INTRODUCCIÓN
El incremento sostenido de la población de personas mayores de 60 años en la actualidad constituye un reto para las diferentes sociedades al obligar a los gobiernos a analizar su comportamiento, el impacto que genera en los sociológico, político, económico y hacia el interior de las familias, implicando a todos los sectores sociales en el cambio de mentalidad y en la formulación de políticas públicas que permitan un envejecimiento saludable y digno.
El fenómeno del envejecimiento de la población se produce de forma paulatina y en él intervienen la fecundidad, la mortalidad y las migraciones, variables que en acción combinada en el tiempo determinan el crecimiento y la estructura por edades de la población, de suma importancia para la planificación económica y social de cualquier país.1
Al encontrarse la fecundidad por debajo del nivel de reemplazo, menos de una hija por mujer desde hace treinta años, la población de 0-14 años ha ido disminuyendo con respecto al total, y al mismo tiempo, al disminuir también los niveles de mortalidad ha ido aumentando la proporción de personas de 60 años y más en los últimos años, desde el punto de vista cuantitativo ha tenido una significación importante en el proceso de envejecimiento.
Cuba, ha transitado desde un 11,3 por ciento de personas de 60 años y más en 1985 hasta un 17,0 por ciento en el 2008, lo que indica su ubicación en el Grupo III de Envejecimiento (>15 %). En el término de 23 años el envejecimiento se ha incrementado en 5,7 puntos porcentuales.1-4
De acuerdo a estimaciones de la División de Población de las Naciones Unidas, Barbados y Cuba, serán los países más envejecidos de América Latina y el Caribe en la perspectiva inmediata.5
Al cierre del 2015, población cubana estaba compuesta por 11 238 661 habitantes, distribuidos en 15 provincias y 168 municipios, la relación de masculinidad es de 993 hombres por 1 000 mujeres, en números absolutos, 36 853 mujeres más que hombres, para una discreta, pero ininterrumpida tendencia a la feminización poblacional, desde el 2012. El porcentaje de urbanización es de un 76.8 % y el 19.4 % de las personas tenían 60 años y más de edad siendo la esperanza de vida en mujeres de 80,04 años, estando por encima a la de los hombres, 76 años.6
El 2017 culminó en Cuba con 2 millones 251 mil 930 personas con 60 años y más, para un 20.1 % de la población en ese grupo etáreo.
Se vaticina para el año 2020, que la cifra sea de 2 millones 388 mil 788 (60 años y más) para un 21.5%, y para el año 2030 será de 3 millones 304 mil 685 (60 años y más) para un 30.3%.7
En América Latina, según estudios realizados por el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade), en el período 1970 y 2010 señala que los cambios demográficos afectarán intensamente a la mayoría de los países en las próximas décadas, pero de modos muy diferentes. Las poblaciones ahora envejecen más rápido que en el pasado, las tasas de fecundidad bajan y la esperanza de vida aumenta.
Las estadísticas publicadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en su respectivo anuario plantean una baja sostenida del número de hijos por mujer, en promedio ha disminuido de siete hijos por mujer, que era en el quinquenio de 1950 a 1955, a dos o uno desde el año 2010.8
América Latina y el Caribe pasan sucesivamente, y en periodos cada vez más cortos, de sociedades juveniles a sociedades envejecidas, en la región, la población de 60 años en 15 años más, serán superiores a 119 millones y representará el 16,7 % de la población total de la región. En la historia de la humanidad nunca las personas han vivido tantos años como en la actualidad.9
En los próximos cincuenta años Cuba será el país del Tercer Mundo más envejecido, y es hoy el tercero de América Latina, lo que está relacionado con el aumento de la expectativa de vida, el descenso de la fecundidad por debajo del nivel de reemplazo, el saldo migratorio negativo y la disminución de la mortalidad infantil, todo lo cual no solo ha afectado el tamaño y ritmo de crecimiento de la población, sino también su estructura por grupos de edades.10
En el envejecimiento de la población en el caso particular de Cuba, además de los factores antes mencionados, han influido de forma significativa los logros alcanzados por las mujeres en su integración a la vida social, política y económica del país, la posibilidad y acceso a estudios de nivel técnico y superior con mayor desarrollo intelectual replanteándose el número de hijos a tener, además de que las condiciones económicas y sus consecuencias también han sido determinantes en la planificación familiar en las parejas.
