INTRODUCCIÓN
La educación superior en Cuba tiene la misión de contribuir a la formación humanista, y en este ámbito, la universidad médica asume el encargo social de formar capital humano: graduar un profesional competente, con profundos valores éticos, morales y cívicos, estipulado en el artículo 5 de la Constitución de la República de Cuba.1 De igual modo, es responsable de la formación axiológica desde el proceso de enseñanza-aprendizaje y del modelo que debe egresar.
Se trata de formar un profesional con dominio del entorno social, capaz de desempeñarse de forma exitosa en asistencia, docencia, investigación y administración en salud, imprescindibles para insertarnos en el contexto social del país y del mundo. La Carta Magna reconoce los deberes y derechos de los ciudadanos y destaca la decisión de los cubanos de “[….] llevar adelante la Revolución del Moncada, del Granma, de la Sierra y de Girón, que sustentada en el aporte y la unidad de las principales fuerzas revolucionarias y del pueblo, conquistó la plena independencia nacional”. Estos preceptos son significativos en la formación del médico que conoce sus raíces, defiende la identidad como cubano y muestra al mundo la esencia del encargo social del sector de la salud, cuyo crecimiento moral está en el reconocimiento social de los pueblos. El Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030, identifica la calidad de los servicios de salud para rebasar el subdesarrollo y alcanzar la prosperidad.2
Fidel Castro concibió la educación como uno de los pilares fundamentales en la estrategia orientada a la conquista de la soberanía. En correspondencia con lo expresado, el Departamento de Filosofía e Historia de la Facultad de Ciencias Médicas de Matanzas -soporte ideológico de la institución- contribuye a la preparación del profesional, para enfrentar la cultura hegemónica que convoca al olvido.
La formación integral del egresado requiere de la tradición de la pedagogía cubana, su sello renovador, patriótico y ético. Urge el desarrollo de didácticas a tono con el contexto actual, que centren la atención en un proceso de enseñanza-aprendizaje desarrollador, en estrecha relación con la organización, ejecución y control/evaluación.3 Adquiere relevancia el estudio de la historia de Cuba en las ciencias médicas para la formación de los profesionales, por las influencias educativas y el legado de figuras representativas en la formación y desarrollo de valores en los estudiantes.
En el programa de la asignatura Historia de Cuba,4 para las carreras de ciencias médicas, se incluye entre los objetivos generales caracterizar los aportes de la salud pública y sus personalidades relevantes en el proceso de liberación nacional y social; pero existen insuficiencias como:
Escaso estudio sobre figuras representativas de la medicina.
No se dedica el tiempo necesario a reforzar valores patrios en los estudiantes a través del estudio de personalidades.
Resulta meritorio destacar la incorporación de figuras históricas relacionadas con las ciencias médicas y la enseñanza de la medicina como parte del proceso de enseñanza-aprendizaje. Esta es una vía para desarrollar valores, tesoro de incuestionable valía material, moral, espiritual, científico e intelectual y, además, constituye fuentes de conocimiento, de motivación y de ejemplo.5 Es por ello que este trabajo pretende revelar la contribución de los estudios de figuras representativas de la medicina a la formación del médico.
En Cuba se han efectuado estudios de carácter histórico-educativo para profundizar, sistematizar y divulgar el quehacer de instituciones y personalidades.6 Entre los referentes metodológicos de esta investigación, se encuentran los estudios realizados por Rolando Buenavilla,7 de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, de La Habana. Autores cubanos, desde el siglo XIX hasta la actualidad, han realizado estudios sobre la historia de la educación y la pedagogía: desde Antonio Bachiller y Morales, Emma Pérez Téllez, Gaspar Jorge García Galló, hasta Rolando Buenavilla Recio, María Elena Sánchez-Toledo Rodríguez y Margarita Gómez Amantina en los últimos años.
De sus aportes se infiere que las estrategias didácticas constituyen una necesidad para la dirección del proceso de enseñanza-aprendizaje, al preparar al docente y enriquecer la historia de la pedagogía. Es de vital importancia el diseño de estrategias didácticas que propicien divulgar estudios de figuras representativas de la medicina, por la gran cantidad de personalidades que se destacaron en la pedagogía, la política y en diferentes esferas del desarrollo social.
Buenavilla7 acota que esas personalidades deben estudiarse desde las concepciones actuales sobre el papel de las personalidades pedagógicas en las luchas por la soberanía plena y definitiva y la formación del nuevo ciudadano.
