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Humanidades Médicas
versión On-line ISSN 1727-8120
Rev Hum Med v.7 n.2 Ciudad de Camaguey Mayo-ago. 2007
Reseña |
Un libro que hacía tiempo se necesitaba: los médicos y los inicios de la antropología en Cuba, de Enrique Beldarraín Chape. A Book needed since a long time: Medical Doctors and the beginning of Anthropology in Cuba, by Enrique Beldarraín Chaple |
Autor |
José Antonio López Espinosa. Universidad Virtual de Salud de Cuba |
Etimológicamente, la Antropología es la ciencia que se ocupa del estudio del hombre en general, con inclusión de sus subdivisiones naturales con las que se constituyen las razas, así como de sus subdivisiones artificiales con las que se forman conglomerados de individuos llamados pueblos.
En el libro intitulado Los médicos y los inicios de la Antropología en Cuba, de la autoría del doctor Enrique Beldarraín Chaple y publicado en virtud de un proyecto de la Fundación Fernando Ortiz, más que fundamentarse, se ponen de relieve por encima de este concepto los estrechos vínculos existentes entre esa disciplina y la Medicina, en tanto ciencias consagradas al estudio del hombre desde una perspectiva biológica, física y social.
La obra, dividida en siete capítulos, distribuye sus 248 páginas en un extenso recorrido por la historia y evolución de esos vínculos y demuestra lo indispensable de que éstos se mantengan y perfeccionen de manera permanente. Este valioso producto del doctor Beldarraín, forma parte de su abundante bibliografía atesorada en otros tres títulos de libros editados en Ciudad México, San José de Costa Rica y en La Habana, Cuba, así como en gran número de artículos publicados en revistas cubanas y extranjeras, que abordan disímiles aspectos en relación con las ciencias de la salud en general, con la Epidemiología, especialidad que cultiva como médico, con la historia de la ciencia y con la historia de la medicina en particular.
Tras hacer mención a los precursores de los estudios antropológicos en Cuba, como fueron los doctores Luis Montané Dardé, Arístides Mestre Hevia, Antonio de Gordon y Acosta, Juan Santos Fernández Hernández, Carlos de la Torre y Huerta y Enrique López Veitía, entre otros, en el primer capítulo se analiza la literatura relativa al modo de vida, las enfermedades que sufrían y los maltratos a que eran sometidos los negros esclavos traídos de África, luego del total exterminio de los aborígenes cubanos por los conquistadores y colonizadores. En este análisis sale a relucir que dichos textos, a la vez que denunciaban los abusos a esa masa de esclavos, servían de instructivos a sus propietarios sobre las formas de evitar el deterioro de su salud y garantizar con ello su estabilidad como fuerza productiva, con lo cual queda demostrado el nivel de profundidad del examen realizado por el autor en torno a este fenómeno.
Al igual que en el primer capítulo, se realiza en el segundo un minucioso análisis de la literatura, en este caso la vinculada en específico con los hábitos, las ideas sobre las enfermedades y las medidas terapéuticas que aplicaban los indios cubanos aún antes de la llegada de los españoles. Aquí se estudian de modo particular tres obras escritas al respecto por los doctores Enrique López, Antonio de Gordon y Arístides Mestre. La lectura de esa parte convence de que entre los indo cubanos no existía el grado de salvajismo que tradicionalmente se les ha adjudicado, cuestión que representa un aporte de gran originalidad del escritor de este libro.
Los amantes de la historia de las ciencias, conocen el papel protagónico de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana en el desarrollo científico y cultural de Cuba durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX. Esta corporación, que durante casi una centuria rigió los destinos de las diversas manifestaciones de la ciencia en el país, tuvo una activa sección de Antropología en la cual se gestó lo que tiempo más tarde se convirtió en la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba. En el tercer capítulo de Los médicos y los inicios de la Antropología en Cuba se detalla el quehacer de los máximos exponentes de la disciplina y se examina el resultado de su producción científica plasmada en forma de artículos en las páginas de los Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, órgano de la organización de su nombre, así como en libros, folletos y otras fuentes documentarias.
En el capítulo 4, dedicado a la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, se abordan en primer lugar los antecedentes que dieron origen a su constitución como organismo que desde octubre de 1877 agrupó de manera oficial a los que desde las tribunas de la Academia de Ciencias venían hacía tiempo demostrando su interés por el estudio de las distintas facetas de la historia natural del ser humano. Según los razonamientos del doctor Beldarraín, fue en el seno de esa Sociedad donde se gestó una verdadera Antropología cubana, en virtud de los importantes asuntos allí debatidos, como fueron entre otros el lacerante problema de la esclavitud, la conducta delictiva y la cuestión racial, siempre desde una posición positivista, es decir, libre de toda especulación metafísica o teológica. En este apartado se dedican también unos párrafos al Boletín de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, órgano de la corporación del mismo nombre, del cual se examina la forma en que se nutrieron sus páginas con las actas de sus reuniones, los extractos de las conferencias, los cursos en ella impartidos y las comunicaciones y memorias leídas por sus miembros.
