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Humanidades Médicas

versión On-line ISSN 1727-8120

Rev Hum Med v.6 n.1 Ciudad de Camaguey ene.-abr. 2006

 

 

ArtÍculo

 

La práctica social de las comadronas en Nuevitas antes del Triunfo de la Revolución.

Midwives' social practice in Nuevitas before the triumph of the Revolution.

 

Autores

 

Mariela Hernández Saínz. Licenciada en Enfermería .Miembro Titular de la Sociedad Cubana de Enfermería. Instituto Superior de Ciencias Médicas “Carlos J. Finlay” Carretera Central Oeste S/N. Camagüey, Cuba. Filial Nuevitas. Sito en Joaquín de Agüero #9.e-mail: mhs@finlay.cmw.sld.cu.

Moraima Martel Martínez. Licenciada en Enfermería .Miembro Titular de la Sociedad Cubana de Enfermería. Instituto Superior De Ciencias Médicas “Carlos J. Finlay” Carretera Central Oeste S/N. Camagüey, Cuba. Filial Nuevitas. Profesor Instructor.

 

Resumen

Se realizó una investigación histórica desde Febrero de 2004 hasta el 2005 para reflejar la práctica social de las comadronas en el período que comprenden los años de 1937 al 1967 en la ciudad de Nuevitas. Este ejercicio asistencial dejó de existir con la desaparición de los partos domiciliarios tras el surgimiento del Sistema Nacional de Salud. Para esta investigación se realizó una revisión bibliográfica de textos que ofrecen la imagen “jurídica y profesional” de este servicio; sin embargo, no se halló constancia escrita del desarrollo de la práctica social de las comadronas en la localidad. En cuanto a los métodos empíricos que se emplearon: entrevistas a parturientas, a familiares de las comadronas, a antiguas autoridades del municipio y antiguos trabajadores. Se estudiaron las principales comadronas de la localidad, se utilizaron como variables: sus valores ético- humanísticos, la actividad en el parto domiciliario y en la clínica particular, y sus historias de vida.

Palabras Claves: HISTORIA DE LA ENFERMERÍA; CAMAGUEY; CUBA

Introducción

La clara habilidad, la dedicación, la entrega sin límites, el desinterés personal, sin esperar recompensa y la conciencia mostrada en su actividad, fueron los atributos que adornaron las personalidades de las comadronas Didimas Pichardo Mola, Luz Marina Lastre Navarro, Isolina Hinojosa Medrano y Luz Blanca Peláez, de Nuevitas y las distinguieron por largos años y fructífera vida.

Al prestar el servicio no tuvieron en cuenta la distinción de razas y la pertenencia clasista de las parturientas, esto las convierte en un paradigma para los trabajadores del campo de la medicina. De ahí que el estudio de sus actividades constituya una fuente de valores humanos, tales como: la honestidad, la justicia y la responsabilidad.

Los que tuvieron la suerte de conocerlas, recibir sus cuidados y atención se percataron de la exquisita sensibilidad que siempre las acompañó. Existe una coincidencia entre las valoraciones de éstos con lo que expresó en un momento la figura más destacada de la ginecología Española, fundador de la primera escuela especial de matronas de la nación, el Doctor Gálvez Ginachero: “Lo importante es que cumplan la misión social que corresponde. Al mismo tiempo que asistan a las embarazadas, parturientas o puérperas, deben actuar como difusoras de los principios de higiene, aprovechando su otra cualidad, que no es una cualidad derivada de la experiencia, del sacrificio, sino una cualidad del corazón. ¡Por ser personas extraordinariamente humanas y sensibles¡” (1)

“Lo común entre las mujeres de las familias españolas establecidas en Cuba eran los partos fisiológicos, el pudor natural del mismo sexo, era preferible antes de exponerlo al sexo contrario, aunque esto estuviera revestido de carácter médico” (1):

“Eran las madres u otra mujer con experiencia quines asistían a las parturientas, y de esta costumbre surgió indudablemente la comadre o comadrona” (2)

Las matronas se han convertido, en la mayor parte de los países, en una profesión universitaria, bien independiente o bien como especialidad de la Enfermería. La función clínica de las matronas también es muy variable según la legislación o costumbre de cada país, pueden asistir los partos por sí mismas o supervisadas por un médico, a quienes pueden ayudar en la asistencia del parto.