También hace énfasis en la atención dada por el estado cubano a favor de la atención y protección de las personas mayores de 60 años, mencionando la aprobación en 1982 del Plan de Atención Nacional al Anciano, en 1984 con el Plan del Médico y Enfermera de la Familia se organiza su atención directa por el equipo básico de salud con el Plan de Atención Integral a la Familia y en 1996 surge el Programa Nacional de Atención Integral al Adulto Mayor con sus tres subprogramas: comunitario, institucional y hospitalario.11
Entre los nuevos retos que encara el envejecimiento, se encuentran: favorecer el empoderamiento del adulto mayor (AM) con una participación activa en las políticas públicas; fomentar su envejecimiento activo (EA), visualizar el desdibujamiento intergeneracional porque el adulto mayor está aportando trabajo de cuidado a su familia y a la sociedad; un mayor financiamiento en investigaciones gerontológicas con diversos enfoques pero con objetivos similares, apoyar a las familias con AM que carezcan de una pensión y garantizar los derechos para una vida plena y libre de violencia.
Por ello, las medidas deben encaminarse hacia una mayor participación social respeto de los derechos humanos y fomentar un sentido de ciudadanía, tal como lo promueve la Organización Mundial de la Salud.12,13
Andrea dos Santos Souza en su trabajo “El abordaje antropológico y el cuidado de la persona anciana hospitalizada”,14 plantea que es evidente que el envejecimiento de la población, además de ser un gran logro de la sociedad, se ha transformado en un gran desafío para la comunidad mundial, especialmente por el impacto que tiene en la carga financiera de los respectivos países.
Una mirada al proceso de envejecimiento-desde la antropología- posibilita identificar factores que permiten que esta etapa de la vida sea una experiencia más llevadera. La importancia de la condición de salud/enfermedad, la trascendencia de una condición económica estable, la relevancia del vivir y del morir acompañado, la diferente experiencia de la vejez según la condición de género y la creciente necesidad de que el envejecimiento sea considerado una responsabilidad social ante el escaso apoyo institucional, entre otros aspectos, coincide la autora con lo planteado por el referido investigador.14
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó un análisis documental histórico-lógico a partir de la revisión bibliográfica de la literatura nacional e internacional en diferentes bases de datos electrónicas como son SciELO, Pubmed, Cumed.
Se localizaron artículos de revistas electrónicas tanto cubanas como de otros países, al igual que información relacionada con el tema en otros sitios electrónicos. Se hizo una selección de la bibliografía más actualizada y algunas con determinada antigüedad pero necesarias para tratar el tema, se concluyó con un total de 30 referencias bibliográficas. Se realizó en análisis e integración de la documentación revisada.
DISCUSIÓN
En aras de mostrar que la vejez es una construcción histórica, social y cultural y que, por lo tanto, los problemas que afectan la vida de los ancianos hoy pueden resolverse a partir de la concientización social y el compromiso político, se ha creado toda una mitología que coloca al anciano en la cúspide de la estratificación social de las sociedades antiguas y tradicionales, sustentada en un arsenal de fuentes históricas, religiosas, artísticas, literarias y científicas, que han contribuido a crear una imagen idílica del anciano en otros momentos históricos.
La historia de la vejez tiene un horizonte histórico y cultural propio, por supuesto, el análisis histórico de la vejez ha mostrado la presencia de ciertas representaciones hegemónicas y dominantes en diferentes periodos históricos. La vejez presenta sus formas problemáticas tanto en las sociedades occidentales modernas e industrializadas, como en casi todas las sociedades conocidas. Demuestra que no es la vejez en sí misma, sino la marca del paso del tiempo en objetos y personas en un contexto crítico, lo que genera concepciones y significados que derivan en una posición particular sobre la misma. El envejecimiento se asocia inevitablemente con la muerte-pérdida.
Tanto en las sociedades tradicionales como en las modernas, los ancianos mantienen cierto estatus cuando las condiciones de vida, son buenas, pero este se degrada en momentos de alta tensión y circunstancias adversas. Las condiciones de vida de los ancianos son un reflejo de los avatares de las de la vida cotidiana, y una respuesta a las aspiraciones de reproducción social en el orden material y simbólico.15
La antropología posibilita una mirada crítica sobre la forma en que los ancianos son vistos por la sociedad, de qué manera están incluidos en las Políticas Públicas y cómo son tratados en los servicios de salud, visualizando la edad como un lazo de significación simbólica que marca la existencia de la persona.
