% GC) para evaluar el estado nutricional, así como la correlación lineal entre el perímetro de la cintura y el porcentaje de grasa visceral, teniendo en cuenta el género, para determinar el riesgo.
Métodos
Se realizó un estudio epidemiológico, transversal, observacional y analítico, de base poblacional, en adultos jóvenes y de mediana edad, en la Universidad Católica de Córdoba, en Córdoba, Argentina, durante el mes de septiembre de 2019. La muestra estuvo representada por 118 personas de 18 a 45 años de edad, de ambos sexos, sin diagnóstico previo de diabetes mellitus ni de otros estados patológicos. En el caso de las féminas, solo se incluyeron las que no se encontraban en estado gestacional. Así mismo, se solicitó el consentimiento informado de participación voluntaria en la investigación.
El dato primario se obtuvo de la aplicación del test de FINDRISK (FINnish Diabetes Risk Score), al que se agregaron dos indicadores: % GC y % GV. A través del puntaje del test se pudo estimar el nivel de riesgo de padecer DM2 en los próximos 10 años.10 Los indicadores agregados permitieron determinar la correlación lineal entre variables.
El test establece el riesgo utilizando los siguientes indicadores:
Edad
Índice de masa corporal
Perímetro de cintura
Actividad física en el trabajo y/o en el tiempo libre
Consumo de verduras o frutas
Uso de medicamentos antihipertensivos
Antecedentes personales y/o episodios esporádicos de hiperglucemia
Antecedentes familiares, directos e indirectos, con diagnóstico de diabetes mellitus de tipo 1 o tipo 2
La escala de valoración del riesgo que se establece con el test es la siguiente:
Menos de 7 puntos: Bajo. Se estima que en 1 de cada 100 personas se desarrollará la enfermedad.
De 7 a 11 puntos: Ligeramente elevado. Se estima que en 1 de cada 25 personas se desarrollará la enfermedad.
De 12 a 14 puntos: Moderado. Se estima que en 1 de cada 6 personas se desarrollará la enfermedad.
De 15 a 20 puntos: Alto. Se estima que en 1 de cada 3 personas se desarrollará la enfermedad.
Más de 20 puntos: Muy alto. Se estima que en 1 de cada 2 personas se desarrollará la enfermedad.
Los indicadores adicionados al test de FINDRISK, el % GC y el % GV, fueron calculados por la bioimpedancia eléctrica; técnica que se emplea para medir la composición del cuerpo humano, basándose en la capacidad de este para conducir la corriente eléctrica; o sea, permite medir los parámetros bioeléctricos en sistemas biológicos. Dicha técnica no invasiva, de gran precisión, posibilita obtener datos de manera fiable en un corto periodo de tiempo, a fin de evaluar el estado de hidratación y nutrición tanto en las personas sanas como en las enfermas por diversas causas.11
Las medidas antropométricas (peso y talla) utilizadas para determinar el IMC [calculado con la fórmula: masa (kg)/altura (m2)] y el perímetro de la cintura (a la altura del ombligo) fueron tomadas con una balanza de marca Omron® modelo HBF-514c, una cinta métrica maleable no extensible de marca Con BMI Nel y un altímetro de colocar en pared.
La información obtenida, sumada a la que proporcionó el paciente respecto a su dieta, actividad física, antecedentes personales y familiares y tratamiento para controlar la hipertensión arterial, permitió estimar el nivel de riesgo.
En el procesamiento estadístico las variables cuantitativas se resumieron en frecuencias absolutas (número de casos) y relativas (porcentajes), mientras que en las cualitativas se utilizaron el promedio y la desviación estándar como medidas descriptivas. Luego, se aplicaron las pruebas de normalidad de Shapiro-Wilk y de Kolmogorow-Smirnov para evaluar la naturaleza de estas. Una vez definido lo anterior, se utilizó el coeficiente de correlación de Spearman para probar las hipótesis estadísticas planteadas.
Resultados
Se encuestaron 118 personas, cuyo promedio de edad fue de 27 ± 6 años, de las cuales 75,0 % eran féminas. Igualmente, 77,0 % presentaba un IMC menor de 25 y 75,0 % un PC menor de 94 en los hombres y de 80 en las mujeres, en tanto 42,0 % no poseía antecedentes familiares de diabetes mellitus. El PC promedio fue de 76,48 ± 10,18 cm, el % GC de 31,11 ± 6,60 y el % GV de 5,42 ± 2,73.
