La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el riesgo preconcepcional (RPC) como la probabilidad que tienen, tanto las mujeres en edad fértil (no gestante), su pareja, y el producto potencial (el feto), de sufrir algún daño durante el proceso de la reproducción.1
El RPC está condicionado por una serie de factores, enfermedades o circunstancias únicas o asociadas que pueden repercutir desfavorablemente en el binomio madre / hijo durante la gestación, parto o puerperio. Se considera que los riesgos biológicos, sicológicos y sociales, no deben ser valorados por igual, porque una misma condición de riesgo no repercute de igual forma en cada mujer o pareja; por tanto, se deben tener en cuenta los criterios que ayuden a identificarlos en cada situación en particular.
El control y tratamiento del riesgo preconcepcional son elementos determinantes en la disminución de la morbilidad y mortalidad general de la población femenina y la posibilidad real de disminuir o evitar el daño que, desde el punto de vista biopsicosocial y ambiental, pueda sufrir una madre o su hijo.
La prevención de la enfermedad y la muerte durante el proceso de reproducción es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de la salud reproductiva. El enfoque de riesgo reproductivo debe empezar antes de la concepción. Un control preconcepcional no adecuado podría contribuir al alza de los indicadores de morbilidad y mortalidad materno e infantil.2
Durante el período preconcepcional, lo primordial es la promoción y prevención para lograr modificar los factores de riesgo existentes que puedan presentarse durante la gestación; de presentarse alguno de estos, lo único que hará será elevar el riesgo obstétrico y neonatal.
Muchas son las complicaciones ocasionadas por aquellos factores de riesgo que no se atenúan antes de comenzar el proceso reproductivo, las cuales, frecuentemente, propician las afecciones en la madre y en el futuro hijo, con el compromiso o no, de la vida de ambos.3
Por las razones antes expuestas, el objetivo de la presente comunicación fue valorar la influencia del riesgo preconcepcional en la salud materna.
La mortalidad materna es un problema de salud no resuelto en la mayoría de los países, entre los que se incluye Cuba. Su reducción constituye uno de los principales objetivos de varias conferencias internacionales recientes, y ha sido incluido dentro de los objetivos del milenio a desarrollar por la Organización Mundial de la Salud.
La morbilidad materna constituye el aspecto más importante a considerar ya que establece un conocimiento indispensable, no solo para la atención de las gestantes, sino también para aquellas mujeres que desean serlo. En buena medida, los problemas de salud en el embarazo ya están presentes en la mujer desde antes de la concepción, o al menos, los elementos de riesgo para su aparición.4
Es importante tener siempre presente las facilidades que ofrece el sistema cubano de salud para una adecuada atención preconcepcional y la modificación o eliminación, cuando sea posible, de los riesgos que puedan tener.3
Los factores que actúan sobre la presencia del RPC pueden influir sobre un indicador tan sensible como es la razón de mortalidad materna (RMM), la que, aunque ha descendido, ha mantenido una tendencia estable, sin descensos importantes.
Los indicadores del PAMI son considerados para medir el estado de salud en una población, con gran importancia si se tiene en cuenta que un número elevado de las muertes maternas (más del 90 %) son evitables.
Entre el 70 y el 75 % de las muertes maternas se presentan durante el parto, y son causadas fundamentalmente por hemorragias, las cuales, a su vez, son provocadas por factores de riesgo presentes antes del embarazo.
Varios estudios realizados hacen referencia a las complicaciones que, en mayor o menor medida, ocasionan aquellos factores de riesgo que no se atenúan antes de comenzar el proceso reproductivo, y que con frecuencia, llevan a la ocurrencia de afecciones, tanto para la madre como del futuro hijo, con el subsecuente compromiso o no de la vida de ambos.
Asimismo, se debe considerar la prevención de la morbilidad y mortalidad materno-infantil como prioridad permanente de la salud reproductiva con un adecuado control del riesgo preconcepcional y de la planificación familiar.
El perfeccionamiento del control del riesgo reproductivo preconcepcional es importante para que la mujer alcance la estabilidad adecuada y, consiguientemente, logre un embarazo en mejores condiciones. Esta es la premisa de la salud reproductiva, en la cual, el grupo básico de trabajo debe enfocarse adecuadamente en la mujer en edad fértil y fundamentalmente en las que presentan enfermedades preexistentes, ya que estas afecciones causan complicaciones y elevan la mortalidad de las gestantes. Esta máxima es parte de los derechos sexuales y reproductivos de las féminas.5
Algunos estudios destacan la necesidad de identificar los factores de RPC y establecer planes de acción para solucionarlos; otros hallazgos hacen referencia al pobre funcionamiento del programa de RPC, por lo que consideran necesario su fortalecimiento y el control estricto de dicho programa.
Aún queda mucho por hacer para dar un enfoque de riesgo a un problema tan serio y urgente como es el riesgo reproductivo preconcepcional (RRPC) y garantizar así una maternidad sin riesgos.6
El avance de los indicadores de mortalidad materno-infantil que Cuba exhibe, demanda en estos momentos de un mayor esfuerzo, y requiere además de una certera conducta en este sentido, de una adecuada y amplia acción, desde la atención primaria de salud.