INTRODUCCIÓN
El intento suicida es un importante problema de salud pública a nivel mundial, del cual Cuba y la provincia de Pinar del Río no se encuentran exentas. Cada vez se registran cifras más altas de manera especial en la etapa de la adolescencia, lo cual es una preocupación para médicos, enfermeros, psicólogos, psiquiatras, maestros y sociólogos.
Las formas de conducta suicida como ideación, intento, suicidio consumado, representan un problema de salud en los diversos grupos etarios. Se estima que para el 2020 esta problemática representará el 2,4 % de la tasa de morbilidad. Usualmente, las estadísticas sugieren una mayor prevalencia de conductas suicidas en los varones de edad avanzada, sin embargo, las tasas entre los jóvenes van en aumento y son uno de los grupos de mayor riesgo.1
La conducta suicida de acuerdo con Toro, Avendaño y Castrillón2 es definida como toda acción producida con el propósito explícito o implícito de quitarse la vida, que incluye cualquier intención, ideación o pensamiento que puede finalizar en la muerte. Esta puede variar en gravedad por lo que depende de la especificidad del plan suicida y del grado de intención.
Pérez3 define el intento suicida como toda acción autoinfligida con el propósito de hacerse daño de manera letal y cuyo resultado no fue la muerte, muchas veces se considera como conducta suicida no fatal por la forma de presentarse.
Según informe sobre la mortalidad por suicidio en las Américas las muertes por suicidio aumentan en las últimas décadas. Entre los países con mayor índice para todas las edades se encuentran Estados Unidos, Canadá, Cuba, Guyana, Surinam, Trinidad y Tobago y Chile.4
Según plantea el Programa Nacional de Atención Integral a la conducta suicida (5 en su revisión del 2014, fallecen cada año, como promedio, 65 000 personas por suicidio en la región de las Américas. Representa la tercera causa de muerte en el grupo de 20 a 24 años, la cuarta en el grupo de 10 a 19. Los métodos más frecuentes son ingestión de medicamento, asfixia, armas de fuego y envenenamiento.
En Cuba las lesiones autoinfligidas intencionalmente en edades de 10 a 19 años presentó una tasa de 2,0 por 100 000 habitantes en el año 2017; estas constituyeron la tercera causa de muerte en este grupo.6
Expresa Rodríguez Méndez7 que la adolescencia es la etapa que transcurre entre los 10 y 19 años, período para el que se establecen dos fases: la adolescencia temprana de 10 a 14 años y la adolescencia tardía, de 15 a 19 años. Esta etapa es una fase en desarrollo en el que es difícil definir límites claros entre los fenómenos que son parte de esa evolución y los que no lo son.
Ocurren cambios biológicos, psicológicos y sociales que provocan que sea necesario dedicarles una mayor atención, pues los adolescentes no cuentan con recursos psicológicos para enfrentar diversas situaciones y problemas, por lo cual eligen como solución quitarse la vida. Los estudios concuerdan en que, en las últimas décadas, se observa un importante incremento de las conductas suicidas infantojuveniles.8,9
Ya que el intento de suicidio es uno de los principales predictores de suicidio consumado, resulta especialmente importante conocer su prevalencia y factores de riesgo asociados en la población en general y, particularmente, en adolescentes. Se estudiaron múltiples factores de riesgo: patologías psiquiátricas como desórdenes depresivos, abuso de sustancias y desórdenes conductuales factores psicológicos como impulsividad, desesperanza y baja autoestima; factores ambientales que incluye el contexto familiar, características del entorno escolar y eventos vitales adversos como maltrato.9
Según el anuario estadístico de Cuba del año 2013, el suicidio en la provincia de Pinar del Río en el 2012 se comportó con una tasa de 10.6 por 100000 habitantes, lo cual ascendió a 12.3 en el año 2013.10 Las cifras aumentan cada año y dentro de ellas se encuentran en una posición de vulnerabilidad los adolescentes.
