INTRODUCCIÓN
Se considera que el inicio de la epidemia por SARS-Cov-2 en China, ocurrió el 31 de diciembre de 2019, cuando se identificó el paciente cero (0). En ese momento se emitió una alerta epidemiológica en dicho país por varios casos sospechosos de neumonía con evolución desconocida. Sin embargo, publicaciones en diferentes medios de comunicación chinos habían informado que el primer paciente en el que se confirmó la infección con el nuevo virus fue un hombre de 55 años, el 17 de noviembre de 2019. En este momento se investigó si este paciente sería el paciente cero, posterior al cual se diseminó con rapidez la infección. Hacia el 31 de diciembre de 2019 había cerca de 300 pacientes infectados en Wuhan, a los que le sucedieron miles de víctimas mortales.
En Italia, después del primer caso diagnosticado el 18 de febrero de 2020, el número de infectados creció exponencialmente, y en la actualidad se producen miles de muertos en el mundo.1,2
Los tres primeros casos confirmados en Cuba fueron reportados el 11 de marzo de 2020. Correspondieron a tres turistas de nacionalidad italiana, provenientes de la región de Lombardía (norte de Italia).3,4) Desde entonces, se han dictado medidas por parte de la dirección del Partido y el Gobierno, dentro de las cuales están suspender las actividades laborales y sociales no esenciales.
En el ámbito de la educación, se ha trabajado igualmente por mantener el distanciamiento social: se comenzaron a transmitir los conocimientos de la educación primaria, secundaria, preuniversitaria y técnico-profesional a través de teleclases, y se orientaron tareas y estudios independientes utilizando las redes sociales y otros medios de comunicación. La educación superior también se vio retada a desarrollar nuevas políticas y estrategias para la generación y difusión de conocimientos de forma novedosa.
Este trabajo se realiza con el objetivo de reflexionar sobre la educación médica en este nuevo contexto y sobre la formación de competencias profesionales en el sector de la salud, que además de tener la responsabilidad de continuar trabajando en la formación de los nuevos profesionales, está inmerso en el enfrentamiento a la covid-19.
DESARROLLO
Educación médica frente a la covid-19
La educación médica cubana ha adaptado y flexibilizado sus actividades docentes en medio de la pandemia. Esta situación epidemiológica ha traído consigo una adecuación del proceso docente que se ha realizado tradicionalmente, manteniendo siempre la política de educación en el trabajo.5 Se ha orientado la modalidad de la educación a distancia. En este escenario, han pasado a ser tareas de primer orden la atención a los pacientes y la pesquisa activa para la identificación de personas con síntomas de enfermedades respiratorias en todo el país. Estas labores refuerzan el trabajo de los médicos y enfermeras de la familia; en ellas se involucran estudiantes y profesores de todas las universidades médicas del país, excepto los alumnos de la Escuela Latinoamericana de Medicina, dadas sus características especiales.
Cuando se realizan las pesquisas, los estudiantes no pasan al interior de las casas ni examinan a las personas, sino indagan desde fuera sobre la posible presencia de fiebre, tos, congestión nasal, falta de aire y dolor de garganta o de cabeza; finalmente, recomiendan a las personas acudir al médico en caso de tener síntomas o de haber tenido contacto directo con viajeros de países de alto riesgo. Muchos de estos estudiantes ya cuentan con la experiencia de otras pesquisas activas para detectar otras enfermedades, como el dengue. Ellos son supervisados por profesores y realizan jornadas de mucha utilidad para la batalla que libra el país contra la covid-19. Estas actividades también contribuyen a la formación de los futuros profesionales, que se enfrentan a un nuevo panorama y mantienen su preparación a través de los contenidos que reciben a distancia.5
En el caso del posgrado, se ha continuado la formación sobre todo de especialistas, priorizando la superación según las necesidades, mayormente en lo relacionado al enfrentamiento a la situación epidemiológica existente.5
Estas medidas, tomadas para no detener el proceso de formación, y el esfuerzo para mantener la educación en el trabajo, le permiten al sistema de educación médica cubano mantener los estándares de calidad educativos, rectorados por la Dirección Nacional de Docencia Médica del Ministerio de Salud Pública y el Ministerio de Educación Superior. Tienen en cuenta los siguientes principios:5
Para la continuidad:
Mantener todo lo posible con carácter presencial y pasar a educación a distancia el resto.
Precisar los contenidos vencidos de cada formación, ver cómo dar continuidad y evaluar aquellos que lo permitan.
Planificar qué se puede concluir en el momento que se reinicie el curso y qué se transfiere para el próximo año académico.
Durante la educación a distancia:
Desarrollo del trabajo independiente del estudiante.
Uso del trabajo extraclase como forma de la evaluación parcial y de manera excepcional para la evaluación final.
Reconocimiento de la educación en el trabajo y de todo el recorrido (evaluación frecuente) que ha tenido el estudiante en cada asignatura precedente y actual.
Al retorno a la forma presencial:
Concentrar los contenidos teóricos y prácticos no impartidos, priorizando los esenciales y manteniendo el currículo base.