El conocimiento antropológico considera la edad como un aspecto que no determina por sí sola el envejecimiento. Permite la comprensión de la edad como uno de los elementos presentes en el proceso de desarrollo, sirviendo como una referencia del paso del tiempo.
Antropologizar la vejez
Cuando se habla o se observa el envejecimiento como proceso resulta inevitable ligarlo con el ciclo vital en su conjunto. La vejez es un estado, pero no deja de ser también un proceso que se extiende cada vez más.
El progresivo aumento del porcentaje de personas mayores en la sociedad actual, lleva a que este grupo vaya adquiriendo mayor importancia tanto social como demográfica, a la vez que se potencia como un recurso humano que aporta al resto de la sociedad.
El envejecimiento como construcción social presenta muchos retrocesos, y también da algunos saltos cualitativos de cambio cultural, como por ejemplo, los ligados a la revolución demográfica del presente siglo. A nivel individual, este proceso es dinámico y discontinuo, que para ser entendido no sólo se debe observar y conocer desde un estado de vejez, desde una situación estática de sólo estar viejo o vieja, sino también como una construcción social y biográfica.
A medida que los individuos y las poblaciones envejecen, las sociedades también se ven afectadas por las características y ritmos del envejecimiento. Es así, como el curso de la vida en estas sociedades se divide de forma variada e influida por los cambios, por ejemplo el aumento de la esperanza de vida. Esta nueva visión del ciclo vital, producto de la longevidad, lleva a replantearse una serie de actividades y prácticas socioculturales a lo largo de la vida, tales como la educación.
No sólo en términos de incluir en los currículos de las ciencias sociales asignaturas de gerontología social, sino en términos de una Universidad para las Personas Mayores.16
A partir de la experiencia de los autores y su vinculación con el tema, se puede señalar que en Cuba de forma coordinada (intersectorial) funciona la Universidad del Adulto Mayor con la participación de sectores como la educación superior, salud, central de trabajadores de Cuba, entre otros, considerándose un movimiento masivo de ancianos que reciben cursos de posgrado de forma modular en los cuales se tratan temas tan variados como los cambios fisiológicos del cuerpo humano al envejecer, la familia como ente central de la sociedad, el ejercicio físico, la cultura general, el envejecimiento activo, entre muchos más; funcionando el país.
Según Osorio O,16 en la cultura occidental moderna la vejez es socialmente un tema tabú. Decirle a alguien que es viejo o vieja es casi de mala educación se intenta ser amable con expresiones tales como ‘estás igual’, ‘te ves muy joven’, ‘te mantienes muy bien’ con tal de expresar que la vejez no es una realidad visible en esa persona. Para qué hablar de la jubilación. Plantearle a una trabajadora o un trabajador mayor el tema es como decirle ‘estás muy viejo o vieja’. Tanto la vejez como la jubilación (tema culturalmente asociado a la primera) son realidades indeseadas, de las cuales no se habla con fluidez. En ocasiones resulta culturalmente ofensivo plantear o preguntar por la jubilación; las personas se saben viejas, raramente se reconocen como tal.
Los valores ideales de vida están dados, socialmente, por lo que ser joven significa: cánones de belleza, vitalidad, salud, sexualidad y agilidad. Para el caso de las mujeres, la menopausia a los 55 años, aproximadamente- es el acontecimiento que marca simbólicamente el comienzo de la adultez mayor o vejez.
La ley establece que a los 60 o 65 años, de acuerdo a los diferentes países, una persona es considerada adulto mayor pero la mujer que envejece marca el comienzo de esta etapa del ciclo vital diez años antes, y lo hace desde su cuerpo, cuando vive la pérdida de su capacidad reproductiva. Esto significa que no sólo se ha jubilado en la esfera de lo público, sino que en la esfera de lo privado y lo doméstico, también ha perdido su rol: el reproductivo. De tal forma que la mujer que envejece concibe estos cambios en su cuerpo como un proceso biosocial.