En la provincia Pinar del Río, así como en el municipio de San Luis se observó un aumento de los intentos suicidas en los adolescentes, sobre todo en las edades comprendidas entre los 15 y los 18 años. A pesar de los esfuerzos que se realizan en las actividades de educación para la salud y el trabajo con los adolescentes, por parte de los promotores de salud, los psicólogos, los médicos, los trabajadores sociales, en función de mejorar su calidad de vida, no se obtienen resultados de impacto en el orden práctico con respecto a esta situación de salud, por lo que son insuficientes las investigaciones previas sobre esta temática.
Por ello el objetivo del presente trabajo es caracterizar el intento suicida en la adolescencia, a partir de los aspectos sociodemográficos, los factores de riesgo asociados al intento y por la existencia de antecedentes personales y familiares de intento suicida previos
MÉTODO
El estudio descriptivo, transversal, retrospectivo y no experimental, se desarrolló desde septiembre de 2013 a junio de 2018. Se realizó una revisión de información en el departamento de Estadística del Policlínico Universitario Epifanio Rojas y de las historias clínicas de los adolescentes en el Centro de Salud Mental Comunitario. El universo lo conformaron 81 adolescentes con intento suicida del área del municipio San Luis, la muestra fue no probabilística, de sujetos tipos, por lo que se seleccionó intencionalmente un total de 46 adolescentes. La muestra cumplió con los siguientes criterios de inclusión:
Adolescentes que no presentaron discapacidad mental, auditiva o verbal que le impidieran participar en el estudio.
Disposición de los adolescentes para colaborar con el estudio.
Luego que se identificó la muestra del estudio se visitaron los adolescentes y primeramente se les aplicó la entrevista individual y la encuesta para el control y tipificación de la conducta suicida. Luego, en una segunda visita, se aplicó la entrevista familiar a todos los miembros de la familia.
RESULTADOS
Se estudiaron un total de 46 adolescentes con intento suicida, lo cual constituye el 57 % del total de adolescentes que conforman el universo de estudio. El mayor grupo perteneció al período de las edades comprendidas entre los 15 y los 19 años que también se le reconoce como adolescencia tardía, lo cual representa un 84,4 % del total de la muestra.
Sexo | Cantidad de adolescentes | % |
---|---|---|
Masculino | 3 | 6,5 |
Femenino | 43 | 93,5 |
Total | 46 | 100 |
Fuente: Entrevista individual e historias clínicas de los adolescentes
En la tabla 1 se expresa la distribución de los adolescentes con intento suicida según el sexo. Predomina la presencia de que el sexo más frecuente es el femenino, lo cual representa un 93,5 % del total de la muestra en estudio.
Nivel escolaridad | Cantidad de adolescentes | % |
---|---|---|
Primaria | 0 | 0 |
Secundaria | 17 | 37 |
Preuniversitario | 29 | 63 |
Total | 46 | 100 |
Fuente: Entrevista individual e historias clínicas de los adolescentes
En la tabla 2 se constata que en cuanto al nivel de escolaridad de los adolescentes prevaleció el de preuniversitario, lo cual representa un 63 %, mientras que la menor cantidad se presentó en el nivel secundario, para un 37 %. No se encontraron pacientes cursando el nivel primario.
Se detectó que la mayor cantidad de adolescentes pertenecían a la localidad urbana con 26 adolescentes para un 56,5 %, mientras que un número no tan bajo formaba parte de la zona rural con 20 para un 43,5 %.
Vínculo social | Cantidad de adolescentes | % |
---|---|---|
Laboral | 3 | 6,5 |
Escolar | 24 | 52,2 |
Desvinculados | 19 | 41,3 |
Total | 46 | 100 |
Fuente: Entrevista individual e historias clínicas de los adolescentes
La tabla 3 muestra la cantidad de adolescentes con intento suicida que se encuentran con vínculo laboral, escolar o desvinculados de ambas áreas, donde la mayor cantidad estudian, los que representan el 52,2 % del total, mientras que el 41,3 % de los adolescentes están desvinculados. Con vínculo laboral existen solo 3 adolescentes femeninas, para un 6,5 % del total de la muestra, de ellas 2 trabajan en establecimientos particulares y una adolescente trabaja en una institución estatal, la cual actualmente está pendiente a sanción judicial.
