INTRODUCCIÓN
El hombre contemporáneo vive en situaciones cada vez más complejas, dependientes de la información, del saber especializado y del trabajo intelectual, por lo cual las sociedades modernas demandan nuevos puntos de vista y de una ética renovada a la luz del momento histórico social. La superación profesional como parte inherente de la educación avanzada es trascendental en la conformación de las actuales teorías educativas, por cuanto se necesita desarrollar al máximo esta actividad para lograr ciudadanos competentes; vinculados con la creación intelectual, científica y técnica, factores determinantes del desarrollo de la humanidad.
La investigación es la base de la producción de recursos y se complementa en la producción científica, la cual permite difundir el conocimiento logrado a través de artículos publicados en revistas científicas.1) La investigación y difusión de los resultados se encuentran en constante cambio. La ciencia y la información abordadas en artículos son el motor impulsor en el desarrollo de la sociedad.
La producción textual en el ámbito profesional se evalúa por la cantidad de publicaciones en las diferentes revistas científicas y ofrece una idea general de la productividad de la institución. Sin embargo, autores como Ruíz-Díaz, Roque-Doval, Rodríguez-Ruíz2 señalan que dentro de la gestión universitaria del conocimiento existe un eslabón deficiente y es la comunicación de los resultados que completan la investigación, tanto en las fases de aplicación como los que se obtienen después y constituyen impacto, lo que contrasta con la producción satisfactoria.
Según el criterio de Valdespino-Alberti, Álvarez Toca, Sosa-Palacios, Arencibia-Jorge, Dorta-Contreras,3 publicar los descubrimientos, las investigaciones y los avances son consustanciales a la ciencia y estas revistas son los principales medios de difusión de las investigaciones. Mientras que, Campillo Torres, Cabrera Morales, Hernández,4 aseguran que las publicaciones expresan el conocimiento del trabajo intelectual en una determinada área del saber, perteneciente o no al ámbito académico, publicado o inédito; que contribuye al desarrollo de la ciencia como actividad social.
La educación universitaria contempla la búsqueda de una preparación científica, para después construir textos con elevada calidad, sus egresados deben ser depositarios del conocimiento y productores de los resultados investigativos. Por tanto, se considera de suma importancia para un profesional el dominio de la escritura y de las formas específicas que esta exige en el ámbito de la comunicación en la ciencia.5
A Domínguez García6 se le deben títulos importantes referidos a las cuestiones del análisis, la comprensión y la construcción del texto, tanto en lo oral como en lo escrito. Los aportes de esta autora consolidan la práctica de la enseñanza de la lengua para la producción textual y en especial destacan en sus indicaciones, elementos inherentes a la producción del texto en general y del científico, en lo particular. Esta autora considera que en este siglo XXI, la comprensión de textos científicos constituye una tarea indispensable para todo profesional, que le permita apropiarse de los conocimientos esenciales y significativos, inmersos en una creciente explosión informativa imposible de abarcar en su totalidad por los individuos. De ahí que, las insuficiencias en la redacción constituyen una gran preocupación, pues dificultan el éxito en las actividades académicas y científicas. Ser competente en estos órdenes significa tener una base sólida en el manejo del lenguaje, la lengua y en el arte de redactar.
En la actualidad el profesorado universitario está llamado no solo a ser mediador entre el conocimiento establecido y su alumnado ávido de ese conocimiento. Su integralidad profesional les lleva a participar de forma dinámica en la actualización, contextualización y hasta la generación de nuevos conocimientos, al estimular en sus estudiantes el carácter transformador de la realidad y de sí, que es sinónimo del aprovechamiento creativo de ese conocimiento: saber, saber-hacer, saber-ser. Incluso, la tríada crece en otras dimensiones y se llega a terrenos más complejos más allá del domino de conocimientos, habilidades y destrezas como tradicionalmente suele verse.2
Al respecto, Durán Morgado, Noa Legrá, Muguercia Llácer, Parra Castellanos, Nicot Martínez,7 sostienen que la educación médica superior cubana tiene como objetivo básico garantizar la graduación de profesionales con una sólida formación teórico-práctica, que resuelva una gama de problemas relacionados con la profesión y que facilite una instrucción general amplia, interdisciplinaria y centrada en las competencias y aptitudes. Lo que trae consigo un nuevo proceso educativo, fundamentado en la excelencia y calidad de la docencia y la investigación científica, a lo que se suma la producción del texto científico desde la etapa del pregrado. Por lo tanto, el alumno desde el proceso de su formación debe saber que el autor deja su huella en el texto pues es quien determina qué dice y cómo lo dice, lo cual define los rasgos estilísticos-funcionales del texto ya sea oral o escrito.
