INTRODUCCIÓN
La obesidad es un fenómeno global que afecta a todos los grupos socioeconómicos, independientemente de la edad, sexo y etnia. Tiene una etiología multifactorial y compleja, en la que influyen factores genéticos, neuroendocrinos, metabólicos, psicológicos, ambientales y socioculturales.1
La obesidad infantil es un problema de salud caracterizado por el exceso de grasa corporal de los niños. Dicho nivel de adiposidad supone todo un condicionante para su salud general y su bienestar, esto los hace propensos a sufrir otras enfermedades secundarias y asociadas. La obesidad infantil se mantiene en aumento debido, en gran parte, a los inadecuados estilos de vida.1
La obesidad que inicia en la infancia se relaciona con un número elevado de comorbilidades consideradas exclusivas de la edad adulta, las cuales conllevan un curso clínico crónico si no se corrigen. La prevención o la detección oportuna de estas alteraciones podrían contribuir a limitar su desarrollo o enlentecer la aparición de complicaciones.2
Es conocido el impacto físico, mental, social y emocional de la obesidad en los niños, además de influir en su desarrollo general. Los menores de edad obesos tienen mayor riesgo de sufrir padecimientos crónicos como asma, hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes del tipo 2, osteo y artropatías, enfermedad renal, accidentes cardiovasculares y neoplasias.2
Los antecedentes familiares son altamente predisponentes al sobrepeso y la obesidad. Los individuos heredan los genes y los regímenes culturales de las familias relacionadas, en este caso, con los hábitos alimentarios y la realización de ejercicios físicos.3
Una buena nutrición contribuye a la prevención de enfermedades agudas y crónicas y al desarrollo del potencial físico y mental del infante. Un buen estado nutricional en edades tempranas de la vida repercute en el crecimiento y desarrollo de los niños y contribuye a asegurar una vida larga y saludable.3
La nutrición es un proceso complejo que comprende el conocimiento de los mecanismos, mediante los cuales los seres vivos utilizan e incorporan los nutrientes, para desarrollar y mantener sus tejidos, y obtener la energía necesaria para realizar sus funciones.4
La valoración nutricional, es aquella que evalúa un crecimiento y desarrollo adecuado (somático, psicológico y social), al evitar los estados carenciales. Las necesidades varían en función de la etapa del desarrollo, y las diferencias genéticas y metabólicas individuales.3,4
De ahí que sea preciso, tanto en condiciones de salud como de enfermedad, incluir la evaluación del estado nutricional dentro de una valoración completa del niño, puesto que el crecimiento constituye el indicador más fiable sobre la salud.4
A pesar de los diferentes estudios antropométricos que se realizan en Cuba y a nivel mundial, en la provincia de Pinar del Río aún son insuficientes los conocimientos para evaluar el crecimiento y desarrollo, estado nutricional, y factores de riesgo asociados en la adolescencia. El presente estudio tiene como objetivo evaluar el estado nutricional de adolescentes del Policlínico Universitario “Luis Augusto Turcios Lima” durante el 2018.
MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional, analítico y transversal en adolescentes perteneciente a los Consultorios Médicos 23 y 24 del Policlínico Universitario “Luis Augusto Turcios Lima”, durante el año 2018. El universo estuvo constituido por 105 pacientes entre 11 y 19 años de edad. Se trabajó con la totalidad.