En algunos países incluso asumen funciones de la especialidad extraordinariamente humana, la ginecología (3).

Tras el triunfo revolucionario y el surgimiento del Sistema Nacional de Salud (1960) desaparecieron los partos domiciliarios realizados por la figura centenaria en nuestro país de las comadronas. (4) Al no quedar constancias escritas de esta práctica social, los autoras de este trabajo emprendieron la faena investigativa que tiene como objetivo reflejar la práctica social de las comadronas en Nuevitas entre 1937 y 1967 del pasado siglo. El desarrollo de la presente investigación se llevó a cabo desde febrero de 2004 hasta el presente 2005.

Desarrollo

En la enseñanza de la Medicina, la enseñanza de la obstetricia y de la ginecología era eminentemente teórica. “El alumno debía asistir solamente a un pequeño anfiteatro desde el cual podía observar los partos que ocurrían en el salón de partos adyacentes, a través de cristales, por lo que una gran cantidad de médicos se graduaban sin haber asistido siquiera a un parto durante su carrera”. (5).

Con la realidad del desarrollo de la docencia médica en el país, si no fuera porque los acontecimientos son bastante recientes y aún tienen lugar en alguna porción del mundo, nadie se atrevería a creer y todos pensarían que estas cosas son sacadas de la fantasía. Así parece, pero hay jóvenes que no conocen la vida del campo y les cuesta trabajo creer en aquellas mujeres que, por su oficio, les tocó recibir en sus brazos a centenares de recién nacidos, todavía con el ombligo guindándole de su pierna y con el abdomen ensangrentado y el llanto desgarrador que anunciaba el alumbramiento.

Las comadronas andaban de pueblo en pueblo ofreciendo sus servicios y cumplían una cita con las parturientas. En la gran mayoría de los casos obtenían el éxito y cuando una criatura o la madre fallecían se desvalorizaba la fama de la comadrona.

Sin haber pisado jamás un aula de clases, fueron mujeres que aprendieron el oficio de manera empírica, no utilizaron medios técnicos, pero asegura la memoria popular que “podían con sólo mirar la barriga de la embarazada, identificar el sexo del bebé”, descubrían cuando estaban en una posición incorrecta pero ellas se encargaban de todas esas tareas y casi siempre salían bien libradas. (5)

En el artículo publicado, “El embarazo, parto en la tradición indígena Americana”, la doctora Ángela Broker resalta la vocación de ellas en el campo de la medicina, tras el saldo de la experiencia de sus tres partos a la manera tradicional nos dice:

“No conociendo a las parteras fui en busca de algún lugar llamado “Clínica”, que se pareciera a mi casa para que me atendieran sin tensiones, de manera más cálida, más intima, más privada.”(5).

Las comadronas proporcionaban el pudor natural del mismo sexo, en el parto fisiológico era preferible antes de exponerse a otras tensiones. (6). Ello se observa en su accionar cotidiano, en los partos domiciliarios, en los complicados, fundamentalmente las presentaciones de “nalgas” y pie, los médicos les enviaban los casos.

Así, por ejemplo, a la comadrona empírica del pueblo de Nuevitas de la Casa de Socorros, Luz Blanca Peláez, vecina de Narciso López No 79 y nombrada por el, entonces alcalde, Emilio Fernández, el Dr. Martínez Caballero la buscaba para los partos de nalgas, pie y transverso. Con amor y paciencia lograba generalmente un final feliz. A los vecinos no les cobrara sus manos enguantadas, su yodo, su agua hervida y se conformaba con lo que le diesen.