Al decir de Roméu Escobar,8 está claro que una de las situaciones comunicativas más compleja es aquella en la que tiene lugar el intercambio de conocimientos científicos, ya que el lenguaje de la ciencia presenta características estilísticas específicas que, que para poder comunicarse en el estilo científico es necesario dominar.
En este sentido, autores como Jiménez-Padilla, Cancio-López, Hernández-Alegría9 defienden la importancia de comprender que:
[…] el lenguaje de la ciencia forma parte de la lengua general, de la que toma recursos lingüísticos y comunicativos; pero ha desarrollado una relación de complementariedad y no de oposición a esta última, por lo que puede considerarse como una relación de correspondencia en la que se produce un hecho de especialización. Sin embargo, para diversos autores el uso de la lengua en la esfera científica constituye un código de carácter lingüístico (oral y escrito) que se diferencia de la lengua general y consta de reglas y unidades específicas para su producción.
Por tanto, el texto científico contextualiza la realidad de un modo que difiere de otros textos y formas de conocimiento. El sentido en que se configura y se hace manifiesto en los planos sintáctico, semántico y pragmático, presenta especificidades que es necesario identificar, dilucidar y analizar tanto en sí mismas, como por contraste con otras formas de conocimiento.
Jiménez Padilla, Cancio López, Hernández Alegría,9 advierten que el empleo de los recursos expresivos o comunicativos que posibilitan la coherencia y cohesión textual y el uso en el proceso de escritura de los aspectos semánticos, sintácticos y pragmáticos necesarios, denotan las potencialidades del investigador para la producción del texto.
En este estudio se asume que lo anterior se concreta eligiendo y combinando recursos lingüísticos para llegar a la producción textual; imbricado todo en un constructo del conocimiento que hacen del investigador-autor un individuo competente, desde lo linguoestilístico; entendida esta competencia como la suma de saberes para que en lo:
Metodológico: sea capaz de saber elegir el espacio para la visualidad del texto y los elementos estructurales para su construcción.
Sintáctico: sea capaz de saber organizar de manera coherente las ideas, lo que se consigue además, a partir del logro de la cohesión entre los elementos que construyen cada párrafo.
Semántico: sea capaz de saber y saber hacer del texto un entramado de relaciones de ordenamiento de sus significados de modo que quede clara la posición asumida ante la ciencia y se enuncien con propiedad, honestidad y humildad, los nuevos aportes.
Pragmático: sea capaz de saber, saber hacer y saber ser en el contexto de la comunicación y el discurso, para que se evidencien el camino recorrido y los resultados de forma clara, precisa y objetiva.
Es necesario el dominio de la lengua, de sus registros y códigos y de las particularidades que hacen que por su estilo el texto pertenezca a la tipología de los documentos científicos. Ser competente desde lo linguoestilístico, en el ámbito de la ciencia, determina saber analizar, comprender y construir textos que traduzcan el proceso de la investigación y sus alcances con objetividad y precisión, mediante la expresión de un discurso oral o escrito preciso, objetivo y coherente con el dominio de los recursos comunicativos de este estilo y de su estructura y funcionamiento.
Por tal motivo se concibe como objetivo analizar los resultados del diagnóstico inicial del desarrollo de la producción del texto científico como competencia linguoestilística en los usuarios de la revista científica cubana Archivo Médico de Camagüey.
MÉTODO
El estudio actual articula con los resultados iniciales de una investigación dirigida a la implementación de un Sistema de acciones para el desarrollo de competencia linguoestilística de los profesionales en la publicación de artículos científicos que, a su vez, constituye uno de los resultados del proyecto de investigación Perfeccionamiento de competencias profesionales en el contexto de la salud, que se gestiona en el Centro para el Desarrollo de las Ciencias Sociales y Humanísticas en Salud, con la participación del Centro Provincial de Información de las Ciencias Médicas, pertenecientes a la Universidad de Ciencias Médicas de Camagüey y que se ejecuta entre enero de 2020 y diciembre de 2022. Constituye el acercamiento inicial en un estudio de carácter investigación + desarrollo (I+D), cuya muestra involucra a los usuarios de la revista científica cubana Archivo Médico de Camagüey.
