INTRODUCCIÓN
La prevalencia de la longevidad en la población abierta ha aumentado en los últimos cien años. Según la Organización Mundial de la Salud, en el año 2021, la esperanza de vida alcanzó un valor de 78,5 años en países desarrollados, y se pronostica que para el año 2050 haya aumentado 10 años más.1
En Cuba, a partir del desarrollo social alcanzado y los logros de la Medicina, existe un comportamiento similar al de países de alto desarrollo (baja tasa de natalidad y alta esperanza de vida), por tanto, alta tendencia al envejecimiento. El país presenta una de las mayores expectativas de vida, y una de las poblaciones más envejecidas de América Latina.2
La provincia de Villa Clara es considerada como la de mayor expectativa de vida al nacer. La cantidad de individuos longevos alcanzó la cifra de 37 855 personas, lo que constituye el 4,91 % de su población.3
Existen coincidencias en la literatura sobre la importancia de factores relacionados con el estilo de vida, la capacidad de enfrentar el estrés y la dieta saludable, como elementos favorecedores de la longevidad.4,5
Entre las teorías de base ambiental se reconoce que la diferencia fundamental entre el envejecimiento fisiológico y las enfermedades neurodegenerativas, es la pérdida de la capacidad de adaptación para hacer frente al deterioro senil. El factor edad se ha identificado como un desencadenante que afecta principalmente a personas mayores de 65 años.6
Los efectos relacionados con la edad, compuestos por factores de riesgos ambientales y genéticos, y la alta dependencia energética pero relativamente bajo nivel de antioxidantes, específicamente en el cerebro, pueden proporcionar una acumulación de mecanismos para la alta incidencia de desórdenes neurodegenerativos que se produce en la población anciana.7,8
La longevidad humana y el envejecimiento apenas comienzan a ser comprendidos, pero sin duda, son hoy más comprendidos que apenas una década atrás. Dado que no se dispone de estudios con diseños de estrategia familiar, en el contexto cubano, que evalúen la contribución del componente genético y ambiental a la longevidad en familias procedentes de Villa Clara, los autores de este artículo se motivaron a realizar una investigación de esta naturaleza con el objetivo de demostrar la influencia de factores genéticos y ambientales en el fenotipo longevo.
MÉTODOS
Se realizó un estudio analítico de epidemiología genética en la Unidad de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara, entre 2016 y 2021. El objeto de estudio fue la longevidad humana, y se llevó a cabo mediante un diseño de estrategia familiar. Se estudiaron un total de 178 individuos provenientes del municipio Santa Clara, de ellos: 86 longevos de 80 años y más, y 92 no longevos menores de 80 años. A todos se les aplicó un instrumento de recogida de la información genealógica sobre antecedentes de longevidad y factores ambientales favorecedores. Se realizó una validación del instrumento mediante criterio de expertos al inicio de la investigación, lo cual permitió delinear el fenotipo longevo, así como la edad para definir la longevidad.
Se utilizaron varios criterios de inclusión para los individuos longevos: edad de 80 años y más, de ambos sexos y que dieran su consentimiento para la investigación. Para los individuos no longevos: se consideró la edad menor de 80 años, de ambos sexos y que dieran su consentimiento. Se excluyeron los longevos que no aportaron la información necesaria para el estudio.
Se consideraron las siguientes variables favorecedoras de la longevidad:
No fumar (cualitativa nominal dicotómica): se consideró no fumador cuando no consumió nunca, consumió en una única ocasión, o estuvo expuesto al humo de cigarrillo en un período menor de 1 mes.9
No beber alcohol (cualitativa nominal dicotómica): es una droga legal, que contiene etanol. Se incluyó el consumo de: ron, cerveza, vino o licor. Se consideró no bebedor al individuo que no consumió nunca o consumió menos de 2 copas semanales.10
No beber café (cualitativa nominal dicotómica): bebida altamente estimulante por su contenido de cafeína, es una droga psicoactiva. Se consideró la ingestión de menos de dos tazas al día.11
Hábito de realizar ejercicio físico (cualitativa nominal dicotómica): estilo de vida cotidiano llevado a cabo por el individuo en el transcurso de su vida y que lo aleja del sedentarismo. Se consideró el ejercicio físico como tal, el baile, la asistencia a fiestas y caminar, entre otros.12
Horas de sueño adecuadas (cualitativa nominal dicotómica): horas promedio que se duerme durante un día considerándose sueño al estado fisiológico de autorregulación y reposo uniforme. Se consideró adecuado dormir entre 7 y 8 horas diarias.13
Madre longeva (cualitativa nominal dicotómica): madre con 80 años y más de edad.