Durante los años 1930 hasta 1962, poseían una placa en la puerta de sus casas que las acreditaba como comadronas calificadas. Dídima Pichardo Mola, vecina de la calle Mamacú No.101, se caracterizaba por acudir de forma solícita a los partos domiciliarios, de diversos lugares del municipio.

Irma Fernández Ramos, en su momento parturienta asistida, se refiere al parto que en el 1948 le realizó Pichardo Mola, ella pernoctó en su casa hasta las 6:00 AM, la asistió con ternura y paciencia, por lo que recurrió a su arte para que atendiera tres alumbramientos de “Niños muy grandes”. Se mantenían en comunicación por tres días, realizando cura del cordón umbilical, orientado sobre la higiene de ambos, y si era necesario las visitaba por más tiempo hasta que el recién nacido y la parturienta estuvieran bien, gesto extraordinariamente humano.

Al establecer un símil histórico entre aquellas realidades nueviteras con el de otras latitudes y épocas se acude, de nuevo, a Ángela Broker. Dada su experiencia en los partos como estudiante, les fascinaba la manera como estas mujeres podían llegar a realizar diagnósticos y solucionar problemas obstétricos sin la tecnología moderna. En esta perspectiva anotamos:

“Me daba perfectamente cuenta que tenía un vocabulario tan amplio como el de la obstetricia académica”, obviamente con su manera peculiar de hablar y sentir todo lo relacionado con el mundo de la mujer, la parturienta y el recién nacido (7).

Alejandrina Escabro Chiley, de 94 años de edad, en su época fértil fue asistida en 3 de sus partos por la comadrona y amiga Dirima Pichardo Mola. Ella relata uno de estos eventos de parto: El del 1940 fue un embarazo pret término, con placenta previa, diagnosticado por Didima, en medio de un profuso sangramiento y de la presión familiar. Sólo después de haber coordinado el traslado a la provincia (por ferrocarril), informó a los familiares el diagnóstico, estado del feto y de la madre, necesidad de practicarle una cesárea y de acompañarla.

Elvia Piloto Nápoles, de 70 años de edad, en su segundo parto, por presentación de “Nalgas”, la comadrona de su primer parto (Dirima Pichardo), no pudo realizarlo. Se necesitó buscar al Dr. Cabrera, médico particular, quien se negó a asistirla. De inmediato, tuvo que trasladarse para Camagüey, a la maternidad obrera, donde no la quisieron atender por no estar asociada. En un estado perentorio, con un pie del bebé fuera, finalmente fue atendida en el hospital general, sito en el actual Hogar de Ancianos de la Avenida Finlay, por una comadrona que utilizó los fórceps y amplio el canal del parto y no aceptó honorarios por su servicio. Esta azarosa experiencia narrada por Elvira Piloto Pone de manifiesto la deshumanización del sistema social imperante en aquellos años y la cualidad digna de las comadronas, en sus relaciones Humanas y en la habilidad en la aplicación de sus conocimientos.

Entre los años 1950 y 1962 en la localidad de nuevitas se practicaban partos a la minoría pudiente y cesárea a los partos fallidos, en la clínica particular del Dr. Martínez Caballero.