Se realizó una revisión bibliográfica para profundizar sobre la producción del texto científico en las ciencias médicas, para lo cual se efectuó una búsqueda en investigaciones y estudios realizados, lo que conllevó a la consulta de diversas fuentes bibliográficas en soporte material y de las que se encuentran en línea. Destacan las bases de datos SciELO Cuba, ClinicalKey, Cumed, Lilacs, Latindex y Doaj.
Los términos utilizados fueron: producción científica, texto científico, competencia, educación superior, ciencias médicas; cada uno indexados por el Descriptor en Ciencias de la Salud (DeCS) que ofrece la terminología estándar para la indización y navegación en las fuentes de información de la Biblioteca Virtual en Salud.
De un universo de 90 artículos que fueron aprobados para el proceso de edición del Volumen 24, del 2020; compuesto por seis números con frecuencia de publicación bimensual en la revista Archivo Médico de Camagüey, se escogió una muestra de 54 artículos registrados en la plataforma Open Journal System (OJS) lo que representó un 66,6 % del total, lo cual involucra a 206 autores que constituyeron la muestra inicial con la que se operó para el diagnóstico y caracterización.
Para la caracterización de esta muestra se amplicaron instrumentos de investigación, entrevistas y encuestas, que permitieron constatar las insuficiencias que limitan la producción científica de estos profesionales. Además, para la evaluación de los documentos que accedieron a la plataforma para los procesos de revisión y arbitraje, se contextualizaron como dimensiones las establecidas por Domínguez García,10) a la hora de determinar la tipología de los errores que limitan la calidad de la producción del texto científico y se asumen como indicadores, los aspectos que según la autora constituyen una regularidad en dependencia del error.11 Las tablas que se presentan responden a los elementos que contienen los términos enunciados.
RESULTADOS
Se realizó un análisis sobre los errores que se cometen al escribir textos científicos de 54 artículos aprobados en el proceso de edición de la revista Archivo Médico de Camagüey con el objetivo de valorar la calidad del desarrollo linguoestilístico de forma general y se obtuvieron los siguientes resultados.
Según se observa, fueron escogidos cuatro números del volumen 24 de la revista AMC, con mayor elección de los artículos originales puesto que son el 60 % integrado en cada número, por lo que destaca la cifra más alta de los trabajos analizados durante el periodo de estudio (Tabla 1).
Del total de artículos analizados la mayor cantidad es de nacionalidad cubana, pero debe destacarse la participación científica en contribuciones extranjeras lo que demuestra la visibilidad de la revista a nivel internacional. Durante el período del estudio se contó con la presencia de autores de Chile, Ecuador, Viet Nam, España, Perú y Venezuela. En sus producciones predominaron los artículos originales (32), seguidos por los casos clínicos (13) y en menor cuantía las revisiones bibliográficas con 9.
Como muestra la tabla, existe participación de las contribuciones científicas de autores en varias provincias del país lo que demuestra calidad en los criterios de selección para las publicaciones de sus investigaciones. Con lo cual se brinda la posibilidad de publicación no solo a los profesionales de la provincia (Camagüey) sino a todos los que aspiren o tengan el interés de que sus investigaciones sean visualizadas desde la plataforma de la revista AMC. Después de los camagüeyanos (9), son los holguineros los autores con mayor frecuencia en la revista (5 textos), luego habaneros y pinareños, con tres para cada provincia, 2 textos son de Santi Spíritus y 1 de Matanzas. Todos ellos con artículos originales.
Los 2 casos clínicos pertenecen a autores de La Habana y Villa Clara, mientras las revisiones pertenecen a Camagüey y Santi Spíritus con dos textos cada territorio y una de La Habana. Mientras que, al realizar el análisis de cada uno de los artículos que conforman los números seleccionados en el periodo de estudio según la dimensión en lo metodológico-actitudinal se pudo constatar que la mayor deficiencia está dada por el abuso de citas de citas con 39 artículos lo que representa un 72,2 % del total analizado, además de la incoherencia en el tratamiento del contenido con 33 trabajos para un 61,1 %, puesto que en muchas ocasiones los autores cometen errores hasta del propio contenido de su investigación sin darse cuenta de que en el texto completo hacen referencias a otros autores sin hacer alusión a sus experiencias.