El gráfico 1 muestra el estado civil de los adolescentes con intento suicida; en la muestra se constató el predominio de los solteros con un total de 38 adolescentes, lo cual corresponde a un 82,6 %. Mientras que el 8,7% estaban acompañados e igual porciento, casados.
Factores de riesgos | Cantidad de adolescentes | % |
---|---|---|
Individuales | 26 | 56,5 |
Familiares | 34 | 73,9 |
Comunitarios | 31 | 67,4 |
Fuente: Entrevista individual e historias clínicas de los adolescentes
La tabla 4 muestra los factores de riesgo asociados a intentos suicida en esta etapa de la vida tantos individuales, familiares como comunitarios. Dentro de los factores de riesgo individuales predominaron la ruptura de pareja, la depresión y características personológicas como manipulación e impulsividad.
Se identificaron 26 adolescentes con factores de riesgo individuales para un 56,5%. Como por ejemplo el principal factor personal es la ruptura en las relaciones de pareja. El 68 % de las y los adolescentes con factores de riesgos individuales rompieron la relación con sus parejas en especial esto se percibe en el sexo femenino. Se percibió la insuficiencia de recursos emocionales en las adolescentes para manejar conflictos y problemas en la relación de pareja.
Es menester aclarar que todas las adolescentes en estudio que habían roto con sus parejas lo hicieron con el motivo de llamar la atención, con el fin de manipularlas para que regresaran nuevamente a la relación. Sus personalidades se caracterizan por ser controladoras, dominantes e impulsivas en las relaciones no solo con sus parejas sino también con sus amigos, compañeros y familiares.
Se encontró que los principales factores de riesgo son ruptura de parejas, divorcio entre los padres, antecedentes de intento suicida en los adolescentes. Aproximadamente el 53 % de las adolescentes con factores de riesgo individuales refieren que previamente a la conducta suicida se sintieron deprimidos, con mucha tristeza, deseos de llorar, falta de esperanza.
Presentaron factores de riesgos familiares 34 adolescentes para un porciento de 73,9 %, dentro de los que se observó violencia parental, separación de familiares y la desatención familiar.
Una característica común que expresaron los adolescentes fue la falta de apoyo por parte de los padres. Por lo cual se puede expresar que existe un debilitamiento de la relación padres-hijos adolescentes y de estos con otros miembros de la familia extensa.
Se observó en el estudio que los métodos educativos que emplearon por los padres son inadecuados como el autoritarismo, la permisividad y como estrategias usaron el maltrato físico y verbal. Se evidenció como generalidad, que un factor incidente fue el inicio precoz de las relaciones de pareja lo cual aprobaron en la mayoría de los casos los familiares, sin ser consciente de la responsabilidad que esto requiere.
En el caso de los factores de riesgo comunitario se identificaron 31 adolescentes para un 67,4 % del total de la muestra. Dentro de los factores de riesgo comunitario se encuentra el escaso o nulo acceso a actividades deportivas, recreativas, culturales, alta incidencias de alcoholismo y comportamiento suicida aceptado. Se pudo apreciar que estos factores de riesgo se encontraban presentes en algunas comunidades a la que pertenecían los adolescentes, pero no constituían una preocupación personal para ellos, o sea no constituía una necesidad consciente.
Otro de los factores que se encontraron son los patrones de imitación que los adolescentes tienen desde el punto de vista social. En las localidades se percibió la incidencia de alcoholismo, lo cual también se vivenciaba en algunas familias de la muestra. Dicho problema, demostró que es causa de ruptura y deterioro de familias, y además una influencia negativa en la formación del adolescente. Muchos de los adolescentes que se estudiaron tenían a un familiar alcohólico, ya sea padre, madre, padrastros, tíos, primos, entre otros.
En cuanto a la existencia de antecedentes personales y familiares de intentos suicidas, en la muestra en estudio, 8 adolescentes presentaron factores de riesgo personales de intento suicida lo que representa un 17,4% del total.
De manera general, se percibió arrepentimiento en relación con la conducta suicida, mientras que existieron otros que no se arrepintieron del hecho, aunque fue la minoría, solo dos adolescentes. Ellos perciben el intento de suicidio como una vía para la solución de sus problemas y conflictos, lo cual los pone en riesgo de nuevamente realizar otro intento de suicidio.