La primera “Enfermera” empírica Luz Marina Lastre Naranjo, en la actualidad con 80 años de edad, vecina de Céspedes No. 150 en Nuevitas, tuvo gran éxito en los partos Institucionalizados. Era la Enfermera del Doctor Martínez Caballero. Ejercía su labor de lunes a viernes. Tenía gran habilidad con los partos de pie y de nalgas. Ella nos comentó: “Yo le introducía las manos y le hacia un giro, salía sin dificultad, gracias a Dios nunca se me complicó ningún niño, ni señora “... les cobraba $25.00, hice muchos partos, no recuerdo cuántos, no se llevaban estadísticas, los atendían con cuidado y sin pagar si no podían. Con el Doctor aprendí procederes. En la cesárea, yo cogía los puntos, trasfundía, mandaba a limpiar, ponía formol con permanganato, lavaba el instrumental y lo esterilizaba en un horno pequeño, por la noche hacia faja para los operados, por la mañana los bañaba, curaba y le tomaba los signos vitales, preparaba el salón para cualquier urgencia y localizaba al médico “. Le pagaban $55.00 mensuales, y se conformaba con tener uniforme y zapatos, una cantina de comida y poder vivir al lado de la clínica con su esposo. También narra como estas condiciones mínimas de existencia le dieron la posibilidad de compartir junto a su esposo, un combatiente revolucionario, acciones como las de refugiar a tres valiosos combatientes perseguidos, atenderlos y enviar medicamentos y alimentos. Se deshizo de objetos valiosos para ayudar a los rebeldes y estuvo en situaciones tensas, pero no fueron descubiertos.

Estas situaciones recuerdan lo expresado en torno al humanismo por José Sobrino Diéguez: quien ha dicho, coincidiendo con Bentrand Russell, que la posición del heroísmo a ultranza es atractiva y conmueve especialmente el instinto dramático del hombre. Pero el propósito del Revolucionario serio no es el heroísmo personal, no es el martirio, sino la creación de un mundo más feliz. (10, 11).

Actuación práctica de las comadronas en el parto domiciliario.

Las comadronas vestían de blanco, la calificada usaba cofia, maletín negro con pinzas, tijeras, ligaduras, paños verdes, guantes, yodo, y la identificaban por tener en las puertas una placa, acudían a los partos de forma solicita, acompañadas por los esposos de las parturientas principalmente, y por sus propios medios. Permanecían durante todo el trabajo del parto en sus hogares (en ocasiones les amanecía). Los partos los realizaban en la mesa o en la cama, a la parturienta le colocaban una tabla debajo de los glúteos (según estado del mueble), despejaban el lugar de todos los familiares y en escasas ocasiones utilizaban ayudantes.

Lavaban los genitales con agua hervida, con yodo antes y después del parto, eran muy pacientes ,tenían gran habilidad en los partos de niños grandes y de presentación viciosa (nalga, pie…) no realizaban incisión para facilitar la salida de los macro fetos, causa de desgarro que provocaba la solicitud del médico particular para la sutura del mismo (ellas no suturaban), utilizaban sus instrumentales para la limpieza y corte, ligadura del cordón umbilical, realizaban cuidados inmediatos al recién nacido y puérpera, y se mantenía visitándolas por tres días. El instrumental lo lavaban y flameaban, luego envolvían en paños verdes y guardaban en el maletín hasta el próximo parto, cobraban $25.00 .Los niños los pesaban e inscribían días después, no existía registros estadísticos.

Las señoras permanecían por 45 días sin lavarse el cabello, con medias, en reposo (las que su estatus económico y social lo permitía), preferiblemente ingerían caldo de gallina los primeros días, no cogían sereno…etc.

Las comadronas empíricas

La más solicitada “Luz Blanca”, quien habían sido nombrada por la alcaldía como ”La comadrona del ayuntamiento”, en la mayoría de las ocasiones no cobraba y aceptaba lo que le pudieran dar, sobre todo, vecinos y amistades. Las parturientas que acudían al ayuntamiento eran previamente destinadas a ellas y debían pagar por adelantado a esta institución, que les expedía una entregada una tarjeta.

Las enfermeras empíricas, a diferencia de las calificadas no usaban cofia y vestían de blanco, se menciona que entre ellas circulaba un libro para comadrona que había sino regalado por un Dr. apellidado Salas. El Doctor Martínez Caballero, por su parte, manifestaba confianza en las habilidades de éstas y las solicitaba para evitar las cesáreas en los partos difíciles, casi siempre al tratarse de personas sin posibilidades de pagar la cesárea.