Al no declarar de manera adecuada la autoría de criterios y parlamentos no solo denotan la presencia del plagio, sino que también evidencia insuficiencias en cuanto al ejercicio de la lectura crítica, pues se toman como propias y solo se reformulan ideas ajenas y se enumeran sin profundidad en el análisis y sin la evidencia de una toma de partido sólida; ello aconteció en 25 de los documentos evaluados, para un 46,2 %. Se suman también debilidades, en especial la presentación de conclusiones que no cumplen con el propósito de esta parte del texto y otras que se recogen en la tabla 2.
Indicadores | No | % |
---|---|---|
Tema del trabajo demasiado amplio, impreciso y escasamente definido. | 16 | 29,6 |
Correspondencia entre el título general del trabajo y el contenido. | 4 | 7,4 |
Armonía entre diversas partes del trabajo (unas mucho más explícitas que otras o no se interrelacionan de forma correcta). | 8 | 14,8 |
Correspondencia con el objetivo, los resultados declarados o por lo planteado en la introducción. | 13 | 24,0 |
Fundamentación teórica, que denuncia pobre revisión bibliográfica. | 5 | 9,3 |
Omisión de información importante. | 2 | 3,7 |
Incoherencia en el tratamiento del contenido. | 33 | 61,1 |
Inadecuado uso de las fuentes consultadas: plagio, reformulación sin declarar, yuxtaposición de ideas ajenas sin comentarios, etc. | 25 | 46,2 |
La apreciación teórica de los datos carece de análisis de los cuadros estadísticos (repetición de lo ya expresado en cifras). | 7 | 12,9 |
Confusión de las opiniones y posiciones ideológicas, políticas y éticas del autor con los conocimientos que declara. | 11 | 20,3 |
Conclusiones inadecuadas. | 21 | 38,8 |
Abuso de citas de citas. | 39 | 72,2 |
Fuente: Indicadores establecidos por Domínguez García para la evaluación del texto científico5
Al analizar los indicadores con respecto a la insuficiencia de los artículos según la dimensión semántica se pudo observar que existe un mayor por ciento en la redundancia 68,5 %, por las repeticiones innecesarias de ideas y palabras, seguidas por las monotonías en un 38,8 %. Se advierte que estas impiden la progresión temática del texto y dificultan su lectura, al lector le resulta denso y lento lo que lee, pues se cae en una repetición innecesaria de ideas, tanto con las primeras como con las segundas. La verborragia denota la autovaloración desmedida de los hallazgos e incluso de los aportes y se manifiesta de forma particular, con el uso de ponderativos innecesarios que carecen además, de un sustento estadístico suficiente. (Tabla 3).
Indicadores | No. | % |
Tono altisonante, pomposo con exceso de vana palabrería: verborragia. | 17 | 34,5 |
Redundancias (repetición de ideas). | 37 | 68,5 |
Monotonías (repetición innecesaria de palabras o de expresiones). | 21 | 38,8 |
Terminología imprecisa por impropiedad, barbarismos, ambigüedad. | 13 | 24 |
Ambigüedad en términos utilizados. | 9 | 16,6 |
Fuente: Indicadores establecidos por Domínguez García para la evaluación del texto científico5
En el orden del dominio sintáctico, lo primero que se constata son los errores en cuanto al uso incorrecto de signos de puntuación y caracteres, 77,8 %. Se aclara que los primeros están relacionados más con cuestiones fonéticas ligadas con la entonación que con la sintaxis, pero en esta repercuten, porque la colocación indebida de tales signos contraría el significado de lo expresado en el texto.
En el uso de caracteres destaca el empleo desmedido de los resaltadores textuales, en especial de negritas y subrayado; en tanto que el uso incorrecto de las mayúsculas denota un inadecuado dominio de las reglas ortográficas establecidas al respecto.
Se observó que existen errores sintácticos, dados por el predominio de solecismos, 72,2 %; debido al uso incorrecto de pronombres y el inadecuado planteamiento de la concordancia, seguidos de incorrecciones en el establecimiento de la conjugación verbal; incluso dentro de un mismo párrafo se constató el manejo indistinto de formas del presente con otras del pretérito, de formas simples junto a formas compuestas. Sin embargo, no incidieron los errores en el uso de conjunciones y adverbios.
