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Fitosanidad
versión On-line ISSN 1818-1686
Fitosanidad v.14 n.3 Ciudad de la Habana jul.-sep. 2010
Control biológico
Diagnóstico de la utilización de entomófagos y entomopatógenos para el control biológico de insectos por los agricultores en cuba
Diagnosis of Entomophagous and Entomopathogens Utilization for Biological Control of Insects Pests by Cuban Farmers
Luis L. Vázquez Moreno,¹ Susana Caballero Figueroa,² Aidanet Carr Pérez,¹ Jacinto Gil Michelena,³ Jorge L. Armas García,4 Ana Rodríguez Fernández,5 Miriam Becerra Barrios,² Luis A. Rodríguez Ramírez,6 Regla Granda Sánchez,7 Teresa Corona Santos,8 Mayra Fumero Mollineda,9 Margarita Peña Rodríguez,10 Inés Essen Campbell,11 Lisveth Leyva Cardona,11 Elizabeth Concepción Peña,12 Taimy Ramos Torres13 y Odalys Corbea Suárez13
¹Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal. Calle 110 no. 514 e/ 5ta B y 5ta F, Playa, Ciudad de La Habana, C.P. 11600, lvazquez@inisav.cu
²Laboratorio Provincial de Sanidad Vegetal. Villa Clara
³Dirección Provincial de Sanidad Vegetal. La Habana
4Laboratorio Provincial de Sanidad Vegetal. Sancti Spíritus
5Laboratorio provincial de Sanidad Vegetal. Cienfuegos
6Laboratorio provincial de Sanidad Vegetal. Granma
7Laboratorio Provincial de Sanidad Vegetal. Ciego de Ávila
8Laboratorio Provincial de Sanidad Vegetal. Santiago de Cuba
9Laboratorio Provincial de Sanidad Vegetal. Camagüey
10Laboratorio Provincial de Sanidad Vegetal. Las Tunas
11Laboratorio Provincial de Sanidad Vegetal. Guantánano
12Laboratorio Provincial de Sanidad Vegetal. Holguín
13Laboratorio Provincial de Sanidad Vegetal. Matanzas
RESUMEN
El control biológico de plagas de insectos es tradicional en Cuba y se ha impulsado desde 1988, con la creación de los centros reproductores de entomófagos y entomopatógenos (CREE) y las plantas de bioplaguicidas, sustentados en un sistema de capacitación e innovación que coordina y ejecuta el Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal (Inisav), la red de laboratorios provinciales de sanidad vegetal (Laprosav) y de estaciones territoriales de protección de plantas (ETPP). Con el objetivo de actualizar las plagas y cultivos en que se emplean los controladores biológicos en los sistemas agrícolas del país, se realizó el presente trabajo mediante ejercicios en talleres nacionales efectuados en septiembre del 2003 y abril del 2004, con la participación de 56 y 78 especialistas, respectivamente, quienes realizan capacitación, asesoría técnica e innovación en control biológico y manejo de plagas en las diferentes provincias del país. Se determinó que los agricultores en Cuba han adoptado 17 especies de parasitoides para el control de 73 plagas-cultivos, seis especies de predadores para 14 plagas-cultivos, cuatro cepas de la bacteria Bacillus thuringiensis para 25 plagas-cultivos, cinco especies de hongos entomopatógenos para 52 plagas-cultivos y el nematodo entomopatógeno H. bacteriophora para 11 plagas-cultivos, para un total de 30 controladores biológicos. Del total de plagas- cultivos en que se utilizan estos controladores biológicos (175), el 90,3% ha sido resultado de procesos de innovación realizados con posterioridad a los primeros años de iniciado el programa de control biológico (1988-1995).