Evaluar a través de un ejercicio único final, teórico-práctico oral o teórico-escrito, según sea aprobado para cada asignatura.
Adecuar la evaluación práctica a las condiciones de cada escenario.
Evaluación de culminación de estudios:
Carrera de Licenciatura en Enfermería e internos rotatorios de Medicina: ejercicio único teórico-práctico oral en la última rotación que haga, relacionado con los modos de actuación de la profesión.
Internos verticales de Medicina: en la forma habitual, ejercicio único práctico-oral de la especialidad que cursan.
Carrera de Estomatología: ejercicio único teórico-escrito.
Carreras de tecnologías: ejercicio único teórico-práctico oral, según la disponibilidad tecnológica de los escenarios donde se lleve a cabo.
Cursos por encuentro y técnico superior de ciclo corto:
Aplicar a los estudiantes de los cursos por encuentro y de los programas del técnico superior de ciclo corto, todas las adecuaciones que han sido descritas para las asignaturas y las formas de evaluación del pregrado.
Garantizar la culminación de su curso actual.
Posgrado:
Continuar los programas de formación de especialistas de ciencias médicas, aplicando la flexibilidad necesaria, sin perder el rigor y la exigencia.
Realizar la evaluación de curso, de promoción o de graduación (examen estatal) en todas las especialidades, siempre que se haya cumplido con el programa de formación autorizado y existan las condiciones para hacerlo.
Los autores consideran que estas medidas en la formación médica son posibles en Cuba, por la amplia experiencia y la trayectoria demostrada por la escuela cubana de medicina, donde la teoría se vincula estrechamente con la práctica y los profesionales se forman con el objetivo de mejorar los estándares de salud de la población.
La covid-19 y las medidas educativas en el área de la salud, vistas desde la formación de competencias profesionales
Todo este escenario de la pandemia de la covid-19 y la relación con la formación profesional, surge en medio de una crisis social en los niveles de educación en Latinoamérica, que se ha producido durante los últimos años. No obstante, es preciso enfrentar el reto de reformas educativas para lograr un desempeño efectivo en el ámbito educativo y en el sociocultural.6 Se ha demostrado en medio de la pandemia, como un privilegio, la realización de una verdadera revolución en la formación profesional.
En la formación académica en Cuba se viene desarrollando un proceso iniciado en 2010, que garantiza la continuidad de todos los procesos en busca de una mejor calidad. En él se persiguen tres propósitos: continuar mejorando los indicadores de salud, elevar la calidad de los servicios, y hacer más eficiente y sostenible el sistema, garantizando su desarrollo.7) Estos cambios responden a los lineamientos 154, 156 y 160 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, correspondientes al sector de la salud.
El Sistema Nacional de Salud ha tenido la capacidad de transformarse, sin descuidar los preceptos que le dieron origen y los principios que lo sustentan. Se crearon subsistemas de evaluación y acreditación en posgrado, para asegurar la formación de sus recursos humanos con elevados estándares, que unido a los indicadores de salud sitúan al país en una posición de vanguardia.7) La Resolución No. 13 de 2004 plantea que el saber, estrechamente vinculado a la práctica, resulta fuerza social transformadora, y su característica esencial es la flexibilidad. Sus formas organizativas se desarrollan a tiempo completo o parcial, con diferentes grados de comparecencia: presencial, semipresencial o a distancia.
Se considera que se puede contribuir con los objetivos trazados a través de la formación de competencias profesionales, lo que significa que cada individuo disponga de los conocimientos, destrezas y actitudes para realizar su actividad; que pueda resolver sus problemas de forma autónoma y creativa, demostrando su capacidad para actuar en el entorno laboral. En el proceso de formación interviene la competencia de aprender a aprender, lo que se evidencia durante la pandemia, donde los estudiantes de ciencias médicas se han apropiado de nuevos conocimientos en su quehacer, manteniendo un vínculo constante con la población y una actitud acorde con las exigencias de estos tiempos.
El término “competencia” se comenzó a estructurar en la década de 1960 con base en dos contribuciones: la lingüística de Chomsky y la psicología conductual de Skinner. Desde la perspectiva psicológica, en 2002 se conceptualizó como “una configuración sicológica compleja que garantiza un desempeño profesional responsable y eficiente”. En 2005 la competencia fue asumida desde la perspectiva de procesos complejos de desempeño con idoneidad en un contexto y con determinada responsabilidad.8
En el 2007 las competencias profesionales eran entendidas en el lenguaje pedagógico como una capacidad que se proyecta en tres dimensiones: la instructiva (conocimientos y habilidades), la educativa (valores y actitudes) y la desarrolladora (capacidad de transformación).8
Como antecedente internacional están los estudios realizados por Ekkelenkamp9 (2016), Ianiro10) (2016) y Ramos11 (2017), que confirman la necesidad de continuar investigando en la formación profesional para las ciencias médicas.