Con respecto a los antecedentes familiares de carácter patológicos se corroboró que 21 adolescentes presentaron estos antecedentes, lo que representa un 45,7 % del total de la muestra. En los adolescentes con antecedentes familiares de intento suicidas se encontró que la relación parental fue de tíos y primos, incluso en algunos adolescentes que se estudiaron estos familiares no conviven con ellos. No se evidenció la presencia de familiares con primer grado de consanguineidad, como es el caso de madres o padres. En la muestra se detectó que los familiares de los adolescentes con intentos suicida poseen enfermedades psiquiátricas que se diagnosticaron y trataron en algunos casos, mientras que en otros no.
Método de suicidio | Planificación | del acto | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Sí | % | No | % | Total | % | |
Ingestión de fármacos | 7 | 18,9 | 30 | 81.1 | 37 | 100 |
Ingestión de sustancias tóxicas | 1 | 100 | 0 | 0 | 1 | 100 |
Autoagresiones físicas con objetos punzantes | 6 | 75 | 2 | 25 | 8 | 100 |
Fuente: Entrevista individual e historias clínicas de los adolescentes.
La tabla 5 muestra que en el grupo de adolescentes con intento suicida, el método que más se utilizó para autoagredirse fue la ingestión de fármacos, para un total de 37 adolescentes. Dentro de los psicofármacos más empleados se encuentran la Carbamazepina, el Nitrazepám y el Clordiazepóxido.
La autoagresión física con objetos punzantes no fue muy frecuente y en su mayoría se realizó con cuchillas con el objetivo de cortarse las venas, pero es menester aclarar que el 75 % de ellos planificó el intento. La ingestión de sustancias tóxicas estuvo presente en menor medida, solo en un caso de un adolescente que ingirió queroseno, pero se mostró que, a pesar de que fue un método grave, estructuró una planificación del acto. El 81,1 % de los adolescentes usaron métodos de ingestión de fármacos, los cuales no planificaron el intento.
Cabe aclarar que, mientras menos seriedad posee el método, se evidencia poca planificación del hecho y, por el contrario, mientras más serio es el método de suicidio, se corroboró la planificación del acto.
Método de suicidio | Intención | de morir | ||||
---|---|---|---|---|---|---|
Sí | % | No | % | Total | % | |
Ingestión de fármacos | 8 | 21,6 | 29 | 78,4 | 37 | 100 |
Ingestión de sustancias tóxicas | 1 | 100 | 0 | 0 | 1 | 100 |
Autoagresiones físicas con objetos punzantes | 7 | 87,5 | 1 | 12,5 | 8 | 100 |
Fuente: Entrevista individual e historias clínicas de los adolescentes.
Como se puede apreciar en la tabla 6, el 78,4 % de los adolescentes no tuvo la intención de morir y usaron métodos blandos o menos letales como es la ingestión de fármacos, por lo que se percibe la relación entre el método y la intención de morir. Por otro lado, se corroboró que aproximadamente el 87,5 % de los adolescentes que usaron el método de autoagresiones físicas con objetos punzantes y el 100 % de los adolescentes que ingirieron sustancias tóxicas, los cuales son métodos duros o más letal, tenían la intención de morir.
Se detectó que algunos adolescentes al realizar el intento de suicidio comunicaban a familiares, amigos o a sus propias parejas. Así también los lugares donde llevaron a cabo la acción, fueron lugares adonde fácilmente podían llegar otras personas, por lo que se puede apreciar que planearon el intento, pero la intención verdadera era llamar la atención y no la de poner fin a su vida.
Los adolescentes que no planificaron el acto y que usaron el método de ingestión de fármacos experimentaban factores de riesgo personales como la ruptura en la relación de parejas y conflictos familiares. Por lo cual es probable que el acto de intento de suicidio lo realizaran para llamar la atención de sus parejas y familiares, para transformar la realidad existente en sus hogares o la relación amorosa.