Palabras claves: control biológico, manejo de plagas, adopción de tecnologías
ABSTRACT
Biological control of insect pests is traditional in Cuba and it has been impelled from 1988, with the creation of Entomophagous and Entomopathogens Reproductive Centers and the Biopesticides Plants, sustained in a qualification and innovation system that is coordinated and executed by Plant Health Research Institute and the net of Plant Health Provincial Laboratories and Plan Protection Territorial Stations. With the objective of upgrading the pests and cultivations where biological controllers are used in the agricultural systems of the country, the present work was carried out by means of exercises in national workshops realized in September 2003 and April 2004, with the participation of 56 and 78 specialists, respectively, who realize qualification, technical consultantship and innovation in biological control and pest management in the different provinces of the country. It was determined that Cuban farmers have adopted 217 parasitoids species for the control of 73 pest-cultivations, six predators species for 14 pest-cultivations, four strains of the bacteria Bacillus thuringiensis for 25 pest-cultivations, five species of entomopathogen fungus for 52 pest-cultivations and the entomopathogen nematode H. bacteriophora for 11 pest-cultivations, for a total of 30 biological controllers. Of the total of pest-cultivations where these biological controllers are used (175), 90.3% has been from processes of innovation carried out later on to the beginning of the biological control program (1988-1995).
Key words: biological control, pest management, technologies adoption
INTRODUCCIÓN
El uso masivo y continuado del control biológico desde la década de los ochenta del pasado siglo constituye uno de los principales componentes del manejo de plagas de insectos en Cuba, ya que se reproducen diferentes especies de artrópodos entomófagos y microorganismos entomopatógenos en una red de más de doscientos laboratorios llamados centros de reproducción de entomófagos y entomopatógenos (CREE) y cuatro plantas de bioplaguicidas, los que están ubicados en los principales sistemas agrícolas del país, donde se logran producciones que se comercializan directamente a los agricultores, integradas a los programas de manejo de plagas a partir de un sistema de monitoreo (señalización), todo lo cual es asesorado y facilitado por 73 estaciones territoriales de protección de plantas (ETPP), lo que ha permitido que alrededor de un millón de hectáreas sean atendidas anualmente con estos productos en la agricultura convencional, los sistemas campesinos, así como en las producciones a pequeña escala de la agricultura urbana [Pérez y Vázquez, 2001; Rosset y Altieri, 1994; Vázquez, 2004; 2006].
Esta masividad en la producción y utilización de controladores biológicos es el resultado de un programa de investigación e innovación, conducido principalmente por el Inisav, que se desarrolla desde la década de los setenta del pasado siglo, y se ha consolidado en la práctica a través de la red de laboratorios y estaciones del servicio de sanidad vegetal, los que de conjunto con los centros de producción contribuyen a su utilización en la producción agropecuaria del país, para ser enriquecido con la experiencia de investigadores, especialistas, técnicos y agricultores [Caballero et al., 2003; Fernández-Larrea, 2007a, 2007b; Fuentes et al., 1998; Massó, 2007; Murguido y Elizondo, 2007; Nicholls et al., 2002; Pérez y Vázquez, 2001; Rosset, 1999; Rosset y Altieri, 1994; Rovesti, 1998; Vázquez, 2004, 2006, 2007; Vázquez y Castellanos, 1997].
Precisamente el objetivo del presente estudio fue hacer un diagnóstico para actualizar las plagas y cultivos en que se utilizan las producciones de controladores biológicos que se realizan en el país, debido a que el control biológico es un programa en constante desarrollo, aunque una primera versión complementada con características bioecológicas de estos organismos e informaciones sobre dosis y criterio de utilización fue publicada en un disco que se distribuyó a los técnicos de todo el país como obra de consulta [Caballero et al., 2003].
MATERIALES Y MÉTODOS
El estudio se efectuó mediante ejercicios participativos en talleres nacionales realizados en septiembre del 2003 y abril del 2004, con la asistencia de 56 y 78 especialistas, respectivamente, quienes realizan capacitación, asesoría técnica e innovación en control biológico y manejo de plagas en las diferentes provincias del país.
Los ejercicios se realizaron en equipos, los que trabajaban con los documentos elaborados en ejercicios anteriores. Al concluir, cada equipo exponía sus resultados, se propiciaba un debate para aclaraciones, discrepancias u otras consideraciones, lo que permitían finalmente aprobar por consenso la propuesta de cada uno de los equipos. Las dudas o discrepancias se negociaban posteriormente por representantes de los equipos.
Ejercicio 1 (Curso-taller nacional de septiembre del 2006): Elaborar una lista de controladores biológicos que se utilizan por los agricultores en los diferentes cultivos y que se producen en la red de los CREE y de plantas de bioplaguicidas que existen en las diferentes provincias del país. Se nombraron coordinadores para integrar los resultados de los diferentes equipos en dos listas: entomófagos y entomopatógenos.