En Cuba ha sido investigada por diversos autores: desde la Pedagogía: Alpízar (2007), Añorga (1989-2014), Valcárcel (1998-2014), Cardoso (2008), Oramas (2012) y Caballero (2014); y desde Ciencias Médicas: Rocha y colaboradores (2010) y Salas (2012); más recientemente, Otero (2015), Veliz (2017), Solís (2017), Ramos, Hurtado y Acosta (2018) y Pupo (2019).11
Estos estudios coinciden en que el proceso de formación y desarrollo profesional en el área de la salud sustentada en la adquisición de competencias, abarca también el desarrollo profesional continuo y fortalece la necesidad del vínculo entre pregrado y posgrado con la sociedad.12
Este vínculo se ha fortalecido en medio de la pandemia, enriqueciendo la adquisición de competencias tanto en el pregrado como en el posgrado. Ejemplo de ello ha sido el Hospital Universitario Clínico Quirúrgico Comandante Faustino Pérez Hernández, luego de realizar análisis lógicos sobre la necesidad de que estudiantes de posgrado de las diferentes especialidades asumieran la atención en las salas de respiratorio. Dichos pupilos asumieron la atención a los pacientes con riesgo de covid-19 o acudieron a formar parte de la atención en zona roja, como se le conoce a las salas y centros donde se atienden a los casos positivos de la enfermedad.
Como ya se ha expresado, la casi totalidad de estudiantes del pregrado, rectorados por profesores, han asumido las pesquisas en las diferentes áreas de salud. Los autores sostienen que aún falta mucho por hacer en este proceso que casi ha paralizado el mundo. La pandemia de la covid-19 ha demostrado a los formadores de profesionales de la salud, la necesidad de un mejoramiento de las acciones que ejercen en las áreas de la vida (factores objetivos), y de formar los llamados valores superiores (vinculados a las necesidades humanas espirituales), que en opinión de varios autores son: el conocimiento de sí, de los demás y del mundo (valores de la verdad); la capacidad de dirigirse (valor de la autonomía); la capacidad de transformar la realidad y desarrollar las potencialidades propias (valor de la creatividad); y la capacidad de comunicarse, de convivir y de ser solidarios (valores del amor y la justicia social).13,14
Estos elementos han sido discutidos de una forma u otra por los diferentes comités académicos de las especialidades, y recogidos en actas y en análisis de las diferentes universidades. Igualmente, se ha reconocido y destacado por diferentes medios de comunicación, el papel decisivo en el enfrentamiento a la pandemia de todos los factores del gremio médico universitario. Según los autores, todo lo anterior ha elevado sus conocimientos, destrezas, habilidades y actitudes, lo que se traduce en términos docentes como elementos que mejoran sus competencias.
Se considera que el principal método pedagógico para la formación de valores es la ejemplaridad de la conducta en todas las áreas de la vida de las personas que rodean a los jóvenes, los cuales se han ganado el reconocimiento del pueblo cubano y de otros lugares donde el internacionalismo gana prestigio. Es el ejemplo y la garantía de desarrollar el nivel superior consciente racional volitivo y la satisfacción de las necesidades espirituales desde un mejor conocimiento de sí mismo y del desarrollo de la creatividad.
Debe comprenderse que el proceso docente-educativo, además de dotar al futuro profesional de los conocimientos, habilidades y destrezas, debe actuar en el desarrollo de su personalidad. Es obligado meditar sobre estos asuntos, y en el marco del trabajo metodológico diseñar acciones concretas que permitan el conocimiento de los atributos que caracterizan cada valor, y trabajar en las esferas valorativa-motivacional y conductual, para desarrollar capacidades para la autocrítica y el autoperfeccionamiento -aspectos que podrían lograrse con la formación basada en las competencias profesionales específicas.13
El trabajo en la formación de valores es un imperativo de esta época; su repercusión en el futuro de la profesión obliga a no confiar en la espontaneidad y a proponerse intencionalmente su consecución.
Por todo lo anterior, deberíamos preguntarnos: ¿al regreso de la nueva normalidad mantendremos los mismos modos de actuación? Desde la perspectiva de los autores, la historia está dando el privilegio de hacer una verdadera revolución en formación. ¿Qué se puede hacer?:
Vincular aún más las horas de teoría y práctica con el uso de software, videos y podcast tutoriales, y simulación clínica virtual.
Desarrollar cursos a distancia, tesis, desarrollo de habilidades blandas, seminarios de integración curricular e interprofesional, discusión de casos clínicos, reuniones con expertos, teleconsulta y teleducación.
Ampliar y desarrollar la formación por competencias profesionales especificas en la formación de pregrado y posgrado.
CONCLUSIONES
La pandemia de la covid-19 y los cambios y adecuaciones docentes en las diferentes carreras médicas del pregrado y el posgrado han contribuido a elevar el nivel de competencias profesionales de todo el personal. Nada volverá a ser igual luego de la pandemia, y lo peor que podría ocurrir sería regresar a la misma forma de enseñanza sin tomar lo positivo de estos tiempos. Se debe defender y construir una revolución educativa en salud.