Cuando se habla de longevidad, es necesario referirse al tema de género porque las mujeres viven más que los hombres. Las estadísticas plantean que nacen más hombres en el mundo, pero no logran sobrevivir a las mujeres. Por lo tanto, la longevidad es una realidad experimentada principalmente (para no decir exclusivamente) por mujeres y otro aspectos es la feminización social de la vejez.
Ante la actual concepción de la vejez, marcada con connotaciones negativas, la alternativa es sentar las bases para una nueva construcción de la misma: en primer lugar, para ver la vejez como una etapa más del proceso vital, es necesario mirarla como una etapa más del aprendizaje que se inicia al nacer y, ser conscientes de que los ancianos tienen muchas posibilidades. Esta nueva concepción acerca de la vejez debe calar en cada individuo y en la sociedad.
Es necesario redefinir el concepto de vejez: es conveniente ver y hacer ver que existe un envejecimiento saludable, cuyo origen reside en factores genéticos y en factores medioambientales. No hay un patrón único de vejez, cada individuo debe construir su propia vejez, en la medida que la propia biografía y las circunstancias lo permitan.17
Antropologizar la vejez y el envejecimiento se trata de comprender cómo se ven, viven, piensan y actúan los sectores envejecidos en el mundo, poniendo en el mismo nivel tanto las satisfacciones culturales y sociales, como las económicas y de salud.
El concepto de antropologizar significa criticar y cuestionar lo impuesto como algo normalizado, visibilizando las distintas formas de entenderlos, las cuales, desde su subalternidad, reclaman respeto y autonomía. Lograr dotar a la sociedad de nuevos significados y herramientas para desmitificar los estereotipos, así como nuevas formas de accionar y plantear diferentes hipótesis de trabajo dentro de realidades múltiples y cambiantes.
De esta manera, el envejecimiento y la vejez no son realidades cronológicas, ni tampoco adaptaciones a una nueva etapa de la vida, sino básicamente realidades ligadas a experiencias en el paso del tiempo, realidades sociales dinámicas que están influenciadas fuertemente por cambios sociales.
Desde la academia, así como desde los espacios institucionales, hay que incrementar los esfuerzos por cambiar esa percepción de que el anciano o la anciana son personas que siempre están necesitando algo, que siempre están dependiendo, a los que siempre hay que apoyar y atender, a quienes se les tiene que decir lo que deben hacer, a quienes se les tiene que enseñar, dar, guiar.
Es vital reconocer la autonomía de estos sectores de la población, así como la oportunidad -como países tercermundistas- de convivir con los abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.18
La soledad en las personas mayores
El desarrollo del concepto de "soledad" ha puesto también en diálogo una construcción del riesgo a partir de la experiencia y representaciones mismas de los sujetos, orientándose a la idea de vulnerabilidad centrada en las interacciones de los actores y contextos involucrados en el fenómeno, por sobre una idea de riesgo delimitable desde una mirada epidemiológica. Dicha construcción de vulnerabilidad se genera de forma coherente con la biografía y las creencias, y da cuenta de mejor forma de una construcción cultural de riesgo. Luego, el concepto de "soledad" es replanteado desde su neutralidad y estaticidad original hacia un concepto dinámico y más permeable. A partir de esto, la conceptualización y medición del fenómeno no se centra en el ideal de una red social, sino en cómo el sujeto perciba su propia realidad social, sea cual sea la conformación objetiva de esta.
De este modo, entra en juego la conceptualización y medición de la soledad a partir del complemento entre la antropología y la epidemiología. Las miradas epidemiológica y antropológica no representan polos en un mismo espectro metodológico, sino que acuerdos destinados a producir con mayor eficiencia conocimientos relacionados con problemas, hacia una etnoepidemiología.
Dicha aproximación también aporta en la consideración de los contextos sociales y de representación sobre estos vínculos y experiencias sociales de las personas adultas mayores en sus realidades.
De este modo, la complementariedad entre epidemiología y antropología ofrecería el potencial de conceptualizar y medir la soledad en la vejez en forma más adecuada, y la posibilidad de una deconstrucción enmarcada del concepto en adecuación al tiempo, espacio y representaciones sociales.
