Introducción
La preocupación por el bienestar en el frente laboral se remonta a la revolución industrial, cuando el desarrollo económico llevó a que miles de personas se desplazaran de la zona rural a la zona urbana, con el propósito de mejorar su calidad de vida;1 sin embargo, contrario a lo esperado, se encontraron con un entorno miserable, agotador y frustrante.
Situación similar fue la observada por el psiquiatra Herbert Freudenberger en la clínica donde trabajó alrededor del año 1974; allí era evidente en los empleados la falta de interés y motivación por el trabajo, la disminución progresiva de la energía y el desarrollo de síntomas sugestivos de ansiedad y depresión, manifestaciones de agotamiento denominadas por Freudenberger como burnout, atribuidas por él a condiciones laborales caracterizadas por excesivas horas de trabajo, salario bajo y un contexto social exigente.2,3
Si bien Freudenberger utilizó por primera vez el término burnout, Cristina Maslach lo dio a conocer en el congreso anual de la Asociación Colombiana de Sociólogos, en 1977, y junto a Susan Jackson lo definió como un síndrome de estrés crónico que se manifiesta en profesionales que tienen un contacto estrecho y prolongado con personas en situación de necesidad y dependencia. (3,4,5
Para aclarar este concepto, es importante tener en cuenta la definición de estrés, ya que de su cronicidad depende el desarrollo del burnout. El estrés consiste en una respuesta adaptativa que surge como consecuencia de la exposición a un evento externo demandante, tanto a nivel psicológico como físico, percibido negativamente por el individuo.6
El estrés constituye el punto de partida de un proceso continuo que, si no se detiene a través de la implementación de estrategias adecuadas, genera tensión en la persona y en última instancia conlleva al síndrome de burnout. La tensión es el punto donde el nivel de estrés ha sobrepasado el rango de normalidad y pasa de tener una connotación positiva, al contribuir al incremento de la productividad, a una connotación negativa sobre el individuo y su experiencia profesional, lo cual constituye un punto crítico para el bienestar de la persona.6,7(fig. 1).
Desarrollo
El burnout es un síndrome psicológico caracterizado por la presencia de manifestaciones sugestivas de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal.8) El agotamiento emocional hace referencia a la sensación de no poder dar más de sí mismo para cumplir con sus responsabilidades, por lo cual la persona tiende a aislarse como método de protección; por otra parte, actitudes tales como indiferencia afectiva, falta de empatía e irritabilidad son indicativas del componente de despersonalización, mientras que la sensación de baja realización personal se asocia con la incapacidad de la persona para valorar su propio trabajo, lo cual tiene relación directa con otro síntoma emocional: baja autoestima.3,8
De acuerdo con los resultados del estudio realizado por Ávila et al, de los tres componentes de burnout mencionados, el más frecuente en profesionales de la salud es la dimensión de despersonalización, seguida del agotamiento emocional, que tienen relación directa con las horas de trabajo y el servicio clínico desempeñado.9)
Estos hallazgos concuerdan con los resultados de un estudio realizado en residentes de Medicina interna de una universidad de Seattle, donde la prevalencia de burnout fue del 76% y la despersonalización resultó la manifestación que más se presentó, asociada con una atención subóptima con el cuidado de los pacientes.10
Es importante recalcar que los síntomas de burnout no son solo de carácter emocional, sino también conductual y psicosomático. A continuación se nombran los referidos con mayor frecuencia en un grupo de profesionales de la salud de primer y segundo niveles: trastornos del sueño, cefalea, ansiedad, irritabilidad, depresión, fatiga, debilidad y pirosis.11,12)
Por ello, el interés por su estudio se ha incrementado significativamente desde la década de los 80 del siglo XX y se reconoce cada vez más la necesidad de implementar estrategias que tengan como objetivo el bienestar biopsicosocial del trabajador, lo cual a la vez tendría un impacto positivo a nivel comunitario, pues se haría más factible cumplir con las exigencias cada vez mayores sobre los servicios sociales, educativos y sanitarios, con menores niveles de estrés.3,13
Factores asociados al desarrollo del burnout (sociodemográficos, laborales, aspectos de la personalidad)
Actualmente muchos estudios se han enfocado en la identificación de los factores de riesgo psicosocial a nivel laboral, debido a que sus consecuencias pueden ser devastadoras sobre la calidad de vida de los trabajadores y sobre su productividad.11,14) Estos factores de riesgo surgen como resultado de la interacción entre ambiente laboral, gestión del trabajo y necesidades de los empleados.14
En lo que respecta a las variables sociodemográficas, los resultados en diversos estudios son heterogéneos, pues mientras algunos afirman que el estado civil de separada, viuda o soltera constituye un factor de riesgo, otros dicen que la condición civil no tiene una correlación significativa con el desarrollo del síndrome.9,15)
No obstante, la evidencia de que el burnout se presenta con mayor frecuencia en el género femenino es contundente, lo cual se atribuye a que las mujeres tienen una mayor tendencia a percibir los estresores académicos o laborales como eventos negativos, si se compara con la percepción masculina al respecto.12) Adicionalmente, el rango de edad entre 35 y 45 años es considerado factor de riesgo.15,16
