INTRODUCCIÓN
El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) es un retrovirus del género lentivirus, considerado así por su lento proceso para replicarse; ataca el sistema inmunitario y debilita las defensas, ocasionando la presencia de infecciones y algunos tipos de cáncer. A medida que el virus destruye las células inmunitarias, la persona infectada se va volviendo gradualmente inmunodeficiente.1 La infección tiene una evolución crónica, que afecta el sistema inmunitario de la persona y, en ausencia de tratamiento, lleva al desarrollo del sida y a la muerte. Cuando se produce la infección aparece un conjunto de síntomas inespecíficos que, frecuentemente, pasan desapercibidos, y en muchos casos el diagnóstico de la enfermedad se realiza cuando la persona ha desarrollado sida.1
Durante 2018, 37,9 millones de personas vivían con VIH en el mundo. 1,7 millones contrajeron la infección por el VIH (94 % corresponde a mayores de 15 años) en ese año, y 77 000 personas fallecieron a causa de enfermedades relacionadas con el sida durante este mismo período.2
Entre 2000 y 2018, las nuevas infecciones por el VIH disminuyeron en un 37 %; las muertes relacionadas en un 45 %, y se salvaron 13,6 millones de vidas gracias a la terapia antirretroviral. Este logro fue el resultado de los grandes esfuerzos realizados por los programas nacionales sobre el VIH, con el apoyo de la sociedad civil y los asociados internacionales en favor del desarrollo.3
En Colombia, el primer caso de VIH/sida se notificó en 1984. Desde entonces la notificación de casos muestra una tendencia creciente año tras año. Población general: 2010: 130 000; 2015: 140 000; 2018: 160 000. Mayores de 15 años: 2010: hombres: 94 000; mujeres: 26 000; 2015: hombres: 110 000; mujeres: 29 000; 2018: hombres: 120 000, mujeres: 31 000,4 evidenciándose un aumento del 16,4 % con una tasa de incidencia de 26,6 casos por 100 000 habitantes en 2019, con respecto a las cifras reportadas por el Ministerio de Salud en 2018. Los grupos etarios donde se presenta la mayoría de casos son el de entre 25 y 34 años de edad, con un 37,1 %, y el de entre 15 y 24 años, con un 24,8 % de la notificación, concretando un 61,9 % de los casos.5
En 2018, más de la mitad de las nuevas infecciones por el VIH se encontraba en poblaciones clave: trabajadores sexuales, personas que usaban drogas, homosexuales, bisexuales, transgéneros y prisioneros, al igual que en sus parejas, con relación a personas mayores de 15 años.4 De ahí la importancia de analizar los conocimientos, actitudes y creencias relacionadas con la infección del VIH/sida en estudiantes universitarios de la ciudad de Bucaramanga, pues la mayor parte de ellos se encuentra en dichos rangos de edad y, como se conoce, la educación es la clave para lograr la concienciación social del problema, generando así una probable disminución de la transmisión de la infección.
Los estudios previos sobre actitudes, creencias y conocimientos en VIH, se han realizado en ciudades diferentes a Bucaramanga, dentro y fuera del país, con hallazgos no aplicables a la población del actual estudio.6-8 En general, en el componente de conocimientos, los estudios citados expusieron una elevada proporción de estudiantes con discernimientos incorrectos, pero en magnitudes diversas; en las actitudes y creencias, se hallaron rasgos diferentes en función de la edad, el género, el estrato socioeconómico, el programa de estudios, entre otros, lo que en conjunto explicita la necesidad de crear perfiles relacionados con las singularidades poblacionales de estudio del presente.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se utilizó el estudio descriptivo observacional-transversal, con una población de referencia de 1 243 estudiantes universitarios de la ciudad de Bucaramanga, con matrícula activa de entre 15 y 34 años. Se estimó una muestra de 210 estudiantes, calculada teniendo en cuenta un nivel de confianza del 95 % y un margen de error del 3 %, aplicando un muestreo multietápico probabilístico.