Padre longevo (cualitativa nominal dicotómica): padre con 80 años y más de edad.
Sexo femenino (cualitativa nominal dicotómica): se consideró el sexo biológico según fenotipo externo y sexo asignado.
No padecer enfermedades crónicas (cualitativa nominal dicotómica): se consideraron individuos que, durante su etapa de adulto joven hasta adultez mayor, no padecieron enfermedades crónicas. Cada una se analizó independientemente.
Índice de masa corporal (IMC) normopeso (cualitativa nominal dicotómica): se consideró en aquellos individuos con IMC predominante durante su adultez entre 18,5 y 24,9 kg/m2.14
Los estudios de asociación bivariada de factores genéticos y ambientales favorecedores de la longevidad se hicieron de la forma habitual descrita en la literatura. 15 Se analizaron los grupos de individuos longevos y no longevos. Para todos los análisis de asociación se procedió a la confección de tablas de contingencia tetracóricas. Se evaluó la asociación mediante la prueba de Ji cuadrado de Mantel-Haenszel, así como la V de Cramer como medida de magnitud de asociación. Cuando el nivel de significación resultó p<0,05, se calculó el odds ratio (OR) y un intervalo de confianza (IC) al 95 %.
El protocolo de investigación fue aprobado por el comité científico y el comité de ética de la Unidad de Investigaciones Biomédicas y del municipio de Santa Clara. Se siguieron los preceptos éticos establecidos en la Declaración de Helsinki para investigaciones biomédicas en humanos.16
RESULTADOS
El grupo de longevos estuvo constituido por 64 (74,42 %) individuos del sexo femenino y 22 (25,58 %) de sexo masculino. El 87,21 % fueron mayores de 90 años de edad. En los no longevos: el 54,35 % fue del sexo femenino y el 43,48 % de sexo masculino, y el promedio de edad fue 62,23 años.
La Tabla 1 muestra los resultados del análisis bivariado de factores ambientales favorecedores de la longevidad. Las mayores razones de ventajas se observaron en las siguientes variables: no padecer de enfermedades respiratorias, con OR= 4,553 (IC: 1,250-16,583) y no beber alcohol, con OR= 3,672 (IC: 1,291-10,445). La asociación más fuerte se observó con la longevidad de la madre (V Cramer= 0,234).