Se calculó el índice de masa corporal (peso en kilogramos dividido por el cuadrado de la talla en metros) a los pacientes estudiados. Se aplicó el índice de Quetelec (Kg/m2) para la determinación de sobrepeso y obesidad, según el Manual de procedimientos para la atención de grupos priorizados del Ministerio de Salud Pública de Cuba disponible en todos los consultorios del Médico de la Familia.5
Para clasificar los diferentes grados de obesidad se recurrió a los criterios establecidos por La OMS en 2004:
IMC (kg/m2) | CATEGORÍA |
---|---|
<18,5 | Insuficiencia ponderal |
18,5-24,9 | Normopeso |
25,0-29,9 | Sobrepeso |
30-34,9 | Obesidad (grado I) |
35,0-39,9 | Obesidad (grado II) |
>40 | Obesidad mórbida (grado III) |
Se calculó el índice de adiposidad, de acuerdo con los siguientes criterios:
Sexo masculino | Valoración del peso | Sexo femenino |
---|---|---|
8-20 | Normopeso | 21-32 |
21-24 | Sobrepeso | 33-37 |
≥25 | Obeso | ≥25 |
Las mediciones, el interrogatorio y el llenado de la planilla, fueron efectuadas en el consultorio médico al cual pertenecía cada adolescente, por la misma persona, para evitar de esta forma errores. Los datos obtenidos fueron almacenados y procesados en el paquete estadístico SPSS versión 21.0.
Para el análisis de los datos se emplearon la frecuencia absoluta y relativa porcentual. Se aplicó la prueba X2 para determinar independencia entre variables, además se empleó el riesgo relativo (RR) y su intervalo de confianza del 95 % (IC 95 %) para determinar el riesgo de obesidad y sobrepeso.
En la investigación realizada, los datos obtenidos se utilizaron con fines científicos, siguieron los principios y recomendaciones para los médicos en la investigación biomédica en seres humanos adoptados por la 18 Asamblea Médica Mundial de Helsinki 1964, y ratificada en la 41 Asamblea Internacional celebrada en Hong Kong 1991. Como los sujetos de estudio eran menores de edad, se solicitó el consentimiento informado a los padres. La investigación contó con la aprobación del comité de ética y consejo científico de la institución.
RESULTADOS
Según la valoración nutricional mediante índice de masa corporal, se encontró predominio de pacientes normopesos (71,43 %) así como pacientes de sexo femenino (51,42 %). (Tabla 1)
No se encontró asociación estadística entre la valoración nutricional y el sexo (x2=0,634 p=0,728).
Valoración nutricional según IMC | Sexo | Total | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Femenino | Masculino | |||||
No | % | No | % | No | % | |
Insuficiente | 9 | 8,57 | 11 | 10,48 | 20 | 19,05 |
Normopeso | 39 | 37,14 | 36 | 34,29 | 75 | 71,43 |
Sobrepeso | 6 | 5,71 | 4 | 3,81 | 10 | 9,52 |
Total | 54 | 51,42 | 51 | 48,58 | 105 | 100 |
Al analizar el índice de adiposidad, se encontró predominio de pacientes normopesos (43,81 %), sin embargo, en el sexo masculino se encontró mayor de pacientes sobrepeso (24,77 %). Se encontró asociación entre el índice de adiposidad y el sexo (X2=16,798 p<0,05), donde ser fémina se comportó como factor protector a ser obeso (RR: 0,44 IC:0,25-0,77) y sobrepeso (RR:0,58 IC:0,26-1,28). (Tabla 2)
Se encontró predominio de pacientes sedentarios (91,43 %) y con antecedentes patológicos familiares de hipertensión arterial (57,14 %). (Tabla 3)
Se encontró que los pacientes sedentarios presentaron un riesgo superior para ser sobrepeso (RR: 1,10 IC: 1,049-1,18, p<0,05).
HTA: hipertensión arterial; CI: cardiopatía isquémica; DM 2: diabetes mellitus tipo 2
Fuente: Planilla recogedora de datos.
El 100 % de los adolescentes presentaron malos hábitos nutricionales dados por el consumo habitual (más de cuatro veces a la semana) de alimentos fritos; y con contenidos de azúcares, sodio y grasas saturadas; así como de bebidas gaseosas. El 8,57 % refirió practicar ejercicio físico más de cuatro veces a la semana. El 100 % refirió emplear más de cuatro horas diarias frente a computadoras, teléfonos móviles y televisión.