La descripción del acontecer docente desde la cátedra Antropología de la Universidad de La Habana, es el tema del quinto capítulo, donde se puede encontrar información concerniente a la enseñanza de esta materia en Cuba a partir de planes de estudio oficiales. La actividad de los profesores que la iniciaron al finalizar el período colonial y la de los forjadores que la desarrollaron durante la etapa republicana aparece muy bien relatada. En otra parte de este segmento se destaca la estrecha vinculación de los museos de antropología, establecidos en aquellos tiempos, con el aprendizaje y la enseñanza de esta ciencia; así como el papel que desempeñaron varios profesionales de la medicina en su fundación y funcionamiento, todo ello basado en una minuciosa investigación bibliográfica de parte del autor.
Cuando se hable de la práctica de la Medicina legal en cualquier época en Cuba, no se puede dejar de mencionar el nombre de ese gran humanista médico habanero que fue el doctor Ramón Zambrana Valdés, a quien con justicia se le considera el padre de esa especialidad en el país por las ideas propias y las concepciones originales que aportó para nutrirla y desarrollarla cuando era una ciencia incipiente, aspecto sobre el cual se reflexiona en el sexto capítulo de modo muy acucioso y pormenorizado. Otros asuntos concernientes a este acápite son los de las técnicas utilizadas por la Medicina legal en la época del doctor Zambrana, que se relacionaban con la Antropología; el impuso que dio la Comisión de Medicina Legal de la Academia de Ciencias al progreso de la disciplina en el país; la revisión bibliográfica de los trabajos de esta organización publicados en tres tomos y la significación del doctor Raimundo de Castro y Bachiller, protagonista de una verdadera revolución en la enseñanza de la Medicina legal y la más eminente personalidad de esta ciencia durante la primera mitad del siglo XX. Una relación de otras figuras representativas de la disciplina en ese período completan el contenido de este capítulo.
En virtud del interés de los obstetras cubanos Eusebio Hernández Pérez y Domingo F. Ramos Delgado de desarrollar la puericultura para lograr una población cubana sana y robusta, surgió una corriente que complementó y hasta superó en esencia a esa rama encargada de propiciar cuidados a la embarazada y el niño pequeño, a la que llamaron homicultura. Por aquel entonces tenía seguidores otra corriente encaminada a cultivar las condiciones y medios más favorables con vistas el mejoramiento físico y moral de la especie humana, conocida con el nombre de eugenesia. En el capítulo 7 el autor se concentra en dilucidar las fortalezas y debilidades de ambas corrientes; destacar los esfuerzos de los médicos cubanos, con los doctores Hernández y Ramos a la cabeza, por perfeccionarlas y poner al descubierto la connotación racista y discriminatoria, muy cercana a la fascista que ambas fueron tomando en la práctica.
Como colofón de la obra, se ofrece lo que el doctor Beldarraín llamó testimonio gráfico, donde aparecen 20 ilustraciones, ocho de ellas con las cubiertas de las publicaciones analizadas y mencionadas como fuentes en el texto. Asimismo se muestran fotos de negros esclavos donde se reflejan las enfermedades que padecían y de médicos que fueron próceres en la evolución de la Antropología en Cuba. Una copiosa relación de fuentes documentarias entre libros, folletos, monografías y artículos de revistas, dan cuerpo a la última parte del contenido principal del libro.
El que suscribe esta reseña es testigo cercano de que para la redacción de su obra, el doctor Beldarraín vivió durante años primero acodado encima de amarillas páginas y borrosos textos de la época colonial y republicana y después enfrascado en profundas reflexiones para llegar a un resultado, en el cual se deja ver la aplicación del método analítico de la interpretación materialista de la historia.
Los médicos y los inicios de la antropología en Cuba se concibió a partir del estudio de fuentes originales, varias de ellas poco conocidas, otras ignoradas y descubiertas por el autor, a las que éste consagró no poco tiempo y les supo poner el pensamiento de primera mano y de mano propia para obtener un producto llamado a enriquecer a la literatura histórica cubana en general y a la que aborda el tema de la antropología en particular, producto que, dicho sea de paso, tiene la virtud poco frecuente de servir a la vez como fuente de consulta, obra de referencia y libro de texto, por cuanto es capaz de brindar datos, información y conocimientos, atributos que hacen de él una obra muy completa. Algo que da fe de esta aseveración fue lo acontecido el pasado 13 de marzo de 2007, cuando el Pleno de la Academia de Ciencias de Cuba, encabezado por su Presidente, el doctor Ismael Clark Arxer, otorgó a esta obra el Premio Anual 2006 en reconocimiento al resultado implícito en su contenido.
En realidad, se trata de un libro cuya existencia se necesitaba hacía tiempo y al que por las cuestiones que aborda, por su originalidad y por su función didáctica, se le augura desde estas líneas mucha demanda y grandes éxitos.
Recibido: 28/7/07 Aprobado: 30/8/07