Ellas no utilizaban instrumentales solamente sus manos enguantadas. Las parturientas compraban en la botica la caja antiséptica (12) que tenía lo necesario para los cuidados con el cordón umbilical (tijeras, ligaduras y gasa) que costaba 0.55 ctvs, además del yodo y guante. Si demoraba en salir la placenta hacían un lavado vaginal con yodo.

La actuación en el cumplimiento del deber responde a los principios éticos de la moral socialista, y es asumida por la ética de la profesión médica, expresión de los intereses de la clase obrera y del pueblo en general.(11)

Precisamente tras el triunfo Revolucionario, y la conformación del Sistema Nacional de Salud en 1960, se inicia el proceso de eliminación del ejercicio privado de la medicina, y con ello de la clínica del Dr. Martínez Caballero, que se produce en 1963. Se inicia así la época de los partos institucionalizados y la prohibición de los partos domiciliarios en Cuba, también para Nuevitas.

Las comadronas, ya de avanzada edad, no estaban en condiciones de recalificarse o convalidar estudios, por lo que sólo Dídima quedó por poco tiempo realizando los partos en el Hospital General.

Con posterioridad al inicio de esta etapa se da el testimonio de un parto domiciliriario en 1962, por petición de la parturienta, realizado también por la comadrona Dídima Pichardo Mola. Refiere la paciente haber sentido más seguridad, que de haberse sometido al practicado en el Hospital. Abunda explicando que necesitó ayuda del médico para suturar los desgarros por presentación de nalgas. Esta actividad la realizó en horario extra laboral, lo que muestra el sacrificio personal, mantenido en larga y fructífera vida laboral, que le valió para ser acogida por el sistema nacional de salud pública. (Testimonio de Carmen Malledo Morales).

La enfermera empírica y comadrona institucionalizada Luz Marina Lastre luego de la salida del país del Doctor Martínez Caballero, e intervenida la clínica en 1963, pasa al hospital general como enfermera. Aporta sus experiencias en la enseñanza a los auxiliares de enfermería, como Mercedes Ferrer, Mercedes Herrera y otras; en la canalización de venas femoral, en fontanela, etc. La solicitaban con frecuencia por sus habilidades en la canalización de venas. Al jubilarse les fueron reconocidos 33 años de trabajo, incluyendo los de la clínica particular. Cuando se encontró incapacitada para prepararse sus alimentos, ir de compras, manejo de la casa, lavado y transportase fue acogida en el Hogar de ancianos el 24 de Diciembre del 2002, recibiendo la alimentación, asistencia médica diaria. Ella falleció en el año 2004, por shock cardiogénico.

En 1962 llegaron al hospital de Nuevitas tres compañeras tras graduarse en cursos emergentes de auxiliar de enfermería con una duración de 6 meses, para prestar sus servicios en la ciudad donde vivían. Ellas eran Flérida Sabatela Borla, Noelia Casa Abreu y Clara Mustelier Betancourt. En el hospital contaban con 40 camas de adultos, un salón de parto, otro de operaciones, un pequeño cuarto para la central de esterilización, cuerpo de guardia, el cuarto de enfermería y una sala de pediatría con cuatro camas y seis cuneros, separados del hospital por un patio de 20 metros.

Había en aquel entonces dos enfermeras graduadas, una auxiliar de enfermería del curso anterior y otra compañera enfermera empírica. Se trabajó durante dos años turnos de 8 horas con rotación mensual de un mes y un franco semanal cuando se podía. La enfermera atendía durante su turno: la atención a todos los pacientes hospitalizados, el cuerpo de guardia donde suturaban todo lo que podían, ayudaban al cirujano en las urgencias quirúrgicas, preparaban las leches de los niños ingresados y les cumplían el tratamiento, dejándolos en la salita de atrás, atendidos por una niñera (llamada así en aquel entonces). En los turnos de noche eran además las responsables de poner a cocinar algunos alimentos para los pacientes y trabajadores, en el horario de las 4 de la mañana. El salario devengado era de $88.10 y posteriormente aumentó a $100.00 y $120.00 pesos

Además del trabajo se cumplían otras tareas como: movilizaciones con la sanidad militar en la crisis de octubre, ciclón flora y otras.

