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Humanidades Médicas

versión On-line ISSN 1727-8120

Rev Hum Med v.8 n.2-3 Ciudad de Camaguey Mayo-dic. 2008

 

PÁGINAS DE LA HISTORIA

Transfusión de sangre

Blood transfusion

 

Jorge Álvarez Vázquez

Licenciado en filosofía. Profesor Titular. Instituto Superior de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay. Camaguey. Cuba. Director del Centro para el Desarrollo de las Ciencias Sociales y Humanísticas en Salud (CENDECSA) email: jav@finlay.cmw.sld.cu

 

En el pasado, el medio de remediar el colapso subsiguiente a las hemorragias constituía un problema de muy difícil solución. Parecía bien claro que el mejor remedio a este tipo de accidente consistía en cambiar la sangre que se había perdido, pero nadie supo durante siglos, como hacerlo. Antes de que Harvey descubriera la circulación general de la sangre muchos médicos creían que era posible reanimar a los pacientes obligándoles a beber sangre humana o de animal. Tal tratamiento estuvo en vigor hasta el siglo XV. Es bien conocido el hecho de que al Pontífice Inocencio VIII, falto de fuerza, se le administró sangre de tres vigorosos muchachos. Tan desastroso fue el tratamiento, que acabó en la muerte de los tres jóvenes y del Santo Padre.

El primer médico a quien corresponde el honor de haber realizado una transfusión de sangre fue el profesor de la Universidad de Papua Giovanni Colle de Belluno, que publicó en 1628 su obra Methodus facile procuranda vita el nova medicamenta, en la que describía con detalle la técnica de la transfusión. En 1660 otro italiano, Francesco Polli, florentino, publicó libro sobre el tema, que era entonces objeto de grandes discusiones, como demuestran algunas obras de entonces. El teme despertó el interés de importantes personalidades de la época, entre ellos, Roberto Boyle y Cristobal Wren, quienes mostraron espectativas por este problema.

Entre tanto, un médico de Oxford, Ricardo Coger estudió con detalle las transfusiones, aunque se limitó a hacerlas en animales. Los primeros intentos de Coger de transfundir sangre de la vena yugular de un perro a otro, datan de 1666. El resultado fue un fracaso rotundo, pues la sangre se coaguló en el mismo tubo de paso. Coger decidió entonces transfundir desde una arteria a una vena, en vez de emplear dos venas, Para ello unió la carótida de un perro a la yugular de otro, acortando al máximo el tubo intermedio. He aquí la descripción que nos da el propio Coger en su obra Tratactus de Corde:

"Tras los preparativos necesarios escogí un perro de talla mediana al que abrí la vena yugular. Le sangré hasta que , por sus aullidos y por sus movimientos, comprendí que las fuerzas le abandonaban y que empezaba a entrar en estado de convulsión. Entonces intenté compensar esta pérdida administrándole sangre proveniente de la arteria cervical de un gran perro dogo que estaba amarrado junto al primero. Mantuve la transfusión hasta que el primero daba claras señas de estar ya saturado de sangre. Ligué entonces la arteria y volví a pasar la sangre desde el perro receptor al dador. Esta maniobra la realicé varias veces".

También se registran los intentos de Juan Denis, matemático, profesor de filosofía, maestro en Montpellier y médico de Luís XIV. Este médico francés creía que los animales y las personas exangües podían recobrar la salud recibiendo sangre de animales sanos. De ahí que en 1667 lograra transfundir 8 onzas de sangre de cordero a un muchacho, al parecer con excelente resultado. Denis repitió el tratamiento con otro enfermo, pero esta vez el resultado fue fatal, porque el paciente murió y la viuda entabló proceso contra el doctor.

No debe sorprender que se acabara por abandonar la transfusión de sangre de animales. Actualmente se sabe que sus hematíes son prontamente destruidos en el torrente circulatorio humano con peligro de graves shocks anafilácticos. La transfusión de sangre de animales es pues, no sólo completamente inútil, sino también peligrosa.

 

Recibido: 12/11/08

Aprobado: 22/12/08

 

Jorge Álvarez Vázquez. Licenciado en filosofía. Profesor Titular. Instituto Superior de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay. Camaguey. Cuba. Director del Centro para el Desarrollo de las Ciencias Sociales y Humanísticas en Salud (CENDECSA) email: jav@finlay.cmw.sld.cu