DISCUSIÓN
La etapa más frecuente en la que se evidencia el intento de suicidio es en la etapa de 15 a 19 años, lo cual coincide con los estudios de Bella Mónica, Fernández Ruth, Willington;9 Argota Matos, Álvarez Caballero, Camilo Colás, Sánchez Maso, Barceló Román11) y Viru Loza, Valeriano Palomino, Zarate Robles,12) en los que la incidencia mayor fue en adolescentes de 15 años y más. 9,11,12) En esta etapa de la vida existen numerosos cambios en los procesos psicológicos, donde se evidencia una mayor independencia en los adolescentes con tendencia a tomar decisiones con base en las emociones, el placer temporal y la curiosidad.
El sexo que predominó fue el femenino, lo cual coincide con la literatura consultada; por ejemplo, expresan Bella Mónica, Fernández Ruth, Willington (9 que la mayor cantidad de pacientes adolescentes que ingresan a los servicios hospitalarios por motivo de intento suicida son las mujeres. Al parecer las féminas son más emocionales al tomar decisiones y optan por atentar contra su propia vida en vez de enfrentarse a la búsqueda de la solución del problema.
No se coincidió con otros resultados en lo referido al nivel escolar, atendiendo a que, por ejemplo en el estudio desarrollado por Mederos Ávila13 se obtuvo que la mayoría de los adolescentes de la muestra eran universitarios; aunque se precisa que la muestra actual incluyó solo a jóvenes hasta 19 años, con lo cual se excluyeron los jóvenes mayores de 20 años que se encuentran en la universidad. Por último, es válido advertir que, aunque en esta muestra tampoco fue significtiva la relación establecida por algunos autores entre el intento suicida y los niveles bajos de escolaridad; sí se constató que los especalistas reconocen que, siendo el estudio un área superación y satisfacción de necesidades, quienes se encuentren realizados en ella son menos proclives a la sutuación de suicidido.
Los resultados que se encontraron se corroboran con las investigaciones de Muro García, González Muro, Toledo Prado, Díaz Martínez, Negrín Calvo14) en las que la mayor cantidad de casos pertenecen a la zona urbana. Cuestión que se corrobora en los aportes de Peláez Mendosa15) cuando refiere que el 80% de los jóvenes que se intentan suicidar se concentran en las zonas urbanas, lo cual es una tendencia que tiene carácter universal. Aunque, sobre lo anterior, es necesario precisar que el municipio donde se realizó el estudio posee mayor zona rural, por lo que constituye una preocupación la realización urgente de acciones de salud que contribuyan a disminuir la prevalencia e incidencia de los intentos suicidas en estas localidades, en tanto, se contribuya a la profundización en el conocimiento sobre esta temática.
Para Gorguet Pi,16 la desvinculación social en los adolescentes es un factor de riesgo que los ubica en una posición vulnerable para que atenten contra su vida; con lo cual se establece la coincidencia con lo planteado por Mederos Ávila13) el que constató en sus pesquisas, en cuanto a la relación entre la ocupación y el comportamiento de las personas con intento suicida, el predominio de un mayor número de desocupados; elemento que difiere con el estudio que hoy se presenta.
Al parecer la desvinculación social es una peculiaridad en algunos adolescentes que se intentan suicidar, pues si el formar parte del área escolar o laboral produce satisfacción de las necesidades de superación, reconocimiento y relación con los coetáneos, son aspectos que se reconocen como factores protectores en estas edades y condicionan la decisión de evitar el intento de suicidio. En la investigación de Antón San Martín, Sánchez Guerrero, Pérez Costilla, Labajos Manzanares, Diego Otero, Benítez Parejo17 se detectó que la desvinculación social constituye un factor de riesgo para el suicidio.
La mayor cantidad de adolescentes están solteros, lo cual concuerda con los resultados de Ovalle Borrego8) y Gorguet16; donde las mayores incidencias de intentos suicida se presentaron en solteros. De las adolescentes solteras, es preciso señalar que siete de ellas eran madres, y algunas realizaron el intento de suicidio durante el embarazo, ante lo cual aludieron que «se encontraban sin salida porque sus parejas las abandonaron o rechazaron».