La soledad en la vejez responde luego a una condición de estado emocional que se produce cuando una persona se siente distanciada, incomprendido o rechazado por otros, y/o carece de los recursos sociales adecuados para llevar a cabo las actividades que desee, particularmente las actividades que proporcionan un sentido de integración social y las oportunidades para la intimidad emocional con otras personas.
La soledad en la vejez es un concepto complejo que encuentra distintas racionalidades en su comprensión, las que suponen diferentes consideraciones para su medición y abordaje. Por una parte, es posible encontrar una noción medicalizada del fenómeno, describiéndolo como un síndrome o un factor de riesgo detectable y prevenible desde la epidemiología.
Dicha noción se relaciona con una homogenización de un riesgo individual atribuible a partir de la objetivación del fenómeno. De manera consecuente, la idea del abordaje se relaciona con la intervención para su reducción.
Por otra parte, desde una aproximación etnoepidemiológica o de epidemiología cultural, es posible analizar el fenómeno de la soledad a partir de una construcción de riesgo, considerando la heterogeneidad de experiencias y representaciones de envejecimiento y vejez en compañía, enfatizando en la idea de vulnerabilidad a partir de las interacciones que las personas tienen en un medio cultural, por sobre la identificación de un riesgo.
Asimismo la medición y acciones hacia el fenómeno pueden considerar con mayor dinamismo la relación que las personas que envejecen establecen entre sus propias expectativas y su evaluación de red social o de compañía, con el contexto cultural colectivo sobre lo que se represente como una vejez en compañía y la presencia social que la vejez tenga en su medio cultural en términos de oportunidades y expectativas para la vinculación social.19
Bajo dicha consideración, el abordaje de la soledad por medio de políticas públicas debiese abordar primariamente los escenarios culturales y de representaciones, promoviendo visiones positivas de envejecimientos diversos y buscando la protección social de la persona mayor de acuerdo con sus propias expectativas culturales, brindando los apoyos asistenciales necesarios de acuerdo con la cultura y biografía de las personas.
Según la nueva Constitución de la República de Cuba, reformada y aprobada el 24 de febrero de 2019, en sus artículos 70 y 84 al referirse a los derechos de los ciudadanos esta plantea en sus artículos 70 y 84 que: el Estado, mediante la asistencia social, protege a las personas sin recursos ni amparo, no aptas para trabajar, que carezcan de familiares en condiciones de prestarle ayuda; y a las familias que, debido a la insuficiencia de los ingresos que perciben, así lo requieran, de conformidad con la ley y los hijos, a su vez, están obligados a respetar, atender y proteger a sus madres, padres y otros parientes, conforme con lo establecido en la ley.
De esta manera garantizar la atención de las personas que viven solos teniendo o no familia que se ocupe de ellos.20
Discriminación en el adulto mayor
Las sociedades, entendidas como conjuntos de personas, pueblos o naciones que conviven bajo normas comunes, tienden a desarrollar una serie de actitudes hacia un determinado grupo o sector de la población. Entiéndase “actitud” como un sentimiento a favor o en contra de un objeto social, el cual puede ser una persona, un hecho social o cualquier producto de la actividad humana.
Los adultos mayores contribuyen a la sociedad en muchos sentidos, a menudo se los ve de manera estereotipada como una carga o como personas débiles, alejadas de la realidad o dependientes, y aún se asocia al adulto mayor a estereotipos como: pasividad, aburrimiento, fragilidad, frustración, depresión, soledad e inutilidad.21
En la actualidad, se ha extendido el término ageism como una alteración en los sentimientos, creencias o comportamiento en respuesta a la edad cronológica percibida de un individuo o un grupo de personas, que puede operar sin ser advertido, controlado o con intención de dañar de manera consciente.
Es importante, distinguir entre la discriminación intencional o directa, que excluye o restringe el ejercicio de un derecho, y la discriminación de facto o simbólica, encarnada en el lenguaje, en el universo de sentido y significados de los sistemas culturales, que puede ser intencional o no, pero con consecuencias igualmente restrictivas al goce y ejercicio de derechos.22
Los ancianos sienten que en variadas ocasiones son discriminados tanto a nivel social como en la propia familia, pues la vejez produce un regreso a la dependencia de la familia, disminuye su autonomía, la pérdida de roles, la jubilación, su independencia económica disminuye y en ocasiones se pierde totalmente limitándolos en sus actividades diarias y se añaden la comorbilidad de las diferentes enfermedades acompañados de discapacidades.