Son frecuentes las ideas inconclusas, 38,8 %; así como la síntesis ampulosa, ya que a la oración principal se le suman subordinadas en exceso que alejan la idea principal que se defiende y el párrafo se pierde en la denotación de circunstancias innecesarias, 35,2 %. Se comprobó el uso de la primera persona y la falta de la impersonalidad propia del texto científico, 27,8 % y el inadecuado uso de los nexos gramaticales, 20,4 %.
En 29 documentos, para un 53,7 %, se produjeron incoherencias en el estilo del asentamiento bibliográfico para la bibliografía citada y la consultada. Se presentan textos con el uso indistinto de las normas APA y Vancouver o aquellos que si bien se expresan en Vancouver, sus referencias, aparecen incompletas, con errores de sintaxis o en su detrimento, sus URL no se pueden corroborar en línea. (Tabla 4).
Errores sintácticos | No | % |
---|---|---|
Solecismos (incorrecciones en el uso de pronombres, adverbios, conjunciones, conjugaciones verbales, concordancia, etc.). | 39 | 72,2 |
Anfibologías (ambigüedad en las ideas). | 7 | 12,9 |
Persona gramatical (abuso de la primera persona, falta de impersonalidad). | 15 | 27,8 |
Uso inadecuado de nexos gramaticales. | 11 | 20,4 |
Inadecuada estructura del trabajo. | 4 | 7,4 |
Incoherencia en el estilo del asentamiento bibliográfico para la bibliografía citada y la consultada. | 29 | 53,7 |
Uso incorrecto de signos de puntuación / Caracteres: negritas, cursivas, mayúsculas, minúsculas, subrayado, siglas). | 42 | 77,8 |
Falta de equilibrio entre las partes (entre subsecciones). | 7 | 12,9 |
Contradicciones internas (ideas expresadas a través de los nexos). | 5 | 9,3 |
Síntesis ampulosa (relación entre oración principal y subordinada). | 19 | 35,2 |
Ideas inconclusas. | 21 | 38,8 |
Fuente: Indicadores establecidos por Domínguez García IR para la evaluación del texto científico5
El 100 % de los documentos revisados, reporta errores ortográficos y la no adecuación de las normas bibliográficas, esto último se corresponde también con lo expresado en el análisis anterior.
Incide en las cuestiones que afectan lo ortográfico, la tendencia actual del uso del corrector automático del programa computacional y la falta de hábito para la autorrevisión por parte del autor sobre su propio texto. Ello se constató en el 100 % de los documentos. El 35,2 % adolece de dificultades para definir, explicar y argumentar, lo cual está relacionado con la falta de conocimiento de los modelos retóricos para la construcción del párrafo.
Se comprobó en el 25,9 % de los documentos la falta de síntesis para explicar los resultados, se comete el error de extenderse el texto en elementos narrativos o descriptivos que apuntan al cuándo y al dónde y no se va de manera directa y objetiva a lo constatado y al modo en que se obró para lograrlo. La declaración del método que no concuerda con lo declarado en el texto y los errores en el manejo de su estructura, según la modalidad escogida, son también insuficiencias que se presentaron en el 24 y el 20,4 %, respectivamente.(Tabla 5).
Errores pragmáticos | No | % |
---|---|---|
Errores ortográficos y ortotipográficos (mayúsculas, signos de puntuación, abreviaturas, siglas, viñetas, negritas, cursivas y subrayado). | 54 | 100 |
Declaración de métodos cuyo uso no se evidencie en el texto o no concuerde con lo declarado. | 13 | 24 |
Estructuración inadecuada del tipo de texto científico. | 11 | 20,4 |
Poca profundidad en el tratamiento del contenido. | 17 | 34,5 |
Dificultad en definir, explicar y argumentar. | 19 | 35,2 |
Falta de síntesis en la explicación de los resultados. | 14 | 25,9 |
No adecuación de las normas bibliográficas a la situación de comunicación que el tipo de texto exige. | 54 | 100 |
Fuente: Indicadores establecidos por Domínguez García IR para la evaluación del texto científico5
DISCUSIÓN
En la actualidad se percibe un aumento de las publicaciones en las revistas de las ciencias médicas. Paralelo a ello, existe un marcado interés en los estudiantes y profesionales acerca del dominio de las técnicas y herramientas necesarias que permitan incursionar en la redacción de un artículo científico. Difundir los resultados de un determinado trabajo investigativo que pueda ser relevante y útil para otros es quizás uno de los deberes básicos de cualquier persona dedicada a la tarea de crear, transmitir y ampliar el conocimiento.