DISCUSIÓN
Los factores genéticos y ambientales pueden tener un impacto significativo en la salud y en la longevidad humana. En la actualidad, las enfermedades crónicas del adulto mayor han sido asociadas con factores ambientales como la dieta y el estilo de vida.17,18
Los resultados obtenidos del análisis de factores favorecedores de la longevidad en el presente estudio coinciden con informes encontrados en la literatura consultada.19,20,21 Es así que el hábito de fumar, visto como un factor de riesgo, ha sido significativamente asociado con la imposibilidad de alcanzar la longevidad. Varios estudios realizados demuestran que esta asociación es más fuerte en hombres que en mujeres, lo cual se explica por las características diferentes que tiene este hábito entre ambos sexos.22,23 Los resultados han constatado que un fumador siempre tendrá menos probabilidades de alcanzar los 90 años de edad, independientemente del sexo.19,22
Por otra parte, los beneficios y riesgos del consumo de alcohol y vino han sido estudiados por largo tiempo.20,21 Aunque la presente investigación apunta al no hábito de beber alcohol como un factor favorecedor de la longevidad, existen varios estudios epidemiológicos y clínicos que han atribuido al vino efectos positivos sobre la salud y la prevención de enfermedades.20,21) Se plantea que el consumo moderado de alcohol, especialmente vino, proporciona beneficios a la salud. En un estudio realizado en siete países, durante un período de 15 años, con hombres saludables con edades entre 40 y 59 años, se constató que otros factores como: la edad, el hábito de fumar, los valores de colesterol, la presión arterial y el IMC, entre otros, pueden jugar un papel importante en estos resultados, por lo que deben vigilarse con precaución.21 A pesar de los beneficios atribuidos al consumo de alcohol, este hábito ha sido considerado en detrimento de la salud pública en general.24,25,26
Las enfermedades respiratorias como el asma en adultos mayores (a menudo clasificados como personas de 65 años o más) son relativamente frecuentes y no se diagnostican correctamente, lo cual trae consigo que su tratamiento no sea óptimo.27
En el caso particular del asma, esto constituye un problema de salud importante a nivel mundial debido a que las tasas de morbilidad y mortalidad para esta enfermedad son superiores en este grupo de edad.27 Las alteraciones en las respuestas inmunitarias innatas y adaptativas ocurren con el envejecimiento y contribuyen a las diferencias fisiopatológicas y los desafíos subsiguientes del tratamiento.
Hay factores únicos que pueden complicar el control del asma entre los adultos mayores, entre los que se encuentran las comorbilidades. Las terapias farmacológicas a menudo no son tan efectivas como en las poblaciones más jóvenes y pueden tener mayores efectos secundarios.27
Varios estudios que analizan la longevidad de padres e hijos se enfocan en la edad de los padres en el momento de la concepción. Estos describen una menor probabilidad de los hijos para alcanzar la longevidad si son concebidos por padres de edad avanzada en un efecto descrito como efecto Lansing.28,29 Por otra parte, análisis de gerontología dirigidos a la descendencia de individuos longevos, en particular de centenarios, plantean que esta muestra un perfil cardiovascular e inmunológico como el de sus padres y en general, un estado de salud que favorece la longevidad.30,31,32
En cuanto a la influencia del sexo sobre la longevidad, la literatura indica que la asociación de determinadas variantes genéticas con la longevidad difiere de manera significativa entre hombres y mujeres.33,34) Recientes estudios que analizan la edad de los padres al momento de la muerte como una variable de salida, indican que diferentes genes podrían estar asociados a la longevidad en hombres y mujeres.33,34 Sin embargo, estas diferencias en cuanto al sexo han sido obviadas en estudios de asociación de amplio genoma sobre longevidad. 35 Datos clínicos demuestran que hombres y mujeres difieren en su respuesta innata, humoral y mediada por células, a la infección por virus y bacterias. Es bien conocido que la longevidad está asociada con diferencias del sexo específicas en el sistema inmune, y que existe un declinar progresivo en la inmunidad y en la respuesta inflamatoria desregulada en hombres.35
Otro factor favorecedor de la longevidad que resultó del presente estudio fue el IMC normopeso. Este resultado concuerda con estudios que han analizado la asociación entre el IMC y la probabilidad de alcanzar los 90 años, en los cuales esta asociación difería en cuanto al sexo.36,37
Se ha informado que la obesidad y sus comorbilidades disminuyen la longevidad y aceleran el envejecimiento.36 Investigaciones recientes han asociado la obesidad con una menor esperanza de vida. Los hombres con peso normal vivían en promedio unos seis años más que los hombres con obesidad mórbida, mientras que las mujeres con obesidad mórbida tendían a vivir dos años menos que las mujeres con peso normal.36,38 De igual forma, existe una relación entre las enfermedades relacionadas con la obesidad y la mortalidad o años de vida perdidos. Se ha estimado que las enfermedades relacionadas con la obesidad disminuyen la esperanza de vida entre 0,2 y 11,7 años, según la edad, el IMC, el género y el origen étnico.38