Ejercicio 2 (Comprobación en las provincias): Revisar las informaciones emitidas por la red de ETPP y consultar con especialistas de experiencia en control biológico en esas provincias. Las preguntas por responder en este segundo ejercicio eran las siguientes: ¿qué controladores biológicos no aparecen en las listas y se utilizan en la provincia?, ¿qué plagas y cultivos no aparecen y son utilizados en la provincia de las especies listadas?
Ejercicio 3 (Curso-taller nacional de abril del 2004): Se realizó en dos partes: 1) integrar los resultados que cada provincia había obtenido en el ejercicio anterior (entomófagos y entomopatógenos); 2) realizar una validación de ambas listas y llegar a consenso respecto a los controladores biológicos, cultivos y plagas en que se utilizaban en el país, así como especificar los que se recomendaron durante los primeros años del programa de control biológico (1988-1995) para saber la magnitud del incremento con posterioridad al inicio de tal programa.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Como resultado del diagnóstico realizado se determinó que en el país se utilizan o han utilizado 30 especies de controladores biológicos para liberaciones o aplicaciones aumentativas contra 175 combinaciones de plagas-cultivos, representados mayoritariamente por los parasitoides de inmaduros respecto al número de especies utilizadas (46,66%) y los hongos entomopatógenos con relación al total de plagas-cultivos a controlar (29,7%), donde el controlador biológico de mayor diversidad de uso es Bacillus thuringiensis contra 25 plagas-cultivos (Fig. 1).
Entomófagos parasitoides. Las especies del género Trichogramma constituyen los parasitoides de huevos de lepidópteros que más se utilizan en todo el país en diversos cultivos; desde luego, aunque las investigaciones iniciales permitieron recomendar a este entomófago para la lucha contra Diatraea saccharalis en caña de azúcar, Mocis latipes en pastos, Erinnyis ello en yuca y Heliothis virescens en tabaco principalmente, como resultado de estudios posteriores y de los procesos de innovación realizados en las diferentes provincias, se ha ampliado su utilización a 16 plagas de insectos en 14 cultivos, y se ha convertido en el entomófago de mayor diversidad de utilización en el país (Tabla 1). Eventualmente en algunas provincias del centro del país también se han realizado crías masivas de Telenomus sp. y Chelonus insularis para el control de poblaciones de especies del genero Spodoptera en siete cultivos.
Las investigaciones para la reproducción masiva y el uso de parasitoides de huevos del género Trichogramma en Cuba se iniciaron en la década de los sesenta del pasado siglo [Torre, 1993], las que continuaron con otros investigadores quienes estudiaron nuevos métodos de reproducción, lo que ha permitido disponer en la actualidad de una tecnología de reproducción de la avispa Trichogramma y de sus hospedantes Corcyra cephalonica y Sitotroga cerealella [Fuentes, 1994], entre otros estudios para su utilización en diferentes cultivos [Amador, 1998; Caballero et al., 2000; Pérez et al., 1990].
Respecto a los parasitoides de inmaduros de insectos plagas, aunque la lista de especies es amplia (14 especies), solamente la mosca Lixophaga diatraeae se reproduce y libera masivamente en los CREE que tributan al cultivo de la caña de azúcar, que es el más extensivo del país, por lo que este entomófago es el de mayor importancia y tradición en la agricultura cubana, y se emplea en el control del bórer de la caña de azúcar (Diatraea saccharalis), que es la principal plaga de este cultivo (Tabla 2).
También en los últimos años se han incrementado las producciones y demandas del parasitoide de pupas Tetrastichus howardi, inicialmente para la lucha contra el bórer de la caña de azúcar [Álvarez, 2004]; pero como resultado de procesos de innovación realizados en diferentes territorios del país se ha ampliado su utilización, con alta efectividad contra lepidópteros plagas en hortalizas y otros cultivos.
El resto de los parasitoides se producen de manera ocasional, sobre todo en las provincias centrales del país [Armas et al., 1997; Caballero, 1999; Gómez et al., 1999; Peña et al., 2007], donde han desarrollado tecnologías de cría y utilización de gran parte de estos entomófagos como procesos de innovación local para la búsqueda de soluciones a problemas de plagas.