Para la recolección de la información se utilizó la Escala VIH/SIDA-65,9 desarrollada por Paniagua et al., que consta de 65 ítems y se compone de cinco subescalas:
1. Conocimientos sobre hechos relacionados con el VIH/sida (20 ítems).
2. Ideas erróneas acerca de la enfermedad (20 ítems).
3. Actitudes negativas frente a la infección por el VIH/sida o frente a quienes conviven con ella (15 ítems).
4. Susceptibilidad frente al VIH/sida (5 ítems).
5. Autoeficacia en la prevención de la infección por el VIH/sida (5 ítems).
Para las subescalas que evaluaron conocimientos e ideas erróneas, las opciones de respuesta fueron: “falso”, “verdadero” y “no sé”. Para las otras subescalas, las opciones de respuesta a todos los ítems fueron: “de acuerdo”, “en desacuerdo” y “no sé”.
Los datos fueron procesados en el programa Microsoft Excel y analizados mediante el método de estadística descriptiva. La selección de los participantes se realizó utilizando un muestreo probabilístico, y el autodiligenciamiento de las encuestas ayudó a controlar los sesgos de selección e información. Se realizó una prueba piloto para identificar aspectos del cuestionario que pudieran causar confusión a los estudiantes participantes.
La presente investigación respetó los parámetros éticos de estudios con seres humanos, enmarcados en la Resolución 008430 de 1993 del Ministerio de Salud de Colombia, la Declaración de Helsinki y el Código de Ética Médica. Los estudiantes participantes firmaron un consentimiento informado, previa explicación de los objetivos del estudio; los menores de edad firmaron el asentimiento y se obtuvo, además, la autorización por escrito del tutor legal.
RESULTADOS
En el estudio participaron 180 estudiantes de segundo y tercer semestre de una institución educativa privada en la ciudad de Bucaramanga, con edades comprendidas entre 15 y 34 años y edad promedio de 25,61 años. El 55,5 % (100) son mujeres, y un 71,1 % (128) son solteros. (Tabla 1)
Los conocimientos de los estudiantes sobre la infección por VIH fueron considerados correctos. Específicamente en las formas de transmisión existió claridad sobre las vías de infección, como son: a través de las relaciones sexuales de hombres o mujeres (94,4 %), por relación sexual de tipo anal (88,9 %), el consumo de drogas intravenosas (100 %) y transfusiones sanguíneas (100 %). Se dimensionó el semen como el fluido a través del cual se puede transmitir el VIH (77,8 %). Sin embargo, algunos factores de riesgo para la infección se encontraron entre los conceptos erróneos: por ejemplo, el 55,6 % de los estudiantes afirmó que es falso que los hijos de una madre contagiada con VIH corran mayor riesgo de infectarse; un 11,1 % afirmó que es falso. Un 11,1 % dijo no saber que los homosexuales corren un riesgo mayor de infectarse por el virus del VIH. (Tabla 2 y 3)
Sobre la prevención y manifestación del virus, existen ideas correctas en la mayoría de los aspectos evaluados. En cuanto a las ideas erróneas acerca de la enfermedad por VIH, los estudiantes participantes mostraron que el 33,3 % (60) considera que se puede contraer el VIH bebiendo de un recipiente que haya sido usado por una persona infectada; el 33,3 % (60) piensa que la abstinencia sexual no reduce la probabilidad de infectarse por VIH, y el 44,4 % (80) cree que las personas no pueden reducir la probabilidad de infectarse con VIH dejando de tener contactos sexuales. (Tabla 4 y 5)
Respecto a las actitudes negativas frente a la infección por VIH/sida, el 44,45 % (80) se sentiría mal usando el mismo sanitario que haya usado una persona con VIH. Es importante notar que el 88,9 % (160) está de acuerdo con la importancia de brindar educación sobre VIH a los estudiantes. El 11,1 % (20) considera que no se les debe permitir el acceso a la educación a personas con VIH, y que estas deberían ser aisladas. Al 44,5 % (80) le genera confusión el tipo de preservativo a comprar, y el 33,3 % (60) no sabe si debe o no, preocuparse por contraer VIH. (Tabla 6 y 7)
En cuanto a la susceptibilidad frente al VIH, el 22,2 % (40) aún no sabe la importancia de realizar la prueba del VIH en personas que se inyecten drogas, el 33,3 % (60) no cree que puedan adquirir VIH, y el 44,4 % (80) considera que no tiene posibilidades de contraer el VIH. (Tabla 8)
La autoeficacia en la prevención de la infección por el VIH, nos muestra cómo el 11,1 % (20) está en desacuerdo con preguntarle a sus parejas sexuales si han mantenido relaciones sexuales con prostitutas, y en el resto de los ítems preguntados, el 100 % al parecer considera el uso de preservativo en su actuar. (Tabla 9)
DISCUSIÓN
Desde su origen, el VIH ha estado acompañado por el miedo, el estigma, la discriminación y, a nivel global, la marginación. Estos factores han determinado las actitudes y creencias que se tienen de la infección, incluso en los grupos que juegan un papel primordial en el apoyo a las personas con VIH, como el personal de salud,10 y de los estudiantes en diferentes niveles de educación,6-8 lo cual se ha evidenciado en múltiples estudios.