En la actualidad la violencia a las personas mayores va ascendiendo. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo ha relacionado con el aumento rápido del envejecimiento en la población. La ONU (2002) en la segunda asamblea mundial sobre el envejecimiento -Madrid- establece un diseño de políticas y plan de acción internacional para el siglo XXI (Plan de Acción de Madrid) asegurando los derechos, la participación, el bienestar y la satisfacción de necesidades para los adultos mayores. Entre las cuestiones que se desprenden de las prioridades se destaca la participación activa dando la oportunidad de seguir contribuyendo a la sociedad para el bienestar personal.
Es preciso la eliminación de factores discriminatorios contra los adultos mayores, maltrato, abandono y violencia se plantea eliminarlos en todas sus formas. En cuestiones de imagen del envejecimiento, se expone la esencialidad de mantener una imagen positiva y se plantea que “las mujeres de edad se ven particularmente afectadas por los estereotipos engañosos y negativos”.
En un seguimiento la ONU (2011), expresa que todavía hay un conocimiento reducido o nulo del Plan de Acción de Madrid, generando obstáculos para la aplicación e insta a los países miembros a desarrollar investigaciones sobre las situaciones de los adultos mayores para poder mejorarlas.23
En Cuba, se ha avanzado en las investigaciones que se realizan sobre la violencia en y hacia el adulto mayor, no obstante resulta conveniente profundizar en dichos estudios pues existen prejuicios que afectan la visión que deben los investigadores hacia esta etapa de la vida, quedándose los resultados en ocasiones a un nivel muy superficial no reflejando la realidad objetiva de la problemática.
Género y edad
La principal diferencia entre el envejecer de hombres y el de mujeres se debe en lo fundamental a la construcción a través del mundo simbólico del género, como un proceso dinámico que atraviesa los aspectos fundamentales de la existencia humana en el devenir permanente de las relaciones sociales, cuyos matices están dados por las convenciones culturales hegemónicas de cada grupo social en momentos históricos determinados, lo que establece que la identidad de género se refuerza por normas sociales que establecen expectativas de comportamiento diferentes para las mujeres, no se modifica durante el curso vital, por tanto, puede pensarse la relación entre género y epistemología.
A pesar de que las mujeres disfrutan de una vida más larga por su mayor esperanza de vida que supone vivir más años que los hombres, también padecen más enfermedades crónicas e inhabilitantes y discapacidades que estos.
El hecho de ser mujer es un elemento que genera desigualdades en la última etapa de la vida, ocasionado muchas veces por su estado de salud físico y mental, a las diferencias en la morbilidad y al mayor impacto del deterioro en la mujer por factores socioeconómicos y culturales. La mujer se manifiesta como el centro de la dinámica familiar siendo la responsable de la atención y cuidado de hijos, ancianos y enfermos, administrando el hogar, realizando casi la totalidad o la totalidad del trabajo doméstico, combinándolo con el trabajo fuera de casa y las responsabilidades sociales y políticas, todo lo cual repercute en su salud.
Al ser una mujer mayor llega la jubilación y recae sobre ella la responsabilidad del cuidado de ancianos, esposo y la ayuda a los hijos, lo que se conoce como síndrome de la abuela esclava en una “segunda carrera de crianza”.
Por supuesto que esta conceptualización particular indica que la mujer está inmersa en un campo ostensible de vulnerabilidades, que ella misma, en la mayoría de los casos de forma inconsciente, acrecienta en su contra, convirtiéndola en diana de procesos mórbidos y llevándola a una ruta de envejecimiento caracterizada por la falta de realización personal, posponiendo o subordinando sus propios intereses a los familiares y los que la rodean.24
Todavía hoy la tarea y la responsabilidad de los cuidados siguen estando en el centro del análisis del feminismo sobre la construcción de las identidades de género y el diseño de las políticas sociales en los Estados de Bienestar.25
Desafíos e impactos del envejecimiento
En la medida que las personas viven más años, lo cual es un logro, aparecen determinadas condiciones que convierten el envejecer en un gran desafío pues hay una doble carga de enfermedad y mayor carga de discapacidad.