Es importante resaltar que el inicio del uso del control biológico aumentativo en Cuba fue precisamente el resultado de las investigaciones de Luis C. Scaramuza, quien mediante estudios sobre biología y ecología de la mosca Lixophaga diatraeae e investigaciones sobre su cría masiva contribuyó a la creación de una red de laboratorios en los antiguos centrales azucareros del país [Fernández, 2002], lo que se considera un control biológico efectivo [Rego et al., 1986; 1990] y uno de los casos más exitosos y duraderos a nivel regional [Vázquez y Castellanos, 1997], y que sentó las bases del control biológico en Cuba.
Entomófagos predadores. Las investigaciones sobre producción y utilización de entomófagos predadores han sido más limitadas, en comparación con los parasitoides, y su reproducción masiva ha estado dirigida a lograr pequeñas producciones por intereses locales (Tabla 3).
Entre los predadores más estudiados con el propósito de realizar crías masivas y liberaciones inoculativas están las crisopas para la lucha contra pulgones (Aphididae) y moscas blancas (Aleyrodidae) en diferentes cultivos [Rijo y Acosta, 1997], y más recientemente se estudian las cotorritas (Coccinellidae) para desarrollar diferentes tecnologías de cría y recomendaciones para su utilización en liberaciones inoculativas contra diversas especies de hemípteros, principalmente pulgones (Aphididae) y cochinillas harinosas (Pseudococcidae) [Alemán et al., 2004; Caballero y Sánchez, 2007; Massó et al., 2007; Milán et al., 2006].
Bacteria entomopatógena. La única bacteria que se multiplica masivamente y se aplica como control biológico de plagas agrícolas en Cuba es Bacillus thuringiensis, que inicialmente estaba recomendada para su utilización contra Spodoptera frugiperda en maíz, Erinnyis ello en yuca, Heliothis virescens en tabaco y Mocis latipes en pastos, y como resultado de nuevas investigaciones y de procesos de innovación local se ha ampliado a 21 plagas de insectos de 18 cultivos de importancia (Tabla 4).
Este entomopatógeno es el más estudiado, y se puede decir que es el de mayor importancia entre los bioplaguicidas utilizados en Cuba, principalmente por su efectividad y por actuar sobre mayor diversidad de insectos plagas y lograrse las mayores producciones para la agricultura del país, todo lo cual se ha sustentado en diversas investigaciones sobre tecnologías de producción y para la utilización en la lucha contra plagas en diversos cultivos [Calderón y Rodríguez, 1980; Duarte et al., 1988; 1992; Fernandez-Larrea, 1999; 2007a; Jiménez, 1974; Jiménez y Gil, 1972; Jiménez y Vázquez, 1990; Jiménez et al., 1994; Massó et al., 2002; Pérez et al., 1991; Menéndez et al., 1986].
Hongos entomopatógenos. Hasta el presente se multiplican masivamente para su aplicación en el campo cinco especies de hongos entomopatógenos, de las cuales B. bassiana y M. anisopliae se emplean contra 20 y 11 plagas de insectos, respectivamente, seguidas de L. lecanii contra cinco plagas (Tabla 5).
El bioplaguicida a base de B. bassiana se ha desarrollado principalmente para el control de poblaciones de coleópteros, básicamente Cosmopolites sordidus en plátanos, Cylas fomicarius en boniato, Pachanaeus litus en cítricos y Lissorhoptrus oryzophilus en arroz, y le sigue M. anisopliae, también recomendado principalmente para L. oryzophilus en arroz [Ayala y Monzón, 1977; Calderón y Ponce, 1997; Calderón et al., 1991; Castiñeiras et al., 1991, 1992, 1984a, 1984b; Duarte et al., 1988, 1992; García y del Pozo, 1999; Jiménez y Calderón, 1990; Jiménez y Fernández, 1980; Luján et al., 1992; Meneses et al., 1980, 1981; Pérez et al., 1990]; sin embargo, la utilización de estos hongos se ha incrementado como resultado de ensayos posteriores realizados por demandas de la producción agropecuaria.
En el caso de L. lecanii, las principales investigaciones han estado encaminadas a su utilización en la lucha contra la mosca blanca (B. tabaci), plaga de gran importancia económica en cultivos como el tomate, los frijoles, el pepino y otras plagas [Elizondo et al., 2002; Murguido et al., 2001; Vázquez, 2002].