En esta investigación se observó un nivel de conocimiento del 83,8 %, lo que resultó significativamente bueno, ya que, según Cobos et al.,11 en un estudio realizado en Nicaragua, se demostró que el conocimiento es un factor protector para el VIH; sin embargo, contar con el saber, no garantiza prácticas adecuadas a largo plazo. Establece que la familia, la escuela y los grupos de iguales juegan un papel fundamental en la trasmisión de elementos culturales relacionados con la educación sexual.7 Del mismo modo, Sisay et al.,12 decretaron que, a pesar del conocimiento sobre el VIH, algunos adolescentes tienen conductas de riesgo, ya que perciben como bajo el peligro de adquirir VIH. Esto los lleva a recomendar la orientación sexual en el tema del VIH como parte del plan de estudios de todas las instituciones, lo cual es equiparable al resultado obtenido, ya que el 88,9 % de los participantes en el presente estudio, considera importante el aprendizaje sobre el VIH/sida mediante la educación familiar e individual.
Los estudiantes universitarios encuestados presentaron un buen nivel de conocimientos acertados, medio en cuanto a la susceptibilidad y un alto nivel con respecto a la autoeficacia frente al VIH; sin embargo, se mantienen actitudes negativas y algunos temores asociados al contacto con las personas que tienen el diagnóstico de VIH.10
Al igual que en otros análisis,13,14 en los estudiantes universitarios participantes se logró evidenciar la no utilización del preservativo en sus relaciones, lo que denota un déficit de autocuidado en cuanto a la prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS), entre ellas el VIH, aspecto que explicaría el aumento de casos reportados de ITS en este tipo de población,15,16 y que a su vez pone en evidencia el desarrollo de prácticas sexuales de riesgo.17
En cuanto a la inclusión de personas que viven con VIH, el 84,12 % de las respuestas mostraron favorabilidad al respecto, lo que difiere en gran proporción con estudios como el realizado en Colombia en 2014 por Mazo-Vélez et al.,18 que mostró que el total de los participantes refirieron no compartirían el aula o espacios cerrados con estudiantes con VIH; sin embargo, se indica que dicho estudio contó con 201 adolescentes universitarios de entre 15 y 20 años, a diferencia de la presente investigación, en la cual la población se encuentra en el rango de los 15 y 34 años.
Se reconoce que los resultados de la presente investigación presentaron como limitación no contar con la totalidad de los estudiantes como participantes del estudio, lo cual tuvo cabida al aplicar los criterios de selección, al igual que la situación actual del mundo (pandemia de COVID-19), además de haberse enfocado solo en estudiantes de una sola carrera, ofrecida por la Universidad.19
La presente investigación se realizó con el fin de analizar los conocimientos, actitudes y creencias sobre VIH en estudiantes universitarios de la ciudad de Bucaramanga. El autor considera haber logrado el objetivo, obteniendo un nivel de conocimientos medio-alto, con el 83,8 %, lo que hace pensar que no es la falta de conocimiento el factor intrínsecamente relacionado al aumento de casos de VIH en dicha población. Por esto insta a fortalecer aspectos educativos, a tomar conciencia de la vulnerabilidad en cualquier instancia de la vida para contraer el virus, a tener en cuenta las medidas necesarias, que aunque son conocidas, existe un margen de dificultad para cumplirlas con criterio.20
Asimismo, se deben aumentar los esfuerzos por conseguir un mayor respeto, tolerancia y equidad entre los seres humanos, ya que se nota la ausencia de estos no solo en la población general, sino, aún más, en la población con VIH.21
Finalmente, el acercamiento que cada vez se hace más prevalente en la sociedad colombiana al conocimiento de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, permite la mejora de las actitudes, percepciones y creencias frente a la enfermedad, y a la positividad para el virus.22