DISCUSIÓN
La adolescencia conlleva un incremento de las necesidades energéticas, proteicas y de micronutrientes que supera cualquier otra época de la vida. Durante la pubertad, se adquiere el 25 % de la talla adulta, se aumenta un 50 % la masa esquelética, se duplica la masa muscular (sobre todo en el sexo masculino) y se produce un aumento del volumen sanguíneo y de los órganos internos. Todos estos cambios condicionan un aumento de las necesidades nutricionales.6,7)
La literatura reporta que la obesidad en la infancia se correlaciona con la presencia de obesidad en la adultez. La probabilidad de que un niño o adolescente llegue a ser, en el curso de su vida, un adulto con obesidad, es mayor cuando los percentiles de IMC se encuentran altos.3
De etiología multifactorial, se plantea que más del 95 % de la obesidad infantil responde a una causa exógena (nutricional), en tanto la restante, se debe a causas endógenas (endocrinas, síndromes genéticos, lesiones hipotalámicas, entre otras).8
Tampoco es esperada la obesidad abdominal en escolares, pues se describe que el acúmulo de tejido adiposo intraabdominal constituye una expresión de los cambios de origen endocrino que ocurren en la pubertad (hormonas sexuales), entre otros cambios. La iniciación temprana de la obesidad y su mantenimiento durante la adolescencia, implica larga evolución de esta, que conlleva a una mayor exposición a morbilidad asociada y riesgo aterogénico al alcanzar la adultez.8
Diéguez Martínez y col.9 encontraron predominio del sobrepeso y la obesidad en el sexo femenino. De igual forma ocurre en una investigación realizada en Cienfuegos por Vicente Sánchez y col.10 Aunque en la presente investigación se obtuvieron similares resultados, las diferencias entre ambos grupos pueden estar afectadas por el estudio de un mayor número de féminas.
El exceso de peso también impacta negativamente sobre diferentes sistemas y determina complicaciones tempranas y a largo plazo, que afectan la calidad de vida y al sistema de salud. Algunas de estas complicaciones son cardiovasculares, metabólicas y psicológicas, así como alteraciones gastrointestinales.11,12
En los adolescentes, el sobrepeso y la adiposidad están significativamente asociados con las cifras de tensión arterial, niveles sanguíneos de lípidos, la insulina plasmática, y otros factores de riesgo que predisponen para las enfermedades relacionadas con la obesidad. Por tanto, el manejo del sobrepeso no debe ser retardado hasta la vida adulta, ya que ello haría aún más difícil la disminución duradera del peso corporal. De ahí que la prevención en el tratamiento de la obesidad requiera de la identificación temprana de aquellos adolescentes que probablemente devendrán obesos o sobrepesos como adultos.13
En la Región de las Américas ha habido, en las últimas décadas, un notable incremento de las enfermedades crónicas no trasmisibles (ECNT) asociadas a estilos de vida no saludables. Estas enfermedades y trastornos en conjunto, entre los que se encuentran: la hipertensión arterial, la diabetes mellitus tipo 2, la enfermedad coronaria, los accidentes cerebrovasculares, la obesidad y algunos tipos de cáncer; son las principales causas de muerte, morbilidad, discapacidad y deterioro de la calidad de vida.14
El sobrepeso y la obesidad se producen por alteraciones en los hábitos alimentarios, aumento de frecuencia de consumo de alimentos con alta densidad energética y la reducción de la actividad física.15,16 Hernández García y col.3 reportan la presencia de hábitos alimenticios incorrectos, lo cual coincide con la presente investigación.
El uso de las nuevas tecnologías durante varias horas al día, se ha relacionado con una disminución de la actividad física y aumento del peso corporal y obesidad, como lo reporta Monroy Antón y col.17 Los autores del estudio corroboran esta afirmación.
Se concluye que en la adolescencia los jóvenes tienden a valores normales de peso, sin embargo, en el sexo masculino se encontró mayor incidencia del sobrepeso. El sedentarismo y la falta de ejercicio físico, así como el uso excesivo de las nuevas tecnologías se presentan con amplia frecuencia en adolescentes, con repercusión negativa en el peso corporal.