Se ha hallado que muchos de estos hongos entomopatógenos causan epizootias en poblaciones de insectos, las que se han considerado como naturales, es decir, han sucedido en áreas donde nunca antes se habían aplicado estos microorganismos [Vázquez y Elósegui, 2010], lo que demuestra que su multiplicación masiva y aplicación inundativa como control biológico puede ejercer un nivel de control inmediato y favorecer el desarrollo de epizootias.
Nematodos entomopatógenos. Estos son, quizás, unos de los controladores biológicos más recientemente generalizados en la práctica, cuya utilización en los primeros años fue para el tratamiento de plántulas en viveros de cítricos, en el control de poblaciones de larvas del picudo verde azul (Pachnaeus litus) [Arteaga et al., 1984], y su utilización se amplió posteriormente a diversos cultivos (Tabla 6), entre ellos de la agricultura urbana [Vázquez y Fernández, 2007] como resultado de las producciones que se realizan en la red de CREE que atienden el cultivo de la caña de azúcar [Lobaina et al., 1999].
Como resultado de los debates ocurridos en los ejercicios realizados se concluyó que, durante los primeros años del desarrollo masivo del control biológico en la agricultura cubana (1988-1995), hubo que realizar un intenso proceso de gestión e innovación nacional, con el propósito de adaptar locales e instalar equipos y demás medios para garantizar las producciones en laboratorios que fueron nombrados CREE, así como realizar ensayos de validación y demostración en fincas de agricultores, todo lo cual fue realizado por diversos especialistas e investigadores del servicio de sanidad vegetal, bajo el liderazgo de Tinelfe Pérez, quien entonces era responsable de la generalización del control biológico y es considerado uno de los especialistas que más ha contribuido a su desarrollo en Cuba.
Por supuesto que el Inisav, de conjunto con la red de laboratorios y estaciones de sanidad vegetal en sus diferentes niveles, ha consolidado un sistema de capacitación y supervisión, control de la calidad, suministro de cepas y ecotipos, así como de investigación e innovación que garantiza la integración del control biológico al manejo integrado de plagas [Murguido y Elizondo, 2007; Vázquez, 2004] y al manejo agroecológico de plagas [Vázquez, 2007, 2008b], favorecido por el enfoque de agricultura sostenible y de conservación del medioambiente que se promueve en el país.
Aunque la mayoría de las tecnologías de producción masiva de todos estos controladores biológicos fueron generadas en procesos de investigación realizados en el Inisav en los años previos e iniciales del programa de control biológico, durante los cuales también se efectuaron los bioensayos de laboratorio y campo para su utilización en los diferentes cultivos (marcados con asterisco en las Tablas 1-6), el 90,3% de esos usos (plaga-cultivo) ha sido el resultado de procesos de innovación posterior, realizados por equipos de investigadores del Inisav y especialistas del servicio de sanidad vegetal, con la participación de técnicos y agricultores de empresas y cooperativas (Fig. 2), lo que ha contribuido a diversificar el uso de estos controladores biológicos y al perfeccionamiento de las tecnologías de liberación (entomófagos) y aplicación (entomopatógenos), muchas de las cuales se han adaptado a condiciones edafoclimáticas particulares.
Investigaciones más recientes en el país han demostrado la utilidad de los sistemas de capacitación e innovación combinadas para lograr la adopción de las prácticas agroecológicas por los agricultores [Vázquez, 2007, 2008a, 2008b, 2009; Fernández y Vázquez, 2009; Vázquez et al., 2005a], como lo demuestra el hecho de que en la actualidad los diversos enfoques tecnológicos de la producción agropecuaria han logrado integrar el control biológico, como es el caso de la agricultura convencional [Murguido y Elizondo, 2007; Vázquez, 2004, 2006], la agricultura campesina [Vázquez, 2007] y la agricultura urbana [Vázquez et al., 2005b].
CONCLUSIONES
El uso de controladores biológicos de forma aumentativa en Cuba se ha incrementado en el 90,3% de plagas-cultivos, al compararlos con las recomendaciones emitidas durante los primeros años del programa de control biológico en 1988-1995.
El proceso de capacitación e innovación realizado por la red del servicio de sanidad vegetal, de conjunto con el Inisav y los agricultores, ha tenido una gran contribución a la diversificación del control biológico en el país.
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