En cuanto a los factores laborales, los más importantes son el tiempo que la persona lleva ejerciendo su profesión, el periodo laboral en una misma institución, el horario y el número de personas a cargo, todo ello sumado al poco reconocimiento de su empeño y logros, lo cual se sintetiza en que el causal del estrés crónico es un desbalance esfuerzo - recompensa, que resulta en un nivel de exigencia emocional y física alta, que cambia por completo el estilo de vida del individuo y tiene como desenlace final las manifestaciones de fatiga y el bajo desempeño.9,16,17,18
También es importante destacar que hay factores de la personalidad que pueden hacer más susceptible a un sujeto de desarrollar el síndrome de burnout. Las variables de la personalidad más influyentes en la respuesta adecuada al estrés incluyen autoconfianza, autoestima y sensación de autoeficacia (factores protectores), contrario a lo que sucede con aquellas personas en las que priman la ansiedad e inestabilidad emocional.9,15,19
Estrategias de afrontamiento
Para comenzar es imprescindible aclarar a qué se hace referencia cuando se habla de estrategias de afrontamiento en burnout, tomando en cuenta que quienes no conocen del tema suelen pensar que son únicamente todas aquellas acciones encaminadas a la superación del síndrome.
Las estrategias de resistencia constituyen un mecanismo de respuesta al estrés, que consta de tres etapas: la primera es la anticipación, cuando la persona hace una evaluación previa de la situación que debe afrontar, identifica estresores potenciales y se hace una idea de cómo sobreponerse a estos; la segunda se denomina impacto y es el momento en el que sucede el acontecimiento y se confirma si los estresores son o no, tal como los que se habían anticipado, y la última, llamada post-impacto, aquella en la que se responde al estresor y se deben asumir las consecuencias de las decisiones tomadas.20,21,22
Las estrategias de afrontamiento se pueden clasificar: adaptativas, compromiso y apoyo, no adaptativas y falta de compromiso. Estas últimas, al caracterizarse por el intento de distanciamiento del individuo respecto el estresor, a través de la auto-distracción o la negación, conllevan a las consecuencias negativas del estrés, principalmente en cuanto a la despersonalización y el agotamiento emocional.23,24
A nivel institucional resulta trascendental dirigir los esfuerzos al fortalecimiento de las formas adaptativas de afrontamiento. Para lograr impactar sobre el afrontamiento de apoyo, se deben implementar medidas dirigidas a mejorar las relaciones interpersonales entre los compañeros de trabajo y promover espacios para la interacción de los empleados con sus familiares y amigos.25,26 La comunicación efectiva entre los trabajadores y quienes lo rodean ayuda a disminuir la percepción negativa de un estresor y a hacer uso de sus competencias para enfrentarse al mismo, esto es atribuible a que el consejo, el consuelo, la compañía y el soporte emocional tienen un impacto positivo sobre factores protectores tales como la confianza, el autoestima y la sensación de autoeficacia.23
Por otra parte, con el fin de fomentar el afrontamiento de compromiso, se deben implementar programas para que los trabajadores adquieran habilidades para la resolución de problemas, entre ellas se destacan el manejo adecuado del tiempo, la búsqueda de información, el análisis asertivo de las circunstancias, procesos personales de adaptación de las expectativas a la realidad y formación continua en diversos ámbitos dentro de las jornadas laborales.22,25,27
Todas las estrategias mencionadas aquí a grosso modo conducen al incremento de la resiliencia en las personas, es decir, a mejorar la capacidad de adaptarse positivamente al estrés, lo cual a la vez permite el bienestar laboral, a pesar de los eventos adversos que puedan acontecer.23
Consecuencias a nivel personal y organizacional
Los cambios en torno al trabajo y las organizaciones superan la postura de los modelos tradicionales de prevención y protección de la salud ocupacional, que se orientaban desde lo clínico en el daño o la enfermedad.28 La psicología de la salud ocupacional se centra en mejorar la calidad de vida en el trabajo, para proteger y promover la seguridad, la salud y el bienestar de los trabajadores. Entre los aspectos de mayor importancia para la salud ocupacional y la calidad de vida se encuentran el estrés laboral, el burnout, la violencia y el acoso en el trabajo, entre otras.28
El síndrome de burnout tiene consecuencias directas sobre la asistencia sanitaria, el ausentismo laboral, la disminución del nivel de satisfacción, tanto de los profesionales de la salud como de los pacientes, el riesgo de conductas adictivas, la excesiva movilidad laboral, las alteraciones de la dinámica familiar y el riesgo de que los pacientes reciban cuidados de una calidad inferior a la deseada, así como los errores en la prescripción médica, con las repercusiones negativas que esto puede ocasionar.22,29,30
El síndrome de burnout afecta más allá de las cifras de pérdida de capital en las empresas, pues es un mal psicosocial que afecta la vida y la salud de millones de individuos y disminuye sus competencias, capacidades de desarrollo y bienestar laboral.