Experiencias de esa etapa

Cuenta la Seño Noelia, que en un turno de 11 a 7 a m, tenía dos embarazadas en trabajo de parto, comenzaron los pujos y mando a llamar al médico (que dormía al fondo del patio en el cuarto de la guardia) el que se demoró y ella algo asustada vio salir el primer feto e inmediatamente al otro que estaba al lado, la empleada le dijo, “sácalo del charco” y tomó a cada uno colgados por los pies y ella en el medio de las dos camas lloraba tanto como las parturientes y recién nacidos, cuando llegó el doctor

René Beltrán le dijo: “Seño te graduaste de comadrona”. Según refiere Noelia ese hecho la motivó para continuar estudios de plan II de enfermería obstétrica en 1965. (i)

En 1967 se gradúan Noelia y Flérida; la compañera Noelia es ubicada a brindar sus servisios en el Hospital Materno “Mariana Grajales” de Nuevitas. Allí el trabajo era fuerte y de muchos riesgos, pues había un sólo médico para todo, que después de 8 horas de trabajo se mantenía localizable. El hospital contaba 24 camas, salón de parto, salón de operaciones, un cubículo con dos camas de post parto y al lado el cuarto de la guardia, que muchas veces se utilizaba para pacientes en trabajo de parto.

La enfermera obstétrica atendía el cuerpo de guardia, el trabajo de parto, realizaba el parto, le brindaba los cuidados inmediatos al recién nacido, hacía guardias las 24 horas en días alternos. Durante la guardia, el médico se encontraba en el albergue y sólo se mandaba a buscar en la ambulancia si el caso no podía ser resuelto por la enfermera, al terminar su guardia iba al Policlínico a realizar las consultas tanto de embarazadas como de alto riesgo obstétrico y en horario de esa tarde visitaba a las pacientes que no acudían a las consultas. Los fines de semanas las guardias eran de 48 horas. Las enfermeras eran pocas y la obstetra atendía en muchas oportunidades todo el trabajo de enfermería más el trabajo médico hasta donde podían. Al año, Noelia es enviada a prestar servicios al Hospital de Lugareño por seis meses, relevando a la enfermera Flérida, que a su vez se incorporó a trabajar en este hospital. Esta etapa se prolongó por tres a cuatro años, hasta que se incorporaron nuevos médicos.

Por otro lado, la enfermera obstetra Flérida Sabatela Borla es ubicada en el Hospital de Lugareño, allí el trabajo era aún más difícil, ya que no había médico ginecoobstetra, ni físico ni localizable. En situaciones de ser remitida una paciente, actuaba la enfermera que vivía en el hospital. Al regresar Noelia a Nuevitas las guardias se extendieron cada 72 horas.

En estos primeros años, la tasa de mortalidad infantil era más de 20 por cada mil nacidos vivos. La actividad de la escuela de las enfermeras obstetras, el trabajo mancomunado con otros factores de la política social del proceso revolucionario, contribuyeron notablemente a la reducción progresiva de esta tasa, además sirvieron de acicate para enfrentar el futuro con más conocimientos y experiencia.