Otros desafíos a enfrentar son el proporcionar asistencia a las poblaciones que envejecen, feminización del envejecimiento (ya referidos en otros acápites del presente trabajo), ética y desigualdades, la economía de una población que envejece, la forja de un nuevo paradigma.
En Cuba son trascendentes las demandas que generará una población envejecida y las presiones financieras que suponen gastos crecientes en su presupuesto. Todo esto en el contexto de una economía en desarrollo que se propone implantar un nuevo modelo económico. El aumento de la población de 60 años y más requiere de una atención especial dado que la fragilidad del adulto mayor, en ascenso con la edad, compromete su desempeño en las más elementales actividades de la vida cotidiana. Esto se vincula con un deterioro en su salud física, su situación social y su estado mental. Todo esto hace que muchos de ellos requieran ayuda en lo referente al acceso a los medicamentos, disponibilidad de alimentos, necesidad del lavado de ropa, asistencia social a domicilio, acceso a recreación y, en muchos casos, requieren de ayuda económica, entre otros factores.
Existen diferentes regulaciones para ayudar a enfrentar los problemas que afectan la salud y condiciones de vida del anciano en Cuba, pero aún estos aducen dificultades en la atención recibida, falta de recreación y poca disponibilidad de instructores para atender los círculos de abuelos. Para resolver este problema se precisa de una mayor coordinación entre los diferentes organismos que intervienen en la atención al adulto mayor por lo que se puede afirmar que la atención general de los servicios al anciano debe mejorar para que pueda satisfacer las necesidades existentes, pero no cabe dudas que esto solo puede resolverse con una acción intersectorial efectiva, bien estructurada y conducida por el sector de la salud.
La situación económica del país ha influido, en la calidad de las actividades y los servicios brindados a la población anciana, pero no sería del todo justo escudar detrás de la falta de recursos, la insuficiente gestión y el desinterés para encontrar alternativas que revitalicen estos servicios de tanto valor para la atención a las personas de 60 años y más. Se requiere de agilidad y efectividad en la elaboración de estrategias conjuntas para mejorar las condiciones de vida y salud del adulto mayor, no hay dudas de que en las difíciles condiciones económicas, en que vive el país este grupo poblacional es el más afectado y el que más atención requiere.
El envejecimiento impacta tanto de manera estructural como directa en la sociedad global, pero también a nivel micro social en la experiencia personal y en las interrelaciones familiares al adulto mayor, constituyendo así un gran reto, particularmente hacia la política social y la familia, las mismas que constituyen los pilares de apoyo para la población envejecida, pero que a su vez enfrentan procesos de transición: la familia en tanto ve disminuir su número de miembros y aumentar las necesidades de cuidado y apoyo, en tanto la sociedad a su vez ve aumentar los niveles de dependencia en su población.
En Cuba, la asistencia social protege a las personas que requieren atención especial, dígase ancianos, los pensionados con prestaciones que les resulten insuficientes, entre otros, dando prestaciones monetarias, en servicio y especie, pero, aunque se han incrementado las pensiones a los jubilados en los últimos años, no significa que no se deba valorar aumentarlas aún más pues el encarecimiento de determinados recursos afectan la “economía doméstica” y las posibilidades de acceso de los adultos mayores a ellos.
En la familia, el envejecimiento de sus miembros repercute en la economía familiar, la atención y cuidados que se deben prodigar a los niños y ancianos y el tejido social en general que ve como sus recursos deben distribuirse en diferentes direcciones. La longevidad posibilita la convivencia entre miembros de tres o cuatro generaciones, obliga a modificaciones en el ciclo del trabajo y la jubilación, y a las instituciones a invertir lo necesario para dotar de conocimientos y aptitudes a los proveedores de servicios sociales y de atención sanitaria, que les permitan prestar asistencia a lo largo de un ciclo vital cada vez más largo.
Cambios psicológicos y sociológicos con repercusión en el adulto mayor y la familia
Cambios psicológicos
Durante la vejez acontecen una serie de factores interrelacionados que tienen una importante incidencia en los cambios psicológicos durante el envejecimiento:
Los cambios psicológicos pueden estar sujetos a percepciones subjetivas tanto de la persona que los manifiesta como de la persona que puede evaluarlos. Hay personas que viven con seria preocupación el declive de algunas funciones y otras que no lo valoran adecuadamente. En general con el envejecimiento existe un declive y un enlentecimiento de las capacidades cognitivas, aunque existe una enorme variabilidad y depende de numerosos factores (nivel educativo, dedicación laboral, actividad física, etc.)