Estos problemas parecieran fortalecerse socialmente por el efecto de sus síntomas, como el agotamiento, la presión y el cansancio emocional que genera el trabajo, vistos como algo común y cotidiano a lo que todos estamos sujetos y con lo que debemos aprender a vivir.31
El apoyo organizacional propone que el estrés depende de la interacción de factores personales, laborales, organizacionales y sociales que pueden contribuir de manera negativa o positiva en los comportamientos de salud y productividad.32) Este apoyo debe favorecer plenamente la expresión de las capacidades y habilidades del personal en situación productiva, teniendo en cuenta la cultura y clima organizacional armónicos, retribución adecuada, seguridad del empleo, trabajo significativo, recursos materiales disponibles, reconocimiento social, relaciones funcionales con grupos de trabajo y condiciones de trabajo limpias, saludables, ordenadas, agradables y confortables.32
Burnout en el personal del área de la salud
El personal de salud tiene contacto con pacientes que suelen ser una fuente potencial de estrés, pues se tiene la responsabilidad de aliviar sus dolencias, pero se experimentan formas representativas de sufrimiento que desgastan a quienes los tratan y atienden, por los altos índices de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización profesional que son síntomas patognomónicos del síndrome de burnout.23,33
Algunos estudios sobre síndrome de burnout han concluido que entre los médicos el porcentaje puede estar entre el 30% y el 40%, incluso puede ser superior en Estados Unidos y en países de Latinoamérica.34
La satisfacción laboral está relacionada con estrés, rendimiento, relaciones interpersonales y otros aspectos que impactan en el desempeño.33 Tomar en cuenta factores psicosociales puede contribuir con la reducción o eliminación de accidentes laborales y la promoción del bienestar del personal de salud.33
La actividad académica, variables personales, educativas y socioambientales pueden tener como consecuencia estrés y enfermedades asociadas en el periodo de formación en el sector salud.33
En el estudio de Arias et al.32) se reportó que los trabajadores del sector de salud (médicos y enfermeras) presentan mayores niveles de despersonalización, baja realización profesional y síndrome de burnout, que aquellos que pertenecen a profesiones como psicología, nutrición y odontología. Es importante destacar que los trabajadores de hospitales obtuvieron puntajes más altos en despersonalización, lo que tendría que ver con una mayor sobrecarga laboral, además de un trato más distante y comprometido con los pacientes, debido al número de atenciones que se registran en este tipo de instituciones.
Los residentes constituyen una población especialmente vulnerable entre los profesionales médicos, a consecuencia de las elevadas exigencias asistenciales, intelectuales y emocionales, tanto que en el primer año se presenta la mayor incidencia del síndrome de burnout.26,30
Los profesionales de la salud son atacados por el síndrome de burnout, cuando el trabajo estricto y la carga horaria semanal ocasionan una disminución en la calidad de vida.26) El síndrome surge cuando se presenta un escenario social-laboral con múltiples fuentes de estrés, lo que afecta a las personas y perjudica la atención al paciente, al verse afectada la salud física y mental de los trabajadores de la salud.26
En el estudio realizado por Gutiérrez-Lesmes et al.34 se encontró que los profesionales de enfermería padecen de síndrome de burnout, con mayor prevalencia aquellos que se desempeñan en áreas de atención hospitalaria, en comparación con quienes lo hacen en áreas diferentes, además de que los clasificados como positivos para el síndrome atienden mayor número de pacientes en su jornada laboral.
En el estudio realizado por Reyes et al.35 se describe que el personal médico y de enfermería que trabaja en unidades de cuidados intensivos, oncología y quemados tienen horarios y turnos nocturnos que constituyen un estresor para una parte de los trabajadores, que se quejan con mayor frecuencia de agotamiento, fatiga y problemas gastrointestinales, en comparación con los que trabajan en un horario diferente.
Conclusiones
El síndrome de burnout es el resultado de la exposición a niveles de estrés crónico elevados y se caracteriza por diversas manifestaciones sugestivas de agotamiento emocional, baja realización personal y despersonalización. Al presentarse principalmente en profesionales cuya labor gira en torno al contacto con las personas, representa un problema significativo sobre el cual se debe incidir, no solo por el malestar que genera en el individuo que lo padece, sino también por las implicaciones que tiene sobre el desempeño laboral y por consiguiente, sobre el bienestar de quienes requieren de los servicios que se prestan. Actualmente existen múltiples estrategias de afrontamiento; sin embargo, se considera importante ahondar en el estudio de su efectividad y aplicabilidad y en la creación de nuevas estrategias efectivas, pero sobre todo se debe promover su utilización a nivel institucional.