Para un profesional es importante destacar en su currículo la cantidad de documentos publicados, sin embargo, no siempre tenerlos constituye el elemento clave de su aporte científico. Es importante publicar en espacios donde las comunicaciones sean de utilidad a la comunidad científica, independientemente del ámbito donde se encuentre.
El texto científico, como muchos otros, se construye mediante el uso de determinado código que lo diferencia de los demás, se vale de formas retóricas o elocutivas, cumple una función específica (la informativa o referencial) y posee características estilísticas, léxicas y gramaticales propias. Es por ello que para lograr que el texto científico sea claro, preciso, objetivo y coherente es necesario dominar los recursos comunicativos propios de su estilo, así como su estructura y funcionamiento.
Al escribir un texto, se debe usar de la manera más sencilla, los tiempos verbales en que deben escribirse cada uno de los apartados de un artículo científico, categoría gramatical que tantos dolores de cabeza suele dar a quienes no la han estudiado con profundidad, y que debe ser tema de interés para todos los profesionales. Uno de los aspectos más importantes que deben desarrollar los profesionales de la Salud es saber transmitir sus experiencias, y la forma de hacerlo, por escrito, es la publicación.
López Gómez, Cabrera Suárez, Pegudo Sánchez, Cruz Camacho,12 defienden que un artículo científico bien escrito es el producto de un profesional bien capacitado y al propio tiempo conocedor de que redactar con exactitud y sencillez su trabajo resulta tan importante como la investigación misma, por lo cual debe sopesar cuidadosamente los vocablos como si fuesen reactivos de laboratorio.
Para lograrlo, Juárez recomienda que al comenzar la redacción una vez elegido el tema y antes de empezar a escribir para desarrollarlo, es necesario estudiarlo con detenimiento para establecer criterios, ordenar las ideas, buscar datos y ejemplos para defenderlas, aducir razones, y tratar de convencer a los lectores. Para alcanzar estos objetivos, conviene:
Anotar el tema y todo lo que se conoce del mismo.
Buscar información sobre las ideas confusas o menos conocidas y tomar notas.
Apuntar datos y ejemplos.
Elaborar un esquema organizando todo lo anterior.
Escribir un borrador y corregirlo, tantas veces como sea necesario, con base en la información que se quiere transmitir, su organización y cómo se expresa. Esto nos permite: aclarar las ideas oscuras, aumentar las ideas válidas, suprimir lo irrelevante, perfeccionar la ordenación y mejorar la redacción.
Redactar el texto definitivo empleando el vocabulario preciso con estructuras lingüísticas correctas y cuidando el estilo, la ortografía y la presentación.
Titular el escrito después de releerlo varias veces. Antes de poner el título definitivo, conviene escribir varios para seleccionar el que mejor resuma la idea general.13
Sobre el modo en que se desarrolla la competencia para la producción del texto científico, durante el proceso de enseñanza-aprendizaje, se utilizan continuamente estrategias comunicativas que conducen a la contextualización de los contenidos, es así como se logra que la enseñanza sea más significativa que informativa. Esto posibilita que la información proporcionada por los profesores sea aplicada a contextos y situaciones reales y de uso concreto.
Álvarez Alonso, Breijo Worosz, Barrera Jiménez, Álvarez Alonso, Lagar Martínez,14 consideran que en el ámbito específico de la formación de los estudiantes de carreras médicas, es necesario observar el proceso de formación profesional y, dentro de este, el de la competencia comunicativa, pues la comunicación de estos contenidos que aprende hoy será una de las vías mediante la cual solucionará los problemas profesionales mañana. Los estudiantes de las carreras médicas necesitan de un saber científico que los haga acreedores de esta condición y de la aplicación de estos saberes a las situaciones del contexto de actuación profesional.
Las competencias que la persona posea abarcan la gama completa de sus conocimientos, destrezas, actitudes y capacidades en el ámbito personal, profesional o académico, adquiridas por diferentes vías y en todos los niveles, desde el básico hasta el más alto, cuya aplicación se traduce en un desempeño superior.
Suárez Sorí, Macías Llanes, Torres Lebrato, Capote Fradera,15 defienden que competencia en publicación es un saber hacer en situaciones concretas que requieren la aplicación creativa, flexible y responsable de conocimientos, habilidades y actitudes para la preparación y presentación de artículos científicos. Pero, aunque los profesionales estén bien formados para investigar y generar conocimientos, muchas veces carecen de las competencias y habilidades para comunicar de manera eficaz el conocimiento generado, además del interés para lograr la expresión literal de una idea concreta de lo que realmente quieren transmitir, a lo mejor no reconocen la importancia de la gramática y la ortografía como estrategias adecuadas que les permita trasmitir de forma eficiente, comprensiva y constructiva su conocimiento.