En la figura 1 se muestra cuál fue el nivel de riesgo de padecer DM2 en los próximos 10 años para los integrantes de la serie. Se obtuvo que 75,0 % presentaba un riesgo bajo y solo 2,0 %, un riesgo alto o muy alto.
Al relacionar el IMC con el % GC, los resultados fueron estadísticamente significativos (fig. 2). Existió una correlación positiva entre ambas variables: a medida que aumentaba el % GC, también aumentaba el IMC (p-valor<0,001. Rho de Spearman: 0,64). La ecuación que mejor se ajustó para esta correlación lineal fue Y=1,18X+4,06; donde Y fue el % GC y X el IMC.
En cuanto a la correlación entre el % GV y el PC de acuerdo al género de los participantes, se observaron asociaciones estadísticamente significativas entre las variables. El % GV aumentó a medida que lo hacía el PC, tanto en hombres como en mujeres (fig. 3).
Para los hombres el PC promedio fue de 84,86 ± 9,28 y en este caso el promedio % GV fue de 7,31 ± 2,89. En la figura 3A se encuentra la correlación para estas dos variables y la línea de tendencia que mejor se ajusta a los puntos (p-valor=0,0003. Rho de Spearman: 0,62). La ecuación que mejor se ajustó para esta correlación lineal fue Y=0,21X-10,21; donde Y fue el % GV y X el PC.
En el caso de las mujeres, el PC promedio fue de 73,75 ± 8,93 y en este caso el promedio de % GV fue de 4,81 ± 2,38. En la figura 3B se encuentra la correlación para estas dos variables y la línea de tendencia que mejor se ajusta a los puntos (p-valor<0,001. Rho de Spearman: 0,69). La ecuación que mejor se ajustó para esta correlación lineal fue Y=0,17X-7,84; donde Y fue el % GV y X el PC.
Discusión
Según Salinas Méndez et al,12 en los últimos años diversas investigaciones realizadas en universidades latinoamericanas muestran un aumento significativo en la prevalencia del síndrome metabólico y porcentajes aún más elevados en cuanto al riesgo que los encontrados en este estudio. Dichos análisis en jóvenes universitarios han permitido identificar factores de riesgo asociados al desarrollo de la diabetes mellitus, lo que permite llevar a cabo acciones preventivas, como la modificación de estilos de vida y la implementación de entornos saludables, para retrasar la aparición de esta enfermedad.9
Asimismo, resulta necesario destacar que los autores del presente artículo consideraron como un aspecto limitante que el test de FINDRISK, utilizado para adquirir la información, no ha sido validado en la comunidad donde se aplicó.
La antropometría ha devenido una de las técnicas fundamentales para diagnosticar la obesidad en poblaciones adultas. Los resultados en cuanto a la determinación del IMC en este estudio fueron similares a los obtenidos por Velasco-Guzmán y Brena-Ramos,13 quienes refirieron que un elevado porcentaje presentó IMC menor de 25. Por su parte, Del Campo Cervantes et al,14 en una población con características similares, en la que también se analizó el sexo, distinguieron que las féminas presentaban el IMC y el % GC más elevados que los varones, aunque en general los valores fueron normales en 64 %, lo cual resultó inferior a lo hallado en la actual serie.
Respecto al perímetro de la cintura -parámetro indicativo de obesidad abdominal con impacto en las afecciones cardiometabólicas-, se coincidió con los hallazgos de Pérez León y Díaz-Perera Fernández;15 dicho parámetro aumenta en forma proporcional con el % GV y tal relación es más visible en hombres que en mujeres, aunque estas presentaron un mayor % GV.
Poder contar con indicadores métricos validados que puedan correlacionarse entre sí, aplicables a una determinada población, permite el seguimiento de esta con aproximaciones más eficaces, lo que contribuye a la toma de decisiones en cuanto a la prevención o detección precoz de la enfermedad.
Para dar por concluido, en la población de estudio existió un elevado porcentaje de pacientes con bajo riesgo de padecer diabetes mellitus de tipo 2 en los próximos 10 años. Asimismo, en vista del porcentaje de pacientes con antecedentes familiares de la enfermedad, además del alto índice de estos con un régimen de vida sedentario y una dieta pobre en fibras, se creyó necesario recomendar que en el ámbito universitario se implementen programas internos de bienestar, que favorezcan la reversión de hábitos poco saludables.
El conocimiento de una población promueve a la capacitación y asistencia para el autocuidado y la adquisición de hábitos saludables, que proporcionen una adultez con calidad de vida.