Diferentes fuentes y las temáticas del Plan E, analizadas en el colectivo de la asignatura, corroboran la contradicción dialéctica entre los resultados sobre el estudio de los aportes de las figuras representativas de la medicina en la formación profesional y la existencia de un grupo de personalidades de la medicina que no han sido estudiadas en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la asignatura Historia de Cuba.
El mundo globalizado amenaza las identidades de las naciones y de la profesión médica; urge rescatar y preservar la obra humana, dentro de la que se incluye la educación, en particular la historia. De ahí la necesidad de que las actuales generaciones de docentes-formadores materialicen estrategias para rescatar, preservar, dignificar y nutrir la historia en el proceso de formación del médico, cuyo objetivo es alcanzar un modelo social para Cuba y el mundo, desde la óptica de un currículo amplio en el proceso de enseñanza-aprendizaje con enfoque interdisciplinario. Desde la didáctica de las humanidades, se favorece la determinación de regularidades que tipifican la enseñanza, específicamente en las ciencias médicas.
Según criterios de especialistas, el conocimiento de los nodos o invariantes permite conocer aspectos esenciales de los estudios sobre personalidades. Al respecto, la doctora Rosario Mañalich,8 en su tesis de maestría en Ciencias de la Educación, postuló que la comunicación de imágenes, el cuadro del mundo, y la vida y pensamiento de las personalidades imprescindibles en los estudios históricos, filosóficos, literarios y artísticos, son nodos o invariantes cognitivos que aportan mayor generalización, al precisar objetivos y contenidos de aprendizaje de las humanidades.
La investigación asume como nodos cognitivos esenciales de la didáctica de las humanidades el mundo tal cual es, y la obra social y espiritual de las personalidades más destacadas en la vida cultural de cada época. Ellos se integran, constituyen una unidad indisoluble en la determinación de los fundamentos teórico-metodológicos de la investigación. En el currículo de las ciencias médicas, los nodos cognitivos se reflejan en la consecución de los objetivos de la asignatura Historia de Cuba, al fortalecer a través de historias de vida investigaciones, entrevistas, el rescate de la historia local de sus protagonistas, la incidencia de su sapiencia en el desarrollo de la conciencia patriótica, la formación humanista y el compromiso social en el ejercicio de la profesión.
El humanismo es imprescindible en la carrera de medicina, porque en el accionar diario de estudiantes y egresados la atención a los seres humanos constituye la tarea primordial, por lo que su realización demanda una gran sensibilidad hacia sus semejantes. El actuar de las personalidades está condicionado por la conciencia histórica de los grupos sociales a los que representan, que les hacen ajustarse a su presente y planificar su futuro. Se reconoce el valor formativo de la historia y los hombres que la hicieron, desde la conciencia histórica que influye a las generaciones posteriores.
Para el estudio y tratamiento de las personalidades, se hace necesario profundizar en la concepción materialista de la historia, ya que solo el conocimiento de las leyes del movimiento de las sociedades puede llevar a una previsión científica del porvenir histórico. Los estudios que abordan los aportes que realizaron destacadas figuras a la medicina, la educación, la asistencia médica y la pedagogía en Cuba, son referentes imprescindibles para la investigación. Entre ellos destaca el pensamiento pedagógico de Carlos de la Torre y de la Huerta.9 Su significación y contribución radica en el resultado de la labor profesional en sentido general: la formación humana, la educación, la escuela y las particularidades del proceso de enseñanza-aprendizaje en sus disímiles aristas, así como en su relación con las ciencias de la educación.
Por su parte, la obra médico-pedagógica del doctor Juan Guiteras Gener contribuye a la educación médica en Cuba.10,11 Se identifican sus aportes como médico y pedagogo; se destacan las líneas temáticas de su obra médica, los descubrimientos y conocimientos médico-científicos aportados a la enseñanza de la medicina, el desarrollo de una didáctica basada en el método clínico-epidemiológico y social, la interdisciplinariedad en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y la divulgación socioeducativa de sus resultados, que le confieren la condición de educador social. Su obra aporta a la formación por la influencia educativa que ejerce como referente del salubrismo cubano, la defensa de la investigación científica en la medicina y su enseñanza, y el potencial axiológico, patriótico y antiimperialista que representa en la formación de varias generaciones de médicos.