La mayoría de las adolescentes solteras que realizaron el intento de suicidio mantenían o mantienen una relación de pareja y al no estar preparados ni poder manejar algunos conflictos o cuestiones en estas uniones se recurría al intento. Se concuerda con la investigación de Coronado Molina, cuyos resultados demuestran18) que los problemas con la pareja es el factor de riesgo más significativo. También se coincide con Mora Rodríguez, Loza, Valeriano Palomino, Zarate Robles,19 cuando apuntan que algunas adolescentes que tuvieron hijos no planificados y sin pareja formal experimentan mayor riesgo de suicidio.
En su libro Gorguet,16 asume como un factor de riesgo importante en los adolescentes con intento suicida, la violencia familiar. Además, en las familias de los adolescentes de la muestra se encontró una peculiaridad que fue la presencia de un familiar recluso. Por ejemplo, debido a la cercanía emocional que tenía una de las adolescentes de la muestra con su padre, tras la ausencia de este la paciente vivenció la falta de apoyo del resto de la familia; así también se percibe como las crisis familiares constituyen un riesgo importante en la familia.
Rodríguez Méndez7 considera que en la relación padres-hijos adolescentes, los padres perciben que el niño cambia y que lo pierden. Mientras que el joven percibe la pérdida de su propia infancia, de las figuras paternas que lo acompañaron en esos años y del cuerpo que materializaba su identidad de niño. De aquí se deriva el conflicto entre la familia y el hijo adolescente, donde no existe un cambio en la comunicación a medida que transita el tiempo, por lo que no se estrechan lazos de afecto y apoyo, lo cual ubica al adolescente en riesgo potencial de intento de suicidio.
Gorguet Pi16 refiere que la imitación puede tener un contacto directo con el suicidio. De ahí se deriva la importancia que el adolescente le atribuye al grupo de amigos, por lo que significa para él en esta etapa, de manera que si el intento suicida se acepta en el grupo es probable que otros miembros lo reproduzcan. Por eso este autor sigue apuntando que dentro de los factores psicológicos y personales significativos se encuentra la impulsividad, lo cual constituye un rasgo característico de las personalidades de estos adolescentes. Así también se caracterizan por experimentar depresión, sentimientos de inutilidad, culpa, tristeza y desesperanza profunda.
Existe un amplio acuerdo respecto de que el factor de riesgo más importante para predecir la repetición de un nuevo intento de suicidio es el antecedente de un intento previo.8,9,20) En tanto que, también se evidencia correlación con la literatura en cuanto a los antecedentes familiares de intento suicida, donde se refiere que los adolescentes que poseen al menos un familiar que realizó un intento suicida es probable que lo ejecuten.8,20,21
Se coincide con otros estudios en cuanto a que el motivo de los adolescentes al realizar el intento fue el deseo de llamar la atención de sus familiares, parejas y amigos. Lo anterior guarda relación con los métodos de suicidio que estos adolescentes usaron, pues son métodos blandos, poco peligrosos donde existen menos probabilidades de morir como es el caso de la ingestión de fármacos17 Se señala también que el método más frecuente para autoagredirse es la ingestión de medicamentos y, dentro de ellos, los más frecuentes son los psicofármacos que se obtienen en el hogar.9,13
La ingestión de sustancias tóxicas estuvo presente en menor medida, solo en un caso el cual ingirió queroseno, esto es un método duro, donde existen más probabilidades de muerte y es más letal, lo cual coincide con la intención de morir que manifestó el adolescente.17
El grupo de edad más frecuente fue el de 15 a 19 años, de preuniversitario y pertenecientes a la zona de residencia urbana. El estado civil que predominó fue sortero, sin vínculo laboral y dentro de los factores de riesgo individuales predominaron la ruptura de pareja, la depresión y las características personológicas como manipulación e impulsividad.
Los factores de riesgo familiares que prevalecieron en el estudio fueron las disfunciones familiares como la violencia familiar y la existencia de métodos educativos inadecuados, mientras que la presencia del alcoholismo y patrones imitativos fueron los factores de riesgos comunitarios que predominaron.
Se evidenció la presencia de antecedentes patológicos familiares en mayor medida que los antecedentes patológicos personales. Existe una estrecha relación entre el uso de métodos duros, la planificación del acto y la intención de morir, así también entre el uso de métodos blandos, sin planificar la acción y la intención de llamar la atención.