El desarrollo de la competencia linguoestilística en los profesionales para la producción del texto científico debe partir de la concreción sistemática de acciones y tareas docentes y extradocentes que tributen al desarrollo de hábitos, habilidades, destrezas y capacidades profesionales durante la formación universitaria que los pertrechen de los saberes inherentes al análisis, comprensión y construcción del texto.
Según González,16 en la actualidad, muchos investigadores excelentes no poseen la competencia para redactar y publicar sus resultados y tampoco han tenido la oportunidad de seguir una capacitación formal para adquirirlas. Al respecto señala que el papel del profesor como conductor comprometido con el proceso formativo, sustentado en prácticas de docencia e investigación, es de gran importancia en la educación, actúa como soporte a todos los procesos asociados a la formación y desarrollo de los profesionales en las universidades, cuyas acciones resultan clave en los diferentes niveles de la enseñanza y que, serán eficaces en la medida en que los estudiantes muestren en su desempeño profesional en correspondencia con las exigencias de la sociedad.
Según Zayas Mujica,17 es fundamental crear una política que oriente la necesidad de la publicación de la actividad científica, según el área del conocimiento; establecer un sistema de crédito para la evolución científica del profesional, en la medida en que este sea capaz de ir aumentando el quehacer de su producción; incluir en los programas de estudio de las diferentes especialidades u otros programas formativos, los temas de comunicación científica y visibilidad de la ciencia, y garantizar el fondo de tiempo controlado para la realización de la actividad investigativa.
En consecuencia, López Lara, Gómez Escorcha,18 expresan que la producción científica representa el resultado de la práctica diaria que ejerce el docente mediante la indagación, la revisión bibliográfica, la observación sobre fenómenos que pueden ser considerados como objeto de estudio, esto con el fin de generar un aporte teórico al campo del conocimiento.
Sin embargo, también expresan que la educación superior busca permanentemente el mejoramiento de sus procesos, implantando la calidad total como medio de gestión enfocado hacia el desarrollo de competencias investigativas dirigidas hacia el personal docente como elemento esencial para alcanzar excelencia educativa y reafirman que, en efecto, el docente de educación superior ejerce un liderazgo de calidad con base a competencias que contribuyen a mejorar en la institución universitaria la divulgación del conocimiento científico, la investigación y la producción que contribuyen con el desarrollo humano.18
En resumen, los autores cubanos y extranjeros consultados coinciden en que el estilo científico facilita la información, haciéndola más accesible para los lectores. Por lo que se asume que: el lenguaje científico requiere precisión, rigor y corrección, con objeto de evitar interpretaciones erróneas y permitir una comunicación universal.
Un artículo científico, al decir de Corrales Reyes, Reyes Pérez, García Raga,19 posee fines específicos que obligan a realizar un esfuerzo tenaz de depuración para que en el mismo las ideas se expresen con la mayor rigurosidad y objetividad posibles. Por otro lado, la redacción de un artículo científico tendrá que sujetarse a una lógica lo más clara posible, que estará en función de los objetivos del trabajo. Por tal motivo, es fundamental que el autor conozca con bastante precisión qué desea comunicar, para luego buscar la forma más adecuada a los fines que persigue. El ser estudiante o graduado no determina la calidad de una investigación, sino más bien la rigurosidad científica con la que se haya realizado.
Promover escritos de calidad constituye un pilar importante para el intercambio de los resultados de las investigaciones; por tanto, se afirma que, la comunicación o divulgación científica se convierte en un vehículo hacia la prosperidad y el progreso social de la humanidad.
El desarrollo de la competencia linguoestilística constituye factor fundamental en el proceso profesional e investigativo en el área de las ciencias médicas, en función de un desempeño competente del egresado; debido a que, tanto en el pregrado como en el posgrado, la sistematización de acciones dirigidas al desarrollo de tal competencia, condiciona la producción de textos científicos con la calidad requerida como modo de actuación profesional; en tanto este dominio se erige, a largo plazo, en vía de promoción e intercambio de los resultados y avances que se obtienen en las investigaciones científicas.