Según Rodríguez Pupo,12 en su investigación “Indagación sobre personalidades médicas y el protagonismo estudiantil en la clase de Historia”, el estudio de las personalidades permite que los estudiantes se conviertan en protagonistas, al ser gestores de su propio conocimiento a través de la indagación realizada sobre las historias de vida de destacados galenos. Se revela una historia inédita desde variadas fuentes, concretándose así la relación teoría-práctica, que enriquece la enseñanza-aprendizaje. En las ciencias médicas, el estudio de la historia proyecta una gran cantidad de personalidades destacadas en pedagogía, política y muchas otras actividades de la sociedad.
La adecuada preparación del profesor como resultado de las acciones de superación sistemática que se integran a su labor profesional contribuye al éxito del desarrollo del programa. El estudio de las personalidades históricas con participación significativa en los procesos que se abordan constituye un hilo conductor. Introducir los aportes de las figuras representativas que contribuyen al modelo del profesional tributa desde la Historia de Cuba en la carrera de medicina a la didáctica de las humanidades.13
Se entiende por figuras a aquellas personalidades con una trayectoria ejemplar que, con sus aportes teóricos o prácticos, contribuyen al desarrollo y bienestar de la sociedad en un momento histórico determinado. Las autoras asumen el concepto de la doctora Regina Sosa,10 quien considera como figura el ser humano, cuya personalidad se forma como resultado de la relación con su contexto histórico, que cuenta con un merecido reconocimiento social por cuanto sus aportes contribuyen al desarrollo y bienestar de la sociedad desde un área de desarrollo específico o en su ejecutoria integral.
El tercer perfeccionamiento de la educación cubana y con ello la enseñanza de la Historia de Cuba, describe el contexto en el que el resultado de una investigación debe ser innovador. Se asume que las tecnologías de la información y las comunicaciones imponen nuevas dinámicas a la manera de enseñar y crear estrategias de aprendizaje desarrollador.14
Cuba tiene tradición de ilustres y destacados médicos, muchos de ellos matanceros, que desarrollaron su obra en diferentes períodos de los siglos XIX y XX, considerados figuras representativas de las ciencias médicas. La asignatura Historia de Cuba requiere realizar acciones para garantizar la interdisciplinaridad con la disciplina rectora de la carrera, esencial para la conservación de este legado. El programa debe desarrollarse de forma flexible y creadora a partir del hilo conductor del proceso de formación, desarrollo, consolidación y defensa de la nacionalidad y la nación cubanas. Sobre la urgencia de perfeccionar la enseñanza de la historia, el investigador Urbano Martínez Carmenate15 considera que:
La historiografía también tiene su arte, pero la esplendidez de su alcance no radica únicamente en lo que irradie de sucesos y personalidades que la protagonizan, sino, a la vez, en la manera eficaz que escojamos para presentarla [...] es importante la labor que deben realizar maestros, periodistas e historiadores comprometidos con la verdad. La divulgación de los procesos históricos -en acciones orales o escritas- es fundamental para fortalecer la conciencia revolucionaria.
Y continúa expresando: “Cuba sí tiene una historia inmensa, en la cual se destacan sucesos y personalidades relevantes en el ámbito americano y universal. No permitamos que ningún sietemesino -esos que hoy inventan héroes falsos para suplantar a los nuestros- nos roben el doble privilegio que merecemos: hacerla con justeza y narrarla con dignidad”.15 Para ello es necesario contribuir con los estudios de figuras destacadas que aseguren la consolidación de la cultura de la profesión, la identidad, y que comprendan el alcance de lo aportado en el nuevo contexto.
Las autoras consideran que es significativo el aporte de los estudios sobre figuras representativas de la medicina y su incorporación al proceso de enseñanza-aprendizaje de la asignatura Historia de Cuba, puesto que contribuye a contextualizar su enseñanza, influye en la conformación de la identidad del médico, y aporta a la formación del modelo del profesional y a su modo de actuación.
Los conocimientos de la ciencia y sus soluciones desarrollan una filosofía de trabajo en la que se fortalece la relación asistencia-investigación, acercan al estudiante a paradigmas del momento histórico que lo convierten en actor y transformador, reconocen la trascendencia de lo local, su aporte a lo nacional y a lo universal, y desarrollan estrategias de aprendizaje en los estudiantes, cuyos resultados se introducen en la investigación de forma natural y cotidiana.