Cambios sociológicos
Los cambios sociológicos afectan a toda el área social de la persona: su entorno cercano, su familia, su comunidad y la sociedad en general. Hay cambios en el rol individual como individuo y como integrante y de una familia, y hay cambios en el rol social (laborales y dentro de una comunidad).26
La jubilación
Es la situación laboral por la cual una persona tiene derecho a una remuneración tras alcanzar una edad reglamentaria para dejar de trabajar. En Europa, se estableció en 1984 la edad de 65 años, pero actualmente en cada país esta edad se ha retrasado, como en España que ha sido fijada a los 67 años, Cuba no ha estado ajena a los cambios siendo hoy la edad de jubilación de 60 años para las mujeres y 65 para los hombres.
Las principales consecuencias que tiene la jubilación son: pasar de un estado de actividad laboral a un estado de inactividad, pérdida de capacidad adquisitiva en muchos casos, pérdida de contactos sociales y aumento del tiempo libre.
Las repercusiones que puede tener sobre la salud serían las siguientes: estados de ansiedad, estados de depresión, labilidad emocional, trastornos del sueño, dificultad para relacionarse, entre otros.
Existen distintos tipos de jubilación en función de factores económicos y laborales que dan lugar a una cada vez mayor variedad. Estas variedades son importantes porque tienen repercusiones sobre la persona diferentes:
Estas variedades tienen connotaciones diferentes tanto en lo económico, como en el manejo del tiempo como en el impacto social y psicológico sobre la persona.27
El envejecimiento constituye esencialmente un triunfo de la vida, en el que las personas que viven en mejores condiciones de vida pueden arribar a edades avanzadas, pero a su vez implica un desafío para diversas esferas de la sociedad como son: los servicios, la producción material, la seguridad social, entre otros; por lo que se ha convertido este proceso en un reto para las sociedades contemporáneas, de lo cual Cuba no escapa.28,29
Para cumplimentar la voluntad política de que la población adulta mayor transcurra esta última etapa del ciclo vital satisfactoriamente y teniendo en cuenta que las claves de un buen envejecimiento son mantener activo el cuerpo, el cerebro y ampliar las relaciones sociales, se han creado, con el apoyo del estado cubano, actividades a nivel comunitario que permiten el intercambio generacional de forma permanente, activa y dinámica y les proporciona un "cambio de escenario" a los que viven solos, y proveen una red de apoyo social a todos los individuos en edad gerontológica, y entre muchas se encuentran: la universidad del adulto mayor (ya mencionada),las casa de abuelos los hogares de ancianos, círculos de abuelos, talleres comunitarios, salas de rehabilitación, plan cantina para los adultos mayores con dificultades económicas y ayuda de trabajadores sociales a los ancianos solos, viviendas protegidas, entre otras.30
Se considera necesario hacer referencia una vez más a la importancia que le confiere el estado cubano a la protección de las personas mayores al referirse a ello en su constitución al refrendar en el artículo 88: “El Estado, la sociedad y las familias, en lo que a cada uno corresponde, tienen la obligación de proteger, asistir y facilitar las condiciones para satisfacer las necesidades y elevar la calidad de vida de las personas adultas mayores. De igual forma, respetar su autodeterminación, garantizar el ejercicio pleno de sus derechos y promover su integración y participación social”.
CONCLUSIONES
Los cambios demográficos a nivel global representan un desafío que impone grandes retos a los estados al generar grandes necesidades y transformaciones desde el punto de vista económico, biomédico, cultural y social. Es preciso una mayor participación del estado en la provisión de apoyo formal al adulto mayor, el necesario fortalecimiento de la capacidad familiar y en especial de las mujeres para continuar desarrollando esta tarea sin arriesgar el ejercicio de sus propias opciones y libertades personales. Promover el envejecimiento sano y la medicina preventiva con vistas a reducir la necesidad por cuidados de larga duración. Es esencial valorar el envejecimiento desde el punto de vista antropológico para poder entender con amplia visión social, económica, sociológica, biomédica, cultural y política, la atención que demandan las personas al envejecer, y lograr una longevidad satisfactoria e inclusiva para todos.