Es el caso de la enfermera Noelia, que al cumplir una misión internacionalista en la República de Angola en 1977 se encontró un hospital con personal de enfermería empírico, sin médico ginecoobstetra y ella asumió la responsabilidad del pase de visita, indicando tratamiento, realizando partos, consultas, manteniéndose localizable durante los 16 meses de esa misión, además de convocar y desarrollar un curso de auxiliar de enfermería parteras, graduando a 15 estudiantes. Al regresar de su misión cursó estudios de posbásico en 1979 y posteriormente se graduó como licenciada en enfermería en 1989 y a su vez atiende la docencia en el municipio. (ii)

Conclusiones

En condiciones, donde la salud humana, era un negocio. Las comadronas realizaban una importante función social, que permitió a los sectores más pobres y menos favorecidos recibir atenciones y cuidados de la salud, aún sin recibir un digno reconocimiento por desempeñar esa labor imprescindible.

- Los testimonios ayudan a tener un acercamiento a las prácticas realizadas en los partos domiciliarios.

- Al triunfo de la Revolución se institucionalizó el parto y las consultas a las embarazadas garantizando la calidad de las atenciones de salud de forma profesional y gratuita.

- Las comadronas no quedaron desamparadas fueron reconocidos sus años de trabajo y disfrutaron de los beneficios de la Seguridad Social que brinda la Revolución.

- El ejemplo y la dedicación de estas mujeres es fuente de valores formativos.

Summary

A historical investigation was carried to reflect the midwives´ social practice in the period from 1937 to 1º967 in the city of Nuevitas. This exercise of social work got to an end with the disappearance of the domiciliary childbirths after the coming forth of the National Health System. It was carried out a bibliographical revision of texts that offers the “juridical and professional” image of this service, however there was not written record of the development of the midwives social practice in this town. The empiric methods that were used: interviews to midwives and their families, to old authorities of the municipality and old workers. The work of the most popular midwives was studied; and was used as variables: their ethical-humanistic values, the activity in the domiciliary childbirths and in private clinics, and their life histories.

Key words: HISTORY OF NURSING; NUEVITAS; CUBA

Recibido: 29/3/04 Aprobado: 2/3/06

Referencias bibliográficas

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3. Enciclopedia Microsoft Encarta 2002, 1993- 2001.

4. Delgado García G Cuadernos de Historia de la Salud Pública No. 81. Ciudad de la Habana: Editorial Ciencias Médicas; 1996.

5. Rigor Ricardo O. Obstetricia y Ginecología La Habana: Editorial Pueblo nuevo y Educación; 1983. p 1-4.

6. Amaya Luaiza E. Las Comadronas que se fueron. La Habana: Editorial S.A.; 2003. p 2-3.

7. Segovia LI Formación de Matronas. Salud mundial. OMS; 1997. p 8-9).

8. Ancheta Niebla E. Historia de la Enfermería en Cuba. La Habana: Editorial Ciencias Médicas; 1998.

9. Arrebola V. Guillermo. Historia de Nuevitas 1492-1943.

10. Guadarrama González P, Suárez Gómez P. Filosofía y Sociedad. Tomo I, La Habana: Editorial Félix Varela; 2000.

11. Escuela Nacional de Salud Pública. Principio de la Ética Médica. La Habana: Editorial Política;1983.

12. Biografía del Dr. Juan N. Dávalos Cuaderno de Historia de la Salud Pública, No. 35; 1967.

Bibliografía

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Documentos de Tesis y resoluciones del I Congreso Editorial. Dor, la Habana. PCC.1976: 87.
Fernández del Castillo F, Hernández Torres A. El tribunal del Protomedicato en la Nueva España. México, DF: Universidad Nacional Autónoma de México 1965: 2-
Nuñez Jover Dr. Jorge. Ciencia y la Tecnología como proceso sociales. Editorial Félix Varela. Habana. 1999: 13.
Ramos Domínguez Dr. B. Narcy. Higiene social y Organización de la salud Pública. Editorial Pueblo y Educación, 1987: 264-266.
Villa Ma, Falla M.N. Manual Programa para Complementación de Partera Tradicionales. Ministerio de Salud, Bogota : 1997.

Notas

i) Malledo Morales C. Comunicación personal. Entrevista 2004

(ii) Noelia Casa Abreu. Comunicación personal. Entrevista 2004