INTRODUCCIÓN
Las enfermedades no transmisibles constituyen una amenaza para todos los sistemas a nivel global, dado el elevado número de personas con estas dolencias, las cuales continúa incrementándose a pesar de la preocupación y los esfuerzos que han venido realizando diferentes organizaciones para controlarlas. En este sentido, se precisa un alza en el impacto negativo de las enfermedades cardiovasculares.1,2,3
Estas enfermedades, constituyen casi un 40 % de todos los fallecidos del país, son producto de la interacción combinada y continuada de un grupo de factores, (factores de riesgo cardiovascular). Estos factores pueden ser de origen genético o medioambientales, entre estos últimos unos pocos no son modificables, sin embargo otros muchos si lo son, (hipertensión arterial-tabaquismo-hiperlipoproteinemia-diabetes mellitus-obesidad y sedentarismo), siendo más del 80 % de las muertes cardiovasculares explicables por la interacción de estos.4
Dentro de estas entidades nosológicas, la hipertensión arterial (HTA) es una de las que mayor impacto ha producido. De ella se conoce su origen poligénico y mutifactorial,5 caracterizándose por elevaciones constantes de las cifras de tensión arterial, y se sabe que es la enfermedad crónica que con mayor frecuencia afronta el médico generalista, representando uno de los mayores problemas de salud pública a nivel mundial, siendo considerada como "la plaga silenciosa del Siglo XXI", reportándose como afecta a más de 1 500 millones de personas en el mundo; estimándose que para 2025 alcance la cifra de los dos mil millones de personas.6,7
Resulta cada vez mayor el número de personas cuya calidad de vida se ha afectado a causa de la HTA. Como factor de riesgo y enfermedad en sí misma, la elevada tensión arterial es, indudablemente, un enemigo de consideración que se debe tener en cuenta para reducir las cifras de morbilidad y mortalidad, en tal sentido la identificación de los factores de riesgo cardiovascular en la población es de suma importancia, pues existen evidencias de que al realizar acciones para contrarrestarlos, el riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares puede disminuir significativamente.8,9
Para llevar a cabo un adecuado manejo de las enfermedades cardiovasculares en la población, y en especial en el paciente hipertenso, se debe conocer el riesgo cardiovascular (RCV) de cada individuo en particular. El riesgo cardiovascular, definido como la probabilidad de padecer un evento cardiovascular en un determinado periodo de tiempo, establecido habitualmente entre cinco y 10 años, es en la actualidad la mejor herramienta para establecer prioridades en la prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares es la estimación del riesgo cardiovascular mediante las funciones de riesgo.10
Si se tiene en cuenta la alta prevalencia (aislada o en combinación) de los factores de riesgo cardiovasculares y que en Cuba la puerta de entrada al Sistema Nacional de Salud es la Atención Primaria, la manera más eficiente para llevar a cabo la detección de los factores de riesgo en la población es el empleo de una estrategia de carácter oportunista, basada en aprovechar los múltiples contactos y motivos de consulta de los individuos con los servicios de la Atención Primaria. La garantía en cuanto a accesibilidad que ofrecen estos servicios, los hacen el lugar idóneo para realizar la mayor parte de las actividades relacionadas con la detección, el diagnóstico y tratamiento de los factores de riesgo.
De esta forma, ante el reto de reducir la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y elevar la calidad de vida de la población, se comprende la necesidad de introducir como elemento sistemático de trabajo el uso de tablas predictivas del riesgo cardiovascular. No obstante, según Paramio Rodríguez et al.,11 en Cuba existen pocos estudios publicados sobre RCV, no contándose con tablas de riesgo cubanas necesarias para realizar intervenciones sobre los grupos de alto y mediano riesgo. Todo ello justifica la necesidad de seguir investigando al respecto.
Teniendo en cuenta lo planteado se realiza el presente estudio, que tuvo por objetivo estimar el RCV de los adultos dispensarizados con hipertensión arterial en tres consultorios médicos pertenecientes al área de salud del Policlínico Docente Universitario Luis Augusto Turcios Lima, de Pinar del Río, en 2021.
MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional, descriptivo, de corte transversal, en pacientes hipertensos pertenecientes a tres consultorios (49, 52 y 59) correspondientes al área de salud del Policlínico Docente Universitario Luis Augusto Turcios Lima, del municipio Pinar del Río, durante 2021.
El universo estuvo constituido por los 783 pacientes adscritos a dichos consultorios, y dispensarizados como hipertensos, de los cuales, mediante un muestreo probabilístico, aleatorio simple, fueron seleccionados 408 quienes cumplieron los criterios de inclusión (paciente mayor de 18 años, dispensarizado como hipertenso y registrado en su historia de salud familiar y clínica individual, que aceptara participar en el estudio, expresándolo mediante la firma del consentimiento informado). A su vez, fueron excluidos del estudio los pacientes con antecedentes de haber padecido un evento cardiovascular mayor (infarto agudo de miocardio, aneurisma de la aorta torácico, nefroangioesclerosis, insuficiencia arterial periférica y accidente cerebrovascular).
Mediante el análisis de las historias clínicas individuales y de salud familiar, se pudo obtener la información que dio salida a las variables estudiadas: edad, sexo, estado civil, nivel escolar, color de piel, presencia de polifarmacia, asistencia a consulta, clasificación de la HTA, tiempo con diagnóstico de HTA, control de la HTA, cantidad de fármacos antihipertensivos consumidos, presencia de comorbilidades, presencia de factores de riesgo cardiovascular, y el RCV.
Para la estimación del RCV se emplearon las tablas creadas por Gaziano y validadas en la comunidad internacional. Dicho instrumento sólo evalúa para determinar el RCV la edad, sexo, presión arterial sistólica, índice de masa corporal, tabaquismo y presencia de diabetes mellitus, haciéndolo más factible ante la poca disponibilidad para llevar a cabo estudios de laboratorio costosos y engorrosos en la Atención Primaria de Salud.4
El procesamiento estadístico fue realizado mediante el programa SPSS v.25, para las variables cualitativas, se calculó frecuencias y porcentajes. Para las variables cuantitativas se determinó inicialmente su distribución mediante la prueba de Kolmogorov-Smirnov, se utilizó la media aritmética como medida de tendencia central y la desviación estándar como medida de dispersión teniendo en cuenta el cumplimiento del supuesto de normalidad de la muestra. Para el análisis bivariado se empleó la prueba χ2 en variables cualitativas, así como la prueba de ANOVA de una vía (para la asociación entre variables cuantitativas y categóricas), considerando un valor p<0,05 estadísticamente significativo.
El presente trabajo fue aprobado por el comité local de ética y los participantes aceptaron participar expresándolo mediante consentimiento informado, toda vez que se les informó que los datos obtenidos no se emplearían para otros fines fuera del marco de la investigación.
RESULTADOS
Se constató en la muestra analizada (gráf. 1), predominio de los pacientes con RCV moderado (41,7 %), seguidos de aquellos con un RCV alto (29,9 %).
Se encontró predominio de los pacientes pertenecientes al grupo etáreo ≥ 65 años (27,0 %), teniéndose una edad media de 51,3 ± 16,2 años edad. El 52,5 % de los individuos estudiados eran del sexo masculino, el 36,5 % eran casados, siendo el pre universitarios y la secundaria básica los niveles escolares predominantes (36,5 y 23,8 % respectivamente), mostrando el 52,7 % color de piel negra. Tanto el sexo (p = 0,001984), nivel escolar (p = 0,002399), como el color de piel (p = 0,037215), mostraron presentar una asociación estadísticamente significativa con el RCV del paciente.(tabla 1)
Notas: * Prueba ANOVA de una vía; ** Prueba X2 de Pearson; α (F = 1,236; p = 0,128); β (X2 = 12,445; p = 0,002); γ (X2 = 9,366; p = 0,053); δ (X2 = 23,881; p = 0,002); λ (X2 = 14,322; p = 0,037).
Se constató dentro de la muestra como el 59,3 % mostraba polifarmacia, asistiendo con regularidad a consulta el 57,6 %. Se tuvo una media de 7,1 ± 5,9 años como tiempo desde que se efectuó el diagnóstico de la HTA, consumiéndose por los pacientes una media de 2,3 fármacos. El 56,9 % de los pacientes se han mantenido con sus valores de presión arterial controlados.
Dentro de las comorbilidades que predominaron en la muestra (gráf. 2), se constató predominio de la diabetes mellitus (32,6 %) y la insuficiencia cardíaca (28,7 %). A su vez, los malos hábitos alimentarios estuvieron presentes en el 79,7 % de ellos, siendo el principal factor de riesgo existente (gráf. 3), acompañado del tabaquismo (57,4 %) y el sedentarismo (47,1 %).
Se constató dentro de la muestra como el 46,6 % tenía menos de cinco años con el diagnóstico de la entidad nosológica, predominando en cada categoría de RCV aquellos individuos con menos de cinco años desde el diagnóstico. No se precisaron diferencias estadísticamente significativas entre las medias del tiempo con el diagnóstico entre los individuos agrupados en cada categoría (p = 0,100). (gráf. 4)
DISCUSIÓN
En la actualidad, a escala global, se puede vislumbrar un proceso de transición epidemiológica con un incremento de la morbilidad y la mortalidad por enfermedades no transmisibles, destacando entre ellas la enfermedad cardiovascular, la enfermedad cerebrovascular, la HTA, la diabetes mellitus, la macroangiopatía y la enfermedad renal crónica, mostrando todas ellas similitudes en su origen, progresión a la cronicidad y en sus complicaciones, estando siempre presente el daño vascular al compartir los mismos factores de riesgo.12
La evaluación del riesgo cardiovascular en la literatura, ubica por lo general a la población en un nivel moderado, resultado similar al encontrado en el presente trabajo, al igual que lo detalla Santoyo et al.,13 seguido de los individuos con un RCV alto. No obstante, hay que comprender la existencia de diversos métodos de predicción.
Así, en la actualidad se constata la existencia dos formas de determinar el RCV, una cualitativa (por la suma de factores de riesgo cardiovascular presentes en un individuo, a saber: hiperlipoproteinemia, tabaquismo, hipertensión arterial, diabetes mellitus, sedentarismo, obesidad) y otra cuantitativa (utilizando tablas establecidas que le dan un valor a cada factor presente, ubicándose entre las más utilizadas las de Framingham (1991), Organización Mundial de la Salud (2007) y Gaziano sin Laboratorio (2008)). En Cuba hemos realizado estudios con estas tres tablas. Las estimaciones más utilizadas en el mundo provienen de la investigación de Framingham, puesto que, indiscutiblemente, es el estudio poblacional con más años de seguimiento, que ha proporcionado mayor información sobre factores de riesgo y predicción de eventos coronarios.9
Desde el punto de vista sociodemográfico, respecto a la prevalencia del sexo masculino, otros estudios muestran datos que no guardan relación con el presente.14,15 En este sentido, Rivera Ledesma et al.,16 indican en su estudio como el porcentaje de personas del sexo masculino con riesgo moderado-alto fue significativamente superior al del grupo de las mujeres, evidenciando como la probabilidad promedio de desarrollar un episodio cardiovascular fue significativamente mayor en hombres que en mujeres.
En relación con el factor edad, se reconoce que ella por sí misma, incrementa el riesgo absoluto de padecer una enfermedad cardiovascular como resultado de acumulación progresiva de aterosclerosis coronaria. Se concuerda en cuanto al predominio de los adultos mayores dentro de la población de pacientes hipertensos, dato bien descrito en la literatura, comentándose además la alta incidencia de acontecimientos coronarios en las personas en edades geriátricas.16 Gonzáles de la Fé et al.,12 en tal sentido muestra una media superior (56,6 ± 13,9 años) a la plasmada en la presente investigación.
En Cuba, según datos de la III Encuesta nacional de factores de riesgo y actividades preventivas de enfermedades no trasmisibles realizada en 2010-2011,17 existe una prevalencia mayor en las personas de piel negra, resultado similar a los obtenidos en la presente investigación.
Los factores de riesgo más representativos fueron la dieta inadecuada, la diabetes mellitus y el sedentarismo, lo cual concuerda con otros estudios, donde predominaron el estrés, el sedentarismo y la dieta inadecuada.9 De igual manera, un estudio realizado en Holguín por Cobiellas y Anazco,18 demostró que la magnitud del riesgo estimado es más elevada en fumadores y obesos.
En relación a la posibilidad de padecer una enfermedad de corazón, la misma es proporcional al número de cigarrillos fumados al día y al número de años en los que se mantiene este hábito. Así, un bajo RCV se asocia con aquellos individuos que no fuman.16 Si bien, Anh Hien et al.,19 en su estudio no lograron precisar la asociación entre el RCV y el sobrepeso/obesidad, y el sedentarismo, internacionalmente se recoge en diversos estudios la fuerte influencia de estos factores de riesgo en la progresión de la HTA, y en la aparición de eventos cardiovasculares mayores.
Dentro de las comorbilidades, la diabetes mellitus fue la principal. Acosta et al.,20 apreciaron como la mayoría de las personas con esta entidad nosológica tienden a presentar un riesgo moderado-alto, de forma que la enfermedad incrementa la posibilidad de presentar un RCV moderado-alto unas 33,23 veces (OR=33,23; IC 95 %: 4,11-268,32).
Paromio Rodríguez el al.,11 consideran que la tabla más adecuada para el cálculo del RCV es la que se acerque más a la realidad del individuo, sin olvidar que aunque es una herramienta valiosa para la toma de decisiones en prevención cardiovascular, debe realizarse una valoración clínica integral del paciente. La estratificación del riesgo cardiovascular mediante escalas es un pilar fundamental para tomar decisiones terapéuticas en la Atención Primaria de Salud.
Lo presentado sienta las bases para el desarrollo de futuros estudios, toda vez que ha sido indicado como la utilidad de la determinación sistemática del RCV además de permitir estratificar a la población según nivel de RCV, posibilita determinar la magnitud y distribución de los principales factores de riesgo de enfermedad vascular, garantizando establecer las bases para el desarrollo de acciones de prevención y posteriormente evaluar el impacto de las mismas.21
En conclusión, los resultados obtenidos permiten detallar como los pacientes tuvieron una tendencia a mostrar un moderado o alto riesgo de presentar eventos cardiovasculares. A su vez, fueron identificadas las características sociodemográficas y clínicas existentes, y la existencia de asociación entre estas y el RCV. Todo ello permitirá llevar a cabo un análisis más adecuado para su manejo, lográndose una reducción en las tasas de morbilidad y mortalidad asociadas a la HTA, y mejorar por ende la calidad de vida del paciente, toda vez, que al identificarse los factores de riesgo modificables, se puede evitar